
Capítulo 22 {Parte 1}.
_____ POV:
—¿Cómo que le viste el pene?
—¡Lo vi! ¡Ahí, en el baño! ¡Completito!
—¿Pero... cómo?
—¡No sé! ¡Yo nada más quería una camiseta del tipo éste y lo que conseguí fue que me desvirgaran los ojos!
Froy, que hasta hace algunos momentos se estaba riendo a carcajadas, ahora parecía que se iba a hacer encima.
—¡Apruebo ese comentario, amiga! —señaló.
—Cálmate, Antonella. No es para tanto. Digo, ¿no eras tú la que me enseñó el vídeo de cómo se hacían los bebés?
Ella me miró como su hubiese dicho que me gusta patear perritos.
—¡Eso era en una pantalla! —chistó, tomándose mechones de pelo—. ¡Sigo siendo virgen! ¡Jamás había visto uno cara a... a...!
—¿Cabeza? —completó Froy y Antonella lo fulminó.
—Fue traumante —se tapó los ojos, dejándose deslizar por la puerta hasta sentarse en el suelo.
Justo en ese instante la puerta se abrió y Anto cayó de espaldas al interior del baño, justo debajo y entre las piernas de Diego, que tenía una toalla enrollada en su cintura, lo que no cubría si lo veías por abajo, por lo que Anto...
—¡Y lo volví a veeeer! —sollozó, pataleando como niña pequeña.
—Pues si no te gustaba, hubieses tocado la puerta antes de entrar —masculló Diego, pasando por encima de ella. Nos miró, señalando a mi amiga con su dedo índice, se veía verdaderamente molesto—. ¿Quién es esta loca?
—Antonella, mi mejor amiga.
Me observó unos segundos.
—_____, como tu hermano mayor te prohíbo terminantemente juntarte con Antonieta. Es una mala influencia para ti. ¿Quién es tan subnormal para entrar en el baño sin tocar la puerta?
Alcé una ceja, sin comprender. Froy abajo todavía seguía retorciéndose, víctima de un ataque de epilepsia.
—¿Cómo fue que me llamó? —exclamó mi amiga, levantándose—. ¿Y como fue que dijo qué era tuyo?
—Antonieta —le respondió Diego, de brazos cruzados y ceño fruncido—. Y soy el hermano de _____, por lo que te prohíbo...
—Es Antonella, imbécil pervertido.
—¿Pervertido, yo? ¿Quién fue la que me vio cuando yo estaba tranquilamente secándome?
—No... repitas... eso. —masculló entre dientes la rubia, luego me miró—. ¿Y de cuándo acá tú tienes un hermano, a ver?
Ah, si. Se me olvidó mencionarle que tengo un hermano, jeje.
—Eh... ¿sorpresa, sorpresa? —hice manos de jazz. Anto formó una pokerface—. Oh, vamos. ¿En serio tengo que repetir la historia de nuevo?
—Bueno, le vio el pene. Por lo menos se merece saber a quién le pertenece, ¿no crees?
—Froy —dijimos tres—. Cállate.
—Okay —volvió a su ataque de epilepsia.
Está disfrutando el momento, el muy desgraciado.
Y ésta es la parte en la que cuento toda la historia a mi amiga, cuya cara de asombro se iba transformando mediante yo seguía narrando. Diego se había puesto unas bermudas por debajo de la toalla y luego la tiró en su colchoneta. Mantuvo su ceño fruncido cuando se sentó a mi lado.
Creo que le molestó que lo interrumpieran en su ardua tarea de secarse.
Al finalizar, Antonella no me invadió de preguntas como pensaba que lo haría. En vez de eso, intercaló miradas de Diego a mí y viceversa, como buscando las similitudes entre los dos. Después de lo que me pareció una vida desperdiciada, Antonella alzó ambas cejas.
—No, pero si se parecen, marica —dijo—. Es más, si le cambio el color de ojos puedo pensar que te vi el pene a ti y no a un desconocido.
—Pero yo no tengo pe...
—Dejame soñar —me cortó.
—Bueno, ya explicado el tema...
Diego se levantó, asegurándose de pisar a Froy en el camino (Auch, dijo éste) y caminó hasta la puerta de la habitación, abriéndola y señalándola con la cabeza.
—Largo.
Anto y yo fruncimos el ceño.
—¿Disculpa?
—¿Qué? ¿Pensaron que era mentira lo de prohibirte volver a ver a esta mala influencia? Pues no. ¡Largo!
Anto me miró.
—¿Tú entendiste? Porque yo no entendí.
—Chama, admito que yo tampoco —negué.
—¡Todos tenemos una Divaza interior! —exclamó Froy.
Diego nos ignoró y se quedó ahí plantado, como si todavía estuviese esperando que una de las dos se levante.
—Te van a salir raíces, ¿sabes? —comentó Anto, y ambas reímos, chocando los puños.
—¿Cómo? ¿No vas a hacerme caso? —me preguntó.
—Claro que no.
—No lo entiendo —murmuró para sí mismo—. Según el manual esto funciona.
El que tiene manual y todo... Este se llevaría bien con... quien-ustedes-saben.
Y no es Voldemort.
Negando con la cabeza, caminé hasta ponerme frente a él. Anto me siguió. Ambas, como sincronizadas, nos cruzamos de brazos y lo vimos alzando una ceja. La izquierda, para vernos mas arrechas.
—Yo no sigo las reglas de nadie —aclaré—. Ni siquiera las de...
—¿Qué dijiste? —mamá asomó la cabeza por al puerta—. Oh, hola Anto.
—¡Mami Nathalia!
—¿Que dijiste, _____? —repitió.
Me aclaré la garganta.
—Yo no sigo las reglas de nadie, excepto las de mi madre.
Mamá asintió y continuó su camino.
—Así me gusta.
—Amo a esa mujer —comentó Froy.
—Como decía —volví con Diego—. Tus prohibiciones me valen mierda, sin ofender. Ya Carlos intentó hace bastante tiempo separarme de Anto y no funcionó.
—Soy como su droga —opinó ella—: Dañina pero necesaria.
—Exacto —Asentí—. Así que, o lo tomas...
—O lo dejas —concluyó Anto.
—¿Cómo lo ves? —dijimos las dos.
Diego puso los ojos en blanco. Entiendo que le caiga mal Anto, más aun cuando lo interrumpió y para colmo lo vio desnudo, pero ella es mi mejor amiga y si siquiera piensa que puede prohibirme verla...
No puedo terminar la frase de la risa que me da.
—Está bien —dijo por fin, mirando a Anto—. Pero no quiero volver a verte en el baño cuando yo esté ahí, ¿entendido?
Lo que más me gusta de Anto es que cuando se lo propone, puede mantener el contacto visual sin inmutarse por bastante tiempo.
—Si _____ no te hará caso, ¿crees que yo si? —soltó una risa seca, negando—. Pero para el bien de mis ojos y estabilidad mental... dalo por hecho, lindo.
[...]
—¿Y por qué usarán vestido? —nos preguntó Antonella desde el puff de mi camerino.
Clara y Flor nos daban los últimos retoques. Zendaya estaba conmigo aquí porque dijo que, al ser la escena más importante de la película, las dos Rivens debían hacer su entrada especial juntas. Yo no la cuestioné pues me gustó la idea. Antonella, por supuesto, estaba aquí por mi promesa de traerla la última semana de grabaciones. Hoy justamente era el último día y todos estábamos muy nostálgicos acá.
—El baile —respondió Zendaya por mí—. Cuando el curso de las Rivens termina, y los malhechores están tras las rejas por robar las pinturas, se hace un baile para probar los buenos modales aprendidos en todo el verano.
—Lo cual no sirvió para una mierda porque siguen siendo las mismas perras —resumió Anto, que en cuyas manos traía el libreto que Alex nos había dado hace días, cuando empezaron los ensayos y clases para bailar vals.
—Algo así, pero somos perras con educación —aclaré y las muchachas rieron.
Cuando finalizaron con nosotras, Zendaya y yo nos admiramos en el espejo. Si bien las Rivens odian el maquillaje y los peinados extravagantes, se suponía que sus abuelos las habían obligado a arreglarse, por lo que Clara hizo un buen trabajo; el maquillaje de las dos se notaba, aunque no era exagerado: base, contorno, rubor en las mejillas y la nariz (parecían que brillaban tenuemente, la verdad yo no sé como hizo eso), deliniador y sombra en los ojos (rosa aumado para Zen, violeta para mí) y el brillo labial, obviamente, que no debía faltar.
Clara había tomado dos mechones considerables de pelo de la parte de delante de mi cabeza y los había llevado hacia atrás, entrelazándolos y ajustándolos con un accesorio de diamantes que Barbie hubiese envidiado. Al cabello que quedaba suelto (el cual era bastante) le hizo ondas suaves, dejándolas caer libremente en mi espalda, y los mechonzitos sueltos en mi rostro los alisó. A Zendaya le recogió todo el cabello en un solo moño alto, sin ningún tipo de gel ni nada, por lo que mechones rebeldes le caían por todos lados, pero aún así se veía elegante y hermosa.
—Me siento con clase —comentó, Anto rió.
—Se ven con clase.
El vestido de Zendaya, de un color rosa casi salmón, no tenia mangas y era de escote recto, con un cinturón de perlas blancas que marcaba el fin de la parte superior. El mío, de un bonito color lila, era escote corazón, pero para que no se viera taaaanta cosa (ya ustedes me entienden) Flor decidió ponerme encima una prenda de tela lila casi transparente, con pequeños nuditos, y que cuyas mangas llegaban hasta la mitad de mi brazos, dejando descubierto mis hombros. Los vestidos eran largos, ajustados hasta la cintura y luego caían en una falda de tela suelta, de esas tan ligeras que serpentean cada vez que haces un movimiento.
—Me robaré ese vestido —señaló mi amiga rubia.
—Si no lo haces tú, lo hago yo —Clara, haciendo una bomba con su chicle, sonrió—. Buen trabajo, Tulipán.
—Flor —corrigió la chica—. Y si, sé que hice un buen trabajo. Pero tú también, Clara de huevo. Tú también.
Ambas chocaron los puños.
—¿Ya están listas? —la cabeza castaña de Bradley se asomó por la puerta y se quedó boquiabierto al vernos—. Wow.
—Ya lo saben, Braddy, pero de todas maneras, gracias —cortó Antonella y se levantó—. Bueno, ¿ya te sabes los pasos? —me preguntó.
—Sip.
—¿Los diálogos?
—También.
—¿Y tú, Daya?
Ella se aclaró la garganta y recitó:
—River... te ves hermosa. Y cuando él te vea, también pensará lo mismo. Además, después de todo lo que pasamos y que casi morimos comidos por unos pitbulls, ¿no crees que te mereces un poco de diversión? ¡Callate y ve a bailar con ése doble cara!
Para los que no entiendan, a Jacob le dicen doble cara después de que se descubre que él es el tipo que anbaba haciendo grafitis por todo el vecindario.
—Sip, ya te lo sabes —declaró Antonella y salió del camerino junto con Bradley—. Tú también te ves papilindo, Gordito.
—Gracias y no estoy gordo —el chico suspiró y nos observó—. ¿Saldrán si o no?
Zendaya y yo los seguimos por el set, que estaba un poquito menos ruidoso que como siempre, causado por la tristeza que sentimos todos al acabar con lo que ya llevábamos más de dos meses creando.
En el estudio donde se grabaría el baile, que era una habitación grandisima decorada muy linda y elegantemente, ya se encontraban los extras, y justo en la mesa destinada para la comida estaban Jason y Froy conversando, los dos chicos demasiado guapos en esmoquin, igual que Bradley, solo que el de Jason era azul y tenia un lazo rosa, mientras que el de Froy, completamente gris salvo por su camiseta blanca, llevaba una corbata negra. El cabello de ambos chicos estaba peinado hacia atrás, haciéndolos ver muchísimo mas guapos de lo que ya se veían, y para colmo, Froy traía puestos los lentes ¡¿y saben lo bien que le quedan los malditos lentes?!
Se veía ardiente. Obvio todo eso lo sacó de mí, su hermana sexy.
Ellos nos repasaron con los ojos cuando nos vieron llegar. Jason hasta silbó.
—Zendaya, se me hace imposible no coquetearte con ese vestido puesto —comentó y Zen rodó los ojos, pero de igual manera sonrió—. ¿Por qué no te lo quitas?
—¿Por qué no te quitas tú la vida? Le harías un favor al mundo.
Froy se acercó a mí, una mano metida en su bolsillo. Con la que estaba libre, tomó la mía e hizo darme una vuelta. Sonrió.
—Corey no tiene idea de lo que se pierde.
Sonreí, pero con tristeza. Froy estaba al tanto de todo lo que acontecía mi relación con Corey y, a pesar de que le tenía cierto aprecio a mi novio, pensaba que no era bueno que me siguiese haciendo daño de la manera en la que lo hacía.
—Gracias... supongo.
—¿Estas... lista para finalizar con esto? —preguntó, gracias a Dios cambiando el tema, mirando el set como si fuese un lugar que jamás volvería a ver.
Lo entendía. La experiencia que tuvimos todos al grabar The Rivens fue muy bonita. Innumerables veces que reímos, bromeamos, lloramos e incluso peleamos (ningunas cosas graves, la mayoría eran acerca de la gordura de Bradley) se terminarían hoy, tal vez en menos de lo que pensamos. Gracias a éste film había conocido personas increíbles, sobraba decir a quiénes, y nos habíamos convertido en algo más que colegas. Somos verdaderos amigos, o así lo veo yo. El que todo esto fuese a finalizar me pone triste, pero sé que todavía tendré muchísimos más momentos como estos por delante y tal vez vuelva a trabajar con ellos algún día. A Froy sé que lo tendré como pegoste hasta que me haga vieja, por lo que no me preocupaba por él.
—Creo que no estoy lista —murmuré, viéndolo de reojo—. Estoy preparada, que son dos cosas bastante diferentes.
—Estoy de acuerdo contigo, Pato. Pero hay algo para lo que si tienes que estar lista —dijo, poniendo boca de, vaya ironía, pato.
Yo reí, negando con la cabeza.
—No, Ganso, todavía no me he preparado mentalmente para hacer lo que vamos a hacer. Es un trauma demasiado grande.
—¿Disculpa? ¡Mis besos son lo mejor del mundo! Mira, te lo demostraré ¡Hey, Bradley, ven acá!
El idiota del castaño vino corriendo, inocente a lo que mi amigo ojiazul estaba a punto de hacer y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Froy lo tomó de las mejillas y le plantó un beso de un segundo apenas, pero que fue suficiente para que todo el set explotara en risas y silbidos comprometedores, y que Bradley mirara a Froy con una mueca de traumado.
—Iré a hervirme la boca —comentó, para luego ir corriendo a la mesa de comidas.
—¿Lo ves? —señaló Froy—. Le encantó tanto que quiere evaporar mi saliva para atesorar el vapor en un frasquito.
Estaba a punto de derrumbarle su teoría cuando Anto se acercó con los brazos cruzados.
—Froypapasote, ¿eres gay?
—Nop.
—¿Bisexual?
—Tampoco, solo hacía una demostración. Soy totalmente heterosexual.
—Bien, pues para la próxima, en vez de llamar al gordis, recuerda que estoy yo, ¿okay? —y le guiñó un ojo.
Decidí guardarme el comentario de que ella tenía novio cuando me di cuenta que Bradley también tiene novia.
En ese momento aparecieron George y Lucas, ambos con expresión de gran orgullo al vernos ya listos.
—Chicos —saludó George—. Me voy a guardar el comentario lindo porque seguramente ya se lo dijeron bastante... Ah, Brec, hola.
Anto y yo pusimos los ojos en blanco cuando ella entró. Tenía puesto un vestido de color verde botella que siendo sinceros le quedaba bien, pero me ahorré el comentario porque, vamos, es Brec. Yo soy _____. Ni en un millón de años le haré un cumplido a esa mujer, por muy bien que se haya portado en todo el rodaje de la película.
—¿Como están? —sonrió y se puso al lado de Anto, la última alejándose un paso de ella—. Hola, Anto. ¿Como está Jonny?
Algo en su tono me hizo alzar una ceja.
—¿Por qué no se lo preguntas tú, Bassinger? —replicó mi amiga.
Y eso me confirmó en cierta parte que algo con respecto a Jonny no iba bien y que Antonella no me había contado nada. Pero me callé, ahorita no es el momento.
—Bieeen —Lucas cortó el tenso silencio—. Esta es la última gran escenas, chicos. La última. Hemos trabajado muy grandemente los meses anteriores y ese trabajo se ha visto bastante reflejado. Alex, George y yo nos sentimos muy orgullosos de ustedes. De todos, en realidad —dijo, mirando a cada persona en el estudio—. Y queremos sentirnos más orgullosos todavía en ésta última parte, así que pongan bastante empeño, ¿vale? ¿Si? ¡Muy bien! ¡Denme esos cinco!
El elenco, junto con Antonella (ella siempre de metida), chocamos los cinco unos con los otros. Las dos teniendo cuidado de no tocar a Brec.
—Perfecto —sonrió George—. Ahora las Rivens en el set. Es completamente suyo, chicas ¡Adelante!
N/A: Este cap va dividido en dos partes porque de verdad es bieeen largo (bueno, para mí lo es, jeje). So, disfrutenlos, porque la dan.
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