Capítulo Ocho
—¡Vístete!, ¿qué estás esperando? —pregunté con voz chillona y por un momento recordé a Valentina.
Sentí asco y contuve una arcada al pensar en ella mientras saltaba dentro del jean, desesperada. Tomé mi camisa del piso y me la puse rápidamente. Aarón sacaba la ropa del closet con una calma admirable de un Oscar.
—¡Aarón, no tenemos tiempo! —Insití acercándome a él. —Entro a la universidad en dos malditos días, no puedo tener un hijo ahora.
—Tranquilizate bebé, no estamos en la prehistoria. —Soltó mientras se calzaba las vans lentamente.
—Aarón, por favor. —Rogué con ojos llorosos. —Apresúrate, no aguanto la ansiedad.
Aarón me miró con una mueca ladeada mientras se ponía la chaqueta de cuero, esa que tantas veces había admirado en él. Ahora igual la habría admirado si no hubiera sido por la noticia que Aarón acababa de soltar. Por ahora no había tiempo para nada, pero al parecer Aarón no pensaba lo mismo. Me tiró levemente hacia él y me rodeó con sus brazos.
—No vas a quedar embarazada, Alexandra. —Aseguró confiado. —Y si fuera así, vamos a salir adelante juntos.
Limpié un par de lágrimas que se habían caído de mis ojos sin poder retenerlas y respiré profundo. Asentí e intenté sonreír, pero solo conseguí hacer una mueca. Inmediatamente la ansiedad volvió.
—¡Ya, vamos! —Insistí tomándolo del brazo y tirándolo hacia la puerta.
—Voy de inmediato. —Respondió dándome un casto beso en los labios y dirigiéndose a una caja regada en el piso.
—Apresúrate.
Cerré la puerta con mi suéter, mis llaves y mi teléfono en mano. Mis cicatrices estaban al descubierto pero solo tenía que cruzar la calle para llegar hasta mi casa, así que daba igual, nadie me vería. Giré la llave y me adentré en la solitaria casa. Casi corrí al garage y vi que el auto de mamá estaba ahí, eso quería decir que no se lo había llevado, tal como sospeché.
Volví dentro de la casa para tomar las llaves que estaban colgadas en la pared de la cocina y corrí a abrir la puerta del garage. Desde ahí pude ver como Aarón cerraba su casa con llave y luego lo vi cruzar la calle, aún demasiado calmado.
Por mi parte quería gritar y me estaba conteniendo de hacerlo solo porque eran las ocho de la mañana. Le hice una seña con la mano indicándole que se apresure.
—Toma. —Dije extendiendole la llave y cuando la tomó me dediqué a empujarlo desde atrás hacia el auto.
Ni siquiera nos habíamos bañado, no había tiempo para eso y aún así Aarón olía increíble. Yo estaba fatal, me veía fatal. No entendía por qué Dios tenía favoritos, en serio.
Lo vi meter la llave y el auto estuvo en marcha, abrí las puertas de garage por completo y me aparté cuando el auto comenzó a moverse en retroceso. Sabía que Aarón había tenido un accidente de tránsito hace poco más de una semana y me preocupaba, pero era un riesgo que debíamos tomar. Cerré las puertas rápidamente y me subí al auto en el lado del copiloto.
—Ten cuidado. —Aconsejé antes de partir. Aarón me miró seriamente.
—¿Yo tengo que conducir? —Preguntó preocupado por primera vez. Lo miré incrédula.
—¿Quién más? —Pregunté obvia.
—Tú eres la adulta aquí. —Respondió nervioso. —Yo no sé conducir autos.
—¡Acabas de sacarlo del garage! —Solté incrédula, la situación me ponía paranoica.
—¡Lo hice por instinto! —Reclamó impaciente.
—¡Manejas una maldita moto a ciento ochenta kilómetros por hora y no puedes manejar un maldito auto hasta la farmacia más cercana! —Grité elevando la voz.
Aarón me miró inexpresivo y puso en marcha el auto. Me senté en mi lugar con la vista al frente y me crucé de brazos evidenciando que estaba molesta. El auto comenzó a moverse lentamente y de pronto se detuvo de golpe.
Miré a Aarón con los ojos abiertos y lo puso en marcha, dispuesto a intentarlo nuevamente. El auto se movió y está vez parecía que Aarón lo lograría. Dirigí mi vista al frente y miré las casas pasar una a una, en cámara lenta. Llegamos a la esquina y el auto nuevamente se detuvo abruptamente.
Miré a Aarón irritada y me contuve de no gritarle, después de todo no era su culpa. Por fuera la situación era cómica, pero nosotros la estábamos pasando mal. Aarón se veía frustrado y las venas en su cuello sobresalian.
—Basta, yo voy a conducir. —Solté bajandome del auto.
Aarón bufó molesto y se cambió al asiento de al lado sin siquiera bajar del auto. Me senté frente al volante e intenté recordar todas las cosas que Vicky me había enseñado. Giré la llave, puse el primer cambio y comencé a sacar lentamente el pie del embriague.
—¡Abre los ojos! —Gritó Aarón a mi lado y me sobresalté, pasando a apretar el acelerador.
El auto aceleró demasiado y en vez de disminuir la velocidad pasé los cambios. Solté rápidamente el pie del acelerador pero el auto había tomado velocidad y yo estaba muy nerviosa. Aarón estaba pálido y lo vi abrocharse el cinturón de seguridad. Me sentí un poco molesta por su falta de confianza en mí.
—Gira a la izquierda. —Indicó mirando el mapa de google en su teléfono. Hice lo que me dijo y para estas alturas Aarón estaba paranoico. —¡endereza el volante! —Gritó asustado cuando pasé a subirme a la vereda y casi doy con un poste.
Enderecé el auto y quise detenerme pero estaba muy nerviosa para eso. Rápidamente miré hacia afuera y agradecía que no hubiera tanto tráfico un domingo a las ocho de la mañana.
A excepción de algunas personas que me habían quedado mirando raro, nadie se había dando cuenta. Cuando estuve más calmada frené un poco porque estaba yendo muy rápido y Aarón para estas alturas ni siquiera tenía los ojos abiertos. Era un exagerado.
Frené el auto en seco y si no hubiera sido por el cinturón de seguridad hubiera salido disparada contra el vidrio delantero. Miré a Aarón satisfecha, al menos llegamos vivos. Sus ojos verdes me inspeccionaron y me derretí ante ellos.
—Lo siento. —Soltamos al unísono.
Ambos reímos. Lo abracé sintiendo la frialdad de su chaqueta de cuero y la calidez que me brindaba sentir sus brazos rodeandome. Ni siquiera habíamos tenido tiempo de pensar en todo lo que había pasado, ambos habíamos hecho el amor por primera vez y ni siquiera habíamos hablado sobre ello. Todo por la maldita caja vencida.
Me acerqué a sus labios y comenzamos a besarnos suavemente, como si fuera un primer beso. Así de suave, así de dulce y lleno de expectativas. Toqué su cabello y él mi rostro con sus manos. Me alejé de él antes de que otra vez quisiera sentirlo más cerca. Tomé el picaporte de la puerta e iba a bajar cuando una simple palabra de su boca hizo que mi respiración se agitara.
—Casémonos.
Lo miré como si estuviera a punto de delirar, intentando buscarle lo divertido. Aarón no se veía dispuesto a bromear, se veía bastante serio y seguro de lo que había dicho. Reí levemente ante su propuesta sin terminar de creerlo.
—¿Qué dijiste? —Pregunté queriendo asegurarme de que no estaba delirando.
—Lo escuchaste perfectamente. —Respondió suave hacia mí. —Cásate conmigo, Alexandra.
—Estás loco. —Respondí riendo, nerviosa. —Ni siquiera eres mayor de edad.
Aarón sonrió. Hizo esa típica sonrisa que haces cuando sabes que tienes la razón y que saliste ganador. Comencé a contar los días y lo miré sorprendida.
—Hoy es tu cumpleaños.
No fue una pregunta, fue una afirmación. Hoy era su cumpleaños y ni siquiera lo había recordado. Era una maldita egoísta o quizás no, pero así me sentía. Era su cumpleaños y de todas las horas que llevaba junto a él nadie se había dignado a llamar para darle unas felicitaciones, ni siquiera sus propios abuelos.
—¿Por qué lloras? —Preguntó preocupado. Deslizó sus dedos por mis mejillas quitando mis lágrimas.
—Es que no tengo regalo. —Mentí para no decirle que me destrozaba por completo lo que a él había dejado de importarle hace mucho.
—Mi mayor regalo fue despertar a tu lado. —Respondió esparciendo besos por mis frías manos.
—Sí. —Respondí segura.
Lo miré fijamente. Aarón dejó de besar mis manos y ladeó la cabeza algo confundido.
—Sí... ¿Fue mi mayor regalo? —Preguntó risueño.
Aarón me encantaba. No podía explicar todas las cosas que me hacía sentir. Me sentía completa a su lado, protegida y sobre todo, querida. Ahora lo entendía, ahora podía decir que conocía lo que era el verdadero amor. No era fantasía.
—Si quiero casarme contigo. —Completé mi respuesta y luego besé sus labios. —Te quiero, Aarón. Siento que eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Y tú te convertiste en mi vida.
Nos besamos un par de veces más y bajamos del auto. Por un momento habíamos olvidado donde estábamos y por qué estábamos aquí.
Aarón tomó mi mano y nos adentramos a la farmacia. Era una farmacia grande, así que no sería tan vergonzoso. Habían varios estantes con distintas cosas y al final estaban los mesones en donde pedías los medicamentos. Las pastillas del día después debía pedirlas ahí.
Aarón tomó una energética de la máquina y me arrastró hasta la sección de anticonceptivos. Irónicamente al lado estaba la sección de bebés. Me dolió el estómago de tan solo mirar el precio de las cosas. ¿Cómo podríamos mantener un bebé? A mí ni siquiera me alcanzaba para el almuerzo de la universidad. Me solté de la mano de Aarón, asustada y me dirigí al mostrador.
—Voy de inmediato. —Habló Aarón detrás de mí.
Lo miré leyendo las cajas detalladamente y me volteé, acercándome al mostrador, temerosa. Había más gente en la farmacia, pero no estaba lo suficiente llena como para sentir vergüenza. Aún así la sentía. Le sonreí a la farmacéutica en respuesta a su saludo.
—¿Qué necesitas? —Preguntó amablemente. Abrí la boca para hablar pero no podía hacerlo.
—Quisiera una pastilla del día después, por favor. —Habló una chica a mi lado dirigiendose a otra farmacéutica.
—Quisiera lo mismo que ella. —Pedí nerviosa. La farmacéutica que me estaba atendiendo elevó las cejas pero finalmente asintió desapareciendo.
Solté el aire contenido, más calmada. Gracias a la chica todo había sido más fácil. La miré dispuesta a agradecerle, después de todo estábamos en la misma situación.
—¿Roxanne? —Pregunté incrédula cuando la vi recibiendo las pastillas.
Mi prima abrió los ojos hacia mí e intentó ocultar las pastillas, pero ya era tarde. Roxanne no había ido a verme al hospital ni había llamado para preguntar cómo estaba. No la juzgaba, yo tampoco la había buscado.
—Alexandra... Tanto tiempo, estúpidita. —Soltó en una risita nerviosa.
Roxanne tenía su vida y podía hacer con ella lo que quisiera. Lo que me preocupaba era que solo tenía diecisiete años, ni siquiera había acabado el instituto. Si Roxanne quedaba embarazada su madre la correría de la casa, estoy segura.
—Roxanne, ya vámonos. —Dijo un chico acercándose.
—¡¿Matthew?! —Pregunté sorprendida, elevando la voz. Hice mis manos en dos puños y sentí el rojo adueñandose de mi rostro cuando comprendí la situación.
—Bebé, dame la boleta de las pastillas para pagarlas. —Pidió Aarón apareciendo detrás de mí.
Aarón no se había dado cuenta de las personas que tenía en frente hasta que frunció el ceño al verme indignada y miró hacia dónde yo lo estaba haciendo. Su semblante suave cambió de inmediato al ver a Matthew.
—Así que te sigues acostando con este hijo de puta. —Soltó Matthew, envenenado por el rencor.
Aarón dio un paso al frente dirigiéndose a Matthew y lo atajé con la mano.
—Aquí está la boleta, voy de inmediato. —Hablé suave hacia Aarón. Su mirada me decía que no quería irse, pero finalmente asintió y se alejó.
—Lex, no sabía que era el mismo Matthew, lo juro. —Habló Roxanne cuando Aarón estuvo lo suficientemente lejos, se veía angustiada.
Sentí lástima por ella, no tenía idea de con quién se estaba metiendo. Ignoré sus palabras, ya hablaría más tarde con ella. Miré a Matthew directamente y solo podía sentir asco de él.
—Claro que me seguiré acostando con Aarón. —Pronuncié lentamente, vengativa. —No tienes idea, con una sola caricia me hace sentir todo lo que tú, jamás.
—Eres una puta. —Soltó con rabia, sus palabras estaban inyectadas en veneno.
Iba a responder pero no alcancé porque alguien más se abalanzó contra él. Antes de poder evitarlo Aarón estampó su puño en la cara de Matthew, como supuse, hace mucho tiempo había querido hacerlo.
🌷🌷🌷
Volvió el drama sras y sres. Ah, amé este capítulo. ¿Qué piensan del reencuentro de estos personajes? ¿Se lo esperaban? Pinche Roxy.
Aprovecho de mostrarles este hermoso Mock up realizado por @cassandraacuri 💕
Sería un sueño cumplido ver así nuestro libro.
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