11
- ¡Ah!
Es la tercera vez que castigo a Sehun. Ver su cuerpo marcado me está volviendo loco.
He bañado su pecho y rostro, he comido su piel y sus labios y no me ha llegado el cansancio.
¿Qué tiene? ¿Por qué no puedo detenerme?
Me suplicaba que parara pero, cuando me acercaba, mordía mi boca y sé revelaba como si nada hubiera pasado. No lo penetré, sin embargo, sus pezones están inundados con mi semen.
Creo que amanecerá, necesito estar dentro. Mi brazo se baja y sus ojos no se apartan de mí, quiere estar seguro. No cederá si yo no lo hago.
Sin más remedio, arrojó el látigo sobre la caja de terciopelo y me acierto sobre Sehun. Los aplique del arnés se retuercen cuando él abre sus brazos para mí.
- Debí contestar la llamada... solo estaba un poco ocupado. - Sus dedos recorren mi cabello y la humedad entre nosotros es cada vez más pegajosa. - Quiero sentirte dentro, Channie. - Comprimo mi cintura, clavo mis rodillas al colchón y me hundo en su cuerpo. - Sí... se siente tan bien...
Los movimientos son lentos y demasiado calientes. Nos besamos y puedo sentir como su lengua juega con la mía. Los restos de mis eyaculaciones anteriores están invadiendo los fluidos de Sehun.
Esta suciedad le encanta.
- ¿Te gusta? ¿Te gusta, Chanyeol? ¿Cómo te trata mi interior?
Aprieto una de sus nalgas y muerdo el cuero del arnés, las penetraciones van en aumento y su pene se libera con fuerza entre nuestros cuerpos, por el arrastre caemos de la cama y me vengo en su interior. El sabor del cuero se filtra en mi lengua y dejo que Sehun lo pruebe.
- Quédate así. - Sehun sonríe y me besa en la mejilla.
- No te hará bien tomar frío en el suelo.
- Solo quieres llevarme la contraria.
- Solo subeme a la cama, grandote. - Suspiro y en dos maniobras lo tengo sobre mi pecho y en el colchón.
Él se levanta en sus codos y dice...
- Quítame el arnés. - Desde mi perspectiva puedo ver su pecho recortado por las tiras, su cintura y lo sexy que es su trasero.
- Te queda bien.
- No, será incómodo dormir con esto. - Lo señala y se da la vuelta. - Quitamelo.
Busco debajo de la almohada y encuentro la diminuta llave que abre el seguro del arnés; definitivamente es la mejor compra que he hecho.
- ¿Nunca habrá un por favor?
- ¿Qué sucede? - Sus mirada se fija en la llave. - Te daré una recompensa si me liberas. - Sus manos frotan mi pene y su lengua moja sus labios.
Lo reitero es la mejor compra de mi vida.
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