Pesadilla. Desde mi auto podía ver como le sonreía a él. La insignificante cucaracha se esforzaba en leer tus gestos pero, nadie conoce tus artimañas. Él ni nadie se da cuenta de lo que eres y haces. De lo que haces conmigo.

Estabas demasiado cerca de él. ¿Quieres un castigo? ¿Quieres verme enojado? ¿Te valen mierda mis amenazas? ¿Qué piensas realmente de mí? Este trato que me das ¿es alguna clase de venganza? ¿No te has conformado?

Veo un movimiento asqueroso y sucio de su parte, no puedo soportarlo y activo la bocina de mi auto. Todos los curiosos se enfocan en el Mercedes, sin embargo tu sonrisa, imperceptible para ellos, se aleja y regresa al campus.

No estoy habituado a esta clase de juegos, pero puedo jurar que si no tengo más opción, me adaptaré y ganaré. Ahora, todos están conscientes de mí y sé que eso no te gusta. No te gusta porque mis ojos están clavados en tu espalda y ellos lo ven. ¿No quieres ceder ante mí? Bien, puedo vivir con eso, pero ellos aprenderán y sabrán que eres mío.

- Montaste un gran espectáculo allí afuera, tu hermana aún está en clases.

- Deja de jugar. - Lo estoy acorralando en su territorio.

- ¿Quién está jugando? - Puedo imaginarme como su lengua recorre sus dientes y toca esas palabras para mí.

- No me digas. No voy a decir que esto es frustrante porque sé que te gustaría oírlo, sin embargo... - miré hacia la puerta y la cerré con seguro - en el auto, estaba pensando en lo excitante que sería follarte en la universidad y, como verás, estoy más que dispuesto. ¿Quieres?

Su nuez se contrajo un poco e intentó escapar, no de mí, sino de sus deseos, de sus consecuencias.

- ¿Qué ocurre? - Sostengo su mirada; necesito leerlo.

Sé que estoy caminando sobre sus brasas y que no sobreviviré a un segundo golpe de su huracán... y mi alma me dice que ya es demasiado tarde para correr al refugio.

He cometido un error. Mientras nos devoramos, me dejo alcanzar por cada uno de mis deseos y me ahogo en la sangre que corre por mis venas. Lo que tenía adormecido y encerrado es liberado por él. No usa una maldita llave; derriba a golpes cada una de mis puestas.

Lo oigo gemir por el frío del suelo y cruzo mi brazo derecho debajo de su espalda. El espacio entre las mesas de concreto es estrecho, empujó uno de los bancos con mi pierna y, desde mi perspectiva, puedo ver como las sombras cruzan debajo del espacio de la puerta.

Estoy explorando profundo. Sehun muerde mis hombros para contener sus gritos. Comienzo a pensar que hacerlo en lugares pequeños tiene sus beneficios.

- La próxima vez lo haremos en mi oficina. - Levanto a Sehun y lo alejo de la puerta, aún así, sé que puede verla porque sus manos presionan los músculos de mi espalda. - No te verá nadie... y si lo hacen, bueno, será mejor para mí. - Preciono mi verga en su interior y sus manos rodean mi cuello.

- ¿Cuándo conoceré esa oficina?