Navidad
Retazos de sus besos aún seguían latentes en sus labios. Su padre estaba contado una anécdota graciosa, pero ella no tenía cabeza para procesarla. Todo lo que ocupaba su mente eran esas dos cortas palabras que expresaban tanto, le había dicho "Te amo" y por ella pasaron cientos de cosas menos responderle el sentimiento . Si, lo amaba, pero sentía que mientras no le dijera todo lo que le competía, no podía confesárselo. Y es que su mayor impedimento eran los "pero". "Te amo, pero te miento", "Te amo pero aún no dejo que conozcas todo de mi". Juliette quería decirlo sin tapujos, sin nada que haya detrás que la hiciera sentir una hipócrita por no entregarle toda su confianza.
Estaba decidido. Ya había pensado suficiente en todo el mundo, ahora se lo debía a Alex y a ella misma. No lo ocultaría mas, que Henri tuviera que doblar sus esfuerzos para que no lo descubriera la tenía sin cuidado, después de todo fue él el que eligió vivir así y no ella. Respetaría el derecho de su hermano a decidir quien puede o no saber de su alter ego, sin embargo, todo lo que a ella se refería podía contarlo libremente.
_¿Juli? - Una voz la sacó de sus ensoñaciones.
_¿Mmm? - Alzó la vista y encontró a toda su familia observándola - Perdón, ¿Qué decían?
_Estábamos hablando del concierto que tendrá lugar en París el próximo mes - Le respondió su madre.
_Ah... ¿Y? - Preguntó desorientada.
_Nada, olvídalo... - Henri rodó los ojos con humor.
_Por cierto Antoine, siempre lo digo pero la decoración está bellísima - Comentó Helene.
_Este año tuve algo de ayuda ¿Verdad Juliette? - El hombre miró a su hija.
_Eh... Si, es la costumbre, mamá decora horrible en estas fechas - Respondió a lo que todos soltaron una sonora carcajada.
_¡Oye! - Helene le golpeó el hombro con su codo con humor.
_¡Bueno! Hora del postre - Anunció Antoine mientras se levantaba para ir a la cocina.
_Te ayudo - La rubia lo imitó.
No paraba de darle vueltas al tema y sobre todo al que hubiera pasado si su padre no hubiera interrumpido. En medio de la pasión del momento, le había dicho que la amaba y sabía a la perfección que esas palabras la tomaron desprevenida. Alex jamás se le confesó a ninguna chica en su vida y hacia Juliette, esa frase sonó tan natural que daba la sensación que ésta siempre estuvo en la punta de sus labios, predestinada solo para ella. No se arrepentía de haberlo hecho, ni mucho menos de decírselo en voz alta, sabía que tarde o temprano el tema volvería a surgir pero lo prefería temprano ya que moría por oír su respuesta.
Alex se giró a ver el regalo de navidad de su novia, que estaba junto a un montón de otros regalos. Lo tomó en sus manos y sonrió para sí mismo. No era por Misteria, ni por la edición especial, ni siquiera porque estuviera autografiado por el mismísimo Tommy. Era la acción, el simple hecho de saber que Juliette le dedico tiempo a buscar algo casi imposible de conseguir por él, el esfuerzo de regalarle algo anhelado. Si eso no profesaba amor entonces Alex no sabía que significaba esa palabra y es que no dudaba un segundo de las miradas de su chica, o de sus caricias o incluso su propio respirar cuando estaban juntos. Entonces el joven recordó también sus suspiros, el como se abrazaba con fuerza a su espalda mientras él la besaba y como el ritmo de su corazón latía descontroladamente. Alex sabía que sí se acostaba con Juliette no sería su primera vez, sin embargo presentía que no sería como las demás, lo supo esa noche. Jamás había estado tan pendiente de las acciones y gestos de alguien tanto como en aquel momento, estaba dispuesto a parar en el segundo que la notara tensa o temblorosa, le aterraba la idea de forzarla o lastimarla. Algo que nunca le ocurrió con ninguna antes que ella.
_¡Alex! ¿Vienes? - Lyla entró al cuarto de su hermano repentinamente junto a sus dos primos, pero al contrario que estos dos últimos, ella quedó paralizada al ver lo que su hermano tenía entre las manos.
_¿Que tanto hacías aquí? - Preguntó su prima, quién no se enteraba de nada aún.
_¡Esa maldita Juliette! - Exclamó la castaña sobresaltando a los presentes.
_¿Quien? ¿Que? ¿Como? - Preguntaron sus primos pero ella hizo caso omiso y se encaminó hacia su hermano.
_¡No lo puedo creer! - Lyla le sacó el disco de sus manos a Alex - Esa chica me ganó - Sonrió dulce y miró a su hermano - Creo que tengo una rival muy fuerte.
_¿De que? ¿Quién le regalo eso? - Preguntó su primo curioso.
_Su novia - Respondió alegre ella.
_¡¿Que?! - Reaccionaron los dos al unísono.
_¡Ya está bien! ¡Largo de aquí! Ya bajo - El castaño los corrió furioso de su cuarto a los tres.
_Pequeña... - Su abuela la llamó y Juliette se acercó a ella.
_Nona - La joven le sonrió y se sentó junto a ella - Dime.
La anciana le sonrió y tomo sus manos entre las suyas.
_Te noto distinta... - Miró los ojos de su nieta con dulzura.
_¿Y eso es bueno? - Le preguntó ella.
_Muy bueno, si comparo que la última vez que te vi no tenías esos ojos tan grandes y luminosos - Aseguró la mujer.
_Yo... No sé que responder... - Se sonrojó la joven, no pudo evitar pensar en Alex.
_Mirada brillante y mejillas rozagantes... ¿Quién es él? - Le preguntó su abuela.
_¿Como? - La pregunta tomó desprevenida a Juliette.
_Seré vieja pero tengo mucha experiencia... Te pareces tanto a tu madre que incluso podría adivinar si ya lo has hecho con él.
_¡Nona! - Exclamó avergonzada.
_¡Ay! Por favor, tu no eres el tipo de chica puritana, no te espantes así - Rezongó la anciana.
_Pero... - Su abuela la interrumpió.
_Ahora dime quien es el chico que te desordenó los papeles.
_Es un chico un poco mayor que yo, está en mi instituto y... ¿Y que mas quieres que te diga? - Dijo sonrojada.
_Por ahora, con eso me basta - Sonrió satisfecha.
_Ten... - Interrumpió Henri extendiéndole un bastón de caramelo a su hermana.
_Oh... Gracias - Juliette lo miró sorprendida.
_Tus dulces favoritos, hay cosas que no se olvidan y jamás cambian - Comentó la abuela.
_De lo único que debe recordar de mi - Comentó la castaña con humor mientras aceptaba el caramelo.
Henri la fulminó con la mirada por un momento pero luego su expresión cambió a una sonrisa.
_¿Segura? - La miró con intención y sin dejarla reaccionar se agachó, dio vuelta y jaló de las piernas de su hermana con tal fuerza que ella solo reaccionó para agarrarse al cuello de su hermano quien ya se había puesto de pie.
_¡¿Que haces?! - Preguntó aterrada mientras se sujetaba fuerte a él.
_Cerrándote el pico - Respondió mientras corría por toda la sala con ella sobre su espalda.
Juliette al principio gritaba aterrada para que la bajara pero luego y sin darse cuenta comenzó a reír hasta perder el aliento.
Antoine y Helene salieron de la cocina alarmados y al ver la situación, intercambiaron una mirada alegre. Henri y Juliette riendo juntos era algo que hace ya mucho tiempo no ocurría.
Una vez exhaustos, el rubio dejó a su hermana sobre el sofá para luego dejarse caer al lado de ella agitado. Ambos de dedicaron una mirada divertida.
En ese momento el timbre sonó.
_Debe ser Lyla, cuando la invité dijo que pasaría un rato en la tarde - Henri se levantó para abrir y Juliette discretamente se dirigió a unos de los ventanales de la entrada. Sabía que Alex le traería. Dicho y hecho, el auto de él estaba parado en la puerta, él notó enseguida su mirada a través de la ventana y le sonrió burlón. Unos segundos después, le llegó un mensaje a su celular.
"¿Se te perdió algo, preciosa?" leyó para sí y no pudo evitar sonreír. Lo volvió a mirar por la ventana con una mirada cargada de sentimientos que él correspondió.
Otro mensaje.
"Que tengas una bonita tarde. Te quiero", leyó ahora y esta vez le respondió. "Tu también. Y yo mas, no te haces una idea". Sabía que Alex había dado un paso al costado al no decirle "Te amo" de nuevo pero era para darle espacio a ella y ella no se iba a confesar por un mensaje de texto.
Volvió la vista al interior de la casa y se topó con la mirada de Lyla, la única percatada de su ausencia. Esta le dedicó una clara falsa mirada de enfado y Juliette se aproximó a ella para saludarla, como sí nada hubiera pasado.
_Hola, Lyla. Feliz Navidad - La saludó con una sonrisa burlona.
_Hola, Juli. Muy feliz Navidad para ti - Le correspondió la misma sonrisa. Juliette no pudo evitar echarle un vistazo a su familia, para comprobar que era la única que se percataba del doble sentido de sus palabras. Era obvio que algo sabía de su noche con Alex pero dudaba el que ya que sabía que su novio era reservado con su intimidad.
Juliette se sentó junto a su madre mientras la conversación seguía animada. La joven deseo mas se preguntó, como sería si Alex formara parta de la velada que acontecía en ese precioso momento. Era algo normal puesto que Lyla se sentía cómoda y bien recibida allí. Le llenaría el corazón sí con Alex fuera igual.
Luego de una media hora, la de ojos castaños se levantó para retocarse el maquillaje en el baño y de paso estirar las piernas.
Al salir se topó con su cuñada.
_¡Oh! Lo siento si tardé mucho, no sabía que estabas aquí - Juliette le sonrió amable.
_Descuida - Le devolvió la sonrisa mientras avanzaba hacia el interior de baño y Juliette hacia el exterior - Por cierto... No se volverá a repetir lo de este año.
La joven volteó a ver a Lyla confundida.
_¿Que cosa? - Preguntó extrañada.
_Que el próximo año no me superarás en cuanto a regalos para mi hermano - Sentenció y Juliette se sonrojó.
_Así... Así que te mostro "eso"...
_En realidad no me lo mostró, lo encontré en su habitación con en vinilo en las mano y, créeme, no cabía mas del gozo - Sonrió recordando a su hermano con ternura - Y supuse al instante que era de parte tuya, o sea, es obvio que solo tú eres capaz de conseguir algo tan único.
_No fue la gran cosa - Juliette intentó restarle importancia al asunto.
_¡Claro que lo es! Alex lo quería con ansias - Respondió alegre - Pero ya no mas, ésta será la última vez que me superas - Sentenció con humor.
_Mmm... ¿Quieres apostar? - La joven la desafió, siguiéndole el juego.
_¡Vaya! Creo que me he topado con una rival digna - Lyla sonrió maliciosa.
_¡Oye, Alex! ¿Por qué no invitas a tu novia a pasar un rato aquí? Ya de paso podríamos conocerla - Su prima sugirió interesada.
_No se puede, está ocupada con su familia - Respondió fastidiado. Bendita sea la bocota de Lyla que lo había metido en este aprieto y para colmo se había ido.
_¿Y que tal una foto? - Intervino su primo - Dime por favor que es bonita.
_¿Con quien crees que estás hablado? Mi chica es preciosa - Afirmó con la frente en alto - ¿Cómo podría ser si no?
_¡Alex! ¡Estás enamorado! - Chilló su prima entusiasmada y él deseó no haberse dejado llevar por sus instintos y permanecer callado.
_¡Bueno! Es hora - Helene se levantó del sillón - ¿Cantamos algo? Como en los viejos tiempos.
_Oh, hace años que Juli no se une a la banda familiar - Comentó la abuela dando mini aplausos.
_Si pero, aguarden, yo toco el piano, mamá. Estoy lo suficientemente mayor como para saber que mi voz ya no suena tierna, arruinaría la armonía entre tu voz y la de Henri.
_De acuerdo, todo tuyo - Su madre le señaló el gran piano de cola.
_Yo seguiré el ejemplo de mi niña - Intervino Antoine a la par que tomaba una de sus guitarras.
_Prepárate, Lyla. Estas por oír los mejores villancicos de tu vida - Le anunció la anciana a la novia de su nieto, la cual ahora estaba junto a ella.
_¿Están todos listos? - Preguntó Henri, quien estaba junto a su madre al lado del piano.
Todos asintieron y Juliette comenzó a tocar las primeras teclas de un muy conocido villancico. En determinado tiempo, Henri y Helene comenzaron a cantar seguidos por el sonido de la guitarra de Antoine.
Oh, Jingle bells, jingle bells
Jingle all the way
Oh, what fun it is to ride
In a one horse open sleigh...
Y mientras la canción duró, los problemas parecían haberse erradicado del mundo, ya que éste solo era música.
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