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Tenía que ser una maldita broma. ¿Cómo demonios sucedió esto? ¿En qué momento bajé la guardia? ¿Cómo pude permitir que algo así invadiera mi territorio y destruyera mi control?
Estaba allí, sentado sobre una silla con un libro en una mano y con un lápiz en la otra. Tenía que sacarlo, pero me quedé como un tonto observando como tenía toda la atención de mi hermana y de sus amigos.
- Channie, hermano, llegaste. - Leyna se levantó y me arrastró del brazo hasta el comedor.
- ¿Qué?
- Voy a presentarte a mí tutor, pero... no seas grosero con él.
- ¿En qué demonios estabas...
- Es el mejor en botánica y no voy a desaprobar por tu culpa. - Frunció el ceño.
- No prometo nada...
- Entonces vas a esperar en tu habitación y los despediré.
- Claro que no. No soy un niño; además, tengo que hablar con él. -Relajé mi expresión.
- No.
- Leyna...
- No, yo estaré presente.
- Voy a ser educado. - Mentira.
- Sí, claro... bien, - su sonrisa, no me gustó - dejaré que hables con él, pero no me haré cargo de lo que pueda pasar. No estés molestando que aún falta una hora.
- ¿Piensas dejar que se quede una hora más?
- Fue un pedido de los profesores.
Me quedé esperando en el comedor durante una hora, como si estuviera castigado. Pero estaba perfeccionando lo que le diría para que no volviera, jamás.
- ¡Ah!
- Ya te dije que no grites -dijo Kai conteniendo la risa- ¿Cómo el gran Park Chanyeol terminó en una cama con hielo?
- Cállate, lo sabes perfectamente... - mi cuerpo se retorció.
- Buen, tu hermana me dijo que fuiste un grosero y que te lo ganaste.
- ...
- Solo a ti se te ocurre juntar zorra y prostituta en una misma oración para decirselas a una persona que no conoces.
- Pero lo logré, no volvera... ¡Ah!
- ¿Te pateo duro? Olvídalo, no quiero saber.
- Me pateo cuando estaba desprevenido.
- Tú hermana me dijo que te golpeó de frente y te dijo...
- No quiero oírlo, fue una herida de guerra y yo gané. - Kai giró los ojos.
- Si tu lo dices.
- Fue por una buena causa. Debiste verlo estaba vestido como...
- Oh, Park Chanyeol ¿te tomaste el tiempo de observarlo?
- No digas tonterías.
- Bien, ¿Cómo estaba vestido? - dijo distraidamente.
- Todo apretado y... con cuero.
- ¿Lo viste en cueros?
- Kai...
- Bueno, bueno. Tu hermana fue a disculparse con él.
- ¡¿Qué?!
- Sí, todos fueron. Necesitan la ayuda para aprobar y fuiste muy cruel.
- Él me golpeó.
- ¿Te lo ganaste?
- ¿Eres mi amigo? - Kai se rió y comenzó a hacerme bromas estúpidas.
Leyna salió temprano en la mañana. Está molesta conmigo. Soy su hermano y él es un extraño. ¿Cómo puede creer más en ese? Yo soy más importante. Si no me hubiera confiado en esa cara de tristeza que puso... ¡No hubiera recibido ese golpe!
- Sus piernas te describen su personalidad...
- ¿Estas hablando solo?
- No estoy de humor, Kris.
- ¿Y cuándo lo estarás? Te recuerdo que hoy tenemos una reunión.
- En un momento, aunque tengo unas enormes ganas de desquitar mi odio.
- ¿Aún te duele? - escupí mi café; Kai, maldito...
- ¿De qué hablas?
- Kai me dijo que tuviste un accidentes. - dijo sin interés - ¿Fue muy grave?
- No tanto.
- Bueno, te veo en la reunión. - cerré la puerta de la oficina, me dirigí a mí computadora y abrí la página. No había nadie en casa. ¿Leyna seguía en clases? Dejé el aparato y comencé a pensar en como disculparme con ella... tal vez, la iría a buscar a la universidad y le llevaría a su restaurante favorito, sí, eso haría.
La reunión terminó con éxito, además, tenía tiempo de sobra para buscar a mí hermana. Media hora antes, estaba estacionado fuera del campus. ¿Dónde debía esperarla? ¿Quién construyó esa cosa? ¿Un demente? Era un laberinto. Bajé del auto y recorrí los caminos, cuidando no perder mi punto de inicio.
En uno de los espacios verdes, un grupo de adolescentes, según su apariencia, deportistas, esperaban en una de las puertas principales. Enfoque un poco mi vista para ver qué ocurría...
- ¿Qué haces aquí hermano? - me dio un susto de muerte.
- ¿Cuándo?
- Primero mi pregunta.
- Estaba esperándote para llevarte a almorzar.
- ¿Por qué? - mocosa.
- Como disculpa por lo que hice ayer.
- A mi no debes pedirme disculpas.
- Bueno, ¿podemos ir a comer?
- No puedo. Le dije al tutor que nos reuniriamos hoy en la biblioteca. - creo que mi ojo izquierdo comenzó a titilar.
- ¿Cómo?
- De hecho estaba yendo a ese lugar.
- ¿Es muy importante?
- Mi carrera en esta universidad depende de eso. - me dijo mientras miraba hacia la masa de hormonas que estaba en la puerta. - Supongo que tratarán de invitarlo a la fiesta.
- ¿Fiesta? - no me gusta esa palabra.
- Sí, ellos son de otra universidad, hacen una fiesta todos los años, como una feria más que nada y, al parecer, el capitán del equipo vine a probar suerte.
- ¿Dónde es la biblioteca?
- Está cerca de la salida; tengo que esperar al tutor que saldrá de sus clases, justo ahora, por esa puerta...
Fijé mi mirada en ese lugar y pude ver como entre la masa de jugadores se abría pasó el tutor de Leyna. Cargaba a sus espaldas una mochila negra y en su mano un maletín color plata. Su cabello negro estaba igual de largo que la última vez que lo vi. Se diferencia perfectamente entre los sujetos musculosos porque su cuerpo es proporcionado, delgado, elegante y sofisticado. Estaba vestido completamente de negro, pero la tela de su camisa tenía unos gravados en plata, delicados, que adornaban las mangas y el cuello. Le sonrió amablemente a los gigantes y tomó la tarjeta.
Los imbéciles estaban idiotizados.
En un momento sus ojos pasearon por el campus y dieron con mi hermana; se acercó a ella y la saludo.
Yo fui ignorado.
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