La U.A.
Un buen susto en ocasiones es necesario para hacer a alguien actuar, como si el haber tenido a la tragedia tocando su puerta fuera el empujón necesario para tomar una decisión, eso era lo que tenía a Izuku ese día, casi un mes después de que Bakugo hubiera sido dado de alta, a las afueras de a U.A.
Estaba nervioso hasta no poder más, caminaba en círculos justo en frente de la entrada esperando a que Bakugo llegara. No habían podido ir juntos como quisieron, pues el rubio tuvo una cita médica de control esa mañana de improviso, al final a Izuku le tocó que viajar primero para no perder los dos tiquetes que habían comprado.
—Deberías calmarte un poco —aconsejó Aizawa viendo a su exalumno comido por los nervios —. Arruinarás todo.
—No puedo calmarme, siento que voy a vomitar —dijo el pecoso sintiendo su corazón en la boca.
—Pues tendrás que encontrar la forma de hacerlo ahora mismo porque allí viene Bakugo. —El comentario de su viejo profesor hizo a Izuku ver hacia el camino que llevaba a la academia, allí venía Katsuki a paso lento ayudado de su muleta, que por cierto el rubio odiaba, pero debía estar agradecido de solo tener que usar aquella muleta por un tiempo porque pudo haber sido peor.
—Deku, odio esta maldita cosa, la porquería esta se quedó atorada en una rejilla en la estación del tren, casi que no la saco —gruñó el rubio al estar cerca a su pareja —. ¿¡Por qué no me quitan esta maldita cosa de una vez, ya estoy bien!?
—El médico dijo que el próximo mes ya podrás caminar sin la muleta, ten paciencia Kacchan —Un corto beso que la pareja compartió hizo a Aizawa apartar la mirada. ¿Cómo pasaron de estar partiéndose la cara a cada oportunidad que se les presentara a estar profundamente enamorados? Las relaciones eran un misterio para el profesor de la U.A.
—Par de tortolos vamos adentro, mis mocosos deben estar ansiosos por conocerlos. —Sin decir nada más los tres hombres entraron a la academia.
Después de cambiarse, pues habían viajado con ropa de civil desde la ciudad en la que residían hasta su antigua academia, ambos héroes se reunieron con la nueva clase 1A. Aquella tarde fue muy movida para ambos, respondieron preguntas, ayudaron en las prácticas, dieron consejos y hasta lucharon con los estudiantes de la clase de héroes, eso último solo lo hizo Izuku mientras Bakugo era detenido por su antiguo profesor pues él también quería luchar.
Al final del día estaban exhaustos, pero completamente satisfechos, jamás creyeron que enseñar se sintiera así de gratificante, ahora entendían el porqué Aizawa lo hacía.
—Creí que veríamos a All Might, es decepcionante que no estuviera, quería saludarlo —comentó el rubio mientras caminaban por los ahora solitarios pasillos de la academia, dando una pequeña vuelta por el lugar antes de ir a cambiarse para después dirigirse al hotel en donde pasarían la noche.
El sol se ocultaba en el horizonte y los anaranjados rayos pintaban todo de un cálido color, el ambiente del lugar era demasiado acogedor, se sentía como regresar al hogar, quizás ese lugar lo era, allí tenían tantos recuerdos buenos y malos, allí sucedieron tantas cosas que marcaron sus vidas y los dirigieron al lugar en el que en ese momento se encontraban, allí estaba el origen de ambos, su verdadero punto de partida.
—Si es una lástima. —La voz del pecoso sonaba dudosa, cosa que no paso de ser percibida por el rubio, pero no pudo preguntarle el motivo de eso pues este dio un pequeño salto antes de correr hacia el frente lleno de emoción —. ¡Mira Kacchan nuestro antiguo salón!
Bakugo negó con la cabeza antes de caminar con ayuda de su muleta a la puerta con el enorme 1A pintado en ella.
—Deku estuvimos en más que solo este salón —comentó Bakugo ya a su lado frente a la puerta.
—Pero aquí empezó nuestro camino para ser héroe, en ese año muchas cosas cambiaron, nosotros cambiamos, tú sobre todo. —La mano del pecoso tomó suavemente la de Kacchan. Izuku se sentía al borde del llanto, tantos recuerdos golpeándolo de repente eran demasiado para digerir, ese, a pesar de todo lo que sucedió, fue el mejor año de su vida, pues en él recupero a su amigo de la infancia, fue justo en aquel año que su relación dio un enorme giro para mejor —Creo que fue el año que más me marco.
—A mí también —contestó en voz baja el rubio viendo fijamente la puerta, casi podía escuchar la risa de Kaminari mientras Kirishima decía alguna tontería, podría jurar que se veía a sí mismo con sus dos amigos saliendo por aquella puerta, sus sonrisas, la mueca que él tendría por tener al pelirrojo colgado tan descaradamente de su hombro, fueron unos buenos momentos con los dos idiotas, y pensar que años después perdería a uno de ellos, eso le dolía, pero no se arrepentía por eso, no podía obligar a Denki a aceptarlo.
—¿Entramos? —dijo el pecoso ya caminado hacia la puerta y tomando el pomo de esta.
—Creo que ya contestaste tu solo esa pregunta Deku —contestó Bakugo siguiéndole.
La puerta se abrió de forma lenta y un extraño olor, considerando el lugar en el que estaban, a caramelo y vainilla, los aromas que cada uno desprendían, le llenó las fosas nasales a Katsuki. En poco tiempo la puerta se hallaba completamente abierta dejando ver el interior, todo estaba normal, menos dos de los pupitres casi junto a la pared más lejana de la entrada, dos asientos que se encontraban en aquellos lugares que jamás olvidara, sus lugares.
Las mesas de estos habían sido puestas una al frente de la otra unidas, un mantel blanco estaba sobre ellas, un arreglo de flores y velas en el centro decorándolas, dos platos cubiertos a cada lado, dos copas de cristal vacías y una botella de vino lista para ser servida, así estaba dispuesto todo. Aquellos insulsos puestos escolares estaban preparados para una cena románica.
—Deku, ¿qué es todo esto? —Midoriya guio a Bakugo hacia la mesa con un agarre suave en su brazo, entonces el pecoso le corrió la silla para permitirle sentarse.
Izuku estaba nervioso, demasiado nerviosos y rojo, rojo cuál tomate, solo esperaba que todo eso fuera suficiente. Una vez Katsuki tomó asiento dejando su muleta y granadas a un lado el peliverde caminó con paso rígido hacia su lugar e igualmente se sento.
—Pedí permiso para esto, quise hacerte una cena romántica, yo cociné y todo —comentó Midoriya mientras jugaba con sus dedos debajo de la mesa.
—Solo espero que sea comestible, estúpido nerd —Bakugo no pudo detenerse y empezó reír al ver la cara de reproche que le dedicó su pareja.
—Kacchan no seas malo, en serio me esforcé haciendo esto —regañó Izuku sintiéndose completamente ofendido, pero eso no le duro mucho pues Katsuki tomó una de sus manos y le dio un suave beso en sus nudillos enguantados.
—Gracias por esto cariño, es hermoso —dijo el rubio mirando los preciosos ojos esmeralda del hombre que amaba —. Muchas gracias por esto.
El resto de la cena trascurrió entre risas, recuerdos y anécdotas, el tiempo se les fue volando y sin darse cuenta ya habían terminado el postre, su estancia allí llegaba a su fin. El pecoso pudo ver como Bakugo se estiraba para coger su muleta que se encontraba apoyada en uno de los pupitres a su lado, entonces supo que debía actuar.
—Kacchan. —Le llamó atrayendo la atención del rubio devuelta a él.
—¿Qué pasa Deku? —preguntó Katsuki volviéndose a enderezar en su asiento, entonces Midoriya se levantó bruscamente de su lugar.
Bakugo jamás se imaginó que algo así sucedería aquel día tan común, un día tan insulso como un martes, un simple martes, nada emocionante como los sábados o los domingos, ni tan esperanzador como los jueves, ni tan definitorio como los miércoles, ni tan mítico como los viernes o tan odiado como los lunes, era un simple martes, el segundo día de la jornada laboral, el día que pasaba sin pena ni gloria para muchos, pero ese martes haría que partir de ese momento aquel día se trasformará en su favorito.
Frente a él se encontraba un muy sonrojado Izuku con una de sus rodillas hincada en el suelo y una cajita de terciopelo negro entre sus manos, esta portaba celosamente una argolla color plata con una pequeña esmeralda en el medio. El peliverde temblaba mientras Kacchan lo miraba con los ojos muy abiertos y un creciente sonrojo en sus mejillas.
—Siempre has sido el mejor, el más valiente, el más listo, el más inteligente —Comenzó a decir con voz trémula el pecoso —Ciertamente el protagonista de tu historia y el resto de nosotros solo somos extras con la suerte de formar parte de ella, pero a mí la suerte me sonrió demasiado cuando me permitiste tener un papel secundario en aquella película que es tu vida, aun así soy ambicioso, demasiado a decir verdad pues quiero aún más que eso. Katsuki Bakugo me darías el honor de ser el coprotagonista de la historia de nuestras vidas. ¿Te casarías conmigo?
Un momento de silencio demasiado largo para los pobres nervios de Izuku se formó, entonces su cuerpo terminó chocando contra el suelo de forma estrepitosa por un sonriente rubio que lo abrazaba entre sus brazos con fuerza.
—Por supuesto que quiero Izuku Midoriya, será la mejor historia que este mundo de mierda haya visto —dijo Bakugo antes de besar a su ahora prometido, hasta que unos aplausos los hicieron separarse. Allí de pie junto a la puerta se encontraban sus antiguos profesores sonrientes y emocionados por haber presenciado algo así.
Las temblorosas manos de Izuku tomaron la mano Izquierda de Katsuki y entonces le quitó el guante de su traje de héroe para con mucho esfuerzo ponerle el anillo, un pequeño alivio invadió al peliverde cuando vio aquella significativa argolla en su lugar, le quedaba perfecta.
—Te amo Kacchan.
—Te amo Deku.
Nuevos aplausos y flashes de cámaras llenaron el lugar mientras ambos omegas sellaban su compromiso con otro dulce beso.
Hola todos, el capítulo de la semana, más tarde de lo normal porque se me termino acomodando el horario de esta historia para los viernes.
Lloré, si gente, lloré mientras escribía algunos párrafos de esta parte, no sé por qué estaba así de sensible, pero se me aguaron los ojos escribiendo.
Ahora sí que llegamos a la recta final, estamos a un paso de llegar al punto desde el que comenzamos, me emocione señoritas y señoritos.
Nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias. Los quiero.
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