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Capítulo Once

El viento chocaba contra mi cuerpo y mi pelo azul flameaba con el. Mis brazos rodeaban su trabajada espalda y su aroma inundaba mis fosas nasales a pesar de tener el casco puesto. En realidad su aroma inundaba mi ser, se colaba en mis venas y fluía por mi cuerpo igual que su sangre lo hacía. Aarón había salvado mi vida y no me refería precisamente a la transfusión de sangre, me refería a que si él no hubiera decidido acercarse al caos que era mi vida ni hubiera insistido en conquistar mi corazón con el simple hecho de ser él, no estaría viva para contarlo. Mi nombre es Alexandra Beckett, esposa de Aarón Becket. Ambos tenemos dieciocho años y apenas unas horas de casados. Cualquiera que no fuera testigo de nuestra historia lo tacharía como una locura, pero si consideramos que toda mi vida era una mentira y que ya he intentado suicidarme, podrán saber que no tenía impedimentos para negarme a su propuesta, tal y como lo había hecho ahora.

—Esto es una locura, ¿sabes? —pregunté en un grito para que él lograra escucharme. —todo es una locura. Nuestro amor, nuestro casamiento y ahora esta luna de miel.

— ¿Estás arrepentida? —preguntó disminuyendo un poco la velocidad.

—Jamás.

Llevábamos alrededor de quince minutos de recorrido y nos íbamos adentrando cada vez más al centro de la ciudad. Me sentía muy nerviosa por lo que estábamos a punto de hacer pero ya no había vuelta atrás. Aarón se detuvo y me bajé de la moto sin dificultad. Me quité el casco, lo até a la moto y caminé hasta la esquina, él debía estar ahí.

—Sabía que volverías a mí. —soltó socarrón. El viento desordenaba su cabello y su nariz estaba roja por el frio.

Estallé mi mano contra su rostro sin decir una sola palabra, lo tenía más que merecido. Matthew se tomó el rostro indignado y antes de poder esquivarlo estalló su puño contra mi rostro, logrando hacerme caer. Inmediatamente sentí la sangre bajar por mi nariz e intenté retenerla en vano, lo mire asqueada. Cada vez me daba más cuenta de lo poco hombre que era.

—Lo siento, lo siento... —dijo intentando acercarse a mí. Se veía arrepentido pero ya era tarde.

— ¡¿Qué hiciste hijo de puta?!

Aarón entró a la escena y empujó a Matthew hacia atrás, tirándolo al piso. Jamás pensé que las cosas se darían así, pero aceptaba mi parte de culpa, yo lo había golpeado primero sabiendo que Matthew sería capaz de golpearme a mí y a cualquiera que le hiciera perder los estribos. Ahora estaba ahí, en el piso. Ni siquiera fue capaz de defenderse, porque Aarón lo golpeó un par de veces consiguiendo asustarlo. Fantástica luna de miel.

— ¿estás bien? —Preguntó Aarón arrodillado frente a mí, se veía muy preocupado.

Asentí sintiendo como la sangre dejaba de correr por mi nariz. Aarón comenzó a limpiarme delicadamente, solté un quejido involuntario. Aún tenía esa zona de mi rostro dolida. Una vez que estuve considerablemente limpia me puse de pie con la ayuda de mi esposo y ambos nos enfrentamos a Matthew quien seguía tendido en el piso. También tenía el rostro ensangrentado y un corte en el labio.

—Te voy a denunciar por violación. —solté amenazante. —no vuelvas a acercarte a mi prima, saldrá adelante con nuestra ayuda y aunque te cague por dentro, su hijo va a nacer.

—Me haré cargo. —soltó serio. —no hagas nada.

—Siento tanta lástima por ti. —solté con asco, enrabiada. —no solo me arruinaste la vida con tus mentiras y manipulaciones, sino le cagaste la vida a mi prima. ¿A ella también le mentiste con la edad? —pregunte sarcástica.

—Ay Alexandra. —soltó riendo descaradamente. —tu prima no es como tú piensas. ¿Acaso le creíste eso de que no sabía que tú salías conmigo? —Preguntó incrédulo mientras se ponía de pie, Aarón dio un paso adelante, amenazante.

—No mientas más, todo fue una coincidencia —dije excusando a Roxanne. Matthew quería manipularme y no lo lograría.

—tu peor error fue confiar en Roxanne. —soltó cortando la risa de golpe. —ella es igual o peor que yo, pero tú eres demasiado buena y por eso todos te pisotean como quieres.

Aarón me miró furioso y lo tomé de la mano, logrando tranquilizarlo un poco. No sabía si creerle a Matthew, después de todo Roxanne había sido mi amiga toda la vida y cada vez que Vicky la trataba de envidiosa yo la frenaba. Habíamos discutido varias veces por causa de Roxanne.

—mientes. —insistí encarándolo. Matthew me dio una sonrisa de boca cerrada.

—si es mentira dime, ¿Cómo sé que hoy te casaste con este imbécil? —Preguntó mirando a Aarón con asco e inferioridad. —dime, Alexandra. ¿Todo el tiempo creíste que yo era el malo de la historia?

Para estas alturas había logrado convencerme. Aarón apretó mi mano al ver que no reaccionaba y di media vuelta, totalmente destrozada. Toda la vida con la idea de que no era valiosa y contándole mis inseguridades a mi peor enemiga. Todos mis sueños, mis metas, mis placeres y secretos se los había confiado a Roxanne. Le había ofrecido mi ayuda incondicional y me había fallado de esta forma. Incluso Aarón se había ofrecido a pagar sus malditas ecografías, ¡estaba embarazada de mi ex a propósito!

—Cuida a tu amorcito, no vayan a quitártelo. —Gritó Matthew a mis espaldas.

—No te atrevas a tocarle un pelo de la cabeza a mi esposa, o no estarás para contarlo. —Lo amenazó Aarón detrás de mí.

Llegamos a la moto y Aarón me tomó de la cintura por detrás mientras yo desataba el casco. Comenzó a besar mi cuello pero misteriosamente no me encendí, no tenía ánimos de nada con lo que me acababa de enterar. ¿Cómo miraría a Roxanne a la cara? Ni siquiera sabía si la quería ayudar con lo de su embarazo después de esto. Pensé que de verdad me quería, ahora me doy cuenta que era todo mentira. Lo que más me indignaba era que siguiera hablando con su supuesto agresor y que me hubiera traicionado de esta forma, contándole algo tan íntimo como lo que había entre Aarón y yo. Me aleje de él, molesta.

—necesito ver tu nariz. —insistió tomando mi rostro entre sus manos, preocupado. —es mi culpa por no llegar antes.

—no es tu culpa que Matthew sea un imbécil. —respondí mirando los lunares de su cuello. Debía estar horrible con la sangre seca en mi rostro y la nariz hinchada.

Aarón besó mis labios y no entendí como no sentía asco de mí. Le respondí desanimada y me dispuse a subir a la moto. Ya no necesitaba ayuda para hacerlo.

—tengo algo que decirte. —soltó de la nada. Su voz hizo eco por las calles vacías y lo mire esperando que hablara. —Roxanne me envió una fotografía de ella desnuda.

— ¿Qué...?

—la borré sin descargarla, pero era evidente que era ella. —explicó rápidamente. —no la tenía en mis contactos, pero cuando miré la foto de perfil era Roxanne. No le tomé importancia hasta ahora.

Las lágrimas cayeron de mi rostro sin poder evitarlo. Las traiciones duelen pero la traición de alguien que amas te destroza.

—Quiero que sepas que no estoy interesado en nadie más que no seas tú, Alexandra. —volvió a hablar mientras secaba mis ojos. —Te amo. Eres mi esposa y eres lo más importante en mi vida.

Nuevas lágrimas corrieron por mis ojos y de pronto sentí que había perdido hasta el habla. Sentía muchas emociones y agradecía tener a Aarón a mi lado. Mis lágrimas se detuvieron asimilando lo que me había confesado.

— ¿Cómo puedes amarme si aún no me recuerdas? —pregunté mientras me sorbeteaba la nariz, era patética.

Aarón no dijo nada y me elevó hasta el asiento. Pegué un chillido pensando que podría caerme, pero no se le hizo difícil y me callé de inmediato sintiéndome como Valentina, yo no era así de chillona. Menee la cabeza, harta de compararme con Valentina todo el tiempo. No entendía por qué no salía de mi cabeza su estúpida voz. Había algo en ella que me intrigaba demasiado y no entendía que era. Me afirme en Aarón y partió. La idea de contactar a Matthew obviamente fue mía como todas las malas ideas. La intención era intimidarlo pero sucedió todo lo contrario. Al menos el dolor de mi nariz había cesado, hasta para golpear era un inútil.

Luego de al menos una hora de viaje comenzamos a adentrarnos a una zona rural. Los árboles comenzaron a entrar a mi campo de visión y me abracé más a Aarón por el frio de la madrugada calando mi cuerpo. Una cabaña muy escondida se abrió a nuestro campo de vista y Aarón estacionó frente a ella.

—Es de mis abuelos. —Comento ante mi mirada confundida.

— ¿estamos afuera de la ciudad? —pregunté sorprendida. Aarón asintió y me tomó de la mano, arrastrándome hacia la puerta.

Aarón tomó las llaves de su chaqueta y la introdujo en la puerta mientras yo veía la hora en mi teléfono. Eran las tres de la madrugada y nosotros afuera de la ciudad. Una vez que entramos la calidez de la madera nos recibió. La decoración era sencilla y muy agradable a la vista.

—ven.

Lo seguí por la cabaña y observe atenta sus movimientos. Aarón abrió una puerta que daba a un baño muy grande y me apuntó la taza del váter para que me siente sobre ella. Hice lo que me pidió en silencio y en un par de minutos se arrodilló frente a mí. Intenté protestar cuando comenzó a pasar una toalla húmeda por mi rostro pero no lo permitió. Eliminó todo rastro de sangre y observaba muy atento mi nariz.

— ¿te duele? —Preguntó haciendo presión.

—un poco. —admití soltando un quejido involuntario.

—Es por el impacto, pero mañana no dolerá. —Diagnosticó poniéndose de pie. —por suerte no fue un golpe con tanta fuerza.

—Serías un buen doctor. —comenté recordando la vez que había curado mis heridas y todo el conocimiento que tenía sobre el tema.

Aarón me besó en respuesta a mis palabras. A veces sentía que seguía siendo muy callado e intentaba entenderlo, pero yo era de las personas que amaban hablar y me frustraba un poco que él fuera tan silencioso. Le correspondí el beso aún teniendo dudas. Aarón se alejó y me guió de la mano hasta una habitación específica. Creí que al abrirla una gran cama nos daría la bienvenida pero no, no había ni una sola cama en la habitación, había un telescopio y un gran ventanal.

—Mi abuela siempre ha querido que sea ingeniero, pero yo siempre he soñado con ser un astronauta. —soltó sincerándose mientras inspeccionaba el telescopio.

—Mi madre me obligó a estudiar leyes, pero me apasiona la literatura. —Confesé con pesar. Aarón me miró compasivo y me envolvió en sus brazos. —seré infeliz toda la vida.

—Me encargaré de hacerte feliz toda la vida. —Respondió aún abrazándome. —Gracias por no criticarme, por quererme tal como soy.

Me separé de él y lo miré fijamente. Besé sus labios sintiendo que estar así, a su lado era todo lo que necesitaba para poder estar bien.

—Te amo. —confesé por primera vez en voz alta. —quiero estar contigo para siempre, eres lo mejor que me paso en la maldita vida. Yo tengo que agradecerte.

—Te amo con todas mis fuerzas y te juro que jamás había sentido esto. —Se sinceró y volvió a besarme. No quería que se aparte, pero lo hizo. —Recordé todo, Lex.

—¿todo? —pregunte emocionada.

—Todo. —Aseguró. —No tengo dudas de mi amor por tí ni de tu amor por mí. Agradezco demasiado no haberme rendido y haber luchado por lo nuestro.

Lo besé furiosa y ansiosa. Aarón me correspondió de la misma manera y casi desfallezco cuando sentí sus manos explorando mi cuerpo. Lo necesitaba, necesitaba sentirlo y las cosas se dieron así. Antes de darnos cuenta éramos uno solo y las estrellas que se asomaban por el ventanal eran testigos de nuestro gran amor. Nos amábamos y todo estaba bien. Cuando estábamos juntos todo estaba bien. Su cuerpo era fuego quemándome y me encantaba la sensación. Sus manos me tocaron como si de un teclado se tratase y sus gemidos eran tonos perfectos ante mis oídos.






—son las seis. —susurré una vez que bajé de la moto. Aarón me besó y le respondí gustosa, ambos nos sentíamos felices, nadie podía arruinarlo. —te amo.

—te amo, te amo, te amo. —Dijo entre besos y finalizó haciendo un puchero. —Desearía poder dormir a tu lado, pero otro día será la dicha de dormir con mi esposa.

Reí junto a él y lo abracé sintiendo su aroma. Aarón me rodeó con sus brazos y luego de unos minutos me alejé sin querer hacerlo, pero era necesario. Ya era tarde y me había escapado de casa como la chica rebelde que nunca considere ser.

—¡te amo! —modulé desde lejos, él me guiñó un ojo en respuesta.

Lo vi entrar a su casa y me giré, dispuesta a entrar a la mía. Fue entonces cuando la puerta se abrió dejando ver a mi madre muy molesta. Sentí palidecer y ella se alejó de la puerta dándome espacio para entrar. Me adentré algo temerosa y ella cerró la puerta. Mi excusa quedó suspendida en el aire y su golpe contra mi rostro hizo eco en toda la casa. Sentí el sabor salado de mis lágrimas en mi boca. Se veía furiosa como nunca, era una faceta que no conocía de ella.

— ¡¿Desde cuándo te acuestas con cualquiera?!

🌷🌷🌷

Yo quería a Roxy 😔

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