💋 Prólogo 💋
Un pelinegro de estatura media, vestido con un pijama de ardillas, bajaba con sigilo las escaleras de madera pulida que conducían a la cocina. Se había despertado muy temprano para preparar una sorpresa para su hyung, aunque esta era un secreto que incluso guardaba de sus padres.
Acercó un pequeño banco a los gabinetes para alcanzar los ingredientes necesarios para sus galletas de chocolate. Sin embargo, por su torpeza, dejó caer la harina al suelo, provocando un fuerte ruido; gracias a Dios, sus padres no lo escucharon.
Se apresuró a tomar el saquito de harina de trigo, intentando rescatar la mayor parte posible y colocarla en un recipiente de cristal. A pesar de que una buena cantidad todavía permanecía en el suelo, logró salvar medio tazón. Comenzó a agregar cada ingrediente que dictaba la receta en su tableta, pero tuvo múltiples accidentes en el proceso.
El primer huevo cayó fuera del tazón, el segundo cayó dentro, pero con la cáscara incluida, y el último se le escapó de la mano y terminó en el suelo. Molesto porque no le quedaban más huevos, decidió pasar a agregar lo demás; y, digamos que se le fue un poco la mano.
Terminó vaciando todo el pomo de chocolate en la mezcla, utilizó una barra completa de mantequilla y echó el doble de leche, porque sabía que a su mejor amigo le encantaba. En resumen, convirtió la cocina en un verdadero desastre. Sin embargo, él seguía feliz, porque estaba "preparándole" las galletas favoritas a su hyung, y nada más le importaba.
O eso pensó, hasta que, mientras batía la mezcla con alegría, se dio cuenta de que sus padres lo estaban mirando, impactados por el caos en el que se había convertido su cocina.
—¡Jung Hoseok! —le gritó su madre, sobresaltándolo y haciendo que dejara de inmediato lo que hacía—. ¿¡Qué le hiciste a mi cocina!?
—Yo.... —el miedo y la confusión dejaron su mente en blanco, pero al mirar a su alrededor, comprendió el motivo de su enojo—. Solo quería hacerle galletitas a Yoonie, mami.
—Ay, por Dios —la mujer masajeó el puente de su nariz, tratando de relajarse y de no perder los estribos. Comprendía que su hijo solo tenía 11 años y que no tenía malas intenciones.
—Tranquila, cariño —intervino su padre—. Iré a buscar la fregona para limpiar todo esto. No te enojes con el niño, ¿si?
La mujer asintió mínimamente, sin mirarlo, mientras su esposo le hacía un guiño a su hijo antes de marcharse de la escena.
—¿Estás molesta conmigo, mami? —preguntó con temor, manteniendo el movimiento algo nervioso de sus dedos entrelazados y una expresión de preocupación.
La mujer negó mientras se sentaba en una de las sillas del comedor.
—Ven aquí, cielo —dijo con suavidad. El niño, aún dudoso, se acercó a paso lento, evitando pisar la harina y el huevo derramado en el suelo. Al estar frente a la pelinegra, quien aún llevaba su pijama azul y su cabello atado en una trenza, ella tomó sus manos con delicadeza—. Sé que estás emocionado por el cumpleaños de Yoongi, Hobi, pero tienes que tener cuidado con lo que haces. La cocina no es un lugar para niños, amor, ¿lo entiendes?
Hoseok asintió, comprendiendo que había cometido un error.
—Perdóname, mami. Prometo no volverlo a hacer —aseguró, dejando un pequeño beso en su mejilla—. ¿Ya no estás molesta?
—Claro que no, cariño —respondió, cargando al niño y lo llenándolo de besos en el cuello, haciéndole cosquillas—. Eres el niño más tierno del mundo, ¿cómo podría enfadarme contigo, eh?
Dio un leve toque en su nariz, lo que hizo que Hoseok volviera a reír.
—Pero... ¿entonces no podré darle un regalo a Yoonie? —preguntó, con un adorable puchero y una mirada triste adornando su rostro.
—No te preocupes por eso, cielo. Mami ya tiene un regalo para él —le sonrió ampliamente, tratando de transmitirle seguridad a su pequeño. Hoseok le devolvió la sonrisa, sintiendo que su misión no estaba del todo perdida.
Unas horas después, tras limpiar y prepararse, la familia Jung se dirigió a la casa de los Min para celebrar el cumpleaños número 13 de su hijo menor, Min Yoongi, el mejor amigo de Hoseok.
Al llegar, habían niños de todas las edades jugando y disfrutando de lo dulces por todo el jardín; aún no habían visto a Yoongi. Así que el pelinegro, que iba con un trajecito rojo y sostenía una bolsa de regalo entre sus manos, dejó atrás a sus padres y comenzó a buscar a su mejor amigo en cada rincón.
Pasó de la sala a la cocina, de la cocina a la habitación y de la habitación al cuarto de sus padres, pero no lo encontró. Por lo que, abultando sus labios en un puchero de decepción, se dispuso a volver con sus padres. Sin embargo, sus pasos se detuvieron al ver, cerca de la mesa de los regalos, apartado de los adultos, a una chica rubia sosteniendo la mano de su hyung. Eso, claramente, no le gustó, y sus piernas caminaron en su dirección.
—No estoy de humor hoy, Chaeyoung —decía el pálido pelinegro con fastidio, tratando de alejar su mano de la de ella—. No he tenido un respiro en todo el día, y para colmo, Hoseok aún no...
—¿Por qué sigues hablando de ese niño? —preguntó con desdén—. Me prometiste que esperarías por mí y que abrirías mi regalo primero, antes que el de los demás.
—Sabes que no dije eso. Solo te invité a venir y dije que aceptaría cualquier cosa de regalo, porque realmente no me interesan.
—¿Me estás diciendo que miento? —se acercó a él un poco más, cruzando los brazos.
—Tú fuiste la que lo dijo.
—Ja, bien. Pero no me iré con las manos vacías —dijo, sujetándolo por ambos hombros y comenzando a inclinarse peligrosamente hacia él, cerrando ligeramente los ojos. Él intentaba esquivarla con nerviosismo.
No quería entregarle su primer beso a esa chica, de ninguna manera.
—¡Oye, tú! —gritó Hoseok a unos pasos de ellos, llamando su atención. Su mirada se endureció al ver el ceño fruncido de la chica, quien se detuvo al notar su presencia y el cómo se interpuso entre ellos.
—Hoseok... —musitó Yoongi, todavía detrás de él.
—Aléjate de mi hyung, niña. ¡El único que puede acercarse a él soy yo! —gritó con rabia y determinación.
Impulsado por un sentimiento extraño y protector que lo invadió al verlos juntos, Hoseok se giró y, sin pensarlo dos veces, unió sus labios con los de Yoongi. El tiempo pareció detenerse en el instante en que sus labios se tocaron; Yoongi quedó paralizado, manteniendo sus ojos abiertos con sorpresa.
Hoseok no sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero en su estómago sintió un torbellino de mariposas, y su corazón latía con una intensidad que nunca había experimentado. Ese simple beso, aunque inocente, encendió una chispa en su interior que lo llevaría a una pequeña obsesión.
💋Helousi people💋
Esta historia se me ocurrió ayer en la noche y no pude evitar comenzar a escribirla, y publicarla.
Así que espero que la disfruten y le den mucho amor, ya que trataré de actualizarla tanto como pueda.
✨💋Muakis para ustedes 💋✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro