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cincuenta y tres

El día había sido especialmente largo para Levi. Y puede que demasiado intenso. Había estado de cuerpo presente en las charlas y disertaciones de las jornadas interuniversitarias, pero su mente se había quedado anclada en los momentos de los que pudo disfrutar del contacto cálido de Valerie. Era como si su cerebro no parara de recordarle pequeños fragmentos de la escena -el pintalabios difuminado, su pecho con lunares, sus besos rápidos...- en los momentos más inoportunos. Era como si, de manera inconsciente, tuviera miedo de olvidarlo. O de no repetirlo.

Con las llaves del despacho guardadas en su mochila negra y sin la bata blanca que siempre llevaba por los pasillos de Harvard,  se dirigió, por fin, hacia el aparcamiento destinado a personal docente. Con aire desinteresado y mirando los mensajes que se habían acumulado en su teléfono, caminó por los exteriores de la Facultad, cruzándose con algunos alumnos que hicieron ademán de saludarle. Oyó algunas voces cerca, pero las ignoró. Al notar que insistían, levantó la vista de la pantalla de su teléfono y se topó con la cámara trasera de otro. 

Levi enarcó las cejas al ver a dos jóvenes vestidos prácticamente iguales. Uno de ellos llevaba una gorra y un micro, y el otro, el cámara, grababa con su teléfono a un escaso metro del médico, que sospechaba que aquellos dos chicos no eran de Harvard.

—¡Hola! Estamos grabando un TikTok. ¿Te gusta el baloncesto? — le preguntó, apuntándole con su micro. 

—Sí. —contestó Levi, entre extrañado y algo suspicaz.

—Si respondes bien tres preguntas, ¡te llevas dos entradas para ver a los Celtics! ¿Participas?

El rubio miró a su alrededor y se cruzó de brazos con aire desafiante. Si era una broma, se encargaría de que aquellos dos no volvieran a pisar el campo. Si no lo era, haría lo posible por ganar esas entradas. Supuso que las preguntas serían difíciles, rebuscadas, pero se habían topado con una auténtica enciclopedia andante; Levi sabía desde física de fluidos hasta quiénes eran las cien integrantes de un famosísimo grupo musical japonés.

—Vale. 

—¿Cuál es la capital de Francia?

—París. 

Su respuesta desató una reacción algo desmesurada en los chicos, como si fuera la respuesta a una pregunta de lo más complicado. Después de un par de gritos ahogados y varios ''¡increíble!'', el joven del micro continuó: —Vale, vamos con una más difícil: ¿puedes decirnos un país de Sudamérica?

—Chile.

Y de nuevo, los chicos parecieron más asombrados que nunca, como si tuvieran delante a un mismísimo dios. —¡Impresionante! ¡Parece que tenemos un ganador! 

—¿Cuál es la tercera pregunta? —suspiró, algo cansado y puede que un poco abochornado por culpa de los dos chicos, cuyas reacciones parecían típicas de un canal de televisión infantil.

—¿Puedes decirnos un país que haga frontera con Suecia?

—Noruega. 

Levi se cuestionó la veracidad de todo aquello en cuanto el joven del micro le tendió dos entradas para el partido del sábado. ¿Realmente era tan fácil ganar dos entradas para uno de los acontecimientos del año? ¿Qué narices les pasaba a los jóvenes? ¿Por qué le habían hecho preguntas de nivel de un niño de doce años? Receloso, igualmente las tomó y las guardó en su mochila. 

*****

Valerie se arrepentía de no tener una memoria capaz de almacenar los miles de millones de palabras que había dicho a lo largo de su vida. O, al menos, las palabras que había dicho durante la semana. 

Muchas veces, se topaba con personas que se habían cansado de esperar una promesa. Valerie pronto se daba cuenta de que la culpa había sido suya, de que la gente tenía todo el derecho de enfadarse con ella porque no había cumplido algo que había prometido. Siempre decía las cosas a la ligera, siempre las olvidaba y siempre le pasaba factura. 

Durante toda una tarde, estuvo preguntándose qué narices le había dicho a Levi para que él le enviara las fotos de dos entradas para un partido de los Celtics sin ninguna clase de contexto. Tras darle muchas vueltas, se le encendió la bombilla y recordó sus propias palabras: ''si el sábado se te ocurre algo original...'' Teniendo en cuenta que el Doctor Braun se lo tomaba todo al pie de la letra, como si se tratara de un prospecto, Valerie tendría que haber medido mejor sus palabras, tendría que haber pensado otra forma de salir de aquella. Lo único que pudo hacer mientras buscaba algo que ponerse que no desentonara con el ambiente del partido fue pensar en cómo Levi parecía ir en serio. 

*****

—¿Dónde vas con esos tacones? 

Fue la primera pregunta que Levi hizo a Valerie cuando ella cerró la puerta del Maserati y ocupó el asiento del copiloto. Ella soltó una risa suave y se miró a los pies, calzados con unos botines negros con tacón de aguja. —A un partido de básquet. —contestó, encogiéndose de hombros y haciendo que Levi agitara la cabeza. —Primero se dice, 'hola, ¿qué tal?'. Formas básicas de cortesía, ¿sabes?

Inspirando profundamente, Levi cambió la marcha y aceleró, haciendo que el motor de su oscuro pero brillante coche rugiera. Tuvo que hacer un esfuerzo enorme por mantener la vista en el tráfico denso de Boston. Era como si Valerie, ataviada con una simple camiseta blanca y unos vaqueros, fuera un imán para su mirada. El trayecto se le hizo bastante largo a pesar de estar oyendo la voz melódica de Valerie. Quizá fue así porque estaba muy concentrado en no volver su cabeza hacia ella, o quizá porque estaba deseando alejarse del centro de la ciudad. 

Fuera como fuese, llegaron a su destino tras un par de atascos. Valerie se sorprendió al ver la cantidad de gente que llegaba al estadio con merchandising de los Celtics. Observó a Levi, vestido también con unos vaqueros, una sudadera gris y unas zapatillas que costaban casi un cuarto de su sueldo, y se dio cuenta de que parecían unos auténticos forasteros. Eran los únicos que no llevaban nada verde ni una camiseta de su jugador favorito. 

Valerie se pegó a Levi en cuanto comenzó a formarse una estrecha fila para entrar a la casa de los Celtics. Se quedó a su lado, brazo con brazo, tan cerca que pudo distinguir el aroma amaderado de su perfume entre todos los olores que se entremezclaban en el multitudinario ambiente. Él se encargó de mostrar las entradas a un joven del personal de seguridad, que le cacheó. Sin decir nada, Levi tomó la mano de Valerie y tiró suavemente de ella, dejando claro que era su acompañante. Valerie dejó que los escáneres registraran su bolso marrón y, tras recuperarlo, caminó por el ancho pasillo de la mano de Levi, que le hizo sentirse algo más tranquila entre tanta gente.

—¿Cómo has conseguido las entradas? ¿Las has comprado en reventa? —le preguntó, acercándose a su oído para no tener que levantar la voz demasiado. —¿Te has gastado medio millón de dólares en dos entradas para un partido de la NBA...?

—Salía de la Facultad y dos chavales me hicieron unas preguntas. Contesté bien y me las regalaron. —explicó. 

Valerie, incrédula, solo pudo reír. —¿En serio? O sea, que te han grabado para uno de esos retos de TikTok. Pensé que todos eran mentira. 

—Ni lo sé ni me importa. He conseguido dos entradas gratis para los Celtics, da igual cómo. —se encogió de hombros y revisó el número de los asientos impreso en el papel algo arrugado de las entradas. —Estamos en primera fila. 

—¿¡Qué!? —exclamó Valerie.

Levi soltó una carcajada suave. —Era broma.

Sus asientos estaban en la segunda grada y, aunque no estaban al pie de la cancha, tenían una vista panorámica del partido. El cardiólogo tuvo que ayudar a Valerie a bajar un escalón algo más alto que el resto, y no fue hasta que se sentaron cuando Valerie pensó en la cantidad de gestos corteses -y puede que algo románticos- que Levi había tenido con ella en las últimas semanas. Se cruzó de piernas y llamó la atención de uno de los vendedores de cerveza para no pensar demasiado en ello. El hecho de que estuviera viendo cierto tinte romántico en las acciones de Levi le preocupaba; ese no era su plan principal. No era ella quien tenía que caer.

Con una enorme sonrisa y con el partido comenzando en el centro de la cancha, Valerie tomó los dos enormes vasos de cerveza. Levi se encargó de pagar con la excusa de que ella le había invitado hace semanas, y Valerie, de nuevo, se arrepintió de no tener más en cuenta las palabras que soltaba. 

—Dijiste que te invitara a un par de cervezas, ¿no? Pues esta es la primera.

Valerie solo pudo tenderle su vaso y dedicarle una sonrisa que se desfiguró con rapidez: por alguna razón, se sintió mal. A lo mejor no era demasiado tarde para sincerarse y, con suerte, Levi continuaría con el objetivo de reemplazar a Rashad sin tener una relación amorosa como aliciente. 

Y, si por sinceridad fuera, Levi tendría que admitir que no sabía nada de baloncesto más allá que las reglas básicas. No sabía los nombres de la plantilla de los Celtics -salvo el de algunas estrellas- y mucho menos de la plantilla visitante. Simplemente estaba allí, empapándose del ambiente, bebiendo una cerveza de precio cuestionable, dejando que Valerie comentara las jugadas y que llamara su atención golpeándole suavemente en el antebrazo o la pierna. 

Ella también se olvidó de sus preocupaciones. Aunque no lo iba a admitir en voz alta, estaba disfrutando de aquel inesperado plan de sábado. Valerie, por un instante, creyó que podría acostumbrarse a aquello, a su ya no tan aburrida vida en Boston.

Con el descanso entre el segundo y tercer cuarto y tras la actuación musical de lo que parecía la banda de algún instituto, llegó la clásica y viral Kiss Cam. 

Valerie comenzó a ver al resto de parejas en las grandes pantallas del estadio con total calma. Incluso llegó a soltar alguna carcajada. Levi, sin embargo, supo que la cámara los enfocaría a ellos con total seguridad. Su hipótesis no estaba basada en ningún hecho científico pero, teniendo en cuenta lo surrealista que estaba siendo su semana, no le extrañaría nada que sucediera.

Y de repente, como si se tratara de una profecía autocumplida, ahí estaban: reflejados en las pantallas de la cancha, con cientos de miles de miradas en ellos, con gritos que les alentaban a besarse para cumplir con el cometido de la Kiss Cam. Levi se hundió en el asiento y escondió la barbilla en el cuello de su sudadera mientras negaba sutilmente con la cabeza. El hombre que se sentaba a su lado le dio un codazo, como diciendo ''¡venga!'' y Valerie, que tardó en darse cuenta de que su melena negra estaba en pantalla, tuvo que hacer un gesto con el índice para indicar que no podían -ni querían- darse un beso ante miles de personas. 

La cámara dejó de enfocarlos y, a pesar de que algunos sectores del público los abucheaban con algo de decepción, los dos dejaron de sentirse tan abochornados. El tiempo corría y el descanso iba a llegar a su fin pronto...

Pero la cámara los enfocó una vez más. Los vítores de las personas de alrededor y la creciente presión social hicieron que Valerie se girara hacia Levi. Él parecía reticente y continuaba escondiendo su sonrojo lo mejor que podía. 

—¡Que se besen, que se besen! —incluso la voz del speaker les animó a hacerlo.

Valerie inspiró con nerviosismo cuando Levi se irguió en su asiento. Se tapó la boca para que el público no pudiera leerle los labios. —Juro que voy a cometer un crimen si-

Los aplausos y gritos de emoción llenaron el estadio cuando Valerie, sin previo aviso, tomó el rostro de Levi para plantarle un efímero beso en los labios. Cualquiera diría que el beso de dos desconocidos se iba a celebrar más que un triple de los Celtics. El público incluso se levantó. La ovación fue tan ensordecedora que Valerie tuvo que taparse los oídos, y el sonrojo y sonrisa de Levi tan evidentes que tuvo que volver a esconder medio rostro debajo de su sudadera. 

******

Los rayos de luz incidían de lleno en su cara y sus gatos ya se habían dado por vencidos, pero fue el zumbido incesable del móvil en silencio de Levi lo que terminó por despertarle. Tomando una gran bocanada de aire por la boca y soltándola en un largo suspiro, abrió los ojos y estiró el brazo para alcanzar el teléfono. Tenía cientos de notificaciones, pero primero miró el mensaje que Valerie le había dejado.

Valerie Berkowitz 

Creo que mi pintalabios se ha caído en tu coche porque no lo encuentro por ningún lado

Y gracias por lo de anoche :)

07:45

Estuvo a punto de contestar a su compañera, de preguntarle con algo de picardía a qué se refería con ''lo de anoche'', pero una llamada entrante le hizo dejar el mensaje para más tarde. Descolgó y al instante escuchó una frase ininteligible.

—Habla despacio, María. —le pidió a su amiga, suspirando. Se frotó la cara. —¿Qué quieres?

—¡La cama!—entendió — Que se ha hecho viralísimo, —y de nuevo palabras y balbuceos sin sentido— ¿¡Es oficial!? 

—¿El qué, María?

—¡No me jodas, idiota! —exclamó, puede que enfadada. —¡Lo tuyo con Valerie! 

—¿Eh? 

—¿Estás saliendo con Valerie?

—No. —respondió con rapidez. El cansancio abandonó su cuerpo de golpe. Se reincorporó en la cama como si tuviera un muelle debajo del colchón. —A ver, a ver, con calma. Despacio. ¿Puedes contármelo desde el principio?

—¡Lo de la Kiss Cam, gilipollas! ¡Si hasta ha estado aplaudiendo el mismísimo Stephen Curry! Se ha hecho viral y ha salido hasta en las noticias. De hecho, yo lo estoy viendo ahora mismito en la cafetería del hospital...

—¿Qué? ¿Por qué se ha hecho viral nuestro vídeo?

—¡Y yo qué sé, Levi! ¡No sé cómo funcionan los algoritmos! —contestó María, que no dejaba de gritar. 

—No- no entiendo nada.

—¡Pues yo menos! Aunque es mejor que se haga viral algo como esto que algo más íntimo-

—¡María! —le reprendió Levi. 

—¡Perdón, pero es la verdad! —se defendió. —Tu teléfono debe estar ardiendo. Creo que vas a tener que contratar a un buen representante o a un equipo de relaciones públicas...

—Lo que rápido sube, rápido baja. —soltó el rubio. —Lo que es viral cae en el olvido a los dos días. Además, este tipo de cosas les importa una mierda a los viejos de la Facultad, y te aseguro que los alumnos tienen cosas mejores de las que preocuparse.

—Ya, Levi, pero es que no os han visto cuatro profesores de la Facultad de Medicina... os ha visto una nación entera.

—Joder. —fue lo único que pudo musitar Levi. 

—Bueno, piensa en positivo. —tras unos segundos de silencio, María soltó una risilla algo nerviosa. —No... no hay nada positivo en esto, ja, ja. 

**********

Sí, votasteis por esto en un live que hice en instagram. JAJAJAJ

en otras noticias, muchas muchas gracias again por vuestros comentarios


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