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Capítulo 32.


Ha pasado un mes desde el estreno de The Rivens y se podría decir que había superado todas nuestras expectativas: el rainting de audiencia en Estados Unidos sobrepasó al de Aventuras de Niñeras (sorry, Sabrina, te amo) y por poco lo hace también con otras películas originales de Disney Channel bastante famosas. Como lo dijo George, el tema oficial fue nominado en varios premios, así como Zendaya y Debby como mejor protagonista y mejor antagónica. Para las fechas, yo ya había doblado mi número de seguidores en redes sociales, y estoy orgullosa de decir que estoy de segundo lugar en el puesto de integrante de Girl Meets World con más seguidores en instagram, por debajo de Sabrina (¿ves? No tienes que quejarte. ¡Todavía me superas en el internet!).

Hablando de la serie, grabamos el episodio final hace como unas semanas, donde de nuevo tuve que pasar por la triste y nostálgica experiencia del "último día". Solo puedo decirles que hubieron lágrimas, momentos de risa, lagrimas, Corey bañado en salsa de tomate como regalo de despedida de Sabrina, chistes de negros dichos por Amir, lagrimas, Mich diciendo lo mucho que nos amaba y Anto gritándole que dejara de ser tan marica, luego hubieron más lágrimas, y como no, besos de los shipps más shippeados de la serie: Karkle, Rucas, Corpanga y Joshaya (los últimos solo por juego ya que Bradley había besado a Paris el último día de Migthy Med).

Para culminar esta bella etapa en nuestras vidas, Mich nos llevó a pasar la noche en una playa. Fue una cosa demasiado bonita pasar el tiempo con mis compañeros de trabajo, que se han convertido en una familia, y con Sarah, Mel, Katherine y Antonella, que se habían ido de coladas.

Lo malo fue que en nuestro contrato ponía que cuando se terminara una serie, debíamos desalojar nuestros apartamentos, o sea que ya no viviría con Rowan, ni podría saltarme al apartamento de Corey cuando quisiera. Él rentó un piso en otro edificio cercano, junto con Peyton y Amir... no quiero imaginarme la jungla que será ese lugar. Por lo menos confío que Peyton, que es el más ordenado de los tres, lo mantenga ordenado. Melanie por otro lado volvió a Florida. No me pregunten qué pasó entre ella y Amir porque no tengo ni idea, lo que sé es lo que me ha contado Honguitochico y según él, mi negrito es oficialmente un friendzoneado. Sabrina se fue a yonosedonde por yonosequecosa de su nuevo disco y Rowan decidió irse a vivir con sus padres aquí en Los Ángeles (¡pronto les daré noticias de Reyton, niñaaas!).

¿Y en donde se quedaría esta sensual persona que está narrando? Bueno, Erick me ofreció el cuarto de Froy y Diego. Fue gracioso ver la cara de Ganso cuando su padre le dijo que se iría a dormir en el ático pues su Katie merecía una habitación decente. Froy estaba pálido de miedo, pues al parecer el ático le asustaba, pero de toda maneras se alegró de tenerme viviendo en su casa y junto con mi hermano me ayudaron a ambientar a mi gusto su (mi) habitación y yo a ellos el ático.

Lindo momentos entre hermanos.

Por cierto, luego de la premier, Diego y Nestor se hicieron buenos amigos. Tan buenos que juntos fueron a buscar trabajo la semana siguiente y como no consiguieron una mierda, se pusieron a bailar en medio de las calles durante todo el día. El gerente de un restaurant de comida rápida en plan "plagio de McDonalds" los vio y les ofreció un empleo como atrayentes de comensales, donde tenían que bailar vestidos del Sr. Papa (Nestor) y Miss Hamburguesa (Diego) en plena vía. Los disfraces eran humillantes, pero daban buena paga y mucha más propina. Antonella y yo no nos cansaremos de hacerles burla nunca, pero la primera tenía que aguantarse un poco porque era Sr. Papa quien pagaba la mayoría de las cuentas en el nuevo apartamento que habían rentado.

Ya que estamos mencionando a la rubiesita con más secretos que un cura, en estos días la acorralé en mi nueva habitación (se pasa la mitad de la semana metida ahí) y le hice el cuestionario sobre todo. Y cuando hablo de todo, lo digo en serio.

Me contó acerca de lo de Jonny y el desinterés que había sentido hacia él desde que había vuelto a Colombia. ¿Se aburrió? Podríamos decir que sí. Aparte, Jonny le estaba montando los cuernos desde hace tiempo, y con Brec, que es peor. Una vez más se está comprobado que las relaciones a distancia, la mayoría, son una reverenda mierda de vaca. No me lo había contado antes por temor a lo que yo podría opinar, pues Antonella está en esa etapa de no saber si ser una perra con todo hombre que se le atraviese (ya que ellos han hecho lo mismo con su persona) o enseriarse en una relación que si valga la pena. A eso se le llama indecisión y a cualquiera le pasa en algún punto de su vida, pero pensó que la regañaría por no decidirse y Anto odia que la regañen, así que se lo calló.

Al final si terminé regañándola, pero por no contarme.

¡Ahora si viene la parte de Rowan y Peyton, nenas! ¡El chisme está bueno, busquen las palomitas, el helado y las pantuflas de dinosaurios...! Ah no, eso es de Rowan, ¿verdad?

En fin, ¿recuerdan lo que dijo Katherine acerca de la virginidad de Row? ¡Pues no se equivocó! ¡Ella de verdad conoce a los pubertos! Quién lo diría, el Rowan y la Peyton perdiendo la virginidad antes que uno. ¡Y tantas veces que nos negaron la tensión sexual que había entre los dos! O sea, no lo hice yo, en las muchas veces que tuve a Corey con la espada en alto, ¿y lo vienen a hacer ellos dos, esos inocentes seres del Edén? Yo no entendí. Se están perdiendo los valores, hombre. De veras.

Bueno, no importa, Sabrina y yo podemos vivir con eso (aunque me aseguró que ella sería la segunda).

Creo que eso ya es todo, así que podemos volver al presente.

Hoy era lunes por la tarde. Me encontraba en la sala de estar de mi nueva casa, sentada en el sofá con Corey entre mis piernas. Había venido a pasar el día conmigo, y entiéndase que con "pasar el día" me refiero a ver caricaturas como los infantes de casi diecisiete años que somos. Estaba jugando con su pelo cuando Diego llegó de trabajar, justo a las seis.

—¿Cómo te trató el día, Miss Hamburguesa? —le gritó Corey, divertido.

Diego rodó los ojos, se quitó la camiseta y mientras subía las escaleras, preguntó:

—¿Dónde está la gente aquí?

—Los tres fueron a hacer las compras —respondí.

—¿Y me abandonaron contigo y... eso? —señaló a Corey, quien sonrió.

—Yo tengo nombre, ¿sabes, Miss Hamburguesa?

Entonces mi hermano se detuvo, dio una vuelta y lo miró. Mi novio tragó en secó y se acurrucó más entre mis piernas.

—Perdón —dijo.

—Así me gusta —Diego retomó su ascenso.

—No te dejaron abandonado solo con nosotros —sonreí—. Anto se está dando una ducha en mi baño.

—¿Y qué quieres que haga, hermanita? —él me observó divertido—. ¿Quieres que le cobre la que me debe?

—Eso es lo que quieres tú, besador de traseros.

Con eso cerró la boca. "Con ese baile con gusto te besaría el trasero" era lo que Diego le había susurrado al oído a mi mejor amiga el día de la premier.

—Me iré a acostar —avisó, terminando de subir.

Corey me miró desde abajo.

—Entonces —dijo—. ¿Se gustan o no?

—Los dos me han dicho que el otro está bueno, ¿eso cuenta?

—Para tener sexo, creo que sí.

—¿A ti ya no te da nada de pena hablar sobre eso, verdad? —alcé una ceja.

Él encogió los hombros mientras se relajaba, pues ahora le estaba masajeando las sienes. Le gusta que haga eso.

—Creo que es porque estoy entrando en la etapa de adulto adolescente, ¿me entiendes? —dijo, soltando un suspiro—. Voy a cumplir diecisiete. El año que viene serán dieciocho. A los veintiuno me dejarán entrar en discotecas. No quiero llegar a los veintiuno siendo un virgen, y pienso que la mejor manera de mentalizarme al respecto es...

—¿Siendo un pervertido? —inquirí, sonriendo.

Corey pareció razonarlo, pero terminó sacudiendo la cabeza.

—No soy un pervertido —negó—. Pensar que la sola mención de la palabra "sexo" es un tabú es malo. Algún día todos terminaremos haciéndolo y el estilo más conveniente para dejar atrás ese miedo es diciéndolo hasta que la palabra se te sea ya común. Eso no es ser pervertido.

—Okay, señor filósofo —reí, acomodándome mejor en el sofá—. Pero, ¿crees que las palabras tengan algo que ver con efectuarlas?

—Explícate, Sarcastichica.

—Digo, ¿tú piensas que diciendo aquella palabra, al momento de la acción lo podrás hacer así de fácil como lo dices?

—Claro que no, al menos que haya visto pornografía. Cosa que no he hecho —puntualizó, con los ojos abiertos. Eso me sacó una carcajada, pues recordé la película de Christian Grey en su estante, más no se lo quise mencionar—. Lo que trato de explicar es que si no tienes miedo de decir lo que piensas sexualmente de una persona (como lo hago yo contigo), el sexo con dicha persona se hará más... natural. No fácil, pero si natural.

Asentí, comprendiendo eso. Lo que no entendí fue cómo un chico que hace poco necesitaba extender su vocabulario y salir de su zona de confort (la palabra "estúpido" y sus derivados) ha podido explicarme todo esto usando tantas palabras complicadas.

Evolution, baby. Y no hablo del álbum de Sabrina.

—¿Te das cuenta de que últimamente hemos tenido muchas conversaciones maduras, Honguitochico? —lo miré.

—Aja —asintió—. Lo curioso es que siempre pasa cuando vemos comiquitas —entrecerró los ojos hacia el televisor, como si fuese el culpable de lo que nos pasa.

En ese momento llegaron los Gutiérrez y mamá, saludándonos mientras depositaban las cosas en la isla de la cocina. Froy de una vez vino corriendo hacia nosotros.

—¿Cómo se le llama a una mona que se plancha el pelo? —preguntó, lanzándose al sillón.

Corey y yo suspiramos.

—Monaliza.

—¡Correcto! —Froy aplaudió, riéndose con su risa de cerdito—. ¿Y cómo se le llama a un chino con capucha?

—¡Maldito hijo de perra! —gritó alguien desde el segundo piso.

—Así no se le llama a un chino con capucha —Froy hizo un puchero.

—¿Quién está hablando con señales allá arriba? —preguntó mamá, de manera sarcástica.

Se escuchó otro grito de frustración, seguido de pasos enfurecidos que bajaban las escaleras y próximamente vimos a una Antonella envuelta en una bata de baño, con el pelo mojado y pálida de ira.

No, esperen. De verdad estaba blanca.

—¿Alguien más ve al fantasma de Antonella que está al pie de las escaleras? —cuestionó Erick. Corey, mamá y Froy levantaron la mano.

—¿Qué demonios te pasó? —me dirigí hacia Anto.

Ella señaló de manera violenta hacia arriba, dejando caer virutas de lo que supongo era talco de su cuerpo.

—El desgraciado del hermano tuyo —chilló—. ¡Gracias a ese hijo de zorra parezco un malvavisco deshidratado!

Hasta ese entonces no había reparado en el ataque de epilepsia que tenía Diego montado en el piso de arriba.

—¡El mejor... día... de mi vida! —gritó entre carcajadas, haciendo que Antonella resoplara vaho de talco, como un toro apunto de atacar.

—Lo voy a dejar sin gue...

—Cuidado con tus palabras, señorita —advirtió mamá.

—Lo voy a eximir de su aparato reproductivo masculino —corrigió la rubia.

—No me digas que te hizo la clásica broma del talco en el secador —Corey rió, pero calló de golpe al ver la mirada de la chica.

—Sí, pero que se cuide la espalda ¡porque yo no uso clásicos! ¡Yo uso los míos, los de Antonella Morales, a esos si tienes que temerles, Ortiz!

—¡Ay si, qué miedo! —chilló mi hermano en tono burlón, sin bajar todavía.

—¡AAAAGH! —estoy segura de que Anto hubiese corrido a quitarle el aparato reproductivo si Froy no es más rápido y la agarra por detrás—. ¡Suéltame, Papacito!

—¿Y qué me dejes sin compañero de cuarto? Lo siento —mi amigo caminó hacia atrás todavía sosteniéndola por los hombros e hizo que se sentara junto a él en el sillón—. Después tendría que dormir solo en el ático y no quiero que Randall me asuste saliendo del armario.

—¡Ya te he dicho que todo fue una mentira para que te quedaras tranquilo de noche! —le gritó su padre.

—¡Me has creado un trauma, Erick Gutiérrez! —chilló Froy de regreso.

—¿Randall? ¿Cómo el pegelagarto de Monster INC? —preguntó mi novio.

—Ese mismo.

Cinco minutos después, y justo cuando Antonella por fin se había calmado, Diego se antojó de bajar. Nos ignoró, pasando por la cocina para darle un beso a mi madre en la frente y un saludo a Erick, tomar un vaso con agua, y sentarse en medio de Corey y yo. Antonella lo observó todo este tiempo con sus meticulosos ojos.

—¿Por qué no te has ido a sacar el talco aún? —le preguntó mi hermano calmadamente, mientras bebía el agua de la misma manera.

Anto lo miró como si esperara a que se ahogue.

—Estoy dejándolo porque así me llenaré más de rencor y lo que sea que te haga será tres veces peor de lo que me propongo —respondió. Diego dejó el vaso en la mesa y la observó, juntando sus manos.

—¿Y qué planeas hacerme?

—Eso, bonito, prefiero dejarlo como una sorpresa —entonces se levantó, le guiñó un ojo y subió.

Todos la seguimos con la mirada mientras ella desaparecía en el segundo piso. Luego el silencio reinó por unos momentos hasta que Erick dijo:

—Dieguito, si fuera tú, dormiría con un ojo abierto.

—Ella parece ser peor que Randall —Froy abrazó sus piernas, balanceándose de adelante hacia atrás—. Y mira que Randall es malo.

—Randall no existe, Froy —masculló Erick.

—¡Existe en mi imaginación, por tu culpa! —lloriqueó.

Mientras padre e hijo se cernían en una discusión estúpida, Corey revisó su reloj de muñeca.

—¿Ya te vas? —le pregunté.

Él asintió mientras se levantaba.

—Se supone que mañana tengo que levantarme temprano —informó, pasando a un lado de Diego. Este intentó meterle el pie, pero Corey saltó en el último segundo—. No esta vez, cuñado —dijo, sonriendo. Diego rodó los ojos—. Hasta luego, Gutiérrez.

—Hasta la vista, Fogelmanis.

—Adiós, suegritos —sonrió hacia mis padres.

—Salúdame a los chicos, Corey —dijo mi madre—. Y por favor, dile a Shannon que si no me envía unas galletas, voy a eliminarla del grupo de madres de Girl Meets World.

—Con gusto, Nathalia.

Ambos salimos de la casa, y en el exterior ya estaba anocheciendo.

—¿Quién te viene a buscar?

—Peyton. Le dieron un auto nuevo la semana pasada —dijo—. Yo llevo tiempo insistiéndole a mamá, pero todavía cree que estoy demasiado pequeño para uno.

—Mides 1,78.

—¿Ves? ¡No sabe lo que dice! —Chilló, haciéndome reír—. Pero bueno, me toca esperar a que llegue ese rubio-no-virgen estúpido por mí, hasta que mida dos metros y así me den mi auto.

—Tranquilo, Honguitochico —lo abracé, pegando mi nariz en su cuello—. Algún día tendrás tu auto y me insistirás en que no vas a chocar, para que me suba a él.

—¿Todavía sigues dudando de mis habilidades automovilísticas? —susurró.

—Todavía sigo dudando de la heterosexualidad de Peyton, y mira todo lo que ha pasado.

Con eso se echó a reír. Tomó mi cabeza entre sus manos y, suavemente, me hizo mirarlo. Cuando sus ojos azul profundo se fijan los míos, él podría conseguir cualquier cosa si me lo pidiera. Pero como yo soy mala, ese es un dato que guardaré, porque ahora que está "más maduro" no quiero imaginarme lo que haría con esa información.

Estaba a punto de besarme, y yo a él, pero en ese momento una claxon sonó. Nos dimos la vuelta y Peyton ya estaba ahí, sentado en el puesto de piloto de un Mercedes Benz convertible color azul brillante.

—¿Qué tal, perras? —saludó.

Ah sí, se me olvidó contarles que desde esa vez con Rowan, su ego (o lo que yo llamo "índice de homosexualidad") está más alto que nunca. Y ahora que tiene auto...

—Lindo auto, Meyer —dije, acercándome junto con Honguitochico.

—¿Esta cosa? —Acarició el volante—. No es nada, un regalo de mis padres por culminar Girl Meets World —sonrió, bajando los lentes oscuros para verme (si, estaba usando lentes oscuros cuando ya ha anochecido)—. Si quieren podríamos tener una cita doble algún día. Ya saben, irnos bien lejos los cuatro para así estrenar a Rowena.

—¿Rowena?

—Su auto —explicó Corey—. Rowan lo bautizó.

—Ahora todo tiene sentido.

Mi novio me dio un beso en la mejilla y se iba a montar en el auto, pero Peyton lo detuvo.

—Sacúdete los pies —indicó.

Corey me envió una mirada de fastidio, sacudió sus pies y cuando Peyton verificó que estaban lo suficientemente limpios, dejó que subiera.

—¿Cuándo vuelves de la entrevista? —le pregunté a Honguitochico.

—A las tres —indicó—. Tal vez venga y así organizamos algo para nuestra fiesta de diecisiete.

—Me parece bien —sonreí, dándole un beso de despedida y alejándome del auto—. Hasta luego, PeyPey.

—Adiós, virgencita —me sacó la lengua. Yo rodé los ojos.

Corey no dejó de sacudir la mano hasta que se perdieron cruzando la esquina. Me reí para mis adentros y pasé al interior de la casa, donde ya mi familia se encontraba cenando en la isla de la cocina. Lo gracioso era que Diego y Anto (ya se había quitado el talco) estaban sentados uno frente al otro, y tengo el presentimiento de que Diego no estaba comiendo porque sospechaba que Anto le había hecho algo a su cena. Pero la conozco y sé que efectuará su venganza cuando él menos se lo espere.

Tomé asiento al lado de Anto. La cena era pasta hecha por mamá y Erick. Ñomi.

—¿Te quedarás a dormir hoy? —le pregunté.

Ella le preguntó a mi madre:

—¿Me puedo quedar a dormir hoy?

Y mi madre le preguntó a Erick:

—¿Ella se puede quedar a dormir hoy?

Y a pesar de que él era el dueño de la casa, Erick se giró a su hijo y le preguntó:

—¿Nellita se puede quedar a dormir hoy?

Y Froy se giró hacia Diego:

—¿Mis Perver se puede...?

—No.

Entonces Froy miró a su padre:

—No.

Y Erick le dijo a mamá:

—No.

Y mamá explotó en carcajadas.

—¿Por qué no podemos ser una familia normal? —exclamé, aunque también me estaba riendo.

Entonces todos comenzaron a reírse con nosotras. Incluso también Diego, que terminó babeándose con el agua que bebía y eso causó que nos riéramos todavía más.

—Si puedes quedarte —le dijo Erick a Anto, secándose las lágrimas.

Ella sonrió, se acercó a mí y me susurró:

—Eso es perfecto, porque esta noche tú y yo nos vengaremos en mi nombre, nena. Prepárate para quedar sin hermano.

N/A: Hoy lloverán vacas ¡Actualicé un día después! Sin duda alguna estoy inspirada con esta historia, así que no se sorprendan si actualizo más seguido, nenas ;) ¡Las adoro! 

Se despide xlexluthorx.

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