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Capitulo 26

Tenia que admitirlo; sin poder engañarse a ella misma, amaba el sentimiento de sentirse necesitada, mas bien, el saber que puede ser importante para alguien por el simple hecho de ser ella misma. Kagami siempre a sido una chica solitaria, cuya única compañía a sido su madre y el esgrima, no tenia amigos, no tenia relaciones que no fueran el estudio y su deporte favorito, por eso, estas nuevas experiencias, eran agradables para su corazón, nuevos sentimientos que la llenaban de Calidez.

Ella sonrió ante ese pensamiento, y todo comenzó con su llegada, desde el primer momento que cruzo su sable con Randy Cunningham. Su primer y mejor amigo, alguien que supo entenderla de apoco, pese a su actitud nunca la rechazo en nada y tuvo paciencia mientras se abría a estas nuevas cosas. Con el pudo experimentar lo que tanto anhelo, una vida normal como una chica de su edad, los recuerdos de cuando entrenaban en el parque, la primera ves que le hizo probar una hamburguesa, cuando se perdió en el centro de la ciudad y el estuvo como loco buscándola, una vida social normal era lo que atesoraba.

Y no solo el hecho de que le enseño algunas cosas, sino que gracias a el, pudo formar nuevas amistades, Luka y Juleka, son dos personas que han sabido ganarse su confianza en el tiempo que llevan conociéndose. Sin Randy Cunningham en su vida, seguramente todo seguiría monótono y ella seguiría encerrada en su soledad, teniendo el esgrima y su mas profundo secreto, el arte, como único consuelo.

Así que el saber que ella era tan importante para el, como para brindarle consuelo en los momentos donde mas se sintiera vulnerable, era confortante; posiblemente este mal sentir eso, pero no podía evitarlo.

Respiro de forma tranquila, con su mano acaricio la cabeza de Randy; mas bien de Ninja, que estaba recostado sobre su pecho, durmiendo plácidamente como si de un bebé se tratase, sus brazos la tenían rodeada de la cintura, y su respiración era fuerte, casi como pequeños ronquidos. Cosa que de cierta forma le causaba risa.

Tenía que decir que estaba un poco disgustada por el hecho de que tuviera el traje puesto, a ella siempre le gusto mimar a Randy acariciando su cabello morado, era suave, y ahora no podía por la tela negra. Aunque la bufanda era linda, ese rojo tan vivo era atrayente, además la tela era esponjosa, lo cual no parecía.

Bueno quizás esta ves lo deje pasar. En lugar de seguir pensando en eso cerro sus ojos, dándose el lujo de poder disfrutar de esta sensación, y de la calidez que Randy le proporcionada, daban ganas de quedarse en cama y seguir durmiendo.

En el silencio de su cuarto se puso a pensar en todo lo que podría haber pasado para el actuar de Randy, entendía por sus palabras que tenia algo que ver con una de sus madres, "Mi madre esta en el hospital", por sus palabras sabia que se refería a Jo, pues es una forma que tiene para cada una, a Miranda le dice "Má" y a Jo "Mamá o madre" mas formalmente, por el hecho de la personalidad de cada una.
Ahora la verdadera pregunta es, ¿Qué paso en verdad?, por mas que trataba de buscar una respuesta no había, hace tiempo que perdió contacto con las señoras Cunningham, y no es porque quiera, es mas que nada que estuvo ocupada con su rutina de esgrima, y ahora en salir con Luka y Juleka.

Comenzó a sentirse mal por eso, siente que descuido a su amigo y a esas dos maravillosas señoras que le abrieron la puerta de su casa y le dieron la bienvenida como una hija mas sin siquiera dudar. No conocía a personas mas amorosas que Jo y Miranda Cunningham. Sea lo que sea que paso, debió ser realmente malo como para que Randy apareciera en ese estado.

Lo noto temblar, y pudo ver una pequeña lagrima deslizándose por el espacio de su ojo; donde la mascara no cubre, debía de estar soñando algo malo. Lo abrazo, beso su frente, y trato de darle su apoyo para que al menos pudiera estar tranquilo. Cosa que parecio funcionar, pero se comenzó a mover y lentamente fue abriendo sus ojos. Sus miradas se cruzaron, Kagami sonrió.

"Buenos dias Randy" fue lo que salió de sus labios, el devolvió el saludo, acomodándose mejor, se ve que le gustaría seguir ahi. Ella no tenia problemas en consentirlo con eso, pero de pronto un pequeño maullido los interrumpió, la pequeña Marietta había despertado, estaba sentada a los pies de la cama, el cascabel de su collar sonaba con cada movimiento de su cabecita, y de forma lenta camino hacia ellos, lamio la cara de Ninja y la mejilla de Kagami.

Otro maullido y la gatita se recostó para comenzar a rodar, no hacia falta ser un genio para saber que tenia hambre, entendible, después de todo no había comido nada desde que salieron del hospital, y no fue la única, el estomago de ambos comenzó a quejarse también, era momento de desayunar. Tenían que hacer caso, pero la comodidad de la situación les impedía siquiera levantarse.

Fue una larga lucha con ellos mismos, sin exagerar, pero de alguna forma ganaron la batalla contra la pereza y pudieron despertar. No era broma eso de que fue difícil, incluso Ninja aun se arrastraba por las sabanas no queriendo dejar esta comodidad, hay que ser honestos, y decir que las camas de los ricos no era algo de lo que uno pudiera acostumbrarse, en serio, la cama de Kagami era tan suave como el mismísimo algodón, era como dormir en una nube.

La vista le provoco una pequeña risa, que fue cubierta levemente con su mano, mas aun cuando la pequeña gatita se subió a la cabeza de Ninja y se recostó en esta, lamiendo sus patitas sin ninguna preocupación. Y el ni siquiera reacciono, se veía cómodo, negó con la cabeza, parece ser que su humor había mejorado considerablemente, es lo que quería, aun recordaba como llego en la noche, y ahora, el verlo relajado, tranquilo, era reconfortante.
Se acerco, estiro su mano y le dio un poco de mimos a Marietta, quien ronroneaba de placer antes la muestra de afecto, luego acaricio a Ninja, su mano por encima de esa tela negra se deslizaba lentamente, en un movimiento circular, casi como si fuera un masaje, recibiendo un suspiro gustoso de su parte.
Parece que es cierto lo que dicen, dueño y mascota son mas parecidos de lo que uno podría llegar a pensar.

A nadie le hacia daño que se quede acostado un rato mas, con ese pensamiento se dispuso a cambiarse, pues seguía teniendo su Jinbei o mejor dicho "Pijama Japonesa"; la cual consiste es un tipo de camisa fina, ligera y ancha, en la que las mangas llegan hasta por debajo del codo. Muy practica y cómoda, a veces usándola para andar entre casa o en verano. Busco su ropa habitual, su chaqueta blanca con botones amarillos, su camisa negra, su corbata y su falda corta roja con patrones a cuadros.
Su uniforme de todos los días, uno se preguntaría ¿Porqué no buscar algo diferente?, y la respuesta a eso era realmente sencilla en su guarda ropa solo había la misma prenda, exceptuando sus ropas elegantes para eventos.

Esto es porque claro, su madre es quien elige su vestimenta, nada mas que eso, y ella solo debe agradecer y usar lo dado. Realmente no es algo que le moleste, por el simple hecho de que no tiene gusto propio, o sentido de la moda como para buscar su propio "estilo", era algo a lo que ya estaba acostumbrada. Y seria raro comenzar a romper su rutina con un cambio así de grande.

Con ropa en mano comenzó a quitarse su Jinbei, primero la parte de arriba, desatando los nudos para quitarse la prenda, que doblo y la coloco suavemente al respaldo de la cama, lo mismo con la parte baja, la pijama fue retirada y ella quedo en ropa interior que tenia un intenso color rojo, casi como la misma sangre.

Y si, es lo que se mostraba, estaba en ropa interior en presencia de su mejor amigo, en presencia de Randy. Un chico en su cuarto, y ella estaba sin prendas que la cubrieran.

Cualquiera que la viera en esa situación, consideraría esto como un acto vulgar, o alguna otra persona lo vería como algo vergonzoso, para ella, no era mas que simplemente cambiarse y ya, no sentía vergüenza, incluso si Randy despertaba y la miraba; cabe aclarar que no era el caso, seguía dormido con la gatita en su cabeza, esto era en parte por su forma de ser directa. Y otra, porque conocía a su amigo.

No era una clase de pervertido, o alguien que se "deleitaría" por el espectáculo, simplemente la confianza que le tiene es mucha como para poder hacer esto sin temor alguno.

Era su cuarto de todas formas, podía hacer lo que quisiera en este entorno, en su santuario. Y se repite, no es como que Randy la estuviera viendo.

Inclusive si llegara a hacerlo, poco le importaría, si, puede que este mal, pero digamos que ella no es como las chicas comunes, había cosas que simplemente le daban igual si había confianza con eso. Poco minutos después ya estaba completamente preparada, vestida completamente con su ropa habitual, lista para iniciar lo que seria un día rutinario. Estaba frente a su espejo, acomodándose algunos pequeños detalles, como el cuello de su chaqueta y algunas arrugas de su falda, al igual que peinaba unos mechones locos de su cabello.
Se miro con atencion, estaba como siempre, pero sentía que quería algo.. mas, diferente, algo ajeno a ella que no seria común, y sabia exactamente lo que era.

A pasos tranquilos fue hacia su mesita de noche, de la cual saco un pequeño broche, de una apariencia algo peculiar, pues era un broche de calavera con una guitarra eléctrica por detrás del cráneo. Algo que sin dudas se le había visto usar, pero por esta ves.. no había problema en usarlo, así que eso hizo, se lo abrocho en el lado izquierdo de su chaqueta, donde simbolizaba su corazón. Ahora si, se sentía completa.

Al mirarse nuevamente en su espejo no pudo evitar recordar la procedencia de ese broche. Qué se remonta a unos días atrás, todo esto empezó cuando se encontró con Juleka y Luka en el parque, mientras estaba con sus clásicas sesiones de entrenamiento supervisadas por su mamá. En ese momento, inexplicablemente, quería dejar su entrenamiento que le comenzaba a parecer aburrido e ir con ellos, hablarles, pero no podía desobedecer.

No fue hasta que en sus pequeños descansos se las ingenio para ir a verlos, hablaron, charlaron y ella se comporto como si fuera una chica normal. Razon que entre charla y charla, los góticos le regalaron este pequeño broche, como una señal de amistad... un regalo para ella. Fue todo tan repentino que se quedo helada.

Incapaz de poder decir algo, era la primera ves que recibía un regalo de alguien externo a su familia, y peor, de personas de su edad. Fascinante, era la palabra para describir el momento y las emociones que las invadieron. Para terminar con los góticos dándole un abrazo, tenia amigos, finalmente tenia amigos. Y ese broche era la prueba de ello. No podía estar mas feliz al ver el rumbo que toma esto.
Y todo comenzó, con este chico pelimorado que estaba dormido como una piedra sobre su cama.

Toc-Toc, fueron los sonidos provenientes de su puerta, muy sorpresivos, seguido de un "Onēsan, su desayuno esta servido". A pasos rápidos fue hacia su puerta y la abrió levemente, encontrándose con una mujer de edad algo mayor, con lentes, y con facciones serias. Era la "Meido" principal de su familia, o en otros términos, la criada principal. Quien todos los días y sin falta venia para despertarla. Gracias al cielo tocaba siempre la puerta antes de entrar.

Porque miro de nuevo en su cama, y estaba vacía, eso fue tranquilizador, regresando a su actitud seria y estoica de siempre agradeció a su Meido y le pidió unos minutos, con una reverencia la Meido se retiro y ella cerro la puerta de nuevo, suspirando afirmo que ya no había muros en la costa, que ya podía bajar.

Fue un tanto cómico cuando Ninja cayo del techo hacia la cama, y la pequeña gatita sobre el, aterrizando perfectamente de pie. Se quedaron en silencio un segundo, y ambos soltaron a reír, mas que nada por la rápida reacción de Ninja. Eso si que era algo útil. Claro, no es la primera ves que pasaba una situación así, pero no por eso significaba que seria menos cómico, es casi como la primera ves.

Ninja bostezo, estiro sus brazos hacia arriba permitiendo a sus articulaciones reaccionar y quedo sentado en el borde de la cama, con Marietta metiéndose entre su bufanda. Ya estaba despierto, esa había sido la mejor noche de sueño de todas, al menos en estos tiempos, se sentía renovado, como si todo lo ocurrido ayer no tuviera las misma repercusiones ahora.

Puede que a veces solo se necesite esto, una compañía que te escuche, te consuele, y sobre todo, este a tu lado en momentos duros. Kagami es ese tipo de compañía para el, y no puede estar mas que agradecido, gracias a ella, y a su atencion, es que podría despertar con buen humor; al menos mejor que el día de ayer, con los pensamientos mas fríos. Ahora estaba mas sereno con respecto a todo, eso era algo bueno.

Con algo de vergüenza admitiría que se siente como un niño consentido.

Pero como dicen, lo bueno a veces dura poco, y el salir del sol era la señal de eso. El inicio de un nuevo día, donde ambos deben ir por su lado para iniciar con la rutina particular. Una mañana llena de tareas por parte de su amiga, mientras que para el, seria una mañana solitaria, que seria algo esencial para poder pensar un poco. Ambos sabían que este comienzo del día seria algo duro. Podía verlo en los ojos de Kagami, la preocupación dirigida hacia el, siendo inútilmente oculta con una expresión de seriedad, que no funcionaba en su presencia. La conocía mas haya de su fachada de chica fría.

Y todo lo que pudo hacer ante esta muestra fue guiñarle un ojo con un movimiento de su mano de un lado a otro, un signo de desinterés. En muestra de que estaba mejor, de que no haría ninguna tontería. No la calmo, eso estaba claro, por su estado en el que llego era obvio que no podía simplemente fingir desinterés, pero era algo que no podía evitar, era parte de su "esencia", no quería preocupar a nadie, pero Kagami era igual de terca que el, y al menos que muestre mejoras en verdad, ella lo tendrá en la mira.

― Sabemos qué hasta este momento llega la convivencia del día. Debemos empezar con nuestras propias cosas. ―Kagami se para frente a el, con una mirada de cariño, que pocas personas tenían la suerte de recibir. Puso sus manos sobre su hombro y sonrió con una pizca de ternura y a la vez autoridad, al menos en su tono cuando hablo― Así que antes de salir de aquí, quiero que me prometas algo. ―no pudo apartar la mirada de sus ojos, aunque se sintiera con ganas de ocultarse― Que una vez regreses a casa, te bañaras y comerás algo, que no te encerraras en tu cuarto a mirar al techo. Quiero que te cuides y pienses en ti, las cosas estarán bien.

― Si. ―fue la simple respuesta.

― Cunningham, promételo. ―no estaba satisfecha con esa vaga respuesta, como si solo lo dijera para mantenerla tranquila. No, ella necesitaba saber que seria en serio.

― Lo prometo Kagami, lo prometo. ―ahora si, ella estaba mas relajada al ver que logro ganarle. Punto a su terquedad.

Se acerco, beso su frente, sobre la tela negra sus labios se posaron, un pequeño beso en señal de su cariño y su protección, como una clase de bendición. Y se abrazaron. Con eso deseándose lo mejor en aquel día, y pasara lo que pasara mantendrían en contacto, ella estaría para el, aunque eso llevara a saltarse todas las clases de su madre, y el para ella, aunque el cielo se caiga. Una pequeña promesa de amigos.

Estando en el marco de la ventana acomodaba a su pequeña gatita entre su bufanda, enrollándola de forma en que no se caiga a medida que este desplazándose, estaban listos para partir a su hogar, cosa que no sonaba tan mal como hubiera creído momentos antes, posiblemente a causa de este buen despertar, Podía notar a Kagami viéndolo desde una distancia considerable, solo para sacar una pequeña bolsa que estaba guardada en un compartimiento de su cama, de la cual saco y le arrojo algo.

Un pequeño dulce que atrapo sin problemas, de fresa, claro, era perteneciente a la pequeña bolsa de dulce que le entregaron cuando ayudo a ese señor en su tienda. Que luego le regalo a ella, apreciaba el gesto, agradeció, y finalmente desapareció de su vista.

El sol de la mañana golpeaba su rostro en la altura que se encontraba, saltando por los tejados de Paris se desplazaba con enorme velocidad hacia su destino. Por supuesto que sin ignorar la vista que le proporcionaba el poder hacer esto, disfrutando el paisaje, sin rastros de nubes en el cielo azulado, con las palomas revoloteando a su al rededor, las cuales Marietta quería tocar. y sobre todo disfrutar de todo lo que las arquitecturas de esta ciudad tenia para ofrecer.

Los edificios eran mucho mas pequeños que en Norrisville, y estaban bastante cerca del otro, en los tejados siempre había algún obstáculo que ponía las cosas mas que interesantes, hacer parkour aquí realmente te generaba una sensación de adrenalina. Apoyándose en una ventana, la cual estaba una pequeña ancianita regando sus plantas, se impulso, deseando buenos días a la mujer. Claro que, recibiendo un regaño de la mujer mayor, "Jóvenes irresponsables saltando en sus tejados", lo típico.

En el aire desenvolvió el dulce y lo comió, la azúcar era algo bueno para mantenerse en alerta. Tenia que admitir, que no estaba del todo tranquilo, si despejado, pero aun no olvidaba lo importante.. su mamá, este día tenia que aprovechar para estar con ella, incluso, fuera de todo lo que digan, tenia que tratar de curarla, sea lo que sea, las repercusiones que tenga, las aceptaría, solo necesitaba que ella este bien.
De hecho apenas haga lo que dijo Kagami; de comer y bañarse; obvio no iba a fallarle a su amiga. Iría a verla, necesitaba ver a su mamá.

Se quedo de pie sobre una chimenea, con sus ojos cerrados, disfrutando del la brisa de la mañana y los rayos del sol que lo golpeaban, que se sentían bastante bien, no muy calientes, solo te proporcionaba la calidez típica de las mañanas, agradable. Marietta acurrucada en su bufanda, ella también se sentía cómoda, las palomas se amontaban a su al rededor, de forma graciosa, como si creyeran que era una estatua.

Sus ojos se cerraron, apacible era la palabra para describir ese momento, una paz que pocas veces tiene el gusto de admirar. Porque desde hace rato que no a tenido tiempo, muchas cosas pasan en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo no espera nada, era una frase con mucha razon. En medio del silencio, escucho un fuerte aleteo, todas las palomas se elevaron de golpe como si algo o alguien las hubiera asustado.
Abrió los ojos rápidamente, curioso ante este hecho, creyendo mas que nada que era solo un gato callejero que se solo quería molestar.

Pero las cosas no eran tan simples como se las planteaba en su cabeza, todo a su al rededor tiene que ser extraño de alguna u otra forma.

Y en estos momentos, eso se estaba demostrando. Su entorno, que antes solo eran los edificios de la ciudad del amor y las pequeñas palomas, cambio completamente a uno bastante peculiar. Para describir de manera sencilla y entendible, era como una especia de templo, de esos que ves en las películas Asiáticas de artes marciales, un templo, o una escuela, algo similar a eso. Pero en este caso... eran solo escombros de la misma.

Los muros que una vez fueron símbolo de fortaleza ahora se yerguen desmoronados y chamuscados, sus ladrillos carbonizados como testigos silenciosos de un pasado glorioso consumido por el fuego. Las vigas de madera retorcidas y quemadas se alzan como dedos fantasmales hacia el cielo, en un gesto de súplica o desesperación.

Los salones de entrenamiento, antes bulliciosos con el sonido de pies descalzos golpeando el suelo de tierra batida, ahora están llenos de escombros y cenizas. Los tatamis rotos yacen dispersos como hojas marchitas, recordando un tiempo en el que la disciplina y el honor resonaban en cada rincón de este lugar sagrado.

En el patio central, donde una vez se practicaban formas ancestrales y se forjaban vínculos entre maestros y discípulos, ahora solo queda un charco de agua estancada, reflejando el cielo gris y sombrío. Los árboles que alguna vez ofrecieron sombra y protección ahora están retorcidos y calcinados, como guardianes inertes de un pasado que se desvanece lentamente.

El silencio que reina en este lugar es abrumador, interrumpido solo por el susurro del viento entre las ruinas y el crujido ocasional de alguna viga que cede bajo su propio peso.

Una vista realmente lamentable, y que producía un sentimiento de tristeza de solo imaginar lo que paso en este lugar. Estaba confundido, era verdad, nada de esto tenia sentido, y el porque se encontraba ahí era un gran misterio. Sin embargo, la sensación que le producía el panorama era verdadera, lo sentía. Se pellizco la mejilla, su primera opción fue creer que era una clase de alucinación, o que posiblemente seguía dormido al lado de Kagami.

Dolor, eso fue lo que sintió cuando se estiro la mejilla con fuerza, lo que significaba que esto de alguna manera era real. Cosa que en verdad parecía no encajar, miro a la pequeña gatita en su bufanda, dormía plácidamente, ajena a todo esto, es que en verdad no parecía interesarle. Marietta estaba tranquila, eso podría significar algo bueno. Aunque sus instintos le gritaban que no se relajara, que esta tranquilidad no era buena señal. Sentía su piel ponerse de gallina, mirando a todas direcciones se preparo, esperando un ataque que nunca llego.

El silencio reinaba, su respiración se pudio escuchar como un retumbar en sus oídos, se estaba agitando sin razon aparente. La desconfianza era clara en su rostro, no se sentía seguro para nada, estaban expuestos. Con esto en mente tomo la decisión de adentrarse en las ruinas, si algo pasaba podría ocultarse ahí, usar los escombros para poder defenderse, algo así podría funcionar.

En el corazón de las ruinas, donde el polvo danza en espirales entre los escombros y los rayos del sol se filtran a través de los agujeros en el techo derrumbado, se pudo relajar un poco, sintiendo que ahi tenia mas probabilidades Sin embargo, todo cambio cuando ante sus ojos, tras un fuerte viento que lo hizo retroceder, una extraña metamorfosis toma forma entre la desolación. De entre las sombras de la destrucción surge una criatura cuya figura desafía toda lógica y comprensión.

Hecha de polvo y cenizas, la criatura se eleva como una esencia primordial, una manifestación de la misma esencia del lugar. Su cuerpo es una serpiente colosal, retorcida y sinuosa, con escamas formadas por los detritus de la ruina, cada una cargada de historia y tragedia. Pero lo que llama la atención son sus rasgos, una cabeza que emana un aura antigua y misteriosa, similar a la de un dragón, con ojos brillantes como brasas ardientes y pequeños cuernos que adornan sus sienes, testigos de un linaje ancestral.

Entre las sombras de las ruinas, la criatura acecha con ojos ardientes, su figura etérea serpentear por entre los escombros como una sombra viviente. Con movimientos sigilosos, se desliza hacia su presa, su cuerpo polvoriento ondulando en silencio mientras se prepara para el ataque.

Ninja trago saliva, sus sentidos agudizados por los entrenamientos de disciplina y experiencia se dispararon, en un intento de prevenir lo que pasaría. Pero incluso los más habilidosos pueden ser sorprendidos por algo inesperado, y cuando la criatura emergio de las sombras con un silbido siseante apenas tuvo tiempo de reaccionar.

Con un movimiento rápido y certero, la criatura se abalanza sobre el, su forma etérea envolviendo su cuerpo con fuerza implacable. En un instante, sintio como si hubiera sido golpeado por un torbellino de polvo y cenizas, su cuerpo envuelto en una neblina oscura y opresiva.

El impacto es tan repentino y abrumador que se vio arrojado hacia atrás, su conciencia desgarrada entre la realidad y la ensoñación. Cuando finalmente logra abrir los ojos, se encuentro de nuevo en un entorno completamente diferente: la ciudad de París se extiende ante él, sus calles llenas de vida y movimiento. Estaba de regreso.

Sin embargo, la sensación de peligro persiste, cuando seda cuenta con horror de que está cayendo desde lo alto del tejado donde estaba parado hacia una calle abarrotada de transeúntes. El viento silba en sus oídos mientras el suelo se acerca rápidamente, su mente luchando por comprender lo que está sucediendo.

Con un esfuerzo desesperado, el ninja trata de controlar su caída, buscando una solución en medio del caos que lo rodea. Pero mientras la realidad se desvanece a su alrededor, una pregunta persiste en su mente: ¿Qué fue esa criatura?

Tenia tantas preguntas, su mente estaba confundida entre lo que es real o lo que no, es como si solo se quedo en ese momento. Sus pupilas se volvieron pequeñas cuando vio el suelo muy cerca, reacciono, y todo lo que pudo hacer es en volver a la pequeña gatita entre sus brazos. Y paso, un inminente impacto, había caído sobre un auto que se encontraba estacionado allí.

Se estrello contra un auto que se encontraba estacionado en ese lugar, fue su "amortiguador", cayo en su techo, provocando una abolladura con la forma de su cuerpo y que los cristales del mismo estallaran debido al impacto. La alarma sonó, aturdido rodo de ahí y cayo hacia el suelo. Gritos de las personas comenzaron a escucharse, algunos de sustos, otros de sorpresa, otros de emoción, y otros de enojos, claro que este ultimo proveniente del dueño del auto.

― ¿Como, cuando, qué? ―fue todo lo que pudo preguntar, sin entender nada, ajeno a su al rededor. Aturdido por la alarma del auto, los gritos y el incesante maullido proveniente de Marietta. Era obvio que la gatita se había asustado.

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Hola buenas, a pasado tiempo desde que publique esto. Pero ya estoy de vuelta, más fresco, y se lo debo agradecer a mi novia. Ella me ayudó bastante a enfocarme, bueno. Quiero decir que este capítulo bien es simple, es lo que quería.

La idea es Seguir donde lo deje para que ustedes no estén tan perdidos, y para profundizar más en la amistad de Randy y Kagami. Con un final donde muestro un poco más de lo que se acerca, ese "monstruo".

Espero les haya gustado.

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