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Tortura y Sueño.

Aquella noche, mientras todos en el reino, vivían felices, y se había ido a dormir tranquilos y en paz. Se encontraba al menos un individuo que no estaba tan feliz como todo el resto, sino que todo lo contrario, el no era para nada feliz en lo mas mínimo, después de todo, como a muchos otros súbditos, Balto era de aquellos, a los que los reyes lo obligaban a hacer cosas que el no quería, y lo peor de todo, era que mas que no poder negarse, parecía que en ese momento, se estaban realmente esforzando por controlar su vida, o al menos dejarle en claro a el, que su cuerpo, el de Balto, les pertenecía a ellos, y que por tanto ellos podían hacer con el lo que quisieran.

El reino de White Mountain, era uno que claramente podría ser conocido quizá incluso, como el imperio mas poderoso que ha existido, pero claro, esto no era por nada. Después de todo, poseían tal poder, a los mejores guerreros, las mas grandes murallas, tenían de todo, como para que el resto de reinos los consideraran casi imparables.

Ahora, el poder bélico, no era todo por lo que se les conocía como muy poderosos, sino que había mucho mas detrás de eso, pero bueno, eso no era algo que muchos pudieran comprobar, y sin embargo, este rumor era incluso mas popular que la fuerza de los ejércitos de White Mountain que si eran reales.

Este rumor en realidad no era otro, mas que el echo, de que el reino en cuestión, contaba también con algunos tipos de magia, que en serio hacían de su gente, una muy, pero que muy especial, después de todo, esto en serio era algo alucinante, y nadie nunca antes se lo habría creído. Pero por lo visto, los reyes en serio contaban, tenían a su disposición a unos muy talentosos y hábiles hechiceros, los cuales con su magia, dejaban muy mal parado a todo aquel que hacia trucos de magia baratos en la calle.

Todo era muy diferente ahora, se podría decir, por su parte, que el reino de White Mountain estaba en su mejor momento ahora, y nadie lo podía negar, sus reyes, eran en serio, los mas poderosos del lugar, de toda la región, y nadie nunca se atrevía a meterse con ellos, porque de lo contrario, iban a pagar muy caro las consecuencias por ello. Había reinos vecinos, y de todos modos, se podría decir que todos y cada uno de ellos, vivían teniéndole mucho miedo al reino de White Mountain. Porque ya habían sido testigos de su gran poder. De echo, fue todo un milagro que de verdad se haya podido llegar a un tratado de paz con este reino, por parte de los otros dos reinos vecinos, es decir, de alguna u otra forma, el reino de Nenana, así como el reino de Alaska, se encontraban completamente sometidos a White Mountain, y se los reyes de estos mismos, de verdad valoraban a sus habitantes, mejor iban a preferir quedarse callados y de brazos cruzados, porque de lo contrario les caerían muchas y muchas flechas por parte de White Mountain.

Pero por fortuna fue gracias a estos tratados de paz, y a que en realidad los reyes de White Mountain no eran tan malas personas, que los el mismo, y los reinos vecinos, pudieron convivir en paz, y sin riesgo de ningún conflicto bélico, porque al menos en lo que parecía, todo estaba en una gran y relativa tranquilidad que a nadie molestaría sin dudas, ni tampoco le llamarían la atención en lo mas mínimo, porque hasta comerciar en paz podían, e incluso eran muy bien recibidos en el lugar visitantes de otros reinos, tanto así, que hasta compartían banquetes y celebraciones, sin ningún problema al parecer, pues en ese momento, todos estaban en paz.

Aunque claro, no todo estaba bien, no todo iba de maravilla, pues el echo de que estuvieran en paz, no significaba por tanto que no hubieran problemas, sino mas bien todo lo contrario, era claro que entre reyes y lideres de cada reino, aun habían y por mucho, una clara tensión entre todos ellos, cada vez que se visitaban. Pues el resto de gobernantes de cada reino, se ponían sumamente nerviosos por el simple echo de estar cerca de los reyes de White Mountain, al menos en aquellos momentos, siempre tenían que cuidar lo que decían o hacían al estar cerca de ellos, por temor a iniciar la guerra.

Incluso si los reyes de White Mountain no eran como ellos los consideraban. Pues cuando estos estaban presentes, no solo ante gente con cargos importantes, sino ante toda la gente en general, todos en el reino ellos siempre se comportaban como individuos bondadosos, comprensivos, tolerantes y respetuosos, eso, además de lucir realmente amorosos con todos sus súbditos, y soldados, así, como siempre actuar de buena manera con todos los demás habitantes de los otros reinos, ellos no parecían en lo absoluto unos tiranos. Sino todo lo contrario a eso, unos reyes muy bondadosos, y que parecían incapaces de actuar de mala forma contra alguien, mas que cuando se presentaba una guerra. Vamos, incluso parecían tener un gran sentido del humor, y soportaban hasta cierto punto las bromas, tanto que casi no reaccionaban de mala forma, ya que por lo visto, a los ojos de todos, ellos eran unos reyes, que a cualquier reino le gustaría tener en definitiva. Comprensivos, amistosos, empaticos, bondadosos, con todos, sin importar cual fuera su clase o posición, ellos eran de lo mas buenos que cualquiera se podría esperar.

O al menos eso era lo que la gran mayoría aun creía sobre los reyes de White Mountain. Pues llego el día, en que un súbdito, un ciudadano cualquiera, en este caso, un joven escritor conocido como Balto, seria capaz de descubrir la verdadera apariencia de los reyes, así como obviamente darse cuenta, de que en realidad, todas esas supuestas buenas cualidades, eran tan solo una mascara para ocultar quienes eran realmente.

¿Quien hubiera que de todos los súbditos, habría uno que correría con tal suerte?, y eso junto al echo, de que ni siquiera fue un súbdito originario del mismo White Mountain, sino que venia de uno de los dos reinos vecinos, es decir, el, venia del reino de Nome, su nombre era Balto, y el había nacido siendo un mezcla, un híbrido mitad husky y mitad lobo, misma combinación que en donde el vivía, esto lo había vuelto objeto de burlas y discriminación, y a tener tratos diferentes que con todos los demás.

Pero esto por lo visto, por primera vez, no le sirvió para impedir que se volviera el blanco, ahora de los reyes de White Mountain. De alguna u otra manera, pero el caso era que ahora Balto había terminado involuntariamente a sus servicios, y no de la forma en que a el le hubiese gustado, sino que mas bien era todo lo contrario.

Es decir, no sabia como rayos, como fue, por alguna obra del universo que había pasado, pero ahora estaba ahí, y aun quería saber porque, como fue que Balto llego ahora, a estar en la cama de una de las princesas, con ella durmiendo plácidamente a su lado, aunque encadenado de las piernas, y sin poder alejarse mas de dos metros de la cama.

No le quedo mas remedio, en aquella noche, que esperar a que la chica que estaba a su lado, y a quien el siempre tenia que dirigirse como "Dueña", "Mi Dueña", aun cuando todos le decían princesa, que por cierto, de princesa no tenia nada. Su nombre era Georgette, y en aquel momento, ella yacía abrazando el cuerpo de Balto y tratando de recargar su cabeza, sobre el cuello del mestizo, pero el por su parte, seguía aun, tratando y tratando de alejarse lo mas que se pudiera de ella. Pues Balto no estaba precisamente feliz de estar durmiendo con ella, y mucho menos después de lo que le había obligado a hacer ella, antes de irse a dormir, que Georgette, como todas las demás, a eso que ellos hacían, le decían siempre que era "Hacer el amor", que para Balto no lo era en lo mas mínimo, y que aun a palabras de ellas, era para el placer y disfrute de los dos, pero Balto estaba seguro, de que ahí, las únicas que disfrutaban siempre que lo hacían, eran ellas, no el, el jamas se sintió bien haciendo tales cosas.

Y mucho menos, se podría decir que lo hacia feliz el todavía tener que relatar esto en su diario, pero sentía que tenia que hacerlo, para que de alguna u otra forma, pero que quedara inmortalizada en algún lugar, el que fuera, las atrocidades, que para el lo eran, todas las cosas a las que actualmente era sometido de manera diaria. Cuando calculo que Georgette ya estaba profundamente dormida, Balto se estiro lo mas suavemente que pudo fuera de la cama real de ella, para sacar de debajo de esta, un cuaderno, que no era otra cosa mas que su diario intimo.

Mismo que después de tomar, se fijo nuevamente que Georgette siguiera dormida, y con extremo cuidado, adopto una posición de sentarse en la cama, para ahora si, comenzar a escribir en su diario, todo lo que había sucedido aquel día, y que llevo a Balto, a sentirse en serio tan decaído al menos en ese momento.

Por lo que estaba escribiendo, era claro que lo mas duro de recordar iba a ser sin lugar a dudas, lo que ella y Georgette hicieron antes de por fin irse a dormir, ella podría estar muy contenta, pero Balto no, el definitivamente no estaba nada feliz con esto, ni con ninguna de las otras cosas, ni con ninguna de las noches anteriores, ni con ninguna de las otras princesas, ni con nada.

Lo peor de todo, era que no solo el, sino toda su familia, sus seres amados, la iban a pasar muy mal, si el renunciaba a todo, o si se resistía a seguir haciendo esto todas las noches, y con una princesa diferente durante cada tiempo. Por lo visto, Balto en serio, debía de tener tal suerte, o el mundo había comenzado a funcionar ahora al revés, como para que su ascendencia lobuna, lejos de hacerlo alguien feo o repulsivo para todos, en este caso, lo había convertido en alguien atractivo, o al menos en el blanco perfecto, de nadie mas y nada menos que las princesas y la propia reina, que sobra decir, tan solo lo estaban usando para cumplir sus sucios deseos egoístas y sentirse bien consigo mismas.

Balto no podía estar mas triste ahora.

Continuara.

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