Antes de que contarles que pasó con mi primera humana, les contaré una pequeña historia sobre un feroz león.

Mi primer nacimiento lo sentí extraño, pero al abrir mis ojos lo primero que vi fue a mi madre. Era hermosa, pelaje dorado como el oro, dientes muy afilados y unos ojos marrones espectaculares. Nunca conocí a mi papá, pero tenía una leve sospecha que el león alfa lo era. Teníamos la misma melena alborotada y los ojos castaños profundos. Pero nunca le pregunté nada.

Yo era un león diferente a los de la manada. Era el único que no podía ver el peligro de las cosas, siempre veía la bondad de los demás e incluso ponía en un pedestal a aquellos que no lo merecían. Era el raro, nadie quería juntarse conmigo ya que yo no quería cazar gacelas u otros animales más pequeños, todo lo que quería era proteger a los demás y eso para un león era honorable, claro, si lo hacías con otros leones y no con la cena de tu hermano o hermana.

Mamá me veía con vergüenza, no podía ser un león de verdad y por eso ella solo se fue, tuvo otros cachorros, unos que si le trajeron el orgullo que una leona tenía que tener

¿El que yo suponía que era mi papá? El león alfa se ocupó de mí, me entrenó y quiso que fuera un león de bien, uno que aprendiera a cazar y proteger a sus hermanos y hermanas. Tal vez no era mi padre realmente y solo veía cosas donde no las habían, pero él había sido mi papá en espíritu.

Estábamos entrenando, la clase iba de los puntos a donde un león debía morder cuando tenías una presa. Fue ahí cuando lo vi, una cosa que se sostenía en dos palos y que con unos palos más pequeños sostenían una especie de tubo. No me dio tiempo de advertirle al león alfa. La cosa sonó en un estruendo y luego el león alfa, mi padre en espíritu, cayó sobre mis patas. Antes de morir me dijo que corriera.

Lo escuché y salí de ahí, pero no me fui muy lejos, solo me escondí detrás de un árbol. Quería ver lo que harían las cosas con palos, pero muy tarde me di cuenta de que era una equivocación.

Uno de ellos tenía algo filoso y entre risas desprendió la cabeza del león alfa de su cuerpo.

—¡Este se verá hermoso en mi pared! ¿Qué les parece muchachos?

—¡Joder! ¡Es un espectáculo! Pero no te lo perdono Irvin, ese león era mío, yo lo vi primero.

¡¿Suyo?! ¡Mi padre no era suyo!

El ver como esas cosas con palos se reían y se felicitaban unos a los otros me hizo querer vomitar. Un quejido de dolor salió de lo más profundo de mí ser. Querían la cabeza de mi papá para ponerla en una pared, como si de un premio se tratara.

Ese día perdí una parte de mí, extrañaba a mi mentor. Además, no podía dejar de pensar en cómo esa cosa con palos había tomado la cabeza del león alfa.

Más tarde aprendí que la cosa con palos eran llamados humanos y había un selecto grupo que se hacían llamar cazadores.

Consideraban el cazar animales exóticos como un deporte. Era la manera de obtener reconocimiento, de ser más grande que el otro y ganar unos papeles llamados dinero que hacían que el humano se volviera más poderoso que otros. Todo eso me lo contó una araña que vivía en una pila de rocas.

La araña nunca me dio un nombre, solo decía que la llamara araña y que si la protegía de los peligros podría quedarme con ella. No quería estar solo así que acepté.

—¿Por qué el humano le hizo eso a mi papá, araña?—Le había preguntado una noche a mi nueva compañera mientras que veía las luces en el cielo.

Cuando era apenas un cachorro mi mamá me había dicho que se llamaban estrellas y que si alguna vez veía que una de ellas se movía pidiera un deseo porque este se cumpliría.

—Todos los humanos son iguales, león. Todos tienen un alma negra y oscura. Solo quieren hacer el mal y buscar lastimar a los demás. No les importamos, los únicos importantes en el planeta para ellos son solo ellos—me había respondido ella.

Pero todavía dudaba.

—No todos pueden ser iguales, incluso nosotros no somos iguales.

—Créeme pequeño león, todos los humanos son iguales. Ellos solo piensan que nosotros somos desechables, nada importa más que ellos.

Seguía sin creerlo, pero no dije nada. Fue cuando en el cielo por primera vez vi una estrella moverse, así que cerré mis ojos y pedí mi deseo.

Quiero conocer al alma más pura del planeta y no descansaré hasta lograrlo.

Tres días después, cazadores se acercaban a la pila de rocas de la araña. Habían rumores de que un majestuoso león se escondía en aquel lugar. Cuando lo encontraron no lo dejaron reaccionar, le dispararon y antes de morir león vio cómo su amiga la araña también era aplastada por uno de los palos del humano.

No cumplió con su promesa y no pudo protegerla, en realidad provocó que la mataran.

Con culpabilidad la vida poco a poco se fue de sus ojos, pero poco después sintió que algo lo envolvía, un líquido. Quería salir de ahí, escuchó algo agrietarse y luego la luz.

Tenía patas cortas, podía ver hasta lo lejos y una cola larga estaba posicionada atrás de él. Cuando subí mi mirada me encontré con un cocodrilo y sentí la conexión con ella, era mi nueva madre.

Después lo entendí, esa estrella moviéndose en el cielo cumplió su deseo. Él tenía una misión, conocería al alma más pura del planeta y no descansaría hasta encontrarla.

Este es un capítulo corto porque más que todo es un recuerdo :) Cada cierto tiempo describiré como fue la vida y la muerte de Firulais en otras vidas. Él originalmente era un león, ya leyeron como murió :(

Este capítulo es para Clis, espero que te haya gustado aunque haya sido un poco triste :( 

¿Cual creen que sea la siguiente vida que Firulais nos cuente? Comenta y aquí y estaré eligiendo a las siguientes 2 personas para dedicación.