- No me agrada cuando estás tan pensativo. - Lo miré por unos momentos. - ¿Qué está pasando en tu cabeza?

- Solo estaba... confundido.

- ¿Eso tiene que ver conmigo? - Su expresión se ablandó un poco. - Estas luchando en tu contra... -  Se levantó de la cama y se vistió.

- En verdad, lo estoy intentando. - Dije mientras sostenía su brazo.

- Es que... no lo entiendes. - Tomó mi rostro y sonrió; me gusta que lo haga. - No se trata  de ceder, no tienes que luchar contra nada.

- Es difícil, lo sabes.

- No tendría que ser así.

- Es...

- ¿Es por como me veo? ¿Por mi actitud? ¿Cómo me comporto?

- No, no me importa eso.

- Lo hace. Te importa lo que los demás piensen de mí y de ti. ¿Sigues considerando que lo que sucede cuando estás conmigo está mal?

- ...

- Si fuera diferente no seria tan "difícil", ¿eso es lo que piensas? - Entonces su rostro cambió. - No voy a cambiar y no voy a perdiste que me aceptes.

- Yo no siento culpa por esto, no estoy avergonzado.

- No lo estás, entonces, ¿por qué no me has dejado ir a tu lugar de trabajo?

- Eso no es necesario.

- Bien, entonces no quiero que me busques en el campus...

- Estas diciendo eso solo porque no te doy lo que quieres.

- No, te estoy demostrando que tu no darías lo mismo por mí. - Tomó su mochila y sacó la tarjeta magnética. - Te avergüenzas de mí y no te culpo, no todos pueden aceptarlo. Es demasiado incluso para ti.

- Estas confundiendome. Yo no estaría aquí si esto no tuviera importancia para mí.

- No podemos hablar sin pelear.

- Todo estaba bien.

- Sí, todo está bien cuando estoy desnudo y en tu cama, después de eso no pues siquiera mirarme y pareciera que el único que tiene problemas aquí soy yo.  No quiero seguir con esto, todo lo que recibo de ti son mensajes con horarios y números de habitación... Te amo... y si no puedes aceptarme como soy, no  vuelvas a buscarme.