—Maldición.

Nine estaba sobre el suelo. Su ropa cubierta de polvo y su cuerpo lleno de heridas.

Los restos de las máquinas que habían sido creadas con ayuda de la energía de los fragmentos se encontraban esparcidas por todos lados.

—Se acabó, Nine.— Habló Sonic con severidad, caminando hacia él. El cobalto también estaba en muy malas condiciones, pero los fragmentos se encontraban ahora en su poder, así que tenía la ventaja.

Aún así... A pesar de su expresión seria y todo por lo que Nine le había echo pasar a él y a las variantes de sus amigos... El azulado estaba dispuesto a tenderle la mano a quien alguna vez fue su compañero.

Sin embargo, antes de poder hacerlo, Nine se encontraba levantándose por cuenta propia.

Porque no importaba si estaba en desventaja, no planeaba ceder la victoria.

—Te equivocas.— Jadeó el vulpino, limpiando el rastro de sangre alrededor de la comisura de sus labios —Esto no ha acabado.— Declaró, colocando sus distintivas colas metálicas en posición ofensiva, listo para atacar.

Sin embargo, de un momento a otro, sus colas dejaron de responder, comenzando a soltar chispas hasta finalmente caer junto a sus dos colas biológicas, completamente inservibles.

—¿Q-Qué?— Nine presionó el botón de su cinturón varias veces, pero sus extremidades seguían sin responder —No, no, no... ¡Vamos! ¿Por qué no funcion—?

Nine no terminó la oración al sentir algo filoso atravesarle la piel.

El erizo observó con horror como una de las colas metálicas de Nine se había incrustado en el cuerpo del más chico.

La expresión en el rostro del vulpino era la misma que la del azulado... No podía creerlo... Aquellas extremidades artificiales que él había creado con tal de protegerse a sí mismo y a sus dos colas biológicas de la crueldad del exterior se estaban volviendo en su contra en el peor momento posible.

Pero eso no lo iba a detener, así que, a pesar del dolor insoportable que estaba experimentando, el ámbar comenzó a avanzar hasta el erizo, aún intentando que el resto de extremidades respondiera a sus órdenes.

Así fue como comenzó. Una por una, las filosas puntas de sus colas comenzaron a perforar su piel, de forma lenta y tortuosa para desgracia del menor.

Grandes cantidades de sangre comenzaron a brotar desde distintas partes de su cuerpo, sus pasos se volvieron cada vez más torpes y un gruñido salió de su boca por cada nueva estocada.

Excepto cuando la séptima cola atravesó su pecho, justo en la zona de su corazón... En esa ocasión, Nine dejó salir un grito desgarrador por el dolor, comenzando a retorcerse en su lugar.

Sonic, a pesar de los anteriores comportamientos de Nine, deseó desesperadamente poder hacer algo por él. Quería correr, quería ayudarlo, pero su cuerpo no respondía.

Todo lo que pudo hacer fue observar con lágrimas en los ojos el cuerpo de Nine, ahora sin vida, caer a su lado.

El héroe apretó los labios con fuerza, tratando de que no se filtraran sollozos, pero no pudo evitarlo por mucho tiempo.

Pronto, sus raspadas rodillas chocaron contra el frío suelo, sus enguantadas manos cubrieron su magullado rostro y de sus ojos cansados brotaron las lágrimas.

La culpa comenzó a recorrerle las espinas. Había dejado morir a Nine. ¿Por qué no intentó hacer algo al respecto?

Él nunca quiso que las cosas fueran así, pero ya no había vuelta atrás.

Nine se había ido, y todo era su culpa... Él... Fue demasiado lento.