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¿Kiss?

Que es un beso, un beso solo es el roce de dos labios juntándose, como dijo no es nada... pero ¡PORQUE MIERDA ME GUSTÓ!

No era mi primer beso, y aunque no tenía muchos con que comparar había sido diferente.

Acabando las clases pasé por mis niños a sus escuelas respectivamente, otra vez helado gratis pues la escuela lo dejaba exhausto... apenas iba en kínder.

—Quiero comer pizza —dijo despertando.

—Tal vez la otra semana —besé su mejilla.

—Cam come pizza todos los viernes —reprochó.

—Cam tiene un chofer y un auto que vale más que nuestra casa, claramente puede comer pizza todos los días si quiere —reprochó el mediano.

—¿Somos pobres? —preguntó confundido.

—Así es —contestó Ander recibiendo mi pellizco—Auch no le mientas —se sobó el brazo.

—No empieces de cabron —regañe— y no Dani, tal vez no tenemos tanto dinero como tú amigo Cam pero nos tenemos y eso es importante.

—Claro porque el amor paga mis cuentas médicas —señaló irritado.

—Ander ya tengo bastante con mi humor para soportar el tuyo —bufé cansada.

—Entonces no comeremos pizza —insistió el bebé.

—¡No! —exclamamos al unísono.

—Que groseros —dijo el pequeño cruzándose de brazos.

Al llegar puse a mi hermano en su cama pues según él quería dormir.

Le prepare su comida favorita a Dani, después de la pizza que eran unas tortitas de papa en una forma extraña de dinosaurio.

—Ya acabaste la tarea —dije poniéndole sus caricaturas.

—No me dejaron es viernes —explicó riendo.

—Bueno solo un rato antes de tu siesta —besé sus mejillas, el moreno asintió feliz.

Le lleve la comida a Ander que estaba en su cama con la cabeza en un libro como siempre.

—Come —ordene dándosela quitándole el libro.

—¡Oye! —gritó molesto.

—A mi no me gritas —ataqué molesta.

Ander suspiró cansado.

—Lo siento —suspiró— fue un mal día.

Asentí calmada para sentarme a su lado para jalarlo a mi y abrazarlo.

—¿Que pasó? —pregunté cansada— si fueron...

—No, es Jason —suspiró.

—¿Hizo algo? —pregunté confundida, ese niño es un amor.

—Es lo que hace o lo que no hace, me confunde —expresó— yo creo sentir algo por él, pero no estoy seguro de que él sienta algo por mi... olvídalo no lo entenderías.

—¿Qué?, se perfectamente de esto —establecí.

—Aja si —me miró divertido— cuando fue la última vez que tuviste algo con alguien.

—Pues hoy me besé con alguien —conté divertida.

—Eso mamona —animó abrazándome.

—Andy —negué riendo.

—Solo... quiero que seas una adolescente, prométeme que lo intentarás —pidió.

—Hay una fiesta hoy —asentí.

—Deverias ir, yo me encargo de Dani —señaló.

La puerta se abrió dejando entrar al menor.

—Soso me preparas leche —pidió.

—Anda ve y preparasela —me adelante divertida.

—Deja llegó a la silla —bufó tratando de cruzarme.

Negué poniendo al chico en su silla, no alcanzaba el microondas así que fue fallido, después de comer nos quedamos en el sillón viendo una película.

Sorprendentemente mamá llegó temprano hoy.

—Hola chicos —saludo.

Dani ya estaba dormido en mi pecho y Ander ni se molestaría en contestar.

—Hola mamá —salude.

—Bueno iré acostarme —sonrió.

—¿No tienes planes de salir? —me interese.

—No cariño estoy muerta —exclamó para no decir más e irse.

—Bueno eso para mi es un ve a la fiesta —sonreí malicioso.

—Ander —negué.

—Yo me encargo de él y si necesito algo le digo —me calmó.

—Yo...

—Nada ve a arreglarte —señaló .

me levanté para besar sus cachetes.

—Gracias —suspire.

—Te lo mereces —sonrió.

Deje al bebé en su camita para después irme a mi habitación, esa tan pequeña que apenas y cabía yo.

Después de analizarlo bien opté por una falda con medias, una blusa un poco escotada y una chaqueta liguera para cubrirme del frío.

—Hermosa —dijo mi hermano sonriendo.

—Gracias —besé su frente— te deje algunas botanas, si Dani despierta abrázalo un rato porque ya sabes como despierta, te deje un par de leches ya preparadas y tú medicina de la noche ya está en tu mesita.

—Hey yo puedo —me calmó.

—De acuerdo —di otro beso— ay te amo.

—Vete ya o te quedarás aquí —ordenó.

Asentí besándolo otra vez.

—Mamá voy a salir te dejo a los niños —exclamé, silencio— tomaré eso como un si.

Me despedí para salir en silencio pues si el bebé despertaba y me veía huir iba a empezar a gritar que lo estaba abandonando... estaba en esa etapa difícil que se apegaba mucho a su figura paternal, yo.

Decidí irme en taxi pues no me iba arriesgar, la noche empezaba a caer aquel lugar llamado Hotel era el lugar de las fiestas y se hacían a cada rato.

Al entrar ya estaban varios chicos bebiendo por todos lados, lo que siempre quise, me fui adentrando hasta empezar a ver caras conocidas, su cara.

Aquel cabello despeinado y ojos castaños se fijaron en un punto, el chico, de un momento a otro le tomo la mano para llevárselo.

Culparé de esto a mi parte latina que le encanta el chisme, me acerque para escuchar lo que estaba pasando.

—Escucha no puedes ponerme un ultimátum, si me quieres debes quererme como soy —exclamó el enano— me gusta el poliamor.

Si, estuve a nada de reírme.

—Ni tú te lo crees —señaló molesto— quiero una relación tómalo o te traigo a Luke.

—Pero... me gustas y mi libertad —se quejó.

—Tómalo o déjalo —repitió— no quiero estar viendo a mi novio besándose con todos.

—Bien lo tomo —aceptó molesto— pero que quedé claro que aún no somos nada, debes conquistarme primero.

—Hecho, puedes también dejar de besar a tu mejor amigo —pidió, era algo raro.

—Ni creas, venimos en dúo y él es mi prioridad —dejó en claro.

—Eso puede cambiar —guiño pícaro.

—Ni lo creas —mencionó escuchando el sonido de su beso.

Me oculté para que no me viera, paso de largo para irse, suspiré agotada porque mi única oportunidad de sentirme como una adolescente se fue con el segundo chico más guapo de la escuela.

No tenía ganas de estar ahí así que decidí irme.

—Tan rápido te vas —mencionó Dean sentado en el sofá de la entrada.

—Adolescentes bebiendo hasta vomitar no es mi cosa favorita —ataqué cansada.

—Ya somos dos —aseguró— pero el ponche es bueno.

Suspiré, ya estaba aquí así que qué más, me senté a su lado.

—Esto sabe asqueroso —escupí el ponche que me dió.

—Si pero es lo único sin alcohol —mencionó.

—No es ese el punto de estar aquí —señale.

—A mi me arrastraron como a ti —sonrió— además debo cuidar de que no se meta en problemas.

Y ahí estaba el enano sobre una mesa lanzando pelotas de beer pong para ver a cuantos vasos les caía la pelota, todo con su bailecito ridiculo.

—Iré por él en cuanto se quite la playera —asintió.

—¿Cuantas lleva? —pregunté divertida.

—Ah ninguna no bebe —negó avergonzado— solo es él siendo él.

—Juraría que era de esos que se emborrachan cada viernes —confesé.

—No a bebido un trago en su vida, bueno a los diez tomamos un trago por equivocación pero no creo que cuente —contó.

—Vaya —lo miré— nunca había visto alguien con tanta confianza para bailar así.

—Mide uno setenta y tres, claramente tenía que sacarla de algún lado para afrontar la vida —se burló.

Una risita salio de mi, cuando me percaté pare.

—Creo que esa es tu señal —señalé con mi trago pues ya se estaba quitando la playera y a punto de bajarse los pantalones.

El castaño lo bajo para evidentemente regañarlo y darle la playera, no tardo en regresar aunque el enano se le escapó.

—Me explicas como es que tu eres amigo de él —señale divertida, pero claro en su rostro no tenía la misma expresión— digo sin ofender solo es raro...

—Lo sé, el es... él, un alma libre y yo solo otro chico callado —asintió— no éramos amigos de pequeños, solía hacerme la vida un infierno pero a veces el destino solo pasa y junta a las personas, solo hay que saber esperar y dar segundas oportunidades.

Me quedé observándolo, hace cuarenta y ocho horas era un chico totalmente diferente, ese torpe y tierno chico que con dos palabra se trababa.

—Sabio, aterrador un poco pero sabio —sonreí— que le pasó al Dean de hace un par de horas.

—Tal vez sea el ponche —miró su vaso extrañado.

—Menos ponche —asentí quitándole el ponche.

—Llevo ocho —agregó asustado.

—Te traeré agua —suspiré.

Tal vez no era lo que esperaba pero hablar con un chico de mi edad realmente me hacía falta, mucha falta.

Al final resultó que el ponche si tenía algo, un trago no me afectó pero al pobre chico terminó por hacerlo vomitar, gracias a mis reflejos de madre me quité a tiempo para que no me manchara los pies.

—Lo siento —susurró sobre su amigo.

—No te preocupes —lo calmé— llévalo a casa, si puedes báñalo y arrópalo.

—Tranquila lo tengo —dijo metiéndolo en el coche, golpeando su cabeza con la puerta... le había metido tremendo putazo— si pregunta se cayó.

—Claro —negué divertida— mi taxi llegó.

—No quiero sonar anticuado pero me avisas cuando llegues —pidió.

—No —gruñi.

—Sofia —me llamó serio.

—Ya veremos —sonreí.

Llegué cerca de las tres de la mañana, ya empezaba hacer frío, le envié un mensaje a Jake para no tenerlo jodiendo por la tarde.

La foto del chico en su cama con su amigo sobre él me hizo sonreír, pero al entrar a casa esa sonrisa se vino abajo.

—¡Ander! —exclamé, mi hermanito seguía en el sillón pero su silla estaba en el suelo.

—Hey como te fue —sonrió cansado.

Lo atraje hasta mi para abrazarlo, estaba helado.

—¿Qué pasó? ¡Desde cuando estas aquí! —exclamé molesta.

—No tanto, Dani despertó comimos un par de panes le di su leche lo vestí y acoste, me acoste en el sofá para ver la tarde y cuando traté de irme acostar se cayó mi silla —explicó.

—¿Desde cuando? —repetí.

—Las diez —mencionó— no te enojes si.

—Y mamá, porque no la llamaste —dije mirándole.

—Lo hice... tres veces creo que no me escucho —trató de arreglar.

Claramente lo escuchó pero no haría nada.

—Venga te llevo a tu cuarto —suspiré.

—No, al baño—suspiró— necesito de verdad ir al baño.

Cargue a mi hermanito para después llevarlo a su cama y arroparlo bien.

—Te quedas, tengo mucho frío —pidió temblando.

—Claro que si, deja me cambio —suspiré.

Fui a mi cuarto por una pijama calientita, entré a la habitación de mamá para asegurarme de que no estaba muerta... algo así pues había tomado sus benditas pastillas.

Regrese con mi hermanito para acostarme a su lado y abrazarlo con fuerza para calentarlo.

Un par de segundos y esas lágrimas comenzaron a brotar.

—Le grité soso, muchas veces y ella no fue —susurró— me odia.

—No claro que no —dije besando su frente— solo aún no sabe llevarlo.

—Yo si, la odio —chilló— hubiera sido mejor si hubiera muerto ella y no papá.

—Tranquilo, tranquilo —dije abrazondolo para calentarlo, besando sus mejillas.

Se quedó dormido en un par de minutos, tenía razón... yo pensaba lo mismo.

Les dejo a estos nenes por aquí 🥰 todos chiquitos y hermosos.

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