Prólogo
Estambul, Turquía 30 de septiembre de 1566
En la torre de las sultanas una mujer esperaba sola al arribo de su hijo Mahmut al palacio de Topapki, era un dia glorioso pero cubierto de gris. Para ella el indicado fue siempre Mustafá, el era su hijo favorito, lo educó para ser un buen príncipe primero y después parecía que iba a ser un gran sultan hasta que Hurrem lo borró del mapa junto con su hijo Mehmet, ella misma hizo su parte con el hijo mayor de Hurrem. Se tomó su revancha, pero su castigo mayor llegó con Bayaceto afortunadamente la muerte se la llevó antes de que pudiera presenciar cómo Suleiman mismo mandaba la órden de ejecución de Bayaceto al sha de Persia.
No, no fue algo agradable recibir la noticia de la muerte de Selim y su hijo Murad, pero tuvo que hacerlo. Era ése su momento, en ese instante no podía seguir posponiendo lo que por años llevaba construyendo en un diario y hasta en su mente. Si no era Mustafá aún tenía hijos que entronar, le seguía Mahmut; tenía las mismas aptitudes de Mustafá para el trono, era un hombre cabal capaz de dirigir un imperio sin necesidad de la guerra...O al menos eso fue lo que prometieron ambos a Felipe, hijo de su sobrino Carlos antes de la muerte de Suleiman. Cuando solo quedó Selim como heredero, Mahmut firmó en vida de su padre un documento en el que se olvidaba del trono debido a lo sucedido con Mustafá. De primeras se enojó, de segundas aceptó porque comprendía que vivían en un mundo donde el sultán era el que regía hasta sobre la vida de sus propios hijos. Y ella, la sultana Mahidevran no quería volver a perder a un hijo más a manos de su padre. No quería volver atravesar el mismo dolor, y la misma impotencia.
Cuando le vio entrar seguido del cuerpo de jenízaros y Sipahis al patio principal, la sultana movió la cabeza hacia el lado derecho e izquierdo, y después se llevó las manos al rostro era una manera de dar las gracias, por permitirle al altísimo que sólo uno de sus hijos hubiese perecido en manos de su padre, y no todos como ella temió.
Ahora se llegaba al fin su momento, ya que durante muchos años dejó que Hurrem llevara la delantera hasta sobre la vida de su hijo y nieto.
Al fin estaba el imperio en dónde ella quería verlo, a sus órdenes,
A las órdenes de la sultana Mahidevran Gülbahar. En el pasado, la infanta doña Leonor de Trastámara, última hija de los reyes católicos.
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