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¿Único o último?

Jungkook sujetaba a su novio de los muslos, manteniéndolo elevado en el aire solo con la fuerza de sus brazos. Jimin se encontraba abrazado al pelirrojo de brazos y piernas, sus tobillos enroscados en la parte posterior de la estrecha cintura contraria y sus pequeñas manos despeinando el cabello pintado. Se besaban. Sus labios danzando a la par de la sinfonía de sus corazones acelerados, la saliva escurriendo sutilmente por la comisura de sus bocas y gemidos bajos brotando de parte de ambos.

El momento era perfecto. Ellos lo sentían perfecto.

—La llave está en mi bolsillo —indicó Jungkook sin atreverse a soltarlo y riendo entre dientes al ver la desesperación contraria por no encontrar el objeto metálico—. ¿Qué sucede, hermoso?

Jimin bufó, molesto por no lograr su objetivo y notando que parecía imposible hacerlo desde donde se encontraba.

—¿Dónde están? Realmente no logro encontrarlas —dijo sacudiéndole la chaqueta de mezclilla, sin estar dispuesto a bajarse de entre los fornidos brazos.

Jungkook rio nuevamente, acomodando mejor a Jimin entre sus brazos y recargando su menudo cuerpo contra el muro aledaño a la entrada.

—En mi bolsillo trasero, están en el derecho. —Su novio obedeció de inmediato.

En cuanto tuvieron las llaves a su alcance abrieron la puerta que tanto trabajo les costaba.

La sesión de besos continuó, las grandes y venosas manos de Jungkook acariciaban los firmes muslos bajo la tela del pantalón de chándal que portaba Jimin, quien seguía jugando con el cabello naciente de su nuca.

Todo parecía ir bien. Sí, todo iba bien.

En medio de tropezones y otras risas tontas debido a insignificantes accidentes llegaron a la habitación que compartían desde cuatro años atrás, el olor a vainilla característico les dio la bienvenida y la amplia cama que solían utilizar se convirtió en el escenario del acto de amor más grande en su relación.

Jimin sonreía entre besos y gemidos, picando cada cierto tiempo la boca contraria en besos castos llenos de cariño. Jungkook le recompensaba con sonrisas tiernas de conejo y ojos brillantes que parecían gritar “te amo” en medio del silencio abrumador.

Posicionando a Jimin con cuidado sobre el mullido colchón, le dedicó otra dulce sonrisa antes de dirigir un camino de besos desde su cuello hasta sus pezones erectos sobre la tela de su camiseta. Mordió las pequeñas protuberancias y sonrió con autosuficiencia al escuchar los jadeos ahogados provenientes de su novio, prueba clara del placer que le era proporcionado.

—Jungkook…

El mencionado elevó pusilánime su rostro y le dedicó una mirada profunda mientras sus manos se colaban debajo de la tela de su ropa superior para regalar caricias a los costados de su cadera.

—¿Sucede algo, amor? —preguntó con dulzura, notando el sudor abundante que descansaba sobre la frente contraria y las respiraciones aceleradas que elevaban el tórax de manera insistente—. ¿Todo bien, Jimin? Tómalo con calma —pidió.

El chico asintió, sonriendo al ver la preocupación ajena. Haló de los hombros a Jungkook para unir sus labios en otro beso demandante, cargado de la lujuria que desde hace mucho compartían y siendo la cama donde se encontraban el testigo de esas innumerables ocasiones.

—Hazlo —demandó en medio de un gemido agudo, restregando sutilmente su entrepierna con el muslo que el pelirrojo mantenía a esa altura.

—Pero… —Jungkook dudó, pero fue silenciado con un beso casto y recibió una sonrisa de esas que hace mucho no veía.

Seductor.

—Vamos, hazlo —pidió sugerente, pasando las palmas abiertas de sus manos por los pectorales firmes que mantenía su novio debajo de las capas de ropa—. No sabes cuánto muero por hacer esto.

Muerte. Jungkook no quería hablar de ello justo en ese momento.

—Pero… —Jimin nuevamente le calló, pero ahora con un beso profundo que llevaba lenguas enredadas y manos juguetonas presionando puntos erógenos conocidos.

Jungkook mantuvo sus manos quietas durante unos segundos antes de seguir el juego que Jimin parecía esforzarse por mantener. Tomó los bordes de la camisa y elevó aún más la tela para tener mejor acceso a la piel nívea de su pareja, a los huesos marcándose levemente bajo la piel y algunas marcas rojizas que preferían ignorar.

—Hazlo —volvió a insistir, buscando a tientas los límites de la cama y el pequeño buró que mantenían a su costado, donde preservativos y lubricante descansaban indefinidamente.

Jungkook asintió a lo pedido y comenzó a retirarle prenda por prenda, la delicadeza hablando por sí misma y el amor haciéndose presente en aquellas acciones cotidianas. Jimin sonrió con ternura y Jungkook prometió jamás olvidar esa sonrisa, los gruesos labios curvados y los pómulos elevados que obligaban a sus ojos rasgados a desaparecer en finas líneas horizontales.

No, él se prometió jamás olvidarlo.

Mantuvo el rostro en alto para poder apreciar tan grande belleza, admiró el cuerpo de su novio como la obra de arte más hermosa, como un fino cristal que debía cuidar y proteger mientras le fuera permitido.

—Te amo.

Escuchar a Jimin declararle su amor provocó un cosquilleo en su interior.

Sí, Jimin muchas veces le había dicho esas dos palabras. Él ya no podía recordar todas las ocasiones en que se las había mencionado, pero esta en específico se sentía especial de diferentes maneras —y con eso no quería decir que las otras no fuesen especiales, por supuesto que lo eran—.

—Te amo más —respondió, escuchando la risa melodiosa de su novio.

—Vamos, estoy ansioso —dijo mordiéndose los labios, bajando una de sus manos hasta el miembro izado que brillaba con diminutas gotas de líquido preseminal que brotaba de la ranura.

—Lo sé, y eso me encanta —murmuró antes de bajar sus grandes manos para acariciar los muslos suaves, ahora sin tela que impidiese el contacto directo.

Jimin gimió encantado, sin detener los movimientos ascendentes y descendentes que estimulaban su miembro.

Jungkook bajó su rostro a la altura de las piernas de Jimin y comenzó un recorrido de besos húmedos por toda la piel a su alcance, presionando suavemente cuando llegó al pubis rasurado. Cubrió con una de sus manos la pequeña de su pareja y, ejerciendo mayor presión, aceleró el ritmo previamente impuesto.

—Jungkook, ahg… —El sonoro gemido dio pauta a Jeon para acercar su boca al miembro de Jimin y acariciarlo con su lengua; la habilidosa sinhueso le hizo ver una galaxia entera.

Ahuecando sus mejillas, Jungkook llevó más profundo el trozo de carne en su boca, al límite de su garganta. Su lengua delineando cada una de las venas que tenían su propio recorrido y sobresalían de la piel caliente. Sus manos subieron hasta dar nuevamente con sus pezones y proporcionarles pellizcos suaves que buscaban estimularlo aún más.

—Jungkook, por favor detente —suplicó mientras se retorcía por el placer, jadeando pesadamente.

El pelirrojo obedeció de inmediato, bajando las manos sin despegarse de la piel clara y separando su boca del pene de Jimin, que respiraba pesadamente en grandes bocanadas. La preocupación fue instantánea.

—¿Pasa algo malo? ¿Estás bien? —Jimin rio nuevamente, acercando sus manos a los límites de la camisa que portaba su novio con clara intención de retirarla.

—Estoy emocionado —admitió. Las palabras eran cortas para todo lo que sentía y atravesaba su pecho; había emoción burbujeante, alegría y amor que parecían adueñarse de todo su sistema al punto de quitarle el juicio.

—Yo también, pero si sigues haciendo eso me preocuparé —dejó en claro y Jimin asintió, dispuesto a tranquilizarse para obtener toda su recompensa.

Jungkook le permitió que retirara su camisa para después él mismo quitar el resto de su ropa. El miembro erecto se elevó furioso apuntando al frente, con venas marcadas y la cabeza brillante por el líquido de su excitación. Jimin se mordisqueó los labios con la vista, imaginando miles de escenarios donde su placer era mucho mayor que su cordura, quería revivir aquellos encuentros del pasado, encuentros que el tiempo parecía haberse encargado de eliminar.

—Te extraño tanto —dijo con la mirada borrosa, lágrimas se aglomeraban en sus orbes y parecían renuentes a retirarse.

Jungkook entendió inmediatamente que esa frase tenía muchos significados, se extrañaban de diferentes maneras, unas más profundas y dolorosas que otras.

—También te extrañé —respondió antes de bajar su rostro para besarle, cepillando sus labios en un encuentro memorable.

Alejándose brevemente de su pareja, Jungkook tomó los condones y lubricante del buró para comenzar a prepararlo. Dedos embadurnados del líquido con olor a chocolate, suspiros y ceños fruncidos por la concentración del momento. Quizás les tomaba más de lo esperado pero definitivamente valía la pena, Jeon no quería dañar más a su amor, al hombre que consideraba su alma gemela.

—¿Listo? —le preguntó en cuanto cuatro dedos invasores no parecían suficientes.

Jimin asintió, demasiado perdido en el placer como para hablar de manera coherente.

—Solo… date prisa —alcanzó a decir, sus ojos cerrados y las uñas romas enterrándose en el colchón mientras sus piernas se abrían obscenamente en espera del miembro que parecía rogar por adentrarse en el estrecho canal que estaba oculto entre sus glúteos.

Jungkook tomó uno de los preservativos y rompiendo el empaque se colocó la cubierta de látex alrededor de su miembro hinchado. Siendo precavido, añadió otra bondadosa cantidad de lubricante que se encargó de distribuir con una de sus manos en el trozo de carne palpitante entre sus piernas.

—Si sientes que debo parar, no dudes en decirme —declaró mientras se alineaba en la entrada y veía un pequeño asentimiento.

—Lo haré, lo prometo —murmuró.

Con movimientos cuidadosos se abrió paso, procurando mover lo menos posible su cadera para no hacer más doloroso el encuentro. Jimin respiraba profundamente como parte de su adaptación a la longitud del miembro contrario, subiendo sus pequeñas manos por sobre los hombros de su pareja hasta posarlos en su nuca.

—Te amo —volvió a decir y Jungkook agachó su rostro para besarle suavemente los labios, un encuentro dulce que les provocó sonrisas resplandecientes.

El pelirrojo no necesitó decir lo que sentía, se limitó a dar la primera embestida con suavidad, deslizándose melifluamente y saboreando la cálida sensación que le envolvía. Jimin jadeó pesadamente por el encuentro entre su próstata y la punta del pene de su novio, apretó con sus regordetes dedos la piel caliente y húmeda por sudor de los omóplatos contrarios antes de gemir.

—Ahg, Jungkook —susurró y el pelirrojo dejó caer su rostro en el estrecho espacio del cuello de Jimin, repartiendo besos cálidos y suaves mordidas, sin dejar de embestir dulcemente, ondeando sus caderas para hacer cada encuentro tortuosamente lento y profundo.

—Te amo, te amo tanto —le dijo amoroso al oído, escuchando los gemidos de Jimin a la par de sus pesadas respiraciones.

Quizás era preocupante, pero confiaba en que Jimin sabría controlarlo.

—Te amo, por favor quédate a mi lado —rogó mientras lágrimas calientes brotaban de las esquinas de sus ojos oscuros, entonces escuchó al mayor sorber su pequeña nariz, producto del llanto que vanamente intentó ocultar.

—Te amo. —No hubo una promesa de estar juntos por siempre, como en el pasado.

No había palabras reconfortantes de un futuro brillante juntos, sólo había dolor, un dolor profundo que parecía atravesar el pecho de ambos hasta hacerlos hipar por el llanto.

Jungkook elevó su rostro para admirar a su pareja en el acto, ante sus ojos Jimin era hermoso, a pesar de haber perdido el cabello que antes solía ser de un rubio brillante, a pesar de tener la piel de un pálido enfermizo y moretones propios de la leucemia. Jimin nunca dejó de ser hermoso ante sus ojos.

Bajando una de sus manos tomó el muslo derecho del mayor y lo sujetó con firmeza para acelerar las embestidas. Todo el cuerpo de Jimin temblaba y él podía sentir el cosquilleo en su vientre bajo, claro indicio de su inminente orgasmo. El miembro de Jimin era cepillado entre sus abdómenes, llevándolo al límite del placer, con la sensación de pertenencia y protección que jamás había sentido.

Jungkook cerró los ojos mientras sentía a Jimin temblar entre sus brazos, consciente de que pronto terminaría, de que ambos se encontraban a nada de derramarse, pero quería soportar más, necesitaba cerciorarse de que su pareja sintiera tanto placer como le fuera posible esa noche, quizás la última noche juntos.

No, no quería pensar en ello aún.

Cuando menos lo notó, Jimin se encontraba enterrando sus uñas romas en sus omóplatos mientras se venía, el placer haciéndose presente a niveles inimaginables y deformando sus facciones en una mueca de excitación plena. Jungkook no tardó mucho en seguirle, gruñéndole palabras ininteligibles al oído a la vez que las embestidas perdían su velocidad y fuerza y el condón era llenado por su esencia blancuzca y viscosa.

—Te amo —dijo una vez más y Jimin sonrió al escucharle.

Jungkook se puso de pie y rápidamente limpió el desastre en que se había convertido su novio, lo metió en una tina con agua tibia y talló delicadamente su piel llena de moretones para después secarlo y colocarle el pijama del que tanto gustaba usar en el pasado, cambió las sábanas de su cama y metió entre las limpias el cuerpo débil del mayor.

—Es hora de dormir, mañana iremos al hospital de nuevo —indicó Jungkook mientras se acostaba a su lado y lo envolvía entre sus fornidos brazos.

Jimin negó y un puchero adornó su rostro.

—No me lleves, quiero dejar de ir —pidió, bostezando por el cansancio que comenzaba a vencerlo—. Sé que no hay nada que pueda hacer, es mejor que disfrutemos el poco o mucho tiempo que tendremos juntos, ¿qué dices?

Jungkook no quería responder, no quería darse por vencido a pesar de saber que nada había funcionado con el cáncer terminal que padecía Jimin desde años atrás.

—Pero, yo quiero que estés a mi lado indefinidamente, no solo el tiempo que decida el jodido cáncer. —Sonaba egoísta, y que los dioses lo castigaran si así era, pero no estaba listo para dejarle ir, no lo estaba y nunca lo estaría.

—Eso no puedo decidirlo yo, mucho menos los doctores que ya han intentado de todo —susurró y lo besó a ciegas antes de acomodarse mejor entre sus brazos—. Hablemos de esto mañana, ¿te parece? Es que muero de sueño y justo ahora quiero escucharte cantar hasta quedarme dormido.

Jungkook sonrió, incapaz de negarse a la petición.

—Cantaré para ti entonces —dijo, acariciando la frente contraria y repartiendo suaves besos antes de preguntar—. ¿Qué te gustaría escuchar?

—Lo que gustes, incluso una canción de cuna me serviría en estos momentos —dijo risueño, recibiendo otro par de besos.

—Bien, te cantaré canciones de cuna hasta quedarnos dormidos —accedió, comenzando a cantar lo primero que atravesó por su mente.

Y lo hizo, cantó hasta que la garganta comenzó a arderle, hasta que sus ojos se cerraron por el sueño y no pudo soportarlo más. Cantó como última petición de Jimin, quien al día siguiente amaneció con sangre brotando de su boca y sin signos vitales.

Jimin no prometió un futuro brillante; no prometió un mañana juntos ni más citas al médico porque sabía que no podría cumplirlas. Jungkook no exigió más porque sabía que su novio ya había dado todo de sí mismo, por lo que prefirió darle la mejor última noche de su vida.





[Muchas gracias, Saky_23 por corregir este fracaso de escrito y mejorarlo en lo posible, te amito❤️]

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