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Desde siempre

—Kacchan ya llegué. —Ahora vivían en un mejor apartamento, un poco más amplio, con dos habitaciones y una preciosa vista de la ciudad, además de una buena seguridad, allí no podía entrar nadie que no viviese en el edificio si no tenía autorización de alguno de los residentes.

Era un poco más costoso que el anterior, eso era cierto, pero como Bakugo le dijo el día que lo vieron, la seguridad que les daba lo valía, además podían permitírselo, entre los dos los gastos eran mucho más manejables y sus sueldos no eran malos.

—¿Kacchan te sientes mejor? —dijo Izuku mientras dejaba las llaves en la mesa junto a la entrada.

Ese día Bakugo había faltado al trabajo porque amaneció con malestar general, estaba débil y tenía un poco de fiebre, había adquirido un resfriado según él y aunque luchó con todas sus fuerzas contra el pecoso para poder ir a la agencia, Izuku logró convencerlo de quedarse en casa, más bien lo obligó a quedarse en casa.

Al no recibir respuesta el peliverde supuso que debía encontrarse durmiendo, eso era lo mejor, el descansar le haría bien al rubio, aquella idea de Bakugo cuidándose hizo que Izuku sintiera alivio.

El pecoso había estado preocupado el día entero, el saber que su amigo de la infancia se encontraba en cama probablemente con un fuerte resfriado lo angustiaba, pero en ese momento pudo respirar tranquilo, después de horas de preocupación. Así que, con el ánimo un poco restaurado, entró a su cuarto por ropa limpia y luego se fue a bañar.

Olía bastante a sudor pues fue un día ajetreado en el trabajo, detuvo dos robos y un ataque de un villano cerca de un restaurante familiar. Ahora que se encontraba de vuelta en su hogar se sentía molido, agotado, hambriento y para colmo le empezaba a doler un par de golpes en su costado, pero no era nada de qué preocuparse, nada que un refrescante baño y una rica comida no arreglen.

Cuando ya estaba aseado, fresco y sintiéndose renovado, fue a ver a su amigo para preguntarle si quería algo y revisar su estado. Todavía estaba un poco preocupado pues el rubio no solía enfermarse, pero no era de extrañar que se encontrase así.

El día anterior Katsuki se había quedado bajo un fuerte aguacero asegurándose de que un villano fuese entregado a la policía de forma segura. Llegó a la agencia completamente mojado, frío y dando pequeños estornudos de vez en cuando, el lado protector de Izuku había saltado inmediatamente al ver semejante vista, pero el rubio le quitó importancia al asunto rápidamente.

Kacchan en ocasiones era un perfeccionista, sobre todo si se trataba de temas del trabajo. Claro que Izuku era exactamente igual, por lo que no solía quejarse sobre aquel detalle, aunque en esta ocasión estaba tentado de decirle una que otra cosa al respecto.

—¿Kacchan te sientes mejor? ¿Necesitas que te traiga algún medicamento? ¿Quieres comer algo? —Al abrir la puerta de la habitación el aroma de las feromonas de celo lo golpearon con fuerza haciéndolo jadear —. Kacchan.

Izuku se quedó sorprendido, completamente sofocado y sin poder moverse de la puerta, su amigo no estaba enfermo, estaba en celo.

Aquella imagen frente a sus ojos lo hizo avanzar un único paso. Bakugo estaba sobre la cama, completamente desnudo, con el pecho pegado al colchón y el trasero al aire, los dedos de su mano izquierda entraban y salían de su entrada mientras que con su otra mano masturbaba su erecto pene.

El lugar estaba lleno de pequeños gemidos, únicamente audibles por el silencio. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Izuku estaba demasiado metido en su propio agotamiento como para darse cuenta del rubio autocomplaciéndose en la habitación de al lado.

Debía salir de allí, no debía estar viendo eso, pero su cuerpo no se movía, en cambio un deseo incontrolable de acercarse lo llenaba y su omega interno le gritaba que fuera junto a Katsuki y le ayudará a aliviar su celo. Aun así Izuku siempre supo mantener a raya sus instintos más básicos y sacando fuerza de quién sabe dónde empezó a retroceder, pero antes de lograr salir de la habitación Bakugo alzó la cabeza y detuvo lo que hacía mientras olfateaba el aire.

—Deku —dijo en un suspiro como si probara aquella palabra. Volteó a ver hacia el lugar donde aquel aroma que tanto amaba estaba y luego gateo por la cama antes de bajarse de ella —. Deku ayúdame a sentirme bien.

Cayó de rodillas frente al peliverde, acababa de tomar su supresor y este tardaba un tiempo en hacer efecto, así que sin inhibición alguna solo se dejó llevar por el deseo de ser tomado por su pareja.

Izuku no pudo moverse mientras veía como el rubio desabrochaba sus pantalones cortos y luego los bajaba junto a su ropa interior dejando al descubierto su miembro medio erecto.

—Mi Deku. —La voz de Katsuki era atrayente, ronca y maravillosa en ese momento.

Rápidamente el rubio tomó el pene del pecoso en su boca y empezó a chupar. Bakugo no sabía bien que hacer, era un completo inexperto en ello, pero la nube de excitación en su mente que creaba el celo lo hizo seguir.

En pocos segundos el miembro de Izuku se encontraba erecto, la boca de Bakugo se sentía tan bien para él, era tan placentero, tan perfecto. Un calor inesperado empezó a llenarlo, su entrada comenzó a lubricarse y a palpitar, quería seguir allí, quería continuar con eso y hacer a Katsuki suyo.

Sus instintos empezaron a consumirlo y el peliverde ya no se sentía con fuerza para luchar contra ellos, cada lamida, cada chupada y cada caricia que era proporcionada a su pene se llevaban por completo su razón.

Un orgasmo estrepitoso lo llenó haciendo que casi le fallaran las piernas, por lo que tuvo que sostenerse de los hombros de Kacchan, quien recibió hasta la última gota del líquido blanquecino en su boca.

Aquel maravilloso orgasmo había sido uno de los mejores que había tenido en su vida, el rubio, aunque inexperto, estaba desesperado por brindarle placer, algo que nunca antes le había sucedido. En su anterior relación su pareja solo deseaba complacerse a sí mismo, Izuku jamás le vio problema a eso, pues era normal que los alfas fuesen así, como le había dicho su madre, pero ahora que sabía lo que se sentía que alguien se esmerara por complacerlo le pareció ridículo su anterior comportamiento.

—Deku —dijo Bakugo ya casi por completo en sus sentidos. Los supresores habían hecho efecto justo cuando estaba en medio de la mamada, pero no sé quiso detener, era hora de mostrarle a Izuku lo que él quería, como él lo quería.

Levantándose del suelo tomó la mano del confundido pecoso y lo llevó hasta la cama para sentarlo en ella antes de sentarse en su regazo con sus piernas a cada lado del más bajo.

—Esta no es la situación más romántica, pero es lo que tengo —habló Bakugo tomando entre sus manos las preciosas mejillas de Midoriya —. Izuku te amo, te he amado desde siempre. Sé que sonara como una mentira después de todo lo que te hice, pero estaba tan frustrado... Yo quería que uno de los dos fuese alfa y el otro omega, pero mira lo que nos dio la vida. Perdóname por desquitar mi frustración contigo, fue demasiado tarde para cuando lo comprendí.

—Kacchan eso no es posible tú y yo... —Un suave beso en sus labios detuvo la réplica del pecoso, Bakugo no lo dejaría salir con aquellos argumentos, nada de "tú y yo somos omegas", la única forma de que Deku pueda rechazarlo sería que no le correspondiese.

—No importa nuestro subgénero, yo te amo a ti, no a tu sistema reproductor, y si eso te preocupa déjame decir que la naturaleza no nos lo impide. —Se detuvo un momento para respirar, aún se sentía muy caliente y adolorido, pero debía seguir —. Si quieres familia yo te la daré, si quieres una pareja estable aquí me tienes, ¿no he sido la constante más grande de tu vida? Si quieres protección puedo dártela, patearé el trasero de cualquiera que quiera hacerte daño, si quieres cariño te daré todo el que poseo junto con mi amor, si quieres fidelidad te diré que aún soy virgen por ti, porque no podía estar con nadie más que no fueras tú, si quieres un hogar estoy dispuesto a formarlo contigo. Te daré todo lo que desees y más.

Izuku no sabía que decir, Katsuki lo veía directamente a los ojos, sus joyas rubís lo miraba con un brillo que no podía ser descrito de otra forma que no fuera con una única palabra, amor.

—Por favor acéptame. —Casi suplicó el rubio, haciendo que el corazón de Izuku se acelerara opacando a todas aquellas voces que le decían que estaba mal. ¿Por qué estaba mal? ¿Por qué hacerle caso a aquellos que solo le insistían que volviera con un hombre al que ahora le tenía miedo? ¿Por qué no estar con aquel hombre frente a él, del cual estaba seguro de que había amado su vida entera?

Si amado, Izuku amaba a Katsuki, siempre fue así, siempre lo ocultó y se engañó a sí mismo para creerse aquella mentira de que lo que sentía por el rubio cenizo solo era el cariño que se tenía por un amigo y así poder vivir una "vida normal" como lo dicta la sociedad. Por qué seguir negándose lo que desea sí con tanto ahínco aquel al que ama se lo estaba ofreciendo, ya había luchado por meses con todos aquellos sentimientos, ya estaba cansado, solo le quedaba ceder.

—Si Kacchan —dijo antes de besarle.

No les tomó mucho tiempo, sus pieles desnudas se rozaban una con la del otro, gotas de sudor se deslizaban por sus cuerpos y los gemidos de ambos lo llenaron todo. Izuku miraba fijamente a Bakugo mientras sacaba la caja de condones del lugar donde el rubio le dijo que se encontraban, se lo puso uno con cuidado y lentitud sintiéndose extraño por la sensación de aquel material sobre la sensible piel de su miembro, jamás se había puesto uno pues nunca lo había necesitado, pero ahora las cosas habían cambiado.

Una vez listo se acomodó sobre el rubio y lo penetró con lentitud mientras le besaba, sintió como este se tensaba, pero al poco tiempo se relajó.

—¿Te duele mucho? —Tenía que preguntar, no quería causarle daño, sabía por experiencia que aquello era demasiado doloroso, Todoroki había sido demasiado brusco y su primera vez se convirtió en un recuerdo de sufrimiento puro.

—Solo fue un pequeño dolor, pero ya se calmó. —Izuku se sentía escéptico por eso, sin embargo su preocupación se esfumó al sentir como el rubio se movía en busca de placer.

Unos segundos después el peliverde empezó a embestirle, con un ritmo perfecto, buscando todos los lugares que sabía serían placenteros. Bakugo gemía y se retorcía bajo él, sintiendo las caricias, besos y embestidas que tan hábilmente le eran proporcionadas.

Los besos, las caricias y los toques no se detuvieron en ningún momento mientras sus cuerpos se movían acoplándose de la manera más placentera, hasta que ya no pudieron resistirlo más y se vinieron al unísono cayendo rendidos en la cama sintiéndose completos.

El pecoso se hizo a un lado de Bakugo, boca abajo, con los ojos cerrados e intentando calmar su respiración, se había sentido tan bien todo lo que acababan de hacer, entonces un peso sobre él lo hizo abrir sus orbes esmeraldas con sorpresa.

—¿Kacchan? —No hubo respuesta, solo sintió como dos dedos se introducían en su muy resbaladiza entrada empezando a prepararle.

—Quiero esto también —comentó el rubio mientras se colocaba un condón. Grande fue su sorpresa al ver como Izuku alzaba sus caderas y abría las piernas ofreciéndose sin pudor alguno.

Entrar en él fue tan maravilloso como ser penetrado, sus embestidas fueron más salvajes, más intensas, más enérgicas; los sonidos eran más fuertes y las sensaciones más rudas, los dos eran totalmente diferentes hasta en temas como esos y a Katsuki le gustaba ese detalle.

Justo cuando sentía que un nuevo orgasmo los atravesaría a los dos escuchó hablar a Izuku.

—Márcame Kacchan, por favor márcame. —Estaba seguro de esa decisión, aun si no sabía que fuera posible. Bakugo era el indicado, en esos cuatro meses que había vivido bajo el mismo techo que él se había sentido más seguro y a gusto que en sus dos años junto a Todoroki.

¿Era algo apresurado? Muchos dirían que cuatro meses eran muy poco para tal decisión, aun así, ¿era apresurado pedirle eso a una persona que conocía de toda la vida? No, no lo era, Izuku conocía a Katsuki muy bien, había visto todas y cada una de sus facetas y estaba seguro de su decisión.

Bakugo obedeció y justo en el momento que el orgasmo se apoderaba de ellos le mordió en la nuca hasta que sus dientes sacaron sangre de la pecosa piel del peliverde.

—Márcame. —Está vez fue Bakugo quien lo dijo. Bajándose de encima de Izuku se sentó en la cama exponiendo su nuca, casi un minuto después sintió las manos calientes del pecoso en sus hombros, luego su cálida lengua repasando su piel expuesta, una mano sé coló entre sus piernas deshaciéndose del condón para empezar a masturbarlo, entonces fue alzado y llevado al regazo de Izuku siendo penetrado nuevamente —. El condón.

—Me puse uno nuevo —contestó el peliverde empezando a rotar sus caderas, Katsuki comenzó a saltar sobre sus piernas y en poco tiempo la habitación se llenó de una nueva ronda de gemidos y sonidos obscenos.

Un nuevo orgasmo estaba acercándose a sus cuerpos, besos y lamidas fueron repartidos en la nuca del rubio y justo cuando toda la presión placentera en su cuerpo se liberó sintió la dolorosa y magnifica mordida.

Fue justo en ese momento que los dos sintieron como se enlazaban, como sus omegas se conectaban, se unían en algo que supuestamente solo podía hacerlo un alfa y un omega, los dos real e inequívocamente estaban marcados.

Hola todos, esta semana me desaparecí un poco, es que quería descansar, pero aquí estoy con un capitulo nuevo para ustedes. Espero que les gustara el capítulo, aun se me dificulta las escenas de este tipo, entonces díganme ¿Que tal quedo?

Si ven algún error de ortografía no duden en decírmelo por favor.

Gracias por llegar a este punto y muchas gracias por sus votos, espero que les guste la historia.

Nos leemos en el próximo capitulo o en otra de mis historias, los quiero.

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