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What I see

Semana treinta y cuatro

Entre más se acercaba Charles a término, más enérgico se volvía. Una mañana se sintió con ganas de dar un paseo por los jardines, y decidió inmediatamente que lo haría. Lo que fuera para salir de la casa por un rato. Se sentía terriblemente encerrado. En parte debido a que sus alumnos habían perdido la cabeza. Hace aproximadamente una semana, todo el mundo finalmente se dio cuenta de qué tan pronto el bebé estaría allí y se pusieron como meta mantenerlo cien por ciento seguro y vigilado. Era como Erik multiplicado por mil. Él no podía cruzar una habitación sin que alguien saltara a ofrecerle un brazo para sujetarse o comer algo sin que alguien cuestionar si eso podría dañar al bebé, o dormir un segundo más de lo normal sin sufrir un centenar de visitas preocupadas en su habitación.

Terminaría matando a alguien si no conseguía algo de aire fresco y quietud.

Bueno, quizá no quietud. Quería hablar con Erik, por supuesto.

Excepto que, cuando escaneó la casa, se dio cuenta de que Erik no estaba ahí. Una búsqueda más extensa le mostró que Erik estaba en uno de los viejos establos en la parte trasera de la mansión.

Lo que significaba que Charles tenía aventura y misterio en sus manos. El hecho de que estuviera tan entusiasmado significaba que sí debía salir más.

Antes de irse, le dijo a Raven a donde iría, pues no quería que todos perdieran la cabeza cuando no lo encontraran. Le tomó mucho tiempo bajar los tres pisos de la casa y luego cruzar los jardines. El aire era más frío afuera. Charles se tomó un momento para disfrutar de la libertad momentánea. Un pequeño momento sólo para él y el bebé. Como hacía regularmente, dejó que sus manos rodearan su estómago. Pronto no podría seguir con esta protección total. Ahora el bebé estaba a salvo y cómodo y cerca. Charles quería que el embarazo terminara pronto pero también se negaba a perder esta sensación de seguridad.

Cuando la banca donde estaba sentado comenzó a lastimar su espalda, se tambaleó hasta ponerse de pie y continuó su paseo. A la distancia, pudo ver la puerta del cobertizo abierta y escuchó un ruido de raspado ligero. Una rápida revisión le mostró que la mente de Erik estaba concentrada en su tarea, excluyendo todo lo demás. Su curiosidad creció.

Pero incluso Charles, con toda su inteligencia, no pudo haber adivinado lo que Erik estaba haciendo. Cuando entró por la puerta, Erik estaba sentado al borde de una silla, sus mangas estaban enrolladas hasta sus codos y sus ojos estaban fijos en la hermosa cuna de madera frente a él. Una de sus manos tallaba una lija sobre la curva del borde, mientras la otra limpiaba el polvo que se desprendía. Había trabajado horas en ello, evidentemente. Charles no sabía que se lo había perdido. "¿Erik?"

Erik se sobresaltó, pero se recuperó rápidamente. La sonrisa nerviosa lucía rara su rostro, pero le encantó a Charles sin duda. "Aún no está terminada," dijo. "Pero lo estará a tiempo."

"No entiendo," Charles se acercó a él. El aroma de la madera le dio directo en el rostro. "Ya tenemos lista la habitación del bebé." Tenían una elegante cuna antigua que sacaron del almacén, que había sido de Charles cuando fue un bebé. Estaba hecha de caoba, por un tallador de madera famoso en el siglo 19, que probablemente valía miles de dólares. Y no se parecía nada a esta pieza hecha a mano que Charles estaba tocando con la punta del dedo.

"Lo sé, pero habrá noches en que no será posible mantenerlo en una habitación separada," dijo Erik distraído. Un aparente defecto había captado su atención. Tomó una herramienta filosa y comenzó a tallar. "Pensé que necesitaríamos una segunda cuna en nuestra habitación." La mano de Charles se congeló. ¿Nuestra habitación? Intentó buscar la mirada de Erik, pero éste no pareció darse cuenta de lo que dijo. "Intenté buscar en las tiendas locales, pero no me gustaban las que estaban disponibles, así que decidí hacer una propia." Explicó.

"Oh," dijo Charles, sintiéndose perdido. Dijo lo primero que le llegó a la cabeza. "Habría imaginado que te gustaría una de metal."

Erik frunció la nariz. "El metal es muy frío para un bebé, Charles." Dijo de forma condescendiente. "Además ya hice esto." Hizo un gesto descuidado. Charles comenzó a reír cuando notó el móvil para bebé fabricado de metal. Cada una de las piezas que colgaban de las barras de metal brillantes tenían forma de animales. Un gatito, perrito, pato, pescado y ratón. Construido a partir de cobre bruñido, cada borde estaba redondo y liso.

"En serio estás más preparado para esto que yo," dijo Charles. "No sabía que eras bueno con la madera."

"Nunca tuve razón para mostrarlo," admitió Erik. Sus movimientos se volvieron lentos y su expresión se suavizó. "En un verano cuando era muy joven, ayudé a mi padre a hacer algunos muebles. Unas cuantas sillas." Charles contuvo el aliento. Casi nunca escuchaba a Erik hablar de sus padres, mucho menos de su padre. Él ya había sentido los dolorosos detalles de la muerte de su madre, y Erik nunca supo qué fue de su padre. Pero Charles nunca lo había visto rescatar una memoria placentera por su cuenta antes.

"Te enseñó bien," dijo Charles, el comentario hizo sonreír a Erik.

"No realmente. Era terrible en ello. Una silla estaba tan torcida que mi madre se cayó y casi se rompe la cadera." La risa transformó su rostro. Años de solemnidad se fueron para revelar una chispa de alegría que Charles encontró absolutamente impresionante. Había demasiadas cosas que Erik no mostraba a menudo, pero enternecía a Charles saber que existían. "Él no era... él era un profesor. Enseñaba literatura. Nunca entendió cómo los objetos encajan entre sí como yo lo hago."

Lo último fue dicho con tanta melancolía que Charles buscó su mente automáticamente. Erik recibió su toque como siempre, pero Charles sintió que él retenía algo. Su mirada se quedó en la cuna aun cuando debió notar que Charles se acercaba. Charles se sentó en una silla junto a él.

"¿Qué pasa?" preguntó. Quizá Erik se retenía, pero también necesitaba hablar.

"He estado pensando... tuve padres maravillosos, Charles." La dificultad del tema llevó su voz a un tono bajo que él no había escuchado antes. Se formó una burbuja alrededor de ellos, un lugar privado donde sólo ellos dos pertenecían. "Pero sólo los tuve por muy poco tiempo." Sus ojos finalmente se levantaron de la cuna y ahí, Charles vio una media sonrisa nerviosa. "No sé si aprendí lo que se suponía que aprendiera de ellos."

Charles intentó que su alivio no se notara. Él podía manejar esto. Erik no era bueno con la gente, pero ya se había enamorado del bebé. Y eso era todo lo que se necesitaba. "No sé tanto de tus padres como me gustaría," dijo en un desliz rápido. "Pero sé que ellos murieron tratando de protegerte. Y no puedo imaginar una mejor lección que esa."

"Yo ya sé cómo morir, Charles." Dijo Erik, sosteniendo firmemente el borde de la cuna. "Y lo haría sin lugar a dudas, pero... hay otras cosas que... cosas que no sé..."

"Si te refieres a las cosas prácticas," interrumpió Charles, "Estoy tan perdido como tú. Aprenderemos en el camino. Si te refieres a cosas emocionales, bueno..." las manos de Charles vagaron hasta su estómago. "Mi madre me abandonó sin alejarse nunca, y a mi padrastro le gustaba golpearme cuando estaba de buen humor. Quizá tú seas el sabio aquí."

Lo quiso decir como un chiste para aliviar la tensión, pero Charles olvidó que reír ignorando el dolor no funcionaba cuando el dolor era de alguien más. Movió su mano hasta la mejilla de Erik sin darse cuenta.

"Lo siento mucho, no debí ser tan insensible."

"Ellos deberían morir," Erik gruñó con un sentimiento genuino. Justo como la alegría anterior, este lado oscuro jamás abandonaría a Erik tampoco. "Deberían ser castigados."

"Me temo que es muy tarde para eso," dijo Charles. Madre bebió hasta morir y Kurt se suicidó poco después. Pienso que ese fue suficiente castigo. Erik reclinó el rostro, hundiéndose en el toque de Charles. Sólo quise decir que ninguno de los dos tuvo un pasado excelente, pero creo que ambos somos buenos hombres.

"Tú eres el mejor hombre que alguna vez haya conocido," respondió Erik, la pasión en su voz encajaba perfectamente con el sentimiento que le mostró a Charles. "Ya eres un excelente padre."

Un centenal de imágenes llenó la mente de Charles. Él arrodillándose para vendar la rodilla lastimada de Kitty. Enseñándole a una clase llena de mini estudiantes, su entusiasmo lanimandolos a todos. Él interrumpiendo la pelea de dos niños que peleaban por la atención de una pequeña niña rubia que podía hacerse invisible. Comiendo obedientemente el aburrido menú que Erik y Hank habían planeado sólo porque sabía que era bueno para el bebé. Escuchando atentamente a Alex mientras revelaba sus inseguridades sobre enseñar a niños. Charles a penas se reconocía en las memorias. Él no era ese hombre lleno de vida.

Es lo que yo veo, pensó Erik.

La única manera de responder fue darle a Erik el mismo mensaje. Le mostró lo que él veía. No sólo la enigmática mente que lo atrajo en primer lugar, o el terrorífico poder que Charles tanto admiraba, sino el lado amable que Erik había revelado lentamente al vivir entre amigos. La forma en que era tan gentil con sus estudiantes, incluso cuando ellos necesitaban ser castigados. Cómo le había mostrado a Raven que ella era hermosa siendo sí misma. Las distintas formas en que había estado protegiendo al bebé desde el comienzo. El hecho de que aún podía preocuparse tanto por los demás a pesar de lo que el mundo le había hecho impresionaba a Charles cada día.

"Ni una sola vez me ha preocupado que tú no seas un buen padre, amigo mío." Dijo Charles soltando a Erik. "El bebé ya te adora."

Eso hizo brotar una sonrisa hermosa en los labios de Erik que encandiló a Charles. "Sabes," dijo, levantándose y poniendo una mano en la cuna. "Tenemos que ponerle un nombre. No podemos llamarlo 'el bebé' por siempre."

"¿No? Me gusta cómo suena 'el bebé Xavier'."

"¿Por qué no puede ser 'el bebé Lehnsherr'?" protestó Erik.

"Si vamos a criarlo en tu religión, es justo que tenga mi apellido." Decidió Charles. No le había dado mucha importancia al nombre. Supuso que lo más justo sería que su apellido fuera Lehnsherr-Xavier. Aunque fuera muy difícil de pronunciar. "Podríamos-"

"¿Quieres que lo criemos como judío?" interrumpió Erik, sonando impactado. Charles sonrió. Era mejor aclarar el asunto ahora mismo.

"Claro que quiero," dijo. "No tengo creencias propias y, yo sé que significa mucho para ti. Pienso que es una hermosa religión. No tengo problema en enseñársela a nuestro hijo."

La mayoría de las memorias más hermosas de Erik estaban asociadas a su religión, y Charles sabía que eso sería otra forma para que él conectara con el bebé. Después de tanta preocupación por no ser lo que el bebé necesitaba, Charles deseaba darle eso a Erik. La mirada en el rostro de Erik lo hizo sonreír.

"No creas que esto significa que ganaste el asunto del apellido." Le advirtió a Charles, quien sólo pudo reír.

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