Capítulo 16
Pasar el día comprando cosas para Cleopatra fue una nueva experiencia revitalizante que durante el tiempo que duró me hizo olvidar la cruda realidad del momento. Maxon encontró una tienda que milagrosamente había decidido permanecer abierta hasta el último momento del año y ahí conseguimos una camita para la pequeña minina blanca, eso por no decir juguetes para que jugase, un peine y la comida necesaria para ella. Al llegar a casa incluso mi madre estaba involucrada en los juegos por la gatita, las risas no faltaron en toda la tarde y el incómodo momento de la mañana desapareció por completo.
Al llegar la hora de dormir en la noche Maxon volvió a dormir conmigo y, aunque me cueste admitirlo, me estaba acostumbrando a su presencia en el colchón y la falta de pesadillas cuando estaba conmigo. A la mañana siguiente volví a despertar envuelta en sus abrazos, sin embargo, esa no fue la preocupación del día. Finalmente era el último día del año y mi madre iba a volver a Alaska para recibir el año nuevo con toda la familia. La llevamos al aeropuerto a primera hora de la mañana y no pude evitar soltar alguna que otra lágrima, sé que es mejor que mi madre regrese, pero no puedo evitar sentir tristeza, siempre he tenido una unión muy fuerte con mi madre y a pesar de que solo estuvo dos días conmigo es duro verla marchar de nuevo.
No puedo dejar de abrazarla ni un solo instante y ella tampoco a mí, tan solo toma distancia para acercarse a Maxon y abrazarlo también, noto como se pone de puntillas y le susurra algo en el oído. El Neandertal parece sorprendido por ello, pero rápidamente coloca una sonrisa en sus labios y asiente.
La curiosidad se apodera de mi sistema, pero vuelve a ser suplantada por la tristeza y la melancolía cuando observo a mi madre dirigirse a chaquear su pasaporte para tomar el vuelo. Maxon se mantiene cerca de mí colocando su mano en la parte baja de mi espalda para darme el apoyo que necesito. En el viaje de vuelta al apartamento no decimos prácticamente palabras y prefiero que sea de esa manera, ahora mismo tan solo necesito prepararme para la sensación de volver a tener a mi familia lejos.
Cuando llegamos a casa paso la mitad del día escribiendo sobre el nuevo artículo que Ed me dijo que enviaría la mañana pasada, también intento leer o jugar un poco con Cleopatra, cualquier cosa que me distraiga ahora mismo; viendo el lado positivo este año por lo menos no estaré tan sola, por lo menos Maxon no parece tener mejores planes que pasarla conmigo, aunque el hombre tan solo se ha pasado todo el día mirando la televisión.
Un punto bueno a su favor es que el llegar la noche como ninguno tenía demasiados ánimos para cocinar llenamos la mesa de la sala de chucherías y una pizza que Maxon encargó mientras me bañaba.
—Te tengo una sorpresa —murmuró a la par que me sentaba junto a él en el sofá, faltaban alrededor de dos horas para las doce de la noche y que por fin este año llegase a su culminación.
Maxon se levanta y camina hacia la cocina examinando los estantes por unos instantes hasta que le noto abrir uno de ellos y sacar una botella de tequila, la botella es cuadrada y debe contener al menos un litro de la transparente bebida. Toma dos vasos de cristal y luego de ello retorna a mi lado.
—¿De dónde has sacado eso?, ¿cómo es que no me enteré de nada hasta ahora?
—Era una sorpresa —responde con una sonrisa a medida que me entrega uno de los vasos vacíos—. Es fin de año princesa, ¿qué tiene de malo que disfrutemos un poco?
—¿Y el alcohol no será un impedimento en tu misión de mantenerme a salvo si bebes demasiado? —bromeo.
—Si prefieres guardo la botella.
—¡Ni se te ocurra!
Ambos nos miramos por unos instantes antes de romper en risas; Maxon se acerca más a mi persona y abriendo el sello de la botella llena mi vaso hasta un poco más de la mitad para instantes después proceder a llenarse el suyo. Deja la botella de alcohol sobre la mesa y luego alza su vaso en mi dirección.
—¿Por qué te gustaría brindar?
Me lo pienso unos instantes y también levanto mi vaso.
—Por los nuevos comienzos, por las oportunidades al alcance de la mano, por aceptar nuestros destinos y tener el coraje de enfrentarlos.
—Por las verdades, por las locuras que mueven nuestros mundos, pero, sobre todo, por las sorpresas que no esperamos y que de la noche a la mañana ponen nuestro universo patas arriba simplemente con un parpadeo de ojos. —Sus pupilas chispean con un brillo que eriza cada pelo de mi cuerpo—. Por las princesas y los cuentos de hadas perfectos que no encajan en nuestra realidad llena de caos y temores.
—¡A la mierda los cuentos de hadas Maxon! —Le sonrío—. El mejor brindis son las historias reales, aquellas en las que sus protagonistas a pesar de los problemas tengan el coraje suficiente para confiar el uno en el otro y salir hacia delante.
Choco mi vaso con el suyo para luego llevarlo a mis labios y sentir como el tequila resbala por mi garganta dejando un fuerte ardor en su recorrido como si el fuego vivo naciese desde el interior de mi cuerpo. No paro de beber hasta no haber terminado con todo el líquido del vaso; esto generalmente debe tomarse a chupitos, pero lo que necesito es ese calor que deja la bebida, esa distracción que me ayude a pensar más allá de las mierdas de la vida y, cuando noto el vaso de cristal de Maxon también se encuentra vacío, imagino que él, al igual que yo, necesita de lo mismo.
Soy yo quien se inclina hacia delante esta vez y toma la botella entre sus manos para servirnos a ambos nuevamente.
—Creo que necesitábamos esto.
—Han sido demasiadas emociones en los últimos días Amanda, siempre es bueno poderse relajar y disfrutar un poco, aunque sea de los pequeños momentos.
—Quería agradecerte —carraspeo un poco mi garganta para hacerme escuchar—. Bastante que has estado cuidándome desde el inicio, sobre todo porque sé que cuidarme a mi no es tarea fácil. —Muy cabezona y problemática—. Pero fingir estar conmigo para que mi madre no estuviese en peligro no era parte de tu trabajo y aun así lo hiciste, significó mucho para mi Maxon.
—Me gustaría decirte que lo hice por quedar bien o solo mantener la seguridad de ambas, pero no voy a mentirte, no soy una persona tan honrada y buena. —Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa que no muestran del todo sus dientes—. Disfruté hasta el último instante de la pantomima, de fingir ser una familia y del simple hecho de poder abrazarte, aunque sé a la perfección que no debería permitirme estos acercamientos, ni siquiera el que estamos teniendo ahora…o el que me gustaría.
Mi garganta se seca y no me encuentro del todo segura si es culpa del tequila o de las palabras del hombre que tengo sentado frente a mí. Quiero preguntarle qué es lo que en verdad le gustaría, el cosquilleo que recorre toda mi columna vertebral se muere por saberlo, aun así, cuando abro la boca para hablar ñas palabras que terminan saliendo son un poco distintas.
—¿Por qué te niegas deseas o tener sentimientos? —Esta es una de las muchas dudas que tengo sobre él desde que le oí conversando con Ben en mi casa el primer día que llegó.
—Ya te lo dije bonita, los sentimientos pueden ser peligrosos en mi trabajo; hay agentes de policía que conozco que logran tener su familia y vivir felices con ellos, pero yo simplemente no podría porque sé que en el momento en que encuentre a alguien que me importa todo mi mundo girará en torno a esa persona y su seguridad y eso podría traer problemas.
Trago un poco en seco recordando las palabras que me dijo en mi habitación la noche que tuve la pesadilla: «Por esos motivos no vas a gustarme princesa, aunque me guste besarte no pasará nada más». No puedo evitar pensar en lo triste que es esto dado que Maxon parece una persona llena de miedos.
—¿Por qué no me cuentas como alguien como tú no ha tenido parejas desde la universidad? —Abro la boca un poco sorprendida de que el Neandertal sepa esto y escucho su risa, solo vuelvo a cerrar los labios cuando Maxon responde a la pregunta no formulada—. Mi falsa suegra cuenta anécdotas muy divertidas sobre mi querida novia.
La vergüenza cubre cada poro de mi cuerpo cuando llevo mis manos a mi rostro para ocultarlo.
—Vamos bonita, yo te conté sobre mi negación a sentir, cuéntame tú ahora.
Alzo la vista y vuelco a buscar sus ojos con la mirada.
—No creo que tuviese una excusa verdadera. —Me encojo de hombros—. He estado en citas, he salido, pero creo que al final del día ninguno de ellos importaba más que mi trabajo, siempre quise demostrar lo mucho que valgo en mi profesión y quizás volví esto mi objetivo fundamental en la vida.
—Imagino que comenzar a investigar sobre Collins no aportó nada bueno en tu vida amorosa. —No es una pregunta, sino una afirmación, pero de todos modos muevo la cabeza asintiendo.
—Cuando comencé a investigar sobre Collins simplemente no pude parar, ver y conocer a tantas personas a las que ese hombre les ha arruinado la vida me hizo querer meterle entre rejas sin importar el precio; una vez conocí a un hombre que se suicidó a las pocas semanas de que Collins defalcara la fábrica en la que trabajara y los dejase a todos sin sueldo, tan solo quería atraparlo, las parejas podían esperar.
«Sobre todo porque no tuve especial interés en nadie, como dije: Si te hacen sentir menos emociones que atrapar a un mafioso ahí no es».
Recordando que Maxon mencionó a mi madre algo viene a mi mente de repente mientras bebo otro sorbo de tequila de mi vaso y siento mi garganta arder.
—¿Qué te dijo mi madre hoy en el aeropuerto? Noté como te susurró algo al oído, ¿qué era?
Maxon rompe en una carcajada antes de terminar todo el líquido de su vaso y servirse más.
—Digamos que tu mamá me dijo que le encanto. —Era de esperar—, que le ha gustado mucho como nos ve juntos. —También era de esperar—, y que le gustaría que en un futuro de verdad fuésemos pareja porque por lo visto te gusto.
Me atraganto con el alcohol que bajaba por mi garganta en esos instantes y comienzo a toser intentando no ahogarme con lo que eso significaba. ¡Joder que mi madre lo sabía!, ¡Sabía que era un paripé y aun así no dijo nada! Para colmo… ¡Dios en verdad le comentó a Maxon que él me gusta!
—Pero, ¿cómo lo ha adivinado? —intento preguntar entre la toz que no para.
Maxon se ríe y acorta la distancia entre nosotros para dar pequeñas palmaditas en mi espalda permitiendo que mis pulmones vuelvan a respirar con normalidad.
—No tengo ni idea, pero tu madre se ganó mi admiración. —Su ceja se alza de forma burlesca—. ¿En verdad te gusto?
—Ya quisieras tú.
Sin embargo, no se aleja ni aparta la mano de mi espalda como igual yo me mantengo cerca de su cuerpo, observando detenidamente cada una de las facciones de su rostro: su mentón marcado, sus ojos verdes, su piel bronceada, la manera en que sus cabellos caen sobre su frente…Coloco mi mano con suavidad sobre su pecho y antes de darme cuenta lo que hago comienzo a jugar con uno de los botones de su camisa al mismo instante en que su respiración se acelera.
Pensando en todo lo que hemos hablado esta noche me percato que, aunque Maxon en un inicio dijo que no deseaba saber nada de mí, esta noche hemos compartido informaciones muy preciadas y únicas para cada uno de nosotros. Aunque no queramos admitirlo ambos hemos dado un acercamiento que no tiene marcha atrás.
Alzo mis ojos de su camisa a sus labios cuando siento que una de sus manos acariciar con suavidad la blanca piel de mi mejilla.
—¿Te digo algo bonita? He querido volverte a besar desde el día del muérdago, te veías muy linda ese día.
La confesión provoca que mi corazón lata, incluso puedo sentir como si tuviese un tambor dentro de mis oídos, lamo un poco mis labios y noto como contiene la respiración debido a esta pequeña acción provocando que una ola de regocijo crezca en mi interior.
—¿Y por qué no lo has hecho?
—Porque dada nuestras condiciones y nuestras prioridades, sé que sería una locura y quizás no pueda darte lo que en verdad te mereces.
No estoy segura si es el alcohol o mi deseo quien actúa, pero subo mis manos hasta el cuello de Maxon envolviéndolo en un pequeño abrazo. Corto más la distancia entre nosotros quedando a muy escasos centímetros de su piel, puedo sentir su aliento sobre mis labios. Cierro los ojos un poco guiada por el deseo.
—Si mal no recuerdo—susurro y siento mi voz un poco ronca por las ansias—. Una de las cosas por las que brindamos fue por las locuras y por las historias reales, y en estas últimas no tienes que crear promesas.
Los labios de Maxon rozan los míos y juro que puedo sentir su piel caliente.
—Y si deseo más, ¿me dejarías?
—Tendrás que dar el primer paso para averiguarlo.
No es necesario decir más. La boca de Maxon choca contra la mía salvaje y llena de deseo, sus dientes mordiendo mis labios y su calidez envolviéndome, puedo sentir el sabor del tequila profundizarse en las bocas de ambos y la sensación de estar embriagada pone mi cabeza a dar vueltas de un lado a otro. EL hombre me arrastra desde su costado hasta dejarme encima de su regazo, mis manos profundizándose en sus oscuros cabellos enredando cada una de las hebras entre mis dedos.
Sus manos recorren desde mi espalda hasta mis mejillas, cada toque tiene una mezcla de lujuria y cuidado que me vuelve loca, cuando siento como mis pulmones arden por la necesidad de aire me aporto un poco solo lo suficiente para murmurar:
—Cuarto…
Noto un poco de duda en sus ojos, pero esta no dura el tiempo suficiente y antes de darnos cuenta ya estamos uniendo nuestras bocas de nuevo a la par que Maxon me encarga a horcajadas contra su cuerpo y se encamina a mi habitación. Ambos caemos en la cama, su cuerpo sobre el mío aplastándome, pero no es un peso molesto, sino bien recibido. Mis senos comienzan a sentirse adoloridos por la presión del pullover y la necesidad de ser atendidos por el hombre.
Coloco mis manos entre ambos y comienzo a desabotonar cada uno de los botones de su camisa hasta abrirla y darle jalones intentando arrancarla de su cuerpo. Los movimientos son un poco torpes y desesperados, pero a Maxon no parece importarle, todo lo contrario, él luce igual de ansioso que yo. Deslizo mis manos sobre su marcado abdomen y me doy cuenta de que he querido hacer esto casi desde el mismo instante que le vi sin camisa.
Levanto lo suficiente el torso para que Maxon retire mi blusa y con ella mi sujetador dejando la parte superior de mi cuerpo totalmente expuesta para él, sus labios comienzan a descender de mi boca hasta mis senos pasando por la zona del cuello dejando un rastro de besos y lamidas a su paso mientras arranca gemidos de excitación de mi boca.
Maxon muerde uno de mis pezones y aprieto mis piernas con más fuerza a cada lado de su cuerpo volviendo a enredar mis manos en sus cabellos.
—Eres perfecta bonita, todo en ti es maravilloso, me tienes loco.
La sonrisa se confirma en mis labios a medida que Maxon viaja al otro pezón chupando y mordiendo sin pudor alguno; la ropa comienza a sobrar y, aunque en el exterior una fría nevada llene las calles, en esta habitación tan solo reina un calor descomunal. Llevo mis manos a los botones de su pantalón, los movimientos son un poco torpes, pero luego de unos instantes consigo zafarlos sin problema ninguno deslizándolos al suelo. Maxon realiza la misma acción con mis vaqueros, solo que cuando él los desciende se queda situado en el centro de mis piernas, su boca cerca de mis muslos.
—Tan exquisita —murmura—. Tienes todo lo necesario donde se supone que debe ir.
El gemido escapa de mis labios por sus palabras, no recuerdo la última vez en que recibí un trato así.
Maxon alza sus verdes ojos hacia mí y la mirada es penetrante.
—Apuesto lo que sea a que tu sabor es dulce. —Y sin más demora acerca sus labios a mi intimidad, su lengua empujando en círculos contra mi clítoris enviando oleadas de deseo en todas direcciones—. Creo que gane la apuesta.
Su atención vuelve a mi cuerpo provocando que mi mente se vaya de paseo muy lejos de nosotros, todos mis sentidos están concentrados en las exquisitas emociones que este hombre me está haciendo tener, cada toque de su mano, cada beso…Noto como su boca asciende hacia mis muslos en el mismo instante que siento el primero de sus dedos hurgar en mi interior provocando que mi espalda se arquee contra el colchón debido a la grata sensación de placer.
—Tan mojada mi princesa, creo que estás listas para mí.
Sin embargo, Maxon se aleja de mi cuerpo y se encamina hacia el baño, intento reincorporarme sobre el colchón, pero antes de que desee quejarme por su ausencia el hombre está nuevamente a mi lado, escucho el sonido de un paquete desgarrarse y al observarlo más atentamente noto como coloca el látex del condón sobre su intimidad. Vuelve a subirse en la cama y a alinearse con mi cuerpo, pero no hace ningún movimiento de penetración, al menos no al instante.
Sus labios buscan los míos con hambre y me sumerjo en un reguero de sus besos.
—Dime que quieres bonita.
—A ti.
Solo dos sencillas palabras que dicen mucho y dan la información necesaria para que Maxon, con una sonrisa en sus labios comenzara a empujar en mi interior; la sensación es un poco molesta al inicio por el tiempo que he estado sin nadie, no obstante, rápidamente es sustituido por el placer que arranca jadeos y envía corrientes eléctricas a la zona más profunda de mi cuerpo. Incluso siento como Maxon gruñe al contacto con mi húmeda calidez.
Mis uñas se clavan en su espalda cuando comienza a moverse de una forma más apresurada, sin embargo, el ritmo aun es lento y tortuoso.
—¿Así te gusta bonita?
Niego fuertemente con la cabeza.
—Quiero más.
Maxon, sonriendo nuevamente, aumenta el ritmo y la fuerza de las embestidas, nuestras bocas selladas entre besos, sus manos tan firmes en mi cuerpo que no dudaría que a la mañana siguiente aparezcan marcas rojas, mis caderas adquieren el ritmo inducido por él y se mueven al mismo compás. Mis piernas fuertemente enroscadas alrededor de su cintura como si fuese un pilar al que no deseo soltarme.
El calor solo aumenta al igual que nuestras voces, todo se vuelve un poco borroso cuando luego de gritar su nombre el orgasmo estalla en mi interior provocando tirones de placer en todo mi cuerpo. Maxon acelera sus movimientos y pocos segundos después le escucho jadear también mientras se corre.
El movimiento desciende su velocidad y le siento como su cuerpo tiembla sobre el mío hasta que se hecha a un lado para no aplastarme, pero no me suelta en ningún momento, sino que con su mano me arrastra hasta que quedo arriba de su pecho, sus cálidos labios aun besan mis hombros y su mano acaricia mi espalda.
Hay silencio por unos instantes entre nosotros, pero no se siente incómodo, solo el silencio de dos personas que acaban de disfrutar lo que hicieron. Cuando nuestras respiraciones vuelven a ser regulares Maxon se pone en pie y segundos después me carga en sus brazos para llevarme hacia el cuarto de baño, me deja en la bañera y la abre para llenarla, el agua caliente tocando mis músculos los relaja por completo. Maxon se deshace del condón usado y luego de eso entra conmigo al baño. Se sienta detrás de mí y pega mi espalda a su pecho para continuar besando mi cuello.
—Feliz año nuevo princesa.
Me giro en su dirección y lo noto observándome con una sonrisa de oreja a oreja llena de pura picardía. Acaricio su mejilla antes de inclinarme a su boca.
—Feliz año nuevo mi Neandertal.
Por las locuras, por los peligros y por las opciones de elegir nuestros caminos.
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