Capítulo 3
• Desobediencia •
-Vamos, vamos. No quiero hacer esperar al Alpha.
Cassia me guía hacia la gran casa, los dos guardias seguían tras de mi. Solté un suspiro mientras caminaba y volteé la vista al cielo, este estaba de un color anaranjado, como el de un atardecer. ¿Lo es realmente o también es falso?
-Bien, entra ya. Te guiarán hasta donde tienes que ir, yo tengo que regresar.
-¿No vienes conmigo? - cuestioné.
-No, cariño. Pero tú no tienes que tardar, así que ve.
Me dió unos leves empujones para animarme a seguir caminando y yo crucé el umbral de la puerta, los guardias también se quedaron atrás y ellos tres me miraron hasta que la puerta se cerró, me quedé mirando los alrededores antes de avanzar. Me abracé a mi misma e iba a empezar a caminar pero escuché unos pasos acercándose.
-Tú debes ser la nueva, ven. El Alpha te está esperando.
Una mujer se acerca a mi, no dije nada y solo la seguí cuando empezó a caminar de nuevo para guiarme hasta donde debía ir. Subimos unas escaleras realmente elegantes y llegamos hasta una habitación más parecida a una sala pero rodeada de puertas, pero había una en especial, la cual estaba en el centro.
-Bien, siéntate ahí y espera a que el Alpha salga. Tú no puedes entrar, no está permitido.
-¿Por qué?
-Porque así son las reglas, tú solo escucha y obedece. Traeré al Beta y al Delta, no te muevas.
Ella se va y yo suspiré, me tiré sentada al sofá y esperé. Moví mi pierna de arriba-abajo por un par de segundos antes de voltear a ver la puerta de la habitación del Alpha; para cuando me di cuenta ya estaba frente a esta, con la mano en la perilla. Mi corazón palpitaba acelerado en mi pecho, pero no retrocedí, abrí la puerta lentamente y me asomé antes de entrar. No había nadie por aquí, y era realmente hermoso...
-Wau...
Entré por completo cerrando la puerta tras de mi pero sin mirar atrás, entré más en la hermosa habitación, miré la mesa en donde habían algunas decoraciones de lo que parecía ser oro y otras de cristal. Volteé a ver la cama pero antes de acercarme, sentí el peso de una presencia tras de mi.
-Creo haber escuchado que te dijeron no entrar aquí...
Me di la vuelta rápido pero tropezando con mis propios pies y casi cayendo al suelo de no ser porque él me sujetó antes de la tragedia vergonzosa. Mi acelerado corazón parecía casi por estallar en estos momentos, quería decir algo pero me había perdido por completo en el azul de aquellos ojos. Él igual pareció hipnotizado porque no me soltaba y se quedaba mirando mis ojos. Pero yo me preguntaba ¿en qué momento había llegado atrás de mi? No lo había percibido hasta que estaba a centímetros.
-¡Diosa, esa niña va a hacer que me maten!
Escuchamos pero no nos distrajimos de nuestros ojos, la puerta se abre rápidamente y entran aquella mujer, el Beta y el Delta.
-¡A..Alpha! L..Lo puedo explicar... ella...
-Salgan.
-S..Sí, sí... p..por supuesto. - esa mujer se acerca mirándome fulminante para agarrarme y sacarme de aquí mientras nosotros volvíamos a enderezarnos.
-Ella no, ella se queda.
-P..Pero...
Con una mirada ella cierra la boca, baja la cabeza y retrocede, hace una leve reverencia antes de irse. El Beta y Delta me miran un segundo antes de alejarse e irse también, cierran la puerta y el Alpha se aleja de mi lado, yo suspiré mientras solo lo veía y permanecía quieta en mi lugar. Realmente no entiendo a esos pocos lobos que dicen que se oculta por ser poco atractivo, y le doy la razón a los que dicen que es más hermoso que los mismos Dioses...
Verlo haciendo algo o no haciendo nada es lo mismo para mi, es un privilegio; cada movimiento que hace, cada respiración... todo es perfecto para mi. Podría morir mientras lo contemplo y no me importaría, no, me retracto, no quiero morir porque o sino no podré verlo de nuevo. Si muero, no podré contemplarlo... eso sí sería el infierno para mi.
-Me dijeron que ya causaste problemas. ¿Por qué te has peleado con Eris?
Me sobresalté cuando me dirigió la palabra, mi corazón no lo esperaba por ahora así que está por explotar de la emoción. Pero tuve que contenerme, tuve que mantener la calma y responder como se me fuera posible.
-B..Bueno... - carraspeé -. Lo que pasó es que su novio, Elliot se me acercó, y ella creyó que quería algo con él y me atacó...
Él se me queda mirando, como analizando mis palabras mientras estaba recostado contra el mueble tras él, asiente levemente y agarra una copa con una bebida, no la había notado hasta que fue tocado por él. Era como si todo desapareciera pero él lo hiciera reaparecer al momento de tocarlo.
-¿Y querías algo con Elliot?
-No.
Me sorprendí a mi misma al responder rápido, firme y segura de mi misma. Él detuvo el avance de la bebida hasta sus labios y me miró, vi una leve curvatura en una de las esquinas de sus labios antes de desaparecer casi al instante y beber del contenido de la copa.
-Entonces, dices que te atacó sin razón.
-Pues... sí.
-Está bien, ¿algo más? - deja la copa en la mesa volviendo a hacerlo desaparecer para mi.
-Dijo un par de cosas, que no sé si sean de importancia... pero que a mí me molestaron.
-Si te molestaron entonces son de importancia, ¿qué fue lo que dijo? - se cruza de brazos provocando que sus brazos se marcaran y la camisa que llevaba se apagara más a su pecho, por lo que también se marcó... tragué con dificultad.
-P..Pues... dijo que... nadie tenía que confiar en mi, que no duraría ni dos minutos aquí y que nadie le aceptaría. Yo no he hecho nada, se lo juro...
Guarda silencio por un momento, luego me hace una seña con la cabeza para que vaya a sentarme en la cama; me sorprendí un poco pero lo hice, no pude evitar imaginarme mil escenas... nada decentes mientras caminaba y me sentaba. Él se coloca frente a mi y yo sentí como mi respiración se cortó. Nos quedamos mirando un segundo, pero él levanta su mano como pidiendo que le pasara algo. No comprendí, lo miré y luego a su mano, pero entonces se me ocurrió apoyar mi mano sobre la suya, él me sujetó con firmeza y estiró de mi mano para alcanzar mi brazo, justamente el herido, y sujeta la venda.
Mi piel hormigueaba bajo su tacto, jadeé en silencio y me quedé admirándolo mientras él quitaba el vendaje de mi herida para verla; hice una mueca al apreciarla, todavía se veía algo mal.
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