—¡Papá! —grité entre risas mientras corría detrás de aquel que era mi padre

Seguí corriendo y llamando en lo que parecía era un juego

La emoción que llevaba en mi pecho no era solo por la diversión del momento, sino por el hecho de que volvía a estar con mi padre, con el que no pude pasar tiempo y preguntarle tantas cosas que he querido preguntarle desde chica.

Las risas de papá se mezclaban con las mías y se escuchaban por todo el campo de flores de jazmín por el que corríamos

Cuánto más corría papá parecía estar más lejos, la emoción y diversión desaparecían lentamente de aquella escena

—¡Papá! ¡Espérame! —grité, está vez desesperada

Mi padre se alejaba cada vez más de mí. De repente el cielo comenzó a oscurecer, una tormenta de avecinaba

Dejé de correr y empecé a prestarle atención a todo lo que pasaba a mí alrededor

Las flores ya no estaban

Ahora todo era lodo y piedras, a lo lejos logré visualizar algunos árboles, pero tendría que correr mucho para llegar a ellos.

Mis pies empezaron a resvalar. Yo estaba muy confundida

¿Dónde estaba papá? ¿Por qué no ha vuelto por mi?

Sentí que mi única opción era sentarme y esperar a que papá volviera por mi

Y sin importar todo el lodo que había en el suelo, me senté, y en el momento en el que me senté una gota cayó en mi hombro derecho

» Comenzó a llover —pensé

Pasé mi dedo en donde cayó la gota y la limpié, luego observé mi dedo y me sorprendí porque mi dedo se tiñó de un rojo carmesí. Miré hacia arriba y la escena volvió a cambiar

Ahora yo estaba debajo de un árbol, al parecer estaba en un bosque.

Quedé traumada frente a aquella escena

En el árbol, muy alto, una mujer de piel tan blanca con la cal y belleza sobre humana tenía a mi padre mordiéndole el brazo, mi padre gritaba y se retorcía de dolor mientras al mismo tiempo intentaba zafarse de las garras de aquella bruja. Ella sonreía satisfecha por lo que ocurría, las gotas de sangre que salían del brazo ya morado e hinchado de mi padre caían en mi rostro

Desesperada por salvar a mi padre intenté subir al árbol pero se me hacía imposible, rompí mis manos con el duro tronco del árbol pero cuando volví a mirar a mi padre él ya no se movía.

Gruesas, y calientes lágrimas mojaban mis mejillas, haciendo imposible a mis ojos poder ver lo que ocurría.

Sentí el golpe de algo pesado al caer justo al lado de mí, limpié mis ojos  y ví el cuerpo de mí padre en la tierra junto a mí.

Quedé petrificada al ver como su cuerpo iba rejuveneciendo. Las arrugas y los signos de la vejez iban desapareciendo, cabello se hacía más, esfumando las zonas de calvicie en su cabeza; su cuerpo... ¡Todo! Mi padre parecía de veinti tantos años en vez de lo que en realidad tenía.

Y luego de un momento a otro, mi padre estaba de pie junto a mi

—Lena —me dijo, pero si voz ya no era la misma.

Ahora parecía ser un mismísimo ángel el que me hablaba, su voz era aterciopelada y la belleza y dulzura que ésta transmitía era inhumana.

Pero este hombre no era mi padre

—Lena —esbozó una sádica sonrisa para luego lanzarse a mí.