6. ksj + jjk
Nada es como estar con vos
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La entrenadora era ruda, pero honesta y perseverante. Lee Hyori solía jugar para la Primera División Nacional cuando joven y a dos años de haberse retirado del campo de juego profesional se dedicó a entrenar a los muchachos de G. con los que participar en competiciones regionales. Para ello, Kim Seokjin creía, antes era preciso entender que nadie estaba realmente a la labor de construir y trabajar por ese sueño.
Solo querían pasar el rato. Y sí, era un tanto cruel considerar al equipo como un puñado de niños jugando al fútbol por diversión. Pero la alternativa era permitir que brote la esperanza y la ilusión que algún crédulo almacenase bajo la camiseta hasta que la inevitable realidad la arranque de cuajo.
—¡Ayuden a desarmar el arco! —gritó Hyori, antes de pitar y solo dos de sus jugadores ralentizaron la marcha y se desviaron al campo.
Los demás, ansiosos por una ducha e ir a comer y tomar algo, se despidieron con la mano. Seokjin dudó entre irse o quedarse, pero prefirió esperar. Hoy sería el día en que se arriesgue y, de fallar, podría por fin abandonar el equipo y decirle a su padre que odiaba el fútbol tanto como a él.
Aunque, si salía bien, pues... volvería al club como apoyo. Es que no podía alejarse de Jeon Jungkook. No ahora que entendió que le gusta y confirmó que terminó su romance con Park Jimin. Había sido, y lo admite sin culpa, un tanto acosador al respecto. Revisando los perfiles de Jungkook por si actualizaba algo sobre su pareja y cuando empezaron a ser distanciadas las stories de ellos dos saliendo, comiendo o lo que sea, solo tuvo esperanzas de que la cosa se enfrió entre la parejita.
Fue Min Yoongi quien confirmó la separación cuando le escribió mencionando lo bueno que la chupa Jimin. Dicho sea de paso, Seokjin era feliz por Yoongi. A su amigo le había calentado el pequeño y regordete muchacho desde que lo conoció en la pileta municipal y este le sonrió por compromiso tras un halago desafortunado sobre su culo en traje de natación. Así que, en cuentas suyas, era un ganar—ganar. Él obtenía vía libre con Jeon Jungkook y su amigo tenía al chico con el que jodería todo el verano.
—No olvidés avisarle de la junta a tu papá —le recordó la entrenadora Lee, sonriendo sin saber los planes que elucubraba el mejor de sus goleadores—. Buen fin de semana y volvé el martes con más ánimo. Hoy lo hiciste estupendo, ¡seguí así!
Claro que lo hico estupendo, era su deber lucirse. Pero Seokjin solo saludó y buscó otra vez a Jungkook en el campo, ahora atando la bolsa de pelotas. No que el chico se interesase en su desempeño, aunque había visto a Seokjin con más simpatía que otras veces. Quizá las conversaciones de estos últimos días fueron labrando un camino seguro y direccionado a las intenciones de Seokjin porque hoy, cuando le pidió verse luego de entrenar, Jungkook no lo rechazó de inmediato.
Aunque tampoco aceptó, pero Seokjin sabía que rendirse era de cobarde. O de sensato, da igual.
Hongbin pasó junto a él y le palmeó el hombro para llamar su atención. Seokjin quitó la vista de Jungkook, que se dirigió al almacén de equipo. Desde donde estaba, veía aquellos muslos duros, gruesos, velludos y refrenó su impulso de relamerse como un puto pervertido.
—¿Qué? —no se molestó en ser amable, no con Hongbin.
—Estás de suerte, campeón —dijo este, empujándolo como si fueran grandes amigos y no dos hermanastros enemistados desde que fueron obligados a convivir en familia ensamblada—. El pequeñín está libre hoy.
—Ajá.
—¿No te alegras de escucharlo? —Hongbin volvió a sonreír y a usar el codo para alentarlo—. ¿Acaso no es lo que quisiste desde el principio?
—Lo que quiera o no está más allá de lo que sea tu asunto, ahora dejame en paz.
—Ay, pero qué carácter. Y yo que tengo algo para vos, un bocadito de información que seguro te interesa —la mirada de Hongbin brilló con picardía y Seokjin se encontró en el dilema de golpearlo o pedir la supuesta data.
¿Y si Jungkook estaba saliendo con alguien? Vaya fiasco su plan. Podría tener fallas en muchos aspectos, pero no hacía avances con nadie tomado. No desde que le sucedió a él con Jung Hoseok. Sabía lo que te jodían los cuernos, como una patada en los tobillos o un puñetazo a la inseguridad. Y si había recuperado su dignidad tras esa humillación fue apenas porque se zampó cuanto discurso de amor propio y auto valoración encontró en Tiktok.
Hongbin, tan irritante como se portaba a veces, atrajo a su medio hermano más cerca y soltó una exclusiva.
+
Jeon Jungkook estaba agotado tras la jornada de entrenamientos y sentía sus músculos astillados, si es que valía la descripción. Se dejó caer en la banca, tomando aire mientras hacía tiempo para que los últimos compañeros que quedaban se despidan. Solo ya, se encaminó a la ducha del fondo, la que estaba junto al armario de toallas, porque era la que tenía mejor presión de agua. No le sorprendió que al abrir estuviera fría, pues sus compañeros no se fijaban en el confort de los que vendrían luego. A él, de todos modos, le agradaba el chapuzón fresco.
Alcanzó el borde de su camiseta, sintiendo la tela pegajosa por el sudor. Los brazos, las piernas también, no ayudaban a soportar el uniforme de fútbol dado que el césped le ocasionó comezón. Así que retiró la camiseta, aprovechando a rascarse hasta dejarse colorada la piel y suspiró aliviado. No demasiado, porque el binder que cubría su torso se movió y el borde ajustado que se marcó en su cuerpo quemó.
Apretando los dientes, tanteó hasta dar con la punta el borde y procedió a quitarlo. Liberó sus pechos y respiró hondo antes de acariciar con suavidad las marcas donde el borde dibujó su camino. Todavía podía sentir cierto adormecimiento, nada alarmante y, de hecho, este sostén dotaba de comodidad cuando tenía que correr y esquivar codazos en la cancha.
Pero, viendo hacia abajo, notó que sus pequeños pechos recuperaban su forma y componiendo una mueca también los acarició. No despreció el gesto cuando la tirantez de la piel cedió. Procedió a enjabonar y continuó su baño hasta librarse del sudor.
Cuando decidió que llevaba demasiado rato con la cabeza bajo el agua de la ducha y cualquier residuo de acondicionador estaba filtrándose por la rejilla del suelo, cerró el grifo. Le costó enfocar la mirada con las pestañas mojadas y decidió esperar a tomar la toalla junto a la salida, del lado exterior. Sin embargo, un error de cálculo le dejó en mala posición para defenderse del intruso que dijo:
—Entonces es verdad.
Y cualquier grado de paz alcanzado en su inmersión bajo el agua se diluyó cuando escuchó la voz del goleador.
—Kim Seokjin —susurró el nombre como si fuese un insulto y abrió los ojos para encontrar que este le daba la espalda, pero en su mano mostraba su sostén de repuesto—. ¿Qué haces acá?
—No lo sabía, Dios, ¿cómo no me di cuenta? —Seokjin lucía abatido, con los hombros caídos y de brazos cruzados.
—¿Eh? —ya cubierto en su toalla, aunque aún con la persistente sensación de vulnerabilidad, la voz de Jungkook no surgió tan enfadada como pretendió—. ¿De qué hablas?
—De esto, ¿cómo es que...? —Miró sin reaccionar cómo Seokjin dejaba en la banca la prenda, pero lo que acrecentó el temblor de Jungkook fue la siguiente acusación—. Mentiste.
Boqueó sin que una palabra acudiese a su balbuceo mudo, aun así, retrocedió con ademán herido. Dolido porque, aun cuando otros estuvieron ya en esa misma posición, con igual reacción que Seokjin, seguía siendo un ataque a su lucha por consentir su mente con su cuerpo.
Sin embargo, en ninguna de esas veces en que lo tildaron de mentiroso había cedido espacio al ataque sin que pudiera defenderse. Y aunque Kim Seokjin sea el chico que le gusta, o más preciso, que quiere desde que sale con Jimin, pues no lo exentaría de su respuesta.
—Dejame decirte que no tengo obligación de reportar nada de mí, si es que lo creíste, limpiá la mierda que tenés en la cabeza porque estás mal, amigo —se felicitó con la aspereza que el llanto contenido labró en sus palabras—. Andá, salí de acá y evitemos un quilombo mayor, ¿querés?
Solo que Jungkook no esperó que Seokjin se obstine y, todavía sin que quiera voltear, lo cual agradecía porque la vulnerable posición de estar desnudo era atroz, se reacomodó en su sitio, con los brazos en jarra. La extensión de aquellos hombros pareció de caricatura dada la estrecha cintura del goleador.
—Lo arruinaste —y un bufido de risa fue precedido por un silbido entre dientes—, no, lo hice yo. Diablos, esto es una mierda.
Jamás creyó posible Jungkook que alguien afectase su ánimo, pero allí de pie, tiritando no por frío sino de impotencia, escuchaba aquello como un ajeno a la conversación. Tal vez si se esforzaba podría ver a dos muchachos en los vestuarios del club en un escenario nada similar a lo que pinta el cine. Aun así, aunque alejase esa imagen y proyectase en los dos con sus nombres y el precario historial de coqueteo compartido seguiría sin ser capaz de descifrar lo que pasaba por la cabeza de Seokjin cuando se adelantó hasta la banca frente a los casilleros y pedirle que lo acompañe.
—¿Podés mirar a la izquierda? Necesito vestirme, si no te importa —lo dijo con el sarcasmo lamiendo su paladar y fue efectivo porque el chico obedeció.
Se percató de la manera en que se sentó Seokjin, a horcajadas, lo que delató que no tenía intención de salir pronto de allí. Pero lo vigiló sin disimulo mientras pudo desbloquear su locker y recoger la ropa. No dejó de agradecer contar con otro sostén para cuando olvidaba traer uno y el binder le apretaba demasiado. Lo ocupó con una mueca de fastidio.
Una vez vestido con un short y una remera sin mangas holgada, tomó asiento frente a Seokjin en su misma postura. Salvo que, por acto inconsciente, encorvó el cuerpo de modo que su remera no marcase su busto. No tuvo manera de encubrir la desesperación por recoger el sostén que descansaba entre ellos, así que lo arrugó y lo metió sin cuidado en su bolsillo.
—No quiero pelear con vos —no cuando me gustas tanto, calló decir Jungkook, mordiéndose la boca y evitando verlo a los ojos.
Prefirió tallar las marcas de las tablas en la banca, repasando con su dedo y esperando a que el otro esté de acuerdo. Si es que esto iba a mayores, por mucho que Seokjin le cayese bien y le pareciera guapo, tendría que defenderse. Y sabía cómo. Gracias a la hostilidad social, era un acto de prudencia conocer maniobras defensivas. Lo cual, no dejaba de ser triste.
—Ni yo, pero estoy enfadado —admitió Seokjin, copiando su juego en las tablas, pero cuando buscó tocarlo, Jungkook se alejó—, ey...
—Decime qué hacías acá, ¿sos un acosador?
—No lo soy, y sé que eso parece —las manos de Seokjin temblaban un poco cuando las apretó en puños—, solo quería hablar con vos.
—¿Y para eso esperaste que esté desnudo? Vaya —levantó el rostro y le clavó una mirada que sin lugar a dudas trasmitiría la bronca de ser pillado en un momento así—, si este es tu modus operandi para ligar, pues conmigo te equivocaste. Si querías sexo, paseate en algún parque y hacelo con quien te ponga el culo.
Seokjin atinó a reírse por las groseras palabras de Jungkook, que lucía ciertamente adorable y sexy, de ser posible mezclar ambas apreciaciones, con las mejillas rosas y el cabello mojado que se le pegaba al rostro.
—No quería sexo —ante el arqueamiento de cejas del otro, aclaró—, bueno, si se prestaba a ello, tampoco iba a negarme. Pero lo dije en serio, quería hablarte —y ahí mismo se animó a confesar—. Me gustas, Jeon Jungkook.
La confesión cayó entre los dos y rebotó en los tímpanos de Jungkook, que sacudió la cabeza sin fijarse que esparcía gotitas. Era obvio, fue lo primero que procesó de lo oído. Por supuesto que le gustaba a Kim Seokjin. Y había sido, si es que estima, desde que se conocieron y aun cuando venía de la mano de su ex. No que Seokjin tratase de disimular. De no ser Jimin un poco despistado o confiado, como sea, se hubiera incomodado por ello.
—Lo sé —endureció sus rasgos—, ahora contame a qué te referías con que lo arruiné. Y mentí, dijiste también, y no recuerdo haberte mentido en nada. Ni a vos ni a nadie debo expl...
—Pará —Seokjin levantó una mano para cortar su descargo y Jungkook respiró hondo para no gritar—. En serio, necesito que me escuches.
—Apurá entonces.
—Sí, solo dejame que ordene la cabeza —y como si sirviese de algo, Seokjin se llevó las manos a la cabeza y masajeó su frente—. Quise decir que mentiste porque yo no sabía que vos... que vos sos, eras, digo, sabés, ¿no?
Sí, pero no ofreció ayuda alguna. Si no era parejo para ambos la incomodidad, se sentiría en desventaja así que lo dejó balbucear.
—No, explicame.
—Chica —soltó, enrojeciendo—, si hubiera sabido yo...
—¿No hablarías conmigo?, ¿me golpearías?, ¿les dirías a todos?
—¿Eh? ¡Claro que no! ¡Jamás te golpearía!
El espanto de Seokjin era un poco gracioso, así que resistió reírse.
—¿Porque soy una chica? —provocó.
—Sos cruel conmigo —se rascó los brazos, sintiendo la mirada de Jungkook sobre él—, sabés que no es eso a lo que me refería. Te lo he dicho, me gustas. Solo no quería arruinarlo.
—Me acusaste de que fui yo quien lo hizo.
—Ah, sí, pero porque estabas desnudo. Pensé que estabas vestido cuando te encaré —señaló a un lado—, yo ya había terminado de dejar mis cosas y no calculé. Estaba nervioso y entonces noté debajo de tu ropa el sostén y me congelé —se justificó.
—Pero mentí —no dejaría ir el tema sin aclarar todo—, ¿cuándo lo hice?
—Bueno, eso, pues, nunca dijiste que sos, eres... ¡esto es confuso!
—No lo es, soy un él —declaró, con convicción suficiente para ver en Seokjin la comprensión de que no permitiría discusión al respecto—, y lo sabe la profesora Lee solamente. Y no porque le importe, pero quise que supiera, ya sabés... ella me recomendó el club y... —calló.
—Está bien, no es mi asunto. Solo que Hongbin me dijo que usabas lencería y yo pensé que estaba jodiendo.
—¿Soy una joda para vos?
—Sos increíble —sonrió, más ligero—. Y me siento terrible por haberte expuesto, a eso me refería, ¿sí? Por favor, perdoname.
Le conmovió la sinceridad de esa disculpa y la tomó como verdadera. Le devolvió la sonrisa, asintiendo.
—Hongbin cree que lo sabe, porque encontró un sostén en mi locker cuando abrí para prestarle mi cargador.
—No le diré nada, lo prometo.
Se encogió de hombros.
—No es un secreto, pero preferiría la convivencia tal como está.
Dicho esto, se silenciaron. Porque estaba claro que el humor juguetón que mantuvieron entre los dos, cargado de tensión, se arruinó. Seokjin asintió resignado al fracaso de su plan y buscó levantarse. Pero Jungkook lo detuvo, tomándolo del brazo.
—Prometo no molestarte —se defendió Seokjin sin fuerza, porque estaba dolido por el derrotero de ese día.
—¿De verdad te gusto? —Preguntó Jungkook, viendo a la banca y luciendo pequeño—. Es decir, ¿aún te gusto?
La valentía tejió hilos fuertes alrededor del corazón de Jungkook y estos resistieron a este episodio apenas porque él no era dado a rendirse. Siendo honesto con sus sentimientos, por sobre cualquier opinión, no había tenido inconveniente en enfrentar a sus padres con la decisión de comenzar su transición, como tampoco halló freno en sincerar a su ex que ya no lo quería y para no herirlo, prefería cortar. Ahora, si dependía de él podía dejar a un lado esta anécdota y preguntar lo que había querido saber desde que supo que le gustaba a Seokjin.
Seokjin vaciló, volviendo a sentarse y repasando la información que descubrió. Él era gay, porque se sentía atraído por los chicos, los hombres con sus cuerpos duros, velludos y con... penes. Entonces, también le gustaba Jungkook porque supuso que contaba con el equipaje. ¿No? Aunque el vistazo que tuvo cuando este salió de la ducha contradecía algunas concepciones sobre masculinidad que él entendía, todavía le gustaba. Lo sabía porque allí, viéndolo morderse los labios, seguía con deseos envolverlo en sus brazos y besarlo tan duro que doliese. Solo que, ¿podría funcionar? ¿Era bisexual acaso?
Odiaba ser ignorante al respecto, y tal vez estaba teniendo una crisis porque cuando Jungkook lo soltó, tuvo un estremecimiento que pareció lastimar al otro. Y, al notar que Jungkook pudo malentender el gesto como rechazo, algo en su pecho se agitó para buscar repararlo; tuvo la respuesta:
—Sí.
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La vez que sucedió, los atrapó a los dos en casa de Seokjin. No habían mencionado ni alentado demasiado los besos y caricias como para tener sexo durante los últimos dos meses que llevaban saliendo, sin embargo, Seokjin sentía que estaba listo.
Jungkook había sido paciente con él, sobre todo, porque vio en Seokjin la genuina desinformación y no la obsoleta mentalidad de los tipos que quisieron golpearlo cuando el secreto salió a la luz por boca del chismoso de Hongbin. Seokjin tomó a personal la ofensa, golpeando no solo a su hermanastro sino enfrentando a los demás sujetos que quisieron ridiculizarlo. Y Jungkook, peleando a su lado, entendió que era verdad cada palabra que Seokjin le decía cuando estaban juntos, tenían citas.
Lo quería, ya no solo una mera atracción. Porque, al conocerse, notaron que una química más allá de las palabras que su vocabulario pudiera contener para explicarla, los mantenía orbitando uno al otro sin que esto desgaste el afecto. Al contrario, lo acrecentaba, bullendo a lento fogón hasta que por fin, ese día, pareció desbocar por todo su cuerpo.
Y, nuevamente, fue Jungkook quien con valentía propuso:
—Hagámoslo.
Ante esa palabra, Seokjin se congeló allí en el recoveco de su cuello donde había pasado minutos largos besando y chupeteando. Buscó la mirada de Jungkook, dando con la confirmación de lo oído y sonrió. Aun nervioso, se movió a un lado para sentarse contra el respaldar de la cama y ver a Jungkook imitarlo.
—¿Estás seguro? —otro punto a favor de Seokjin, contaba Jungkook, era que no cambió el trato con él.
Había esperado que este fallara en algo tan simple y tan declarativo como el pronombre, pero Seokjin no tropezó.
—Lo estoy, ¿lo estás vos? —y buscó la boca de Seokjin para que no se sienta en la tarea de contestar, sino de demostrar.
Enredaron sus lenguas, y la mano tentativa de Seokjin se deslizó desde su cuello hasta el pecho donde bordeó el sostén que, aunque tenía un busto pequeño, debía llevar. Esperó a que Jungkook mismo lo guíe, tomándolo de la muñeca y posicionándolo sobre un pecho, que Seokjin apretó y rozó con el pulgar buscando el pezón. Supo que lo encontró al tragar la exhalación pesada de su pareja.
—¿Te sentís cómodo con esto? —Consultó, apartándose apenas, aunque manteniendo la mano en su pecho—. Decime lo que querés y lo hago.
Ni uno ni el otro eran vírgenes, pero el sexo en este caso, sentía Seokjin, era una experiencia nueva. Para él, al menos. Y no que en esto connotase algo negativo, sino que no quería asumir que las relaciones serían como lo fueron con otros. Primero, porque estaba haciéndolo con Jungkook y este despertaba en él un trillar de sensaciones y emociones tan solo abrazándolo, y segundo, contaba mucho la guía de Jungkook respecto a su anatomía. Sabía que Jungkook se inyectaba testosterona, lo que le permitía un crecimiento del vello en el cuerpo y endurecía sus rasgos, pero también, que esto lo dejaba un poco sensible y hormonal.
Jungkook se movió para sentarse sobre él y sonrió:
—No me incomoda —dijo, moviendo las piernas para quedar a horcajadas y apoyar el culo sobre el interesado miembro de Seokjin—. Solo... vayamos lento, ¿sí?
—Claro —y se adelantó para capturar el pequeño mohín de Jungkook, que rio y lo rodeó con los brazos.
Se besaron intensamente, y en tanto, Jungkook se mecía para provocar a Seokjin que sujetó sus caderas y lo detuvo. Sin que fuera necesario decir, entendieron los dos que era momento de quitarse la ropa y algo torpes, consiguieron quedar desnudos y en la misma posición que antes. Sobre él, Jungkook tuvo un contacto directo con la dureza de Seokjin, pero fue este último el que gimió encantado por la caliente humedad que percibió. Dirigió la vista allí, viendo la pequeña protuberancia hinchada. Le gustó, era nuevo para él y tuvo que llevar su mano allí y se jactó cuando Jungkook jadeó y se hizo adelante para que lo acaricie.
—Es bueno, oh, puta madre —susurró Jungkook.
El masaje fue fluido por la lubricación que Seokjin recogió superficialmente. No presionó para penetrarlo, dedicándose a bordearlo. Jungkook dejó caer la cabeza al hombro de Seokjin, que se entretuvo explorando cuanto tenía a su alcance, que por palabras de Jungkook era todo, hasta que sintió que se tensaba y, a continuación, más lubricación llovió en su mano. La retiró, viendo cuan empapada estaba y la llevó a sus labios para saborear a Jungkook en su lengua y luego besarlo.
—Sos silencioso —apreció, aunque quería remediarlo—. Pero no te contengás, si nos escuchan los vecinos, mejor para mi reputación.
Desmadejado por su primer orgasmo, Jungkook golpeó el pecho de Seokjin y volvió a besarlo.
—Presumido, son mis hormonas revueltas.
—Son mis manos expertas —repuso Seokjin, subiéndolas para acompañar sus palabras y acariciando la espalda de Jungkook de arriba abajo—. Mirate, te derretís y no he comenzado aún.
Acto seguido, se hundió entre los pequeños senos de Jungkook, sintiendo el vello de su pecho en la cara y disfrutando la sensación. Era algo que le gustaba de salir con chicos, eso y que estos fueran rudos, como lo fue en ese instante Jungkook al tomarlo de los cabellos y orientarlo a su pecho.
—Mordeme —bromeó, aunque suspiró contento cuando Seokjin hizo caso a la orden.
El pezón fue debidamente maltratado por los hambrientos dientes de Seokjin. A la par, las manos apretaban sus muslos —los que eran un punto débil para Seokjin— y se estacionaron en sus nalgas. Jungkook quiso sonreír, pero no pudo cuando Seokjin volvió a la carga con besos. Le chupó la lengua y gimoteó con maña cuando fue apartado.
—¿Te puedo probar?
Jungkook enrojeció, más aun. No había dejado que nadie lo hiciera, ni siquiera Jimin que fue con quien más se permitió explorar sexualmente. Sintió que se cohibía y tal parece que Seokjin leyó esta vacilación porque sonrió tranquilo antes de decirle que no era necesario, no si no estaba listo para algo así. Solo preguntó porque nunca lo hizo antes.
—¿Querés conmigo?
—Con vos quiero empacharme —le valió un golpe en el brazo, pero no se amedrentó—, es cierto, aceptalo y abrí las piernas.
—¿Te han dicho que sos un romántico? —rodó los ojos, aunque fue una indignación fingida porque se trepó al entusiasmo de Seokjin mientras se movía hasta quedar de espaldas en la cama.
Por nervios, le costó separar las rodillas, que fueron besadas por Seokjin con ternura y a medida que se descubrió para él, recibió el mismo tratamiento de besos, lamidas y mordisquitos. A Seokjin no le ganaban de paciente, al parecer, porque bordeó su pelvis con lenta calma y masajeó sus piernas hasta que lo sintió relajarse. Un masaje, ahora sí romántico, que sin embargo no lo preparó para la lengua de su novio.
Soltó un quejidito, y Seokjin al oírlo se paralizó preocupado de haber ido demasiado lejos. Pero al notar cómo Jungkook elevó su cuerpo, entendió que aquella reacción fue positiva al besuqueo y esta vez se dedicó con ahínco a saborear a su pareja. Le chupó el clítoris, que alcanzó cerca de siete centímetros desde que empezó el tratamiento y lo retuvo en la boca hasta que oyó la súplica de Jungkook, y lo liberó. Le fascinó cuan húmedo estaba Jungkook y deteniendo su tortura a la protuberancia, encausó su boca a los pliegues, de donde recogió la jugosa porción de excitación de este. A decir verdad, Seokjin no esperó que le agradase el sexo oral, pero debió conceder que la experiencia se incrementó al sentir a Jungkook oprimirlo con sus muslos, al probarlo en su lengua.
—Basta, ya, no puedo más —jadeó Jungkook y Seokjin presionó la palma de su mano en el bajo vientre este, que se tensó antes de aflojarse y acabar—, me querés matar.
Sonó tan saciado, que Seokjin sintió envidia por las dos liberaciones de Jungkook. Aun así, no tuvo reparo en tomar su pene y masajearse de rodillas ante el laxo cuerpo de su pareja. Lo vio sonrojado, respirando entrecortado y tan, pero tan mojado, que se sintió orgulloso de sí y de cuánto avanzaron en su relación. Aceleró todavía más cuando percibió la mirada desenfocada de Jungkook buscar su miembro. Le encantó ser quien dé un espectáculo así, cuando no tuvo otras oportunidades de lucirse antes.
Para Seokjin era sexo y adiós. A veces ni siquiera se quitaba la ropa, solo bajaba sus pantalones, rompía un preservativo y un envoltorio de gel con los dientes, se preparaba y entraba. Lo más íntimo que experimentó fue con Min Yoongi, pero este había pedido que no lo bese ni abrace, lo que fue más bien una mutua confortación o desquite de calentura. Pero Jeon Jungkook era su novio, su chico de ojitos de venado, inocentes y pícaros, y adoraba los besos, los abrazos, tocarlo, sentirlo, escucharlo, hablar con él, festejar sus victorias en el club, llevarlo a casa con su familia, amigos. Y ahora, que se recomponía lo suficiente como para sentarse y hacerse cargo de la situación, Seokjin se dejó ir en las manos calientes de Jungkook.
Creyó vaciarse entero, pero no. Allí entre los dos se cocía un amor joven, de pasión indómita que los llevó a enredarse en otra contienda de besos hasta que Seokjin tuvo una nueva erección y Jungkook, notando la punta del miembro rozarle entre las piernas, se dispuso a que lo penetre.
—¿Tenés protección? —preguntó, temeroso de ir más allá sin ser precavidos.
—De tu lado, en el cajón.
Seokjin se acomodó de lado, esperando a que Jungkook abra el paquete plateado y luego sea quien le coloque el preservativo. Puesto ya, se recostó imitándolo y elevó una pierna sobre las caderas de Seokjin, quien se movió hacia adelante y encajó la punta del pene entre los labios mojados de Jungkook. Una vez allí, Seokjin sin despegar los ojos del rostro de Jungkook, avanzó hasta que se perdió en el pasaje húmedo y ardiente. Pudo ver cómo a medida que se introducía, Jungkook mordía su labio y sus ojos se entrecerraban. Amó la abierta y sensual manifestación de placer y pegó su frente a la de Jungkook antes de empezar el vaivén.
Nunca lo había hecho así, se sentía demasiado íntimo. Y agradeció que fuera con Jungkook, porque confiaba en él. Lo que sentía por Jungkook, además, favoreció que la escena despida lo cotidiano del cuarto de Seokjin, con paredes repleta de fotos de viajes, de amigos, de familia, de artistas, de mascotas, de los dos; con un escritorio a rebasar de libros y hojas de tareas que siempre deja para después hasta que ese después es última hora; con una ventana que apunta al parque donde suelen tener picnics tan cursis que ninguno menciona nada al respecto porque les avergüenza, pero no por ello se detienen y en la cama que lo sume en sueños que antes tuvieron en fantasías al chico que ahora le toca el rostro con delicado afecto y le sonríe.
Lo maravilloso del amor, ¿el primero?, y del sexo se conjugan en sus cuerpos, que pronto toman valor y fuerza para cambiar de posición y es como al inicio, Jungkook arriba y Seokjin rendido ante él, se une a la cadencia y aprieta los dientes cuando está cerca de culminar. Para Jungkook tal vez sea tarea fácil, ya que tuvo dos orgasmos previos, pero para Seokjin que deseó tanto estar con él le resulta una labor ardua concentrarse en no venirse. Quiere que el momento se extienda cuanto sea posible, pero también compite con Jungkook por ser quien lleve al otro al borde del éxtasis y de allí lo empuje al clímax. Finalmente, es Jungkook quien, con ventaja, obtiene la victoria.
—Imbécil —susurra Seokjin cuando siente cómo Jungkook se contrae y lo estrangula, pero lo que sigue luego son palabras que no tenía idea que aguardaban en fila tras sus dientes para pronunciarse—. Creo que te amo...
A Jungkook, que aprendió a leer a Seokjin casi tan bien como este a él, le golpea la verdad de aquella frase con tono de falsa duda. Sabe que Seokjin lo ama y él... él puede que también. No alcanza a responder ni a formular una contestación en su cabeza porque Seokjin lo acaricia, tomando su miembro y se pierde. Se tensa, congelando sus caderas y echándose al frente, sobre el pecho de Seokjin, busca la boca de este para gemir tan alto que será razón de bromas y fanfarroneo de su pareja por los siguientes días.
Seokjin olvidó cualquier instinto de competición en el preciso instante en que su orgasmo lo arrolló y fue sostenido por Jungkook. Recobró fuerzas tan solo para devolver el abrazo y sonreír bobo. De tener espejo, notaría cuan transparente es su sentir porque le colorea todo el rostro, como si llevase el corazón de fuera, expuesto a su dueño sin reparos.
No por tanto tiempo, sin embargo:
—Gané —dispara como una pulla tardía, y se reajusta en la cama para que Jungkook se recueste a su lado, compartiendo la almohada.
—Quiero una revancha —Jungkook le pellizca el brazo—, la próxima te voy a coger en mi cancha y vamos a ver quién gana.
—Oh, espero eso con ansias.
Y para cuando los padres de Seokjin regresaron y sin golpear entraron al cuarto de este, los hallaron durmiendo acurrucados uno al otro tan pacíficamente que la imagen venció cualquier regaño.
Nota:
Pude liberar al fin este OS gracias a que pospusieran mi clase para vaya a saber cuándo. Así que, en lugar de enojarme (que lo hice un poco), me dediqué a leer y escribir. Lo que dure esta libertá, que sea de provecho, ¿no?
No quise advertir de JK porque bueh, cada quien debería dejar de leer cuando se siente incómodx(? Aclaro sí que, para esta historietita, me ocupé de leer sobre el tema, ver testimonios y demás. No es mi intención ser irrespetuosa, pero, si aun así, en algo fallé, no me molesta si me señalan en qué.
Hay que educarnos y no castigarnos, you know?
La próxima, para ya emparejar esta antología, sería un Jinnam. Amo el Jinnam, loco, pero no tengo idea de qué hacer. He hecho vampiros, omegaverse, BTSverse, AU, Furry(?, y ahora, sex change¿...
Acepto sugerencias:
Por otro lado, no sé si cerrar el libro tras el Jinnam o continuar porque la verda', este proyecto me gusta, independientemente del trato con vos Anaka, para mantener activo por más tiempo.
I don't know.
'Ta la próxima.
:)
La canción del multimedia es divina y no deberían perdersela.
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