La botellita.
Error junto con los pendejos de sus carnales estaban jugando a “la botellita”. Sí, esa mamada, porque no tenían nada mejor que hacer y la mayoría de ellos eran solteros.
Allí hubieron reclamos y gritos, sin mencionar las groserías. Luego el glitch fue en dirección a Ink, que estaba dibujando en su cuaderno. Al wey ese lo retaron a besar al albino.
—Hey, wey. —llamó el azabache, el contrario ni se inmutó.
Aprovechó su supuesto desinterés, ya que verdaderamente no quería hablar con “pendejos”.
—Oye, ¿qué verga estas haciendo? ¡No, wey! ¡Quítate, no mames! —gritó mientras daba patadas al aire, pues Error lo besó en el cráneo—. Puta madre, ya empezaste con tus mamadas.
—Ya, relájate. N'ombre, contigo no se puede jugar.
—¡Sácate, pinche puto! —le empujó.
—Como si a ti no te hubiese gustado... —murmuró, aunque el albino lo escuchó.
—¡¿Qué verga dijiste?!
—¡Que me la pelas! —y salió disparado, pues bien sabía que Ink se lo iba a madrear.
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