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cincuenta y nueve

El desesperado último movimiento de Rashad no fue lo que Valerie esperaba: si los gritos y el revuelo que creó el neurólogo hubieran sido más sonados, podría haberlo utilizado en su contra, acelerando la expulsión del médico. Sin embargo, tan solo los guardias de seguridad y un par de compañeros de claustro se enteraron de la situación, y la queja que Valerie interpuso tampoco resultó de provecho. La psicóloga comenzaba a sospechar que alguien, prefería no saber quién, estaba moviendo los hilos para que el escándalo no saliera fuera de los muros de Harvard. Estaba claro que era una carrera a contrarreloj contra el rancio abolengo.

*****

Obligado casi por ley, Levi descansaba en el enorme sofá de su casa, con Snow sobre el abdomen y una pizza cocinándose en el horno. Acariciaba el largo y suave pelaje del gato con una mano, y con la contraria sujetaba el mando de la televisión. Cambiaba de canales casi sin prestar atención. Nada le resultaba interesante, al menos hasta que un titular de las noticias de la CNN le llamó la atención. 

Plagio en la Escuela de Medicina más prestigiosa del país

Frunció el ceño y subió el volumen. Una mujer de melena rubia y ojos azules hablaba a la cámara. —Lo que empezó como un rumor se ha convertido en una realidad. El estudio, que ha tomado datos sin el permiso de otros autores, en su mayoría estudiantes de posgrado, tampoco pasó la evaluación del Comité de Ética de la Facultad. —explicó—Los internautas y varios reconocidos profesionales de la Medicina están tachando esta situación de inaceptable. 

Levi se reincorporó con rapidez, asustando al pobre Snow -al que luego pidió perdón-. Sin procesar del todo la información que acababa de escuchar, alcanzó su teléfono móvil y abrió el navegador. 

El New York Times también se había hecho eco de la noticia, las redes sociales no parecían estar muy contentas y ya se hablaba de varias teorías que podían explicar la negligencia del Comité de Ética. Levi se dio cuenta de que el asunto iba más allá de un mero compañero envidioso con ganas de pisotearle; era algo grande, quizá demasiado. 

Marcó el número de teléfono de Berkowitz después de que sus neuronas unieran todos los cabos. Ella tenía una conexión clara en la CNN, que había sido el primer medio en publicar la exclusiva. Levi esperó con impaciencia a que Valerie contestara la llamada.

—¿Si? —escuchó la voz suave de Valerie. Por alguna razón, su tono inocente y melodioso le parecía sospechoso. 

—¿Tienes algo que ver con lo de la CNN? —le preguntó, sin preámbulos. 

—Hay muchas cosas en la CNN, Levi. ¿Qué ha pasado?

Plagio en la Escuela de Medicina más prestigiosa del país. —leyó, sin despegar la vista de la pantalla de televisión. —Es sobre el estudio de Rashad. 

Valerie soltó una carcajada suave. —No, yo no he tenido nada que ver, pero creo que deberíamos celebrarlo. 

Levi hizo una mueca. —Sí, ya. 

—¿No sueno convincente? Estoy demasiado ocupada como para ponerme a filtrar noticias. Además, ¡no tengo la influencia suficiente como para que publiquen una noticia en pleno prime time! 

—También está en el New York Times. 

Escuchó cómo Valerie tecleaba algo con rapidez, seguramente la dirección web del periódico. —Oh. —musitó. Tras unos segundos de silencio en los que aprovechó para leer la noticia, Valerie volvió a repetir: —Oh... Es más gordo de lo que creía. No tenía ni idea de lo del Comité de Ética. Se supone que han hecho la vista gorda con el estudio, ¿no? Joder, con la de papeleo que tuvimos que hacer para sacar adelante el proyecto... —protestó ella, refiriéndose a todos los consentimientos, documentos de confidencialidad y demás archivos que tuvieron que firmar y entregar al dicho Comité. Fue la parte más tediosa de su estudio, casi por encima de tener que trabajar juntos cuando el odio era mutuo. 

—Sí. El Comité de Ética y el Decanato deben estar detrás de todo. 

—¿Y con qué razón han hecho todo esto?

—Pues no tengo ni idea, Valerie, pero me encantaría saberlo. —dijo, irónico. —Seguramente para ganar dinero, yo qué sé. Es lo único que les importa. 

—Así que Rashad solo era su peón... —concluyó Valerie, que soltó una risa amarga. —Pensaba que estas cosas solo pasaban en series de clase B y en algunos libros. 

—Entonces, ¿tú no has filtrado nada?

—No. —fue rápida en responder. —Te lo prometo. 

Levi creyó sus palabras. Sin decir mucho más, se despidió de ella con un simple 'te veo mañana' y colgó.

*****

Pancartas, protestas, cámaras de televisión en el césped del campus... Nadie había visto nada igual en décadas, probablemente en siglos, en la universidad más prestigiosa del país. Levi asió las correas de su mochila y continuó hacia la puerta lateral de la Facultad de Medicina, donde el paso, probablemente, no iba a estar cortado por manifestantes. 

Algunas clases se habían suspendido por falta de alumnos, y otras por falta de profesores. Unos cuantos miembros del cuerpo docente, aunque continuaban siendo una minúscula minoría, estaban tan frustrados con la situación que habían decidido unirse a las protestas estudiantiles. Levi, que podría haberse quedado en casa, caminaba por los pasillos desiertos del edificio principal del campus, lamentándose por haber obedecido al email que le convocaba a una junta de personal docente. 

Llegó a una gran sala de reuniones. Dos hombres que tenían aspecto de guardaespaldas le pidieron su identificación. Suspicaz, pero igualmente mostrándoles la tarjeta que llevaba colgada del cuello, Levi frunció los labios. Uno de los hombres le abrió la puerta.

Para su sorpresa, aquello no era una junta de personal. Era una reunión anticrisis bajo el más confidencial de los secretos. El ambiente era más similar al del despacho oval en mitad de una guerra que al de una simple asamblea. Levi, mientras se sentaba en la esquina de una larga mesa, recordó que, al tener una plaza fija, podía tomar parte en algunos de los asuntos más importantes de la Facultad.

El Decano, que presidía la mesa, tenía el mismo aspecto que un presidente derrotado en las elecciones. Tras una breve presentación y sin mucho ánimo, comenzó a explicar la situación a la que se enfrentaban. El resumen que Levi procesó en la cabeza constó de solo una frase: vamos, que la han cagado. 

Aparentemente, en el tema del plagio solo estaba involucrado Rashad que, desesperado por obtener reconocimiento, había aceptado la misma premisa que Levi y Valerie: llevar a cabo un proyecto innovador que tuviera posibilidades de ganar premios. El problema era que los más jóvenes del cuerpo docente habían tenido una idea propia; Rashad, no, y por eso había optado por robar una. Como era un buen amigo de los componentes del Comité Ético, hicieron la vista gorda con él... y se enteraron del plagio de la misma forma que lo hizo Levi, leyendo una carta anónima. 

Lo lógico, pensaría cualquiera, era que detuvieran el estudio y que echaran a Rashad. Sin embargo, la mayor parte de los presentes no creía que aquello fuera la solución.

—Ha mancillado nuestra Escuela. —dijo un hombre.

—¡Lo que realmente nos está hundiendo son las protestas! ¡Hay que pararlas como sea! —exclamó otro.

—Sí, primero hay que calmar las aguas. —sugirió un tercero. 

Estaba claro que había dos bandos. Levi no quería relacionarlo todo con una guerra, pero realmente parecía una. Estaban los intransigentes, aquellos que preferían mantener la institución como tal, y los que querían tomar un nuevo rumbo. Tras lo que Levi calificó como una discusión, el señor Harris, alterado, alzó la voz y puso orden. 

—¡Basta! —exclamó, haciendo un amplio aspaviento. —El Congreso de innovación médica está a la vuelta de la esquina, así que debemos mantener nuestra imagen. Las protestas no durarán más de dos o tres días, —dijo, sin sonar muy convencido— y se calmarán en cuanto sepan que Rashad no participa en el Congreso. Mientras el OADA investiga el caso, lo mejor será que apartemos a Rashad. 

—¿Qué hay de la presunción de inocencia? —inquirió el hombre que estaba justo al lado de Levi, que estuvo a punto de soltar una carcajada. 

—La presunción de inocencia no importa a los manifestantes. Además, debemos cubrirnos las espaldas. —admitió el decano. —Braun será el único que presentará su proyecto.

—También es de Berkowitz. —corrigió el rubio. 

—Bueno, eso. Su proyecto no está acusado de plagio, y servirá para demostrar que somos una Facultad responsable, que toma acciones consecuentes. 

Levi sofocó una risotada. —Esto es solo esconder la mierda bajo la alfombra. 

Se ganó unas cuantas miradas inquisitivas, entre ellas la del decano, pero un hombre parecía opinar igual que Levi. —Sí, estoy con Braun. Deberíamos suspender a Rashad, no apartarlo. La gente no estará contenta si se enteran de que aún está en la plantilla. ¡Ha hecho algo muy grave! Es más, no solo debería investigar el OADA. Es un delito penado por la ley, por lo que tendría que investigarlo la policía.

Y de nuevo, viejas voces masculinas discutiendo. Levi inspiró profundamente por la nariz y se hundió en su asiento, cansado de escuchar a aquellos hombres. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y, por debajo de la mesa, como si fuera un alumno escondiéndose de su profesor y no lo contrario, mandó rápidamente un mensaje a Valerie.

Luego tengo que contarte algo.

09:16

*****

La expectación no pudo con Valerie, que huyó de su despacho y caminó hasta el aparcamiento de personal, donde buscó el flamante y oscuro coche de Levi. Se acercó al automóvil y golpeó con sus nudillos la ventana del lado del conductor. Soltó una risilla suave al ver que Levi se sobresaltaba -a su manera: simplemente giró la cabeza con brusquedad-. Sin mediar palabra, Valerie rodeó el coche y entró. Se dejó caer en el asiento del copiloto.

—¿Qué querías decirme?

Levi, que no esperaba a Valerie allí, en su coche, sonriente y con los labios pintados de rojo, tardó unos segundos en procesar la información. 

—Ah. —dijo por fin, pestañeando un par de veces. —El Decanato solo pidió a Rashad que hiciera un proyecto para ver si ganaba premios, nada más. El Comité Ético no revisó la documentación que Rashad envió y por eso no se dieron cuenta de que estaba plagiando a sus alumnos. Han decidido apartar a Rashad de los congresos y han paralizado su proyecto, pero nada más.

Valerie enarcó las cejas, algo incrédula. —¿Cómo lo sabes?

—Porque Harris convocó una reunión para explicarlo. 

No había ni un solo signo de mentira, así que Valerie asintió, despacio, satisfecha y orgullosa a partes iguales. Ya ni siquiera necesitaba sonsacarle información a Levi con métodos cuestionables; él ya se la contaba sin tener que recibir nada a cambio. 

—Puede que se estén intentando librar de las sanciones. —sugirió ella. 

Levi se encogió de hombros. —Sea cual sea su excusa, van a salir impunes. Tienen un culpable claro y, si no lo tuvieran, buscarían uno. 

—Ya. —murmuró Valerie, que se mordió el interior de los carrillos. 

Los ojos ocre de Levi escudriñaron a Valerie. Por primera vez en mucho tiempo, no se fijó en aquello que le atraía. Se fijó en su expresión pensativa, en su ceño fruncido, y se dio cuenta de que la psicóloga estaba maquinando algo. Su cerebro estaba funcionando al doscientos por cien porque, seguramente, buscaba una solución rápida para aquel problema. Sin tapujos, Levi volvió a preguntar:

—¿En serio no tienes nada que ver con la filtración de la noticia?

Ella negó con la cabeza. —No. 

—Entonces, ¿qué narices estás pensando?

Valerie volvió a sonreír, aquella vez con cierta ternura. Se giró hacia el médico, cruzó una larga mirada con él, sorprendiéndose con su repentina candidez, y soltó: —En cómo echar a ese idiota de la Facultad.

Él suspiró. —No puedes luchar contra el Decanato.

—¿Que no? Te digo yo a ti que sí. —contestó la de melena azabache. —Lo que ha hecho Rashad es un delito, así que... necesitamos una denuncia. 

—Ya hay una denuncia en el- Oh. ¿Te refieres a una denuncia en la policía? 

—Sí. —asintió. —A veces me sorprende que hayas llegado tan lejos... —añadió después para el cuello de su camisa. Valerie no comprendía, en ocasiones, cómo Levi había conseguido doctorarse si la mayoría del tiempo que pasaba fuera del hospital apenas lograba atar cabos. 

—Anderson, de anatomía, lo ha sugerido. 

Valerie sonrió. —Bueno, entonces dejemos que se obre la magia. La gente está muy enfadada, así que no tardará en caer una denuncia del cielo.

Levi consiguió agarrar la muñeca de Valerie antes de que ella abriera la puerta del coche. La psicóloga se volvió hacia él, extrañada, y le preguntó con la mirada por qué la había detenido. El rubio dejó de asir su muñeca casi al instante, pero continuó con una pizca de preocupación en su típica mirada imperativa. 

—Ni se te ocurra mover ni un dedo. —le advirtió. 

—Ya sé que vas a ser tú el que me eche de aquí, Levi. —bromeó ella. —Tranquilo, no pensaba presentarme en comisaría. 

Conforme, Levi dejó que Valerie abandonara el coche. Vio cómo caminaba de vuelta a la entrada peatonal del aparcamiento. Cuando ya se había alejado un par de metros, Levi recordó un pequeño detalle y tuvo que bajar la ventanilla para llamar a la psicóloga, que tuvo que retroceder y acercarse de nuevo al Maserati.

—Por cierto, presentamos el proyecto en el Congreso de Innovación de este mes.

Valerie quiso soltar un grito de lo más gutural. —¿Qué?

—Lo que oyes. ¿No he sido suficientemente claro? —dijo, con demasiada sorna.

—¿Y avisan ahora? —chasqueó la lengua y rodó los ojos. 

—Necesitan un distractor mientras ellos solucionan lo de las protestas. 

—Ah, claro. Muy en su línea. —bufó Valerie, que no estaba por la labor de añadir una charla más a su agenda, que iba a reventar. —Vale, pásame los detalles por correo y-

—¿Haces algo luego?

El repentino cambio de tema hizo que Valerie rotara levemente el cuello. Se cruzó de brazos. —¿Por? No me digas que quieres ensayar ya la puñetera charla...

—Por cenar contigo.

Algo se volcó en el interior de Valerie al ver la sutil ilusión en el rostro de Levi. Por pena, aceptaría. Por seguir con su plan inicial de dañar a su archienemigo, también. Pero se lo pensó dos veces, se alejó un par de pasos y sonrió con algo de amargura. —Tengo muchísimo papeleo urgente acumulado, lo siento. ¿A lo mejor podemos cenar juntos otro día...?

Levi se limitó a imitar la sonrisa de Valerie, a asentir con algo de resignación y a despedirse con la mano. —Sin problema. Suerte con el papeleo, supongo.

Valerie quiso parodiar a Levi y soltar un ''no la necesito''. No lo hizo. También alzó la mano para despedirse y se marchó del aparcamiento con el rugido del motor del Maserati de fondo.

**********

abro debate: creéis que valerie realmente dice la verdad? creéis que no ha filtrado la noticia??? i mean... levi tiene algo de razón... ella tiene una conexión muy clara en la televisión, pero también ella reniega mucho de sus padres.... qué creéis? :O

y creéis que levi la está protegiendo o él también sigue con su plan de echarla?? entre broma y broma la verdad se asoma.... chanchanchaaaaan

siento que estos capítulos están siendo un TOSTÓN, pero FEAR NO MORE!! Valerie tiene a dos personas viviendo dentro de ella: la horny y la que tiene miedo al compromiso, así que como os prometí pronto llegarán las curvas!!! yujuuuu!!! 

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