Octubre 13
La esperanza eres tú y tus formas, que cualquier mujer envidiaría y a más de uno le encantaría acariciar.
Tú estás lejos, y tan cerca tu nombre, que de poder le daría un abrazo si no fuera más que el mapa de un laberinto sin salida. Date cuenta, cariño, de que a veces sólo necesito imaginar una realidad en la que cualquier camino lleve a tu casa.
Una realidad en la que tú me buscas y yo me dejo encontrar porque llevo ya mucho tiempo esperándote para preguntarte en dónde has estado toda mi vida, y que tú respondas que has estado siempre conmigo pero que no te he visto porque le tenía demasiado miedo a los precipicios.
Es que yo siempre he sentido vértigo por algunas sensaciones, y tú eres lo suficientemente hermosa como para que a cualquier hombre se le dé por suicidarse en tu boca.
La realidad sin ti me parece un lienzo al que nadie le dibujó un sentido. Y sí, puede que a veces la esperanza me venda verdades demasiado baratas, pero así es cuando uno cree en cosas que no existen y sin embargo están ahí, como una insistencia a la locura.
Que yo necesito verte, tocarte, poder presenciar la materialización de lo abstracto. Que te quites de mi mente y vengas a mis manos. Así que no sonrías si algún día te miro a los ojos y te digo “Te quiero”, porque ésa es mi manera de pedirte que me rescates; es un grito de auxilio desde mi interior, que es donde más estás y donde, irónicamente, más me haces falta.
D.S.N.
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