Navío sin rumbo
Escúchame sucio navegante
De este mar despiadado
Deja de oír el barullo de las inexistentes gaviotas
y olvídate de desear la tierra,
que el navío se hunde
en la inmensidad de millares de pensamientos idiotas
que sostuviste en tu vida etérea.
Ahora, la piel chamuscada,
ojos vidriosos,
y el corazón en tu mano derecha,
alza la vela y corrige el rumbo
que caerás dentro del remolino más profundo,
antes de que vuelvas a parpadear.
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