
Capítulo 3.
—¿Se puede saber qué fue lo que le dijiste a Froy, Shain? —le pregunté, aparentando estar más molesta de lo que en realidad estaba.
La verdad es que esta situación más que molestarme, me causaba gracia. Pero obviamente no dejaría que Corey lo supiera.
Me encanta verlo celoso.
Caminaba en círculos, rodeando la isla de la cocina mientras jugaba com sus dedos, nervioso. Yo lo miraba apoyada en el mesón de brazos cruzados y sonriendo como si ya supiese la respuesta. Bueno, aunque en realidad si la sabía.
—Si, Shain. Cuenta lo que le dijiste de una buena vez —dijo Mel, ahora comiendo chocolates.
Estaba sentada en el sofá de la sala, por lo que nos podía escuchar perfectamente. Desde que vinimos del estudio, ella no había parado de comer comida chatarra. Papitas, sodas, donas y ahora chocolate.
Si seguía así terminaría rodando por las escaleras.
Corey se giró bruscamente en su dirección y le espetó:
—Tú callate y sigue comiendo.
—Que conste que lo hago porque tengo hambre, no porque tú me lo pidas, vato estúpido —le dijo su prima y se giró dándole un gran mordisco al chocolate—. Ojalá me pidas un poco, para que veas...
Mi novio rodó los ojos y se volvió a mí. Yo aún seguía en la misma posición de antes, mirándolo esperando respuestas.
—Deja de sonreír así —dijo.
Frunci el ceño.
—¿Qué?
—Que dejes de sonreír así —repitió—. Como si ya supieras la respuesta pero solo quieres torturarme. ¡Deja de torturarme!
—¡Deja de torturarlo!
—¡MELANIE!
—¡COREY!
—¡MELANIE!
—¡COREY!
—¡MELANIEEEEE!
—Okay, ya. Corey, no seas un hongo; cometete un Snickers —alzó las manos en son de paz y se levantó del sillón—. Como aquí nadie me quiere, me iré con mi pinche negrito. Adiós. Paz. No a Donald Trump.
Y así sin más, salió del apartamento.
Me giré hacia Corey.
—Tu prima es rara.
—Si, lo sé. Viene de familia —se encogió de hombros—. Ahora, ¿podrías besarme así yo olvidaré lo de tu sonrisa maquiavélica y tú lo que le dije a Froy?
Hizo un puchero, sacándome una risotada. Eso no funsiona conmigo y él lo sabe. Negué con la cabeza sonriendo.
—Ni siquiera lo pienses —me acerqué a él—. No hasta que me digas lo que hablaste con mi coprotagonista.
—Para qué quieres saber eso. Jajaja, saludos.
—¡Corey!
—Bien, bien —alzó los brazos rindiéndose—. Lo arrinconé en una parte del baño y le dije que si te llegaba a poner una mano encima lo golpearía tan fuerte que su lindo rostro de galán de secundaria quedaría convertido en un nerd de la misma. Y funcionó. —se cruzó de brazos y alzó el mentón, sonriendo triunfante.
Lo miré como si no me lo creyera.
Bueno, en realidad no lo hacia.
Oh, es que ¡vamos! Froy es evidentemente más hábil, musculoso y fuerte que él. Son del mismo tamaño (Corey ha crecido demasiado), pero Froy es mucho más ancho de espalda y se nota que hace deportes.
Mi esqueletito lindo también es bueno en los deportes; los que tratan sobre quien puede dormir por más tiempo o quien puede comer la mayor cantidad de macarrones en menos de diez minutos.
El punto es que dudo que Ganso se acobardara tan fácilmente frente al hongo con patas que tengo por novio.
Me acerqué y rodeé su cuello con mis brazos. Él hizo lo mismo en mi cintura.
—Bebé, apenas lo conozco, pero puedo asegurarte que Froy te patearía el tarsero si quisiera.
Corey rodó los ojos.
—Vaya, que esperanzas me tienes... Aguarda —me miró—. ¿Me acabas de llamar bebé?
Levanté ambas cejas. Wow, ni yo misma me había dado cuenta de ello, pero aún así me encogí de hombros.
—Lo siento. Es que escuché a Sabrina llamar así a Bradley y se me pegó —dije inocente. Luego caí en cuentas y le pegué en su pecho, sacándole un quejido—. ¡No me cambies el tema, Shain!
—No tienes por qué pegarme tan fuerte, Sarcastichica —se quejó y luego suspiró—. Y bueno, lo admito: al principio casi me suicido por decirle esas cosas porque de verdad pensé que quien quedaría como nerd de secundaria seria yo —hizo una mueca—. Pero luego caí en cuentas de que aún no recibía ningún puñetazo de su parte y le pregunté que por qué no me había pegado.
—¿Y qué te dijo?
—Es pacifista —respondió—. Está en contra de la violencia y me dijo que estaba en todos mis derechos de sentir celos y querer golpearlo ya que tenia una novia muy bonita y cualquiera querría ser yo. No lo golpeé cuando lo dijo porque su tono no fue maligno ni nada. Es más; sonó sincero. Hasta incluso se ofreció a fingir estar asustado conmigo...
—Oh, que bondadoso —dije con sarcasmo—. Yo en su lugar te hubiese dado un buen golpe en uno de tus estúpidamente lindos ojos por pasarte de estúpido y celoso.
—Si, yo también lo hubiese hecho —admitió, yo reí—. Bueno..., ¿soy culpable por querer proteger a mi bebé de chicos guapos?
Hice una mueca, arrugando la nariz.
—No, no lo hagas. Eso nada más queda bien cuando yo te lo digo a ti —declaré—. Ahora, en la cuestión de Froy... Okay. Te declaro inocente porque sé que yo haría lo mismo, solo que un poco más moderado, claro —dije, ladeando la cabeza.
Corey sonrió ampliamente y besó la punta de mi nariz.
—Sabía que me perdonarías.
—Si, si. Pero no te acostumbres, ¿eh? Que no vuelva a pasar —lo amenacé.
—¿Y como quieres que no lo vuelva a hacer si tengo a la novia más hermosa del mundo? —preguntó incrédulo—. Digo, es verdad lo que dice Froy; cualquiera querría estar en mi lugar y poner las manos aquí —apretó mi cintura—. No cualquiera tiene ese privilegio.
Traté de no sonrojarme, pero aún así lo hice.
—¿Gracias? —reí—. Y no cualquiera tiene el privilegio de hacer esto —lo besé y él se dejó. Luego me separé y sonreí—. Muchas matarían por besar tus labios, hombre.
—Que afortunados somos —suspiró dramatizando. Yo reí—. Bueno, ya. Mucho amor por hoy. ¿Que me dices si vamos a comer pizza?
—La pizza es vida. Vamos —me separé de él, me puse mi abrigo y lo esperé hasta que ambos salimos de su piso en dirección a la pizzería.
[...]
Me dirigía dando zancadas al apartamento de Peyton. No me importaba que los demás del piso me vieran en mi pijama de barnie. Es más, por mí podían tomarme fotos y publicarlas en todas las redes. Me daba igual. Yo tenia un solo objetivo, y ese era matar a los dos chicos.
No podia creer que esta niña me dejase plantada en nuestro piso sin siquiera avisar. O sea, se suponía que hoy tendríamos una charla acerca de lo de Peyton ¡Pero no! Ella decidió quedarse allá, a saber Dios qué cosa estarán haciendo.
Cuando estuve frente a la puerta, no esperé ni dos segundo y empecé a tocarla como loca.
Cuatro... Tres... Dos... Uno.
La puerta se abrió y detrás de ella se vio a una adormilada Rowan con una camiseta demasiado grande para ser de ella. Cuando me vio hecha una furia, se despabiló y estuvo a punto de cerrar la puerta de no ser porque mi pie se lo impide.
—¡Hola! —sonrie nerviosamente cuando ve que ya no tiene más remedio que dejame pasar.
Entré con las manos en las caderas, tal y como mamá lo hacia cuando nos sorprendía a Anto, Kathe y a mí hablando hasta altas horas de la noche. Inspeccioné la sala para ver si hallaba algo fuera de lo normal, pero nada llamó mi atención.
—¿Dónde está Peyton? —pregunté.
Rowan bostezó y se rascó el ojo con una mano, mientras que con la otra señalaba el sofá de la sala.
Me acerqué a dicho sofá y pude captar un bulto debajo de una sábana roja. Retiré la sábana de un solo tirón y bajo esta estaba un Peyton Meyer en posición fetal, durmiendo como foca, con dedo metido en boca y todo.
Oh, cuanto quisiera tomarle una foto.
—¿Sabes que horas son? —preguntó Rowan llegando a mi lado.
—Eso mismo te lo digo yo a ti —respondí—. ¿Por qué se supone que no me dijiste que te quedarías a dormir con la morza sin hormonas de pubertad ésta? —señalé a Peyton.
La morena se encogió de hombros.
—Surgió de repente —dijo—. Estaban pasando una maratón de The big bang theory y Peyton me ofreció hacer una pijamada.
—¿Segura que nada más fue eso? —alcé una ceja.
—¡Por supuesto que si! —gruñó ella—. Últimamente estas muy pervertida, ¿sabes?
—Yo no dije nada. Tú eres la mal pensada —la señalé—. Además, alguien tenia que hacer de Anto aquí.
—No, no. Anto es única —negó y yo rodé los ojos—. Bueno, ahora que ya comprobaste que solo es una pijamada, ¿podrías...?
—¿Y qué con la camiseta de Peyton?
Rowan puso los ojos en blanco.
—_____, tú le robas a Corey camisetas y te las pones. ¿Por qué no puedo hacerlo yo? Además, son bien calientitas.
—Si, es cierto —admití—. Pero, en fin. ¿No y que no podían estar en una habitación ustedes dos solos sin que fuera un momento incómodo?
—Si pero creo que hoy fue la excepción —se encogió de hombros.
Yo asentí.
—Bien. Iré a dormir en la cama de Peyton, permiso.
Rowan me siguió, mirándome como si no entendiera lo que pasaba.
—¿Y por qué no vas a dormir en nuestro piso?
—¡Me da miedito! —chillé e hice un puchero.
Ella rodó los ojos.
—Cobarde —dijo y le saqué la lengua—. ¿Y Corey?, ¿por qué no con él?
—Después de comer pizza le dio mala digestión y ni la misma Mel se quiso quedar con él a ver si había dejado el intestino en el retrete o no —hice una mueca y Rowan rió.
—Vaya que son malas.
—Si, lo sé, lo sé —me encogí de hombros—. ¡Pero eso no importa! ¿Vamos a dormir ya? ¡Tengo sueñito! —hice de nuevo un puchero.
Rowan puso cara de ternura y después de unos segundos terminó asintiendo.
[...]
—¡MALDITO PEDÓFILO! —se escuchó un grito, seguido de un fuerte golpe como si algo se estrellase contra el suelo.
Rápidamente Rowan y yo salimos del nido de almohadas y nos miramos, ambas frunciendo el ceño.
Estábamos medio adormiladas y con los cabellos alborotados, pero eso no nos impidió escuchar los fuertes sonidos que provenían de la sala. Al parecer había una pelea o algo por el estilo.
—¿Acaso es un ataque terrorista? —preguntó casualmente Rowan, mientras se frotaba un ojo.
Dudo que sea un ataque terrorista, pero si así es como ella reacciona ante uno espero que tenga las vidas de un gato, porque rascándose el ojo con una mano y la cabeza con la otra, no llegará a mucho.
Otro ruido vino desde afuera.
—Será mejor que vayamos a ver —dije—. ¿Dónde está mi cuchara asesina cuando la necesito?
—Creo que tienes un problema con las cucharas.
—Tú crees que tengo un problema con todo, Rowan.
—En realidad los tienes. ¿Quien se obseciona por conocer a un pastelero? ¡Nada más tú!
Me detuve en seco y llevé una mano a mi pecho, abriendo la boca en una gran "o".
O de Ofendidisima.
—No te metas con Buddy Valastro o haré que te convierta en un pastel, Blanchard —amenacé y ella levantó las manos en son de paz.
—Esta bien. No quiero terminar como un pastel, pero de así serlo, quisiera que fuera de chocolate con chocolate y más chocolate. Donde esté disfrazada de un Dinosaurio con anteojos de Harry Potter, comiendo una arepa y con el último disco de Beyonce en una mano.
—Vaya... —la miré—. Eres exigente.
No quiero imaginarme como será su disfraz de Halloween para este año. Row sonrió abiertamente, con orgullo.
—Lo sé. Ahora veamos qué pasa afuera.
Salimos de la habitación de Peyton en plan «Mini espías», usando las almohadas como armas. Parecía que el ruido provenía de la sala, así que nos asomamos por detrás de una planta decorativa y vimos lo que estaba pasando.
—¡Eres. Un. Maldito. Pedófilo! —cada pausa era un golpe que Sabrina le daba a Peyton.
El chico estaba en el suelo tratando de zafarse de mi rubia amiga, que estaba sentada a horcadas sobre él, dándole golpe tras golpe con su peluche de Dragón. Braddy, creo es su nombre.
—¡Ya te dije que no sabia que ellas estaban allí! —chilló Peyton.
—¡Mentiroso! —rugió Sab y Peyton recibió otro peluchazo.
—¿Que está pasando aquí? —Rowan salió de su escondite antes de que yo pudiese detenerla y maldije por lo bajo.
Quería ver como seguían matando a Peyton a peluchazos.
Sab señaló al rubio-castaño.
—¡Las violó!
—¿Qué? —Rowan rió—. Claro que no. Yo estaba en una pijamada improvisada y _____ tenia miedo de dormir sola —me señaló y yo asomé mi cabeza y la saludé sonriente—. Dormimos en su cama porque Peyton nos la ofreció.
—¡Claro! ¡Ya descubrí tu plan, Meyer! —Sabrina se giró bruscamente hacia él y le dio otro peñuchazo—. ¡Les ofresiste tu cama para luego violarlas!
—¿Quien violará a quien?
Oh, genial. La cereza del pastel.
Bueno, mejor dicho: el hongo.
Sabrina sonrió como si estuviese agradecida de que su cómplice de asesinatos hubiese llegado en el momento preciso. Sus ojos brillaban con locura y su sonrisa delataba a una psicópata.
—Peyton —señaló al chico de manera inocente—, quería violarlas —nos señaló a Row y a mí.
Instintivamente mi amiga y yo llevamos una mano a nuestras frentes.
Corey miró a Peyton debajo de Sab (el pobre pedía ayuda con los ojos), luego a Row y luego a mí, repitiendo esa acción un par de veces para después abrir sus ojos como platos y gritar:
—¡Maldito pervertido!
Y Sabrina le hizo un espacio para que juntos molieran a golpes al pobre e inocente PeyPey.
Sip, mis amigos son raros y los de GMW... lo son aún más.
N/A: Pff, claro que no. Nadie supera a Guille, Anto y Katherine. Ellos tres la dan.
Aquí traemos un nuevo cap, ¿que les pareció?
Lamento estar tan ausente estos días, es que con el grupo y los libros que leo no me dejan escribir, pero trataré de empeñarme.
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