
Capítulo 20.
—¿Me explican qué fue lo que sucedió? —pedí, mientras entraba a la oficina del aeropuerto donde tenían encerrados a Anto, Kathe y Nestor.
—¡Todo fue idea suya! —el último señaló a su hermana menor.
Nestor tiene veintiséis años, pero la manera en la que lo dijo lo hizo parecer de ocho.
—¿Qué hicieron? —repetí, mirando a Antonella.
—Bueno... —ésta observó sus manos con fingida timidez—. ¿Quieres sentarte? Es larga la historia.
Resulta que a mi mejor amiga se le ocurrió la idea de hacerse pasar por perrita y meterse en una jaula para ir en la parte donde van las mascotas en el avión, pues según ella quería recrear una escena de una película de Adam Sandler que vio: You don't mess with the Zohan.
—¡Conocí a un lagarto llamado Lester! —aseguró.
Mientras tanto, Katherine se hacia pasar por ella el resto del viaje. Lo que me sorprendió fue cómo pudieron pasar la seguridad del aeropuerto de Colombia sin ser notados. Pero no fue hasta que estaban a punto de salir del de Los Ángeles cuando Antonella le gritó a un oficial desde la jaula que estaba bien bueno. El oficial estaba consciente de que las mascotas no hablan, por lo que dio la orden y una decena de oficiales se tiró encima de Nestor para detenerlos, lo que justificaba los moretones que éste tenía por todos lados. Cuando Anto finalizó el relato, su hermano levantó el dedo.
—Quiero alegar nuevamente que... ¡ella me obligó!
—¿Quién es el adulto aquí? —chistó el oficial a cargo—. ¿Tú o la chica?
—¿En serio quiere que le responda? —cuestionó.
—Pues, sí.
—¡Pues no lo haré, porque me golpeará!
—Que bueno que lo sepas, Sullivan —Anto le guiñó un ojo y después me miró, luciendo una gran sonrisa por detrás de los barrotes—. ¿Ves lo impresionante de mi historia? ¿Cómo estas?
—Yo bien, tú encarcelada.
—Si, ya sabes, tenía tiempo que no lo hacía. Necesitaba renovar mi currículum. Esto irá a parar a mi registro, ¿verdad, Larry?
—Ya digo yo que si —respondió el oficial, revisando unas carpetas—. Por suerte tienen todos los papeles en orden y aquí dice que pagaron tres boletos pero solo entregaron dos, lo que no cuenta como que se hayan robado un puesto. Desgraciadamente si les van a quedar cargos. Al menos que este señor pague la fianza, por supuesto —apuntó con la cabeza a Mich, que estaba en una esquina haciendo una llamada.
En ese mismo momento entraron por la puerta cuatro personas más. O bueno, cayeron. Eran Sabrina, Row, Peyton y Froy, el último había venido a acompañarme. Evidentemente estaban escuchando todo detrás de la puerta y ésta se les abrió sola gracias al peso.
—¡Hola! —saludaron.
—¿Vienen con ustedes, no es así? —preguntó el oficial, nosotros asentimos—. Lo supuse.
—Bien, ya pedí el préstamo —Mich se acercó a nosotros mientras guardaba su teléfono—. Tienen suerte de que les caigan bien a la compañía, ¿eh?
Anto hizo un sonidito con la boca parecido al «pff».
—Obvio que les caigo bien. Los jefes me adoran. Al igual que tú, ¿verdad, MichMich?
—Ya decía yo que mi tiempo de paz se acabaría —respondió éste sonriendo, luego se percató de los chicos en el suelo (le había pisado la mano a Peyton)—. Ay, lo siento, Peyton. ¿Qué hacen en el suelo?
—Oh, ¿ellos? —pregunté, señalándolos—. Estan tomando una siesta. ¿Están cómodo, chicos?
—Es como dormir en las nubes, gracias por preguntar —masculló Sabrina, luego chilló—. ¡Ay, Froy! ¡El pelo, el pelo, el pelo!
—¡Lo siento, lo siento, lo siento! —dijo el chico, imitando el tono de voz de la rubia, luego la ayudó a levantarse.
Cuando los cuatro estuvieron de pie, Rowan y Sabrina sonrieron, yendo a saludar a mi otra amiga rubia seguidas de Peyton, que se sobaba la mano que Mich le había pisado. Hablando de él, mi productor favorito (no te sientas celoso, Weasley) sacó una tarjeta de crédito y junto con el oficial salieron de la oficina para que fuese a cancelar la fianza.
—Siempre se salen con la suya ustedes, ¿no? —reí, acercándome—. Hola, Kathe. ¿Como estas?
La chica no había hablado en todo el tiempo que llevaban aquí. Ni siquiera dijo palabra alguna en el relato de Antonella, lo que me pareció extraño ya que puede que no sea tan conversadora como la primera, pero si le gusta formar parte de grandes hazañas como estas.
—Estoy bien, _____. ¿Y tú?
Deduje rápidamente que algo andaba mal, pero decidí dejarlo para cuando todos estuviésemos más calmados.
—Bien... —de repente me acordé de algo... más bien de alguien—. ¡Froy, ven acá!
El chico exhaló exageradamente.
—¡Gracias a Dios! Pensé que ya se habían olvidado de mí.
—No creo que dejes que nos olvidemos de ti —opinó Rowan, Froy la señaló.
—Tú si sabes.
Yo rodé los ojos, sonriendo. Lo tomé de la muñeca, atrayéndolo a la celda.
—Anto, Katherine, él es Froy o, como yo le digo, Ganso —los presenté—. Ganso, ellas son Antonella y Katherine.
Froy sonrió y extendió las dos manos, cruzándolas en una «x» para saludar con la derecha a Anto y con la izquierda a Katherine. Las dos, dudosas, se la estrecharon.
—Me han contado muchas cosas de las dos, ¿saben? Es un gran gusto tener conexiones con ustedes.
Antonella lo escaneó de pies a cabeza.
—A mí me encantaría tener otro tipo de conexión contigo, papasito —dijo ella, en español.
Yo solté una carcajada al tiempo en que Froy, con la cara roja por la vergüenza, le respondió en el mismo idioma:
—Sip, acabo de confirmar que si eres tan pervertida como te describieron.
Anto abrió los ojos a más no poder, sorprendida porque Froy había logrado entenderla.
—Esa no me la vi venir —mencionó—. Yo daba el culo a que tú eras gringuito.
—Todo pensábamos eso —dijo Sab, mirando de reojo a Nestor—. Anto, ¿no nos vas a presentar al chico?
—Ya va a empezar —bufamos Rowan, Peyton y yo.
Sabrina hizo como que nos ignoraba y se presentó con Nestor, seguido de los chicos.
Diez minutos después —y luego de que Mich pagara la fianza— nos encontrabamos de regreso a nuestro edificio con Antonella y su hermano. A Katherine la dejamos a que su tía, ya que dijo que ahí viviría de ahora en adelante, por ordenes de su padre. Decidimos quedar con ella otro día.
Ya en el piso, Nestor se fue a dormir al apartamento con Peyton, quien se ofreció a alojarlo, mientras que Anto como de costumbre dormiría con nosotras. Ya no teníamos sueño, a pesar de ser más de la una, así que nos sentamos en los cojines de la sala para ponernos al día con todo. Froy estaba ahí con nosotras, pero se quedó dormido en el sofá apenas íbamos iniciando la platica de chicas.
—Duró mucho, más bien —comentó Anto, que consiguió un marcador y le dibujó un pene en la frente—. Y vaya que tiene el sueño pesado.
—Dejalo en paz, mujer —Rowan acababa de llegar con sus pantuflas de dinosaurio y una manta para Froy. Ahogó un chillido cuando vio el pene—. ¡¿Es que eso es lo único que sabes dibujar?!
—Claro que no. También hago traseros, pero para Froy me pareció más adecuado éste.
Estuvimos despiertas hasta las cinco de la mañana poniéndonos al día. Hablamos sobre el nuevo albúm de Sabrina (ella exigió que Antonella hiciera de corista en las canciones que faltaban); también tuvimos una pequeña charla acerca de mi película, prometiéndole a mi amiga que la llevaría a ver cómo grabábamos las últimas escenas.
Por supuesto, Corey fue uno de nuestros temas principales. Anto me entendió, pues dijo que si estuviese en mi lugar no le gustaría ser ignorada por un chico. No obstante, me advirtió que pensara bien antes de actuar, no vaya a ser que me arrepienta después. Pero me aseguró que tomara la decisión que tomase, ella me apoyaría y estaría dispuesta a cortar genitales si hacia falta.
Sonaba bastante madura, la verdad. La Antonella de hace unos meses no era la misma que la que tenía en frente. Es más, no creo que la forma de vestir tenga que ver con esto, pero lucía muy bonita con su nuevo estilo de ropa, de colores neutros y oscuros. Se veía más cautelosa, como si no buscase resaltar entre los demás pero que de todas manera lo hacía. Incluso su forma de actuar y moverse había cambiado. Seguía siendo pervertida al cien por ciento, pero ya no gritaba tanto como antes ni tampoco hacia ademanes locos cada vez que hablaba.
Estaba esperando a que hablara sobre este nuevo cambio que dio, pero el momento nunca llegó. De hecho, ella fue la que menos habló de las cuatro.
Ya estaba tan cansada de preguntar acerca de la relación que tienen Peyton y Rowan y recibir la misma respuesta, que no me molesté en comentarlo. Pero sorprendentemente, fue la misma Rowan la que sacó el tema a la luz y con una noticia que todas aquí nos esperábamos.
—Creo que me sigue gustanto Peyton —dijo.
—Qué novedad.
—Sabía que pasaría en algún momento.
—Te habías tardado.
—¡Oigan! —chilló por lo bajo, ya que no quería despertar a Froy—. Chicas, ¡esto es en serio! ¡No tengo idea de qué hacer! ¿Cómo se lo digo? ¿Qué reacción va a tener? ¿Y si...?
—Rowan, para —Anto la miró con expresión firme—. Es sinceramente ridículo que te pongas así, y creeme que si lo sigues haciendo voy a abofetearte —amenazó, con una mano alzada. Rowan la observó con miedo—. A Peyton todavía le gustas. Se le nota a mil kilómetros. Lo huelo desde aquí, ¿sabes? Me parece injusto para ustedes que se estén mintiendo mutuamente. Así que, por favor, deja las inseguridades que aquí la Rayita no eres tú —y con los ojos me señaló a mí.
—¡Oye! —le arrojé un peluche—. Yo no soy una Rayita.
—Lo que tú digas, _____. —comentaron al mismo tiempo.
Malditas.
—Entonces, ¿creen que debería decírselo? —inquirió Row.
—Decirselo no; deberías golpearlo con una sartén. Eso significa que lo amas en idioma Tangel.
—Sabrina, creo que estas viendo mucho Disney —observé.
—Déjame en paz, Anna.
Suspiré. ¿Qué puedo hacer yo con estas locas?
[...]
—¿Entonces ahora vives aquí? —cuestionó Antonella, bajando del taxi y admirando la casa de Froy.
—Solo los fines de semana —respondí mientras caminaba junto con Froy a la puerta.
La rubia dio una vista rápida a la estructura.
—Es bastante linda —dijo—. Y... ¡Oh, una escalera de emergencia! ¡Es como la de Shake it up!
—Sip, así es —asintió Froy—. Papá la instaló por eso mismo. Da justo con mi habita... ¿adonde vas?
Antonella ignoró completamente al chico y se fue corriendo a toda velocidad escaleras arriba. No nos tardamos en seguirla. Conociéndola, seguramente sería capaz de romper la ventana solo para entrar en la habitación de Froy y robarle una camiseta. Pero para nuestra fortuna, la ventana estaba abierta, por lo que Antonella no dudó en meter un pie por ésta.
—¿Qué hora es? —me preguntó Froy.
—¿Tengo cara de reloj o algo? —ante su mirada, suspiré y saqué el teléfono—. Medio día, ¿por qué?
—Porque a esta hora, no sé si lo olvidaste, Diego sale del baño... —enfatizó significativamente.
Yo tardé un rato en captar la indirecta. Luego, como si las palabras de Ganso hubiesen sido el botón que acciona un mecanismo, se escucharon dos gritos de sorpresa y un portazo. Nos miramos, alarmados, para después correr la corta distancia que había entre la ventana y nosotros y entrar a través de ésta.
Antonella se encontraba recargada contra la puerta del baño, con los brazos extendidos presionados contra ésta y los ojos abiertos de una manera que no había visto antes y dudaba que fuese posible.
—¿Anto? —pregunté, con cautela.
Ella no respondió. Su rostro seguía igual y su pecho subía y baja rápidamente.
—¿Que pasa, Miss Perver? —dijo Froy. Así es como la llamaba.
Ella murmuró algo incomprensible.
—¿Que?
—¿Qué dijiste?
Volvió a repetirlo, un poco mas fuerte, pero a la distancia que estábamos no escuchamos nada.
—¿Que...?
—Meseviefene.
—¿Eh?
—Mesenviefene.
—Ahora si se volvió loca —susurró Froy.
—Anto, no te entendemos, habla más...
—¡QUE LE VI EL PENEEE!
Y ese fue el día en que la poca inocencia que le quedaba a mi amiga fue corrompida.
N/A: Ay, pobre Anto. Hasta a mí me dio lástima... en realidad no, casi me orino cuando me lo contó.
Dato curioso: Esa pequeña parte fue inspirada en un suceso de la vida real que le ocurrió a la verdadera Antonella con el hermano de una amiga en común, jejejejeje.
Aun no lo superamos.
En fin, hoy amanecí humanitaria, por lo que les daré doble capitulo. YEEEEEEY.
Disfrutenlos, sin más que decir, se despide x_girlmeetslove_x.
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