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Voy por sus labios y el abre sus piernas para mí.
En el segundo llamado, a través de su voz pude presentir lo que ocurriría. Sehun estaba caliente. Me hizo correr hasta su casa y me recibió vestido con una de mis camisas. Cargué sus piernas desnudas y él las encadenó a mi cadera.
Se suponía que hablaríamos, sin embargo, estoy aquí, respirando de su cuello y exhalando en sus labios. ¿Por qué me gusta tanto que grite mi nombre? ¿Por qué es tan adictivo?
Preciona sus uñas en mis manos y sé lo que quiere. Retiro mi cuerpo y él se desliza hacia abajo; sostiene con sus labios mi pene y lo introduce en su boca. Sus caderas se mueven como si me tuviera dentro. Estiro mi mano e introdusco dos de mis dedos en su ano.
No puedo pensar bien cuando siento su boca en mis testículos. Sus ojos marrones me observan y suben hasta mí.
- ¿Por qué tan distraído? ¿Hice algo mal?
Lo rodeo con mis brazos y lo acorralo en la cama. Por unos momentos me quedo mirando, solo mirando, pero ese momento es amputado por el timbre de su maldito celular.
- No atiendas. - Lo tomé. - Cuelgalo... Nos interrumpió. - Su voz parecía ahogada.
- No. - Una sensación desconocida y gratificante subió por mi columna vertebral. - Quiero que me escuche.
Tomé los labios de Sehun y atendí la llamada. Este no soy yo, pero me gusta. Él estaba en silencio del otro lado de la línea. ¿Quería oír? ¿Qué demonios quería?
Penetré en el cuerpo Sehun y cubrí su gritó con mi lengua.
- No me gusta que me cuelguen, imbécil. - La respiración del otro lado aumentó. - Espero que te quedé claro.
Mis ojos fueron hacia Sehun y golpeé una de sus nalgas. Apagué el celular.
- No quiero que estés cerca de él.
- Es mi profesor.
- Entonces, no dejes que toque tu celular... No dejes que toque nada. Tú eres mío.
- Eso no está dicho.
- No voy a rendirme.
- Eso espero, porque no voy a retroceder.
- Me gustan los desafíos; siempre los gano.
- No soy un desafío. Soy fantasía.
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