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La calidez de la mano entrelazada con la suya, mantenía una gran sonrisa en el rostro del pelirrojo; también la sensación de felicidad que le provocó ver como su hyung lo defendía, aceleró los latidos de su corazón. Adoraba su lado protector. Con pocas palabras y un ceño fruncido, el pelinegro lograba intimidar a todo el que se atreviera a molestar a Hoseok.

Yoongi lo había llevado a los vestidores, donde no había nadie en ese momento; el silencio y la tranquilidad abundaban en el lugar que los había recibido con un característico olor a humedad y productos de limpieza.

El pelinegro cerró la puerta marrón a su espalda y se acercó a su casillero en busca de ropa limpia para cambiarse, luego de darse una ducha. Sin embargo, se mantuvo en silencio por un momento, observando una fotografía que guardaba en el fondo de su casillero. En ella se encontraban ambos, cuando Hoseok apenas se había teñido el cabello de rojo; no recordaba cuántas veces le había dicho lo mucho que le gustaba cómo lucía ese color en él.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al recordar ese momento.

—Yoonie —lo llamó con suavidad, sacándolo de sus pensamientos, acercándose a él para abrazarlo por la espalda al dejar su mochila en uno de los largos bancos de madera—. ¿Por qué no me hablas, eh? ¿Te molestó lo que le dije?

Yoongi tomó su ropa y se la llevó al hombro junto a su toalla, mientras cerraba su casillero. Volteó su cuerpo hacia él, para verlo a los ojos, rompiendo el pequeño abrazo que los unía para deslizar sus manos lentamente por la piel de sus brazos descubiertos, deteniéndose al tomar sus manos.

—No estoy molesto, al contrario, cada palabra que dijiste me encantó —respondió, esbozando una pequeña sonrisa de costado que también hizo sonreír a Hoseok—. Pero estás olvidando lo que hablamos. Prometiste que me harías caso, Hoseok.

El pelirrojo bufó cortamente; que le recordara su conversación del día anterior, hizo que a su mente volviera la que tuvo con su madre en la mañana, trayendo a su rostro cierta tristeza.

—No lo he olvidado. Recuerdo perfectamente todo lo que me dijiste. Pero como no me diste los detalles, tuve que averiguarlo por mi cuenta; ya sé quién te pidió que te alejaras de mi, hyung —la revelación llenó a Yoongi de temor. Si Hoseok lo sabía, significaba que había discutido con Jieun, y eso era lo que quería evitar.

Nunca quiso que tuviera problemas con su madre por su culpa. Por eso trataba de hacer lo que ella le había pedido para no arruinar su relación de madre e hijo.

—Realmente lo siento, Seok —dijo, centrando la mirada en sus manos unidas—. No quería que discutieras con tu madre por lo que habíamos hablado, tampoco pretendía hacértelo saber; quería manejarlo solo. Pero no podía soportar la idea de perderte o que estuvieras molesto conmigo.

Hoseok, quien escuchaba sus palabras con una presión en el pecho que pronto lo haría llorar, llevó ambas manos a su rostro. Quería obtener la completa atención de su mirada, mientras acariciaba suavemente sus mejillas con los pulgares, antes de acercarlo hacia él. Sus labios se unieron en un beso delicado, ligero y tranquilo. Fue un beso lleno de ternura, donde cada roce transmitía un profundo deseo de consuelo y calidez. Los labios del pelirrojo se movieron suavemente, transmitiéndole una reconfortante sensación de calma.

Las manos de Yoongi, en ese instante, se encontraban abrazando su cintura, dejándose envolver por las leves caricias de Hoseok. El pelirrojo fue el primero en separarse, uniendo sus frentes sin detener el toque de sus dedos en las mejillas contrarias, aún sin abrir los ojos.

—No te sigas disculpando, Yoonie —susurró, rozando sus narices—. No sé exactamente lo que te dijo mi madre pero, la convenceré. Prometo hacer que acepte lo que siento por ti. Solo dame tiempo, ¿vale?

Yoongi se alejó mínimamente, con la intención de encontrarse con el brillo de su mirada.

—Esperaré el tiempo que sea necesario y estaré dispuesto a hacer lo que me pidas, Hoseok. Con tenerte cerca me es suficiente por ahora.

Este sonrió y asintió.

—¿Sabes? Creo que podría acostumbrarme a tus dulces palabras si sigues así, hyung —cruzó sus brazos alrededor de su cuello, relamiendo sutilmente su labio inferior mientras observaba los de Yoongi—. Y... si soy sincero, dejando de lado nuestros problemas , quisiera que me besaras como la última vez, Yoonie.

Una sonrisa ladina se dibujó en el rostro del pelinegro.

—No seas travieso, Seok —advirtió, haciendo un leve toque en su nariz.

—Solo quiero que me enseñes —dijo, mientras elevaba sus labios en un puchero, acercándose un poco más a su rostro, tratando de igualar su altura—. Quiero aprender todo lo que te gusta.

Esa mirada que desbordada inocencia y a la vez picardía, extrañamente le estaba fascinando. Yoongi mordió de manera superficial su labio inferior, guiando su mano para que subiera lentamente por su cuello, haciendo una leve presión en la zona. Terminó  acercando su rostro hasta el punto en que sus respiraciones se encontraban, delineado su mandíbula poco después con sus dedos.

—No seas tan curioso, Jung —volvió a advertir, pero esta vez en un tono bajo, resaltando la gravedad de su voz; Hoseok lo estaba tentando, y él solo trataba de evitar que los deseos e impulsos que contuvo durante años, lo controlaran—. Cuando averigües todo lo que me gusta y quiero hacer, no podrás echarte a atrás. Así que es mejor que esperes a que todo se resuelva y pueda pedirte ser mi novio con la aprobación de tu madre; no hagas que cometa una locura, ¿si?

Hoseok, sin tener intención de obedecerlo, tomó la mano que se mantenía en su cuello y la llevó hasta sus labios. Sus ojos brillaban con una chispa traviesa mientras dejaba un pequeño beso en cada yema de sus dedos, el roce suave de sus labios provocando un escalofrío en Yoongi. Sumándole que la calidez de su aliento y la cercanía de su cuerpo aumentaban la electricidad en el aire, creando una tensión palpable entre ellos.

Hoseok se detuvo un momento, disfrutando de la sorpresa en el rostro de su hyung, y entonces se inclinó un poco más, sus labios casi rozando la piel de su muñeca. Con un tono bajo y seductor, susurró:

—¿Y si te dijera que quiero que ese momento llegue más pronto de lo que piensas? —la declaración quedó incrustada en la mente del mayor, cargada de sinceridad y deseo.

Yoongi en serio luchaba por mantener la compostura, sintiendo cómo su mundo se tambaleaba ante la intensidad de esos gestos tan íntimos y la actitud tan atrevida que estaba adoptado Hoseok.

Le encantaba, estaba claro.

No podía seguir controlándose ante sus insinuaciones y mirada tentadora, lo estaba aceptando.

Él había empezado a provocarlo, así que, no podría culparlo por lo que pasaría.

—Mierda... —musitó, agachándose mínimamente para tomar sus muslos y elevarlo, enrollando sus piernas alrededor de sus caderas y pegando su espalda a los casilleros; las manos de Hoseok se posicionaron en su pecho, manteniendo una sonrisa triunfante al verlo humedecer sus labios mientras observaba los suyos—. ¿De verdad quieres que te enseñe? Si te quieres arrepentir, este es el momento exacto, Jung.

—Solo bésame y dejemos las conversaciones para después, hyung —pidió, acortando más esos pocos milímetros que los separaban, rozando sus labios—. Quiero sentir cuánto me quieres a través de cada toque y beso que me das. Hazme olvidar que existe esa barrera que me impide ser completamente tuyo, Yoonie.

Ese susurro, delicado y suplicante, bastó para que el pelinegro se acercara para atrapar sus labios finalmente. Le mostraría a Hoseok que quería y deseaba cada parte de él, que cada fragmento de sus sentimientos y su cuerpo reaccionaban únicamente a él. La intensidad del beso fue aumentando, en tanto Yoongi mordisqueaba sus labios e introducía su hábil lengua para encontrarse con la suya, tímida y extremadamente suave.

Las manos de Hoseok se dirigieron a su cuello, acariciándolo y acercándolo, queriendo seguirle el ritmo a ese beso que le estaba quitando cada gota de aire en sus pulmones, pero que estaba deseando que nunca se terminara. Entre los pequeños descansos que tomaban de sus labios, Yoongi pasaba a besar su cuello, succionando la delicada piel de la zona, trazando un camino invisible con su lengua hasta su mandíbula. Acto por el cual, Seok cerraba los ojos para sentir a profundidad el efecto tan nuevo, aunque asombroso, que causaba ese contacto en su piel.

El calor en ambos cuerpos crecía con cada toque de sus manos intrusas por debajo de sus camisas, con la sensación de los labios contrarios en la zona sensible de sus cuellos, con cada detalle que hacía de sus besos especiales y únicos. Su deseo y anhelo por sentir y ver más aumentaba mientras los segundos pasaban.

—Deseé tantas veces poder tenerte así entre mis brazos —murmuró Yoongi entre el beso, para después colocar su pulgar sobre los inchados y brillosos labios del pelirrojo, admirándolos—. No sabes cómo me gusta verte cuando te pones celoso.... también cuando te vuelves el ser más cariñoso que puede existir, y ahora estoy adorando tu lado atrevido; me encanta todo de ti, Jung. Me encantas desde la primera vez que tus labios tocaron los míos.

Hoseok sonrió.

—Y a mi encantas tú, Yoonie. Nunca he sentido algo tan fuerte por otra persona, siempre has sido tú...

Ambos se sonrieron, para volver a fundir sus labios, regresando a esa atmósfera llena de deseo y excitación, de sonrisas cargas de complicidad y roces reflejando la curiosidad de recorrer cada centímetro de aquellas pieles desconocidas por sus sentimientos.

Sin embargo, las voces de unos chicos acercándose, los alertaron. Yoongi dejó libres las piernas de Hoseok apenas se dio cuenta, acomodando la camisa del pelirrojo y tomando su ropa y toalla del suelo; estas se habían caído mientras estaban centrados en complacer a sus labios. Pero antes de irse, le dejó un corto beso en los mismos.

—Espérame aquí, ¿está bien? Te llevaré a casa hoy.

—Está bien.

Ambos compartieron sonrisas, antes de que el pelinegro corriera a las duchas y sus compañeros entraran por la puerta, tensando su cuerpo y provocando que forzara una pequeña sonrisa al ver la expresión de sorpresa muchos. Aunque terminaban pasando de largo hasta sus respectivos casilleros.

—Oh, tú.... tú eres Hoseok, ¿cierto? —preguntó uno de ellos; un chico de piel blanca y cabello negro azulado.

—Ah.... Sí —afirmó, con timidez.

—Ya veo. Yoongi me ha hablado mucho de tí, Hoseok —mencionó, acercándose a él y estirando su mano con una pequeña sonrisa—. Mucho gusto, soy Choi Yeonjun, uno de los mejores amigos de Yoongi.

Hoseok asintió lentamente, recordando que Lisa lo había mencionado mientras hablaba de Yoongi. El pelirrojo estrechó su mano para corresponder el saludo.

—Un gusto, soy Jung Hoseok el.... mejor amigo de la infancia de Yoongi —dijo, tratando de ocultar su nerviosismo al no saber cómo etiquetarse exactamente.

El chico asintió, esbozando una sonrisa de lado al notar una marca rojiza en su cuello, por lo que se acercó un poco más hacia él.

—Si hubiese sabido que estaban tan ocupados, los hubiese detenido un poco más —susurró, cerca de su oído, provocando que las mejillas de Hoseok ardieran de sobremanera por la vergüenza. Yeonjun se alejó.

—Ah... yo... no, no es lo que piensas en serio —trató de justificar, cubriendo su cuello con su mano derecha.

—Hey, tranquilo —dijo riendo por su reacción—. Conozco perfectamente los sentimientos de ese idiota por tí; nunca se cansa de lamentarse por no poder confesarse, debo aclarar. Pero ahora que veo que están avanzando.... rápidamente, les guardaré muy bien el secreto.

Le hizo un guiño antes de juntarse con los demás para buscar sus cosas en el casillero. Hoseok se quedó en una esquina, tratando de controlar el fuerte sonrojo que abrazó sus mejillas y los latidos de su corazón.

Unos diez minutos después, Yoongi salió completamente vestido luego de ducharse, y al despedirse de Yeonjun, se dirigieron al estacionamiento de la universidad para buscar el auto de Yoongi.

El camino fue silencioso, pero era cómodo; ambos estaban pensando en cómo sería su relación a partir de ahora. Si surgían esos encuentros a escondidas, corrían el riesgo de molestar aún más a Jieun por haberle  mentido. Por eso debían enfrentar sus miedos y aferrarse a sus sentimientos hasta que ella los aceptara; le harían entender que su relación no sería un fracaso y mucho menos que se lastimarían entre sí.

En casi una hora llegaron a su destino: la casa de Hoseok. Era una gran casa blanca de dos pisos con el techo azul cielo, que contrastaba maravillosamente con el verde del paisaje circundante. Las paredes estaban adornadas con persianas de madera pintadas de un intenso azul marino que complementaban el tejado. Un amplio porche, con columnas de madera tallada, también acompañaba a la casa.

El camino rocoso que conducía a la entrada estaba flanqueado por un jardín de margaritas blancas, creando un contraste encantador con las coloridas flores que brotaban a su alrededor. Un par de árboles frondosos, con ramas extendidas, ofrecían sombra a los bancos de madera que se encontraban dispersos por el jardín; eran el lugar donde Hoseok solía esconderse cada vez que jugaban de pequeños. También se divisaba un pequeño estanque que reflejaba el cielo, añadiendo un toque de serenidad al ambiente.

Ambos chicos bajaron del auto para colocarse en la acera, uno frente al otro. Yoongi recorrió con la mirada esa casa que hacía meses no veía, sintiendo añoranza por los recuerdos que se encontraban ocultos en cada rincón de la misma.

Hoseok lo notó, y con una pequeña sonrisa, acunó su rostro entre sus manos, entrecerrando sus ojos.

—Se sincero, ¿a quién extrañaste más, a mi casa o a mí? —preguntó, en un tono que hizo reír levemente a Yoongi, quien tomó sus manos para separarlas de su rostro y empezar a acariciarlas, mientras apoyaba su espalda en el auto.

—Extrañé todo lo que tiene que ver contigo —respondió con sinceridad, a lo que Hoseok sonrió levemente—. ¿Estás seguro de poder hacerlo solo? ¿No quieres que esté presente?

Hoseok negó.

—Le tienes demasiado miedo a mi madre, yo puedo manejarlo —recordó, provocando que este desviara la mirada por segundos, con vergüenza; tenía razón, esa mujer en serio lo asustaba cuando estaba molesta.

—Admito que no puedo enfrentarme a ella, pero tampoco quiero que lo hagas solo. ¿Y si llegara a enojarse hasta el punto de.... lastimarte...?

—Es mi mamá, hyung. Por muy molesta que esté conmigo no me lastimaría físicamente, ¿por qué crees que habló contigo en vez de decírmelo directamente a mí? Ella sabía que tú no serías capaz de llevarle la contraria y mucho menos de causar problemas entre nosotros. Mi madre me conoce demasiado bien y sabe que no me rendiré contigo.

—Entonces quedo yo como un cobarde.

—No lo eres, solo pones los sentimientos y pensamientos de los demás por encima de los tuyos. Pero deberías empezar a pensar un poquito más en lo que quieres para ti, en vez de sufrir en silencio.

—Lo haré, te lo prometo. Pero recuerda decirme si pasa cualquier cosa, ¿entendido?

—Te llamaré si llego a hablar con ella —se inclinó a dejar un pequeño beso en su mejilla—. Nos vemos mañana, Yoonie.

Le susurró antes de alejarse mínimamente.

—Nos vemos mañana —se despidió, viéndolo perderse al cruzar la puerta.

Él desprendió un suspiro cargado de preocupación antes de subirse a su auto e irse a casa.

La casa estaba sumida en un completo silencio, un silencio tan profundo que parecía absorber cualquier sonido. Hoseok buscó a su madre con la mirada, recorriendo la sala con la esperanza de encontrarla, luego se dirigió a la cocina, y finalmente, con un poco de incertidumbre, tocó suavemente la puerta del baño para cerciorarse de que no estuviera allí.

Efectivamente, no había rastro de ella. Al parecer, su madre seguía en el trabajo. Con un suspiro cansado que parecía llevar el peso del día, subió las escaleras, el crujido de los escalones resonando en el lugar. Al llegar a la puerta de su habitación, la abrió lentamente, y su corazón se detuvo por un instante al ver lo que había dentro.

En la cama, un chico de cabello negro y cuerpo semidesnudo estaba sumido en un profundo sueño, rodeado de la luz tenue que entraba por la ventana. Hoseok abrió los ojos a más no poder, la sorpresa transformándose rápidamente en una amplia sonrisa. Sin pensarlo dos veces, dejó caer su mochila al suelo, el sonido sordo de la tela contra el suelo interrumpiendo el silencio, y se lanzó sobre la cama, cayendo directamente sobre el chico.

El impacto hizo que el chico despertara de golpe, emitiendo un quejido de dolor mientras se retorcía bajo el peso de Hoseok. La expresión de sorpresa en su rostro se mezcló con una mueca cómica, y en ese momento, la habitación se llenó no solo de risas, sino de una energía vibrante que rompía con el silencio que había dominado la casa.

—¡Volviste, Kookie! —gritó, emocionado, mientras lo abrazaba con fuerza.

—Bueno, ya extrañaba los abrazos sorpresivos de mi hermanito —dijo divertido, mientras despeinada el cabello rojizo de Hoseok.

Este levantó la vista hacia él.

—Yo también te extrañé mucho. Me hiciste mucha falta, hyung —el mayor pudo notar en su mirada una pizca de tristeza, a pesar de la inmensa felicidad que emanaba su rostro, por lo que se acomodó de manera en que ambos se sentaran en la cama.

—Ay, Hobi, ¿por qué siento que estás más triste de lo que aparentas, eh? ¿Pasó algo malo cuando no estaba? —preguntó, acariciando su cabello con suavidad, dejando que su mano se deslizara hasta su cuello; trataba de transmitirle confianza y seguridad a través de su mirada.

Hoseok siempre tuvo confianza con su hermano; él lo sabía todo, desde su preferencia e inseguridades hasta sus profundos sentimientos por Yoongi. El pelirrojo dejó salir un suspiro, centrando su mirada en sus manos juntas sobre su regazo.

—Se.... Se lo conté a mamá —pronunció, sintiendo a sus ojos arder al recordar su reacción—. Le dije que me gustaba Yoongi, Kookie.... pero ella no quiere aceptarlo, incluso le prohibió corresponderme a mis espaldas.

Sus palabras salieron cargadas de un dolor que su hermano obviamente percibió. Él sabía que su madre era difícil, y por lo que le contó vagamente, estaba siendo muy firme al aferrarse a no aceptar la preferencia de Hoseok.

—Ya veo, por eso estaba tan extraña cuando fue a recogerme —pensó en voz alta, provocando que el contrario levantara la vista en su dirección; sus ojos estaban cristalizados, a punto de estallar en llanto—. No, no llores, ¿vale? No es tu culpa; mamá tiene sus propias razones, Hoseok.

Secó las pequeñas lágrimas que cayeron por sus mejillas.

—Ya estoy aquí, ¿ok? Juntos lograremos que ella deje de tener miedo y confíe en ti, ¿de acuerdo? —Hobi asintió, aliviado por sus palabras, volviendo a abrazarlo.

—Muchas gracias por volver, Kookie —dijo contra su cuello—. De verdad necesitaba tu apoyo.

—Lo sé, siempre estaré aquí para ti, Hobi —dijo mientras devolvía el abrazo, envolviendo a Hobi en sus brazos con ternura y dejando un suave beso en la coronilla de su cabeza, sintiendo el calor de su cercanía—. Sin embargo, tengo una duda.

Hoseok se alejó lentamente al escucharlo, con una expresión confusa.

—¿Sobre qué?

—Bueno, si te decidiste a decirle cómo te sientes a mamá, debió de pasar algo con Yoongi que te diera indicios de que realmente le gustas, lo apuesto —dedució, levantando una de sus cejas al mirarlo, provocando que sus mejillas se calentaran al recordar los momentos en que estuvo a solas con su hyung.

—Ah.... tal vez hayamos ido un poco más allá de los besos inocentes que le daba —confesó, desviando la mirada de la expresión de sorpresa de su hermano.

—Espera un momento, ¿¡él te llevó a su cama tan rápido!? —preguntó, comenzando a sentir como la molestia crecía en su interior, acompañada de un sentimiento de traición; el chico al que le confió el cuidado de su hermano cuando se marchó al extranjero hacía ya tres años, se había aprovechado descaradamente de él—. Lo mataré, ¿¡cómo pudo hacerte eso si aún eres un niño!?

—Hyung, ¡no pasó nada de eso! —se apresuró a decir, tratando de calmarlo al tomar sus manos; no quería que le hiciera daño a Yoongi por algo que, a decir verdad, él mismo estaba buscando—. Solo fueron besos más íntimos e intensos, pero no llegamos a eso. Yoonie sabe controlarse; mientras yo no lo siga provocando para que llegue a su límite todo estará bien.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, dejando a Jungkook en shock, por lo que le propinó un pequeño golpe en la cabeza, haciendo que Hoseok soltara un quejido de dolor.

—Parece que al que tengo que controlar es a tí, pelirrojo travieso. ¿De verdad sabes lo que puede pasar si Yoongi no logra controlarse ante tus coqueteos descarados?

—Lo sé, y no me da miedo que suceda —dijo con firmeza, a lo que Jungkook negó con la cabeza.

—En el tiempo que estuve ausente has acumulado demasiada confianza, Jung Hoseok. Tendré que darte un castigo por ser tan atrevido —una sonrisa maliciosa se formó en sus labios al terminar, para inclinarse hacia él y darle la vuelta, acostandolo en la cama para comenzar a hacerle cosquillas.

—¡Hermano, para! ¡Me dolerá el estómago si sigues así! ¡Detente! —logró decir entre risas, pero Jungkook no se detuvo ante sus súplicas.

¡gracias por leer!

✨💋 Muakis para ustedes 💋 ✨

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