Jungkook suspiraba, estaba lleno de pintura rosa por todas partes, miraba la pared analíticamente ¿Donde debería poner los animales? Un pequeño conejo paso bajo sus pies descalzos, el pequeño estaba cubierto de pintura rosa.

-¡¿Irene pintaste a copito?! -grito porque su hija se encontraba en otra habitación seleccionando su ropa para el viaje que tenía a Tailandia, Jimin la iba a acompañar, Jungkook sólo podía pensar en lo desafortunado que era Yoongi al tener que cuidar a los cuatro niños él solo.

La niña pelinegra de ocho años se asomó por la puerta sonriendo -Yo no hice eso -dijo con picardía, un gesto que era muy característico de Taehyung

Bufó -Pobre copito tendré que bañarlo

Irene entró descalza, llevaba aún puesta su pijama, Jungkook no podía creer que la pequeña a la que vio crecer y crió como suya estuviera tan grande y fuera tan hermosa.

Ella le abrazo por la cintura -No quiero ir -dijo con un puchero

-Y yo no quiero que te vayas -beso su cabeza -Pero es el cumpleaños de tu abuela y ella quiere que estés ahí, no será mucho tiempo

La niña rió -Les traeré regalos

-Eso espero nena, ahora ayúdame

Ambos tomaron las brochas y comenzaron a pintar el nuevo cuarto, había planeado cuál sería el color perfecto pero al no decidirse decidio pintar el cuarto como si de un arcoiris se tratara. Últimamente se le dificultaba elegir.

Sus vidas habían cambiado en demasía, Taehyung le pidió matrimonio después de un año de salir y él acepto, querían formar una familia, Irene crecía y a diario aprendía algo nuevo, visitaba con constancia a su familia en Tailandia y estos siempre estaban al pendiente, ella era feliz y eso era lo que más les importaba. El amor que tenía por Taehyung sólo había aumentado en los últimos años, se sentían dichosos y no había algo que no pudieran resolver juntos, eran la familia que siempre soñaron.

Esa tarde Taehyung llegó del trabajo y se la paso jugando videojuegos con Irene, aunque no lo dijera en voz alta estaba triste porque se iría por dos semanas, ambos se habían vuelto muy unidos y la extrañaría.

-¿Que haces amor? -pregunto Taehyung luego de jugar su tercera ronda y perder

-Acabo de bañar al conejo -sonrió

-No deberías de hacer eso-dijo frunciendo el ceño

-Vamos es sólo un conejo-gruño para desaparecer en la cocina

Irene se rió de su padre y este entrecerrando los ojos la atacó con cosquillas, ambos reían con escándalo, Jungkook escucho el ruido y tomó su cámara, en los últimos tres años su carrera como fotógrafo iba en ascenso, estaba esperando a entrar a una importante premiación, a la misma que había ganado hace diez años con la foto de su pequeño TaeOh.

Sonriendo les saco una fotografía, sería una nueva para su álbum especial.

Irene dormía en su habitación mientras ellos descansaban en la sala, Taehyung se levantó por algo de tomar para ambos, Jungkook admiró de cerca el estante que tenían cerca de la chimenea, se levantó con dificultad y caminó hasta él. Ahí habían fotos de su familia, de sus madres, su hermano y sus dos sobrinos, de Jimin y sus retoños y de sus hijos, una foto de Irene al cumplir los cinco años que fue el primer cumpleaños que pasó a su lado y la foto de TaeOh, su pequeño de un año. No había día que no se preguntara ¿Cómo estaría? Él hubiera cumplido once ese año, suspiro, algunas cosas sanaban pero jamás llegaban a olvidarse. Su hijo siempre estaría presente en su corazón.

Taehyung le abrazo por la espalda acomodando la cabeza en su hombro y las manos en su abultado vientre de cinco meses, donde su pequeña princesa descansaba.

-¿En qué piensas?-le preguntó con un beso en su mejilla

-En lo afortunado que soy o mejor dicho que somos -rió -Estoy feliz Tae

-Yo estoy feliz y lo estaré aún más cuando llegue esta pequeña y pueda abrazarla -suspiro -Falta un mes para el cumpleaños de TaeOh ¿Has decidido que hacer?

-Iremos a llevarle flores pero quiero hacer también algo diferente -sonrió volviéndose para quedar frente a él-Quiero ir a la playa

-Me encantaría ir de nuevo contigo mi amor -le beso la frente -Te amo Kim Jungkook, gracias por volverme a elegir

-Yo te amo más cariño, en esta vida y en las siguientes

Ambos cerraron con un beso, uno cargado de admiración. Los dos juntos eran invencibles, no había amor más grande que se le pareciera a lo que compartían. Habían sufrido el verdadero dolor, uno que no le deseaban a nadie, padecieron en soledad hasta que sus almas se volvieron a encontrar, se amaban y de eso no cabía ni la menor duda. Con una promesa silenciosa subieron a dormir, siempre agradeciendo la dicha de tener un ángel guardián que les cuidara y velara en sueños.

"Cuando ya no podemos cambiar una situación adversa, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos"
Viktor Frankl

Muchas gracias por acompañarme en esta corta pero sensible historia.
Todos hemos perdido algo que nos ha hecho replantearnos quiénes somos y qué queremos de la vida. El amor es la clave para la felicidad. Siempre abrán su corazón y den tanto como desean recibir.
Espero que esta historia les haya gustado y que mi mensaje haya llegado a sus corazones.
❤️Gracias❤️