Capítulo 10
• En las nubes •
Abrí los ojos de golpe por ser la primera vez que despertaba con un peso en la cintura, había olvidado todo por un instante pero al momento en que mi mente me lo hizo recordar, tranquilicé mi angustia, y en su lugar lo reemplazó un tierno sentimiento que envolvió mi corazón con alegría y calidez. Me giré lentamente, procurando no despertarlo, contemplé su rostro dormido y no fui capaz de desviar mi atención a otra cosa.
Se veía tan diferente a como se ve siempre, no cambia el hecho de que es realmente atractivo, pero ahora... se ve indefenso, despreocupado... calmado. Era la primera vez que lo veía así, ni siquiera cuando se relajó en la cascada se vio de esta manera. Me gustaba más verlo de esta forma. Sabía que siempre estaba alerta por si los cazadores hacían algo como aquella vez... sabía que vivía a la defensiva constantemente, y con los nervios en punta. No me agradaba.
Quería poder hacer algo para sacarle aquella preocupación. Quería sacarlo de aquí para que conociera el mundo sin fronteras ni tantas preocupaciones. ¿Pero cómo?
-Hm...
Le presté atención cuando comenzó a despertarse, yo cerré los ojos por inercia... en realidad no sabía porqué me hacía la dormida, pero supongo que quería saber qué haría ahora. Lo sentía mirándome, pero sin hacer nada por un tiempo. Hasta que sentí la presión de sus labios sobre los míos; no me molestaba, sino todo lo contrario, hasta fue imposible para mí no responderle.
-Sabía que estabas despierta.
-Ups.
Sonreí mirando hacia otro lado pero él me regresa la mirada con su mano en mi barbilla y vuelve a besarme. Estaba en el cielo, y nadie podría bajarme de allí. El aire comenzó a hacernos mucha falta, así que nos vimos obligados a separarnos aunque ninguno quería hacerlo, pero lo hicimos. Volvimos a mirarnos pero yo lo abracé apoyando mi cabeza en su pecho, él me abrazó nuevamente y besó mi coronilla mientras pasaba ligeramente su mano por mi brazo y yo dibujaba figuras en su pecho.
-Jace... ¿Tienes trabajo que hacer?
-Hoy estoy libre, ¿por qué?
-Porque quería... bueno... pasear por allí... contigo...
Él me mira un momento antes de sonreír y asentir, besa mi frente con ternura y yo suspiré.
-Seguro. Pero primero desayunamos ¿quieres?
Asentí varias veces consiguiendo sacarle una sonrisa divertida.
-Está bien, pero quiero hacerte una pregunta... - me mira esperando por ella -¿Podemos salir en nuestra forma normal? Digo, en nuestra forma humana.
Él se me queda mirando un segundo pero sonríe levemente y asiente una vez; mi sonrisa se ensancha y me atreví a depositar un pequeño y casto beso sobre sus labios.
-Oye... ¿Por qué nunca te muestras así a los demás?
-Dijiste una pregunta.
-Bueno, ¿qué mal hace una segunda? - me encogí de hombros haciéndolo sonreír con diversión.
Él suspira a la par que se acostaba sobre su espalda, llevó su mano tras su cabeza y miró el techo un momento pensando en lo que diría.
-Supongo que... después de pasar toda mi vida de esa forma con ellos... me es más cómodo y me he acostumbrado.
-¿Nunca te has mostrado?
-Pues... que yo recuerde, no. Solo a los que han trabajado aquí, porque esta es mi casa, aquí me siento cómodo de todas formas.
Asentí dando a entender que lo había comprendido, pero entonces sonreí y lo abracé.
-Entonces, esta vez lo harás. Sé que muchos están ansioso por conocer tu rostro...
-¿Si?
-Claro, es uno de los misterios del pueblo. Se podría decir que es un secreto de Estado.
Él ríe entre dientes por un segundo, asiente y ambos nos quedamos en silencio un tiempo pero él suspira y se levanta.
-Pediré que traigan la comida.
Asentí a la vez que me sentaba en la cama. Lo vi pasearse por la habitación hasta la puerta, le pidió a alguna chica que trajera el desayuno y algo de ropa para mí. Yo me quedé sentada en la cama mientras lo veía, él regresa y yo amplié mi sonrisa. Ambos nos acercamos hacia el otro, pero él me hizo inclinarme hacia atrás, apoyó sus manos sobre la cama pero a mis lados y besó mi frente de una manera tierna y luego mis labios; sonreí ante sus muestras de cariño y no pude resistirme para corresponderle enseguida.
Sin darme cuenta, caí de espaldas sobre la cama y él no tardó en quedar sobre mí, no nos despegamos en ningún momento, sino que lo hicimos más profundo y apasionado. Al quedarnos sin aire ambos nos separamos, pero mientras yo trataba de volver a respirar, él me lo complicaba todo al pasar rozando sus labios por mi piel, besa mi cuello haciéndome jadear y cerrar los ojos; baja, poniéndome más ansiosa pero al toparse con el borde del cuello de mi ropa, vuelve a subir y va hasta mi oreja, su respiración me hacia cosquillas, y mi piel se erizaba.
-Ayla...
Jadeé de nuevo al escucharlo pronunciar el nombre que me ha dado, se sentía bien... no podía evitar sentirme de esta forma, controlar mis emociones ahora me era imposible. Estaba en las nubes, otra vez. Toca levemente mi oreja con su lengua haciéndome estremecer, la muerde despacio y a mi se me dificultaba pasar la saliva por mi garganta. Mis manos inquietas terminaron contra el pecho de Jace, me aferré a él por un momento. Era ahora, y con él, que me daba cuenta de que mis orejas eran un punto débil para mí.
-Hm... - suspiré.
Jace vuelve a bajar, besa mi cuello y llega hasta mi hombro derecho, muerde ligeramente y lo besa; yo resoplaba, suspiraba, me estremecía y jadeaba. Él era muy consciente del efecto que causaba en mí y estaba segura que lo hacía apropósito, quería seguir jugando conmigo de esta forma. Pero tuvimos que parar en el momento que llamaron a la puerta. Era nuestro desayuno.
-Justo en la mejor parte...
Me reí, aunque traté de ocultarlo, él suspira y se levanta para abrir. Dejan la comida frente a la cama y se van; Jace vuelve a acercarse a mi, que ya estaba comiendo.
-Si no te apuras, te dejo sin desayunar.
-No creo que lo hagas realmente...
Enarqué una ceja como retándolo a ponerme a prueba, él me mira pero enseguida agarra su desayuno para que yo no me lo robaste. Reí entre dientes antes de volver a probar bocado, amaba la comida que preparaban aquí, es realmente deliciosa.
Entre ambos acabamos el desayuno riendo por cualquier cosa que se nos ocurriera, su risa era una melodía perfecta para mí y nunca me cansaría de escucharlo. De verdad, podría hacerlo por horas y jamás me aburriría. Pero tuve que dejar de escucharlo cuando terminamos de desayunar; fuimos a cambiarnos de ropa, arreglarnos y estar presentables para salir. Él se me queda mirando al momento de verme y yo me sonrojé un poco.
-¿Qué?
-Eres hermosa...
Sonreí ampliamente acercándome a él, apoyé mis manos en sus hombros y él agarró mi cintura. Me paré en puntillas y alcancé sus labios para depositar un beso algo largo pero no tan duradero como los anteriores. Me separé y pasé por su lado dejándolo algo hipnotizado.
-Mejor nos vamos, así aprovechamos el día, ¿no lo crees?
-Sí...
Su respuesta fue algo desinteresada, no estaba concentrado del todo pero sabía que me había escuchado. Él reacciona cuando abrí la puerta y ambos salimos. Al salir de la casa yo me atreví a tomar de su mano y nos acercamos al pueblo; todos, al ver a su Alpha, hicieron reverencias y sonrieron, algunos lo saludaban alegres y él les respondía de igual forma. Escuchaba los murmullos de sorpresa y admiración, algunos halagos y demás cosas. Algunos pensarían que por aquello yo me tendría que poner celosa pero en realidad no lo estaba, no tendría porqué estarlo porque confío en lo que siente por mí.
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