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Capítulo 8

—¿En serio? No creo que sea necesario llegar a estos extremos.

Me quejo sentada desde el sofá de mi casa mientras observo como Maxon deja una pequeña mochila junto a mí a la par que Ben instala algunas cámaras de seguridad en diversas regiones de mi sala de estar, obviamente exigí que no pusieran cámaras en mi habitación, entiendo que necesito estar protegida, pero también me hace falta mi propio espacio privado y dormir sabiendo que una persona te está vigilando es perturbador. Eso por no mencionar que tendré al James Bond Neandertal durmiendo en mi sofá hasta que pase el juicio de Collins.

—Creo que este tema lo discutimos en el hospital y decidimos que sería lo mejor.

—Eso lo decidiste tu solo. —Vuelvo a quejarme frustrada con la situación.

Han pasado dos días desde el incidente de los disparos y la invasión a mi apartamento; como mis heridas no fueron grabes me dieron el alta médica esta mañana, mientras tanto Maxon y Ben han estado discutiendo las mejores maneras de que yo me mantenga a salvo y digamos que el acuerdo al que han llegado no ha sido mi preferido.

Las huellas halladas en mi casa no coinciden con las de Collins por lo que se considera que deben de pertenecerle a alguno de los hombres que trabajan para él, la mala noticia es que aún no le encuentran y como el peligro de que me ataquen por segunda vez continúa existiendo se ha decidido que Maxon viva en mi casa hasta pasado el juicio el cual aún no tiene fecha.

—Te di una opción.

—La opción era mudarme a tu casa y como comprenderás no es demasiado distinto de la situación que tenemos ahora, además prefiero quedarme aquí que por lo menos tengo mis cosas de trabajo.

—Pues no seas tan quejona princesa.

Maxon saca un ordenador y comienza a conectar todas las señales de la cámara a este, por lo que ambos hombres me han contado también hay alarmas instaladas en la entrada y todas las ventanas de la casa las cuales informaran a Maxon si alguien entra sin permiso por medio de una aplicación en su teléfono celular. Esto parece una maldita película de espías con un presupuesto muy malo. Por si fuese poco Ed y Janis se mostraron más que contentos con todo este disparatado plan.

—¿Ustedes dos suelen discutir mucho? —pregunta Ben con una sonrisa en los labios y dedicándole una mirada extraña a Maxon, por lo visto hay algo de lo que me estoy perdiendo, los hombres suelen hablar bastante entre ellos y cada vez que quiero acercarme se callan.

—Discutiría menos si no estuviesen invadiendo mi apartamento.

—No seas tan peleonera bonita…

—¡Amanda!, mi nombre es Amanda. —Esta queja solo parece divertir más a Maxon.

—Pensé que habíamos superado esta faceta. —La sonrisa se apodera de su rostro mientras me observa en mi rabieta—. Además, bonita, nos hemos besado en televisión nacional y ahora mismo el programa está en todo internet, que vivamos juntos es solo una tontería comparado con eso.

Las palabras provocan que el sonrojo suba a mis mejillas y siento mi corazón latir un poco apresurado, joder no esperaba que ese programa se corriese tan rápido, aunque si fue una grabación en vivo quizás esa idea fue un poco ingenua de mi parte.

—¿Cómo que se han besado? —pregunta Ben con una sonrisa a la par que se acerca a nosotros y se sienta junto a Maxon.

Como el hombre ha estado encargado del caso del fiscal Monroe nos ha estado ayudando para mantener mi seguridad, ninguno de los tres piensa que Monroe se haya suicidado y Ben y Maxon consideran que el asesino del hombre está libre y va a por mí.

—No te emociones—Contesta Maxon al rubio—. Fue solo por unos instantes y tampoco algo muy memorable, besa mal.

Abro los de par en par mientras siento la cólera y el enojo recorrer cada uno de mis poros. Tendrá cara el muy cínico, pero ¿quién diablos se cree que es este hombre?, tomo uno de los cojines que se encuentran sobre el sofá y con toda la fuerza de la que soy capaz se lo arrojo por la cabeza, un pequeño regocijo crece en mi interior al escuchar un breve quejido emanar de sus labios.

—¡Eres el capullo más engreído que he conocido en mi vida!

Me pongo en pie enojada y camino a la habitación sin mirar hacia atrás, cuando llego cierro la puerta con fuerza y me acomodo contra la madera cerrada intentando serenarme. Han sido demasiados acontecimientos en los últimos días y aun no los asemejo todos; en menos de setenta y dos horas he tenido que adaptarme a que intenten matarme de un tiro, a tener el brazo vendado, a haber besado a mi guardaespaldas y a que el hombre tenga que vivir conmigo ahora solo porque hay un loco psicópata buscando mi muerte para que no testifique en un estúpido caso.

Voy a alejarme de la puerta y poner rumbo al baño cuando desde la sala escucho la carcajada de Maxon y a Ben regañándole.

—¿No te parece que si te has pasado un poco de imbécil? —le regaña el rubio y por unos instantes no puedo evitar escuchar la conversación de los dos agentes a escondidas.

—Sé que me he portado mal, pero tienes que admitir que se ve muy linda enojada.
Siento como mi garganta se reseca a medida que las palabras salen de la boca de Maxon. «¿Acaba de decir que ha hecho esto porque me veo bonita?».

—Maxon, ¿qué te traes con esa chica?

Silencio, por unos segundos solo el silencio predomina en la estancia, incluso estoy a punto de alejarme cuando siento que el Neandertal responde.

—No pasa nada con ella, no tienes por qué preocuparte.

—Maxon…

—¡He dicho que no pasa nada!

La voz de Maxon suena enojada y con una ira que nunca había escuchado en él hasta este momento; hay resentimiento en su voz y no estoy segura de a quién va dirigido, pero apostaría mi trabajo a que se trata de él mismo. El silencio vuelve a reinar al otro lado de la puerta y esta vez se puede notar la incomodidad del ambiente, me doy cuento que ha llegado el momento de dejar de escuchar por lo que me encamino a la ducha, necesito un baño urgentemente.

No obstante, no logro dejar de pensar que es lo que tanto ha molestado a Maxon, la solución sería demasiado sencilla si simplemente fuese yo, hubiese respondido normal si tanto le desagradaba la idea de que su amigo sugiriese que algo estaba ocurriendo entre nosotros, pero la ira contenida de Maxon fue mucho más allá, como si se hubieran quedado palabras no dichas en el aire.

No puedo evitar pensar lo misterioso que es este hombre de cabellos oscuros y ojos verdes. Todo en él es un misterio, un rompecabezas sin sentido, todo es su pasado es borroso; no encuentro datos de él en ninguna red social y hay que admitir que a esta altura del siglo XXI eso es un hecho sumamente raro incluso para un agente secreto del FBI, Ed tampoco me cuenta nada, siempre que intento preguntarle responde con evasivas o solo aumenta la incertidumbre; tampoco creo que preguntarle a Maxon directamente funcione, está demasiado arraigado a sus reglas sobre que no le interesa llevar las conversaciones a planos demasiado personales.

Aunque si me preguntan esto es un poco idiota luego de todo lo que hemos pasado y como evidentemente se ha creado alguna especie de unión, sido diciendo que no somos buenos amigos, pero de forma obvia tampoco encajamos en la definición de simple conocidos, peleamos demasiado como para eso, por no mencionar que viviremos juntos el siguiente mes.

Termino mi baño con todos estos pensamientos dando vueltas en mi cabeza y vuelto a poner la venda en mi hombro en la zona donde la bala había penetrado. Aun los dolores me persiguen, pero creo que lo peor de todo fueron esos instantes cuando dispararon y yo no tenía del todo claro lo que estaba sucediendo.

Me pongo un pantalón de pijama y una blusa de mangas cortas, dejo mis cabellos caer sueltos sobre mi espalda para que me protejan un poco más de la frialdad de la casa, pondría la calefacción, pero con una ventana rota no tendría mucho sentido. Respiro varias veces e intento serenarme antes de volver a la sala. Al salir no veo a ninguno de los dos hombres en la estancia, busco a Maxon por la cocina, sin embargo, tampoco le hallo ahí y en el baño tampoco está. Tan solo me queda suponer que han salido y la curiosidad me invade, no puedo evitar preguntarme si lo han hecho por su conversación anterior o por algo más.

Intentando pensar en otra cosa busco mi teléfono móvil y conecto un par de audífonos a este a medida que me encamino a la cocina para preparar algo para la cena. Activo la reproducción aleatoria de música y segundos después la canción Love Again de Dua Lipa comienza a sonar en mis oídos a todo volumen.

Tarareo la letra a medida que busco en la nevera un poco de pasta para preparar con tomate. Al final el ritmo es tan pegadizo que no puedo evitar comenzar a cantar en voz alta.

(…) Show me that heaven´s right here, baby
Touch me, so I know I´m not crazy
Never have I ever met somebody like you
Used to be afraid of love and what it might do
But goddamn, you got me in love again (…)

Continúo cantando y tarareando la canción cuando de reojo noto un movimiento detrás de mí y no puedo evitar dar un pequeño sobresalto, tan solo vuelvo a respirar con normalidad cuando la figura de Maxon se materializa delante de mis ojos.

—¡Dios! Avisa qué estás aquí.

—Te llamé, pero no me escuchabas.

Cierro los ojos con fuerza intentando relajarme y el mismo tiempo dejo los audífonos sobre la isla que separa la sala y la cocina, tengo que tener la nota mental de no volver a utilizarlos cuando estoy sola, es una costumbre que tendré que abandonar por un tiempo, no quiero seguir llevándome sustos como estos.

—Creí que habías salido—digo un poco desconfiada, aun me siento enojada por lo que me dijo en el sofá y ahora este susto no ayuda demasiado.

—Salí, pero he vuelto.

Me fijo en este instante que Maxon lleva en una de sus manos un par de bolsas de cartucho con algunas compras mientras que su otra mano sostiene con fuerza un bulto contra su abdomen.

—¿Qué traes ahí?

Maxon alza las bolsas e ignora el bulto de su otra mano.

—Mis disculpas por portarme como un capullo.

Pone las compras sobre la isla y cuando las examino me doy cuenta que las bolsas traen diversos alimentos y bebidas entre los que se hallan café, refresco gaseado, chocolates, papas saborizadas, frutos secos y sopas instantáneas. La sonrisa se apodera exactamente de mis labios al ver que había salido a buscar todas estas cosas.

—Acepto tus disculpas y si continúas actuando como una persona decente te dejaré comer de los macarrones que estoy preparando.

—Genial porque muero de hambre.

—¿Dónde está Ben?

—Se ha ido a casa luego de ayudarme a comprar y…

Pero no termina de hablar debido a que un pequeño y agudo maullido le interrumpo, noto como las facciones del rostro de Maxon cambia y sus labios comienzan a apretarse en una inquieta línea. Bajo la mirada al bulto en su abdomen entendiendo que el sonido ha venido de ahí y en ese mismo momento veo como algo se mueve bajo su abrigo.

—Dudo que esas sea tu barriga y a menos que tengan un monstruo de otra dimensión brotando de tu abdomen quiero que me digas que tienes ahí.

Salgo de la cocina para acercarme a Maxon en el mismo instante en que este suspira y comienza a retirarse el abrigo suavemente para mostrar a un hermoso gato persa de color blanco puro y ojos azules el cual sostiene contra su cuerpo. Miro con los ojos abiertos debido a la impresión sin terminarme de creer lo que estoy observando, pero a la vez encantada con la tierna criatura.

—¿Es tuyo?

Niega con la cabeza.

—Estaba en la puerta del edificio, parece perdido y comenzó a nevar hace unos minutos, me dio un poco de pena dejarle tirado.

Noto como el hombre aparta la mirada y juro ver un poco de vergüenza en sus ojos. ¿Quién diría que el Neandertal tiene un lado tan tierno y adorable? Me acerco con cuidado y sostengo al minino entre mis manos para abrazarle, parece ser una hermosa gatita blanca. Siempre he querido tener mascotas, pero como siempre poseo demasiado trabajo nunca me he atrevido, sin embargo, no tengo corazón para echar a la gata con la nieve cayendo fuera.

—¿Crees que tenga dueño?

Maxon niega.

—No parece tener collar y tampoco he visto carteles de nadie buscando un gato, creo que es callejero.

Muerdo con nervio mis labios y solo dejo de hacerlo cuando noto que Maxon se centra específicamente en esta zona.

—Podemos esperar a que pase la tormenta y luego le buscaré un hogar. —sugiere el hombre y veo como aparta la mirada de mi boca.

—En ese caso, tendremos compañía por ahora.

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