CHAPTER EIGHT
La brisa de la tarde mecía suavemente las hojas de los árboles en un tranquilo parque de Gordes, un pequeño pueblo francés. James Potter, con el cabello revuelto y las gafas sobre la nariz, caminaba con paso decidido hacia el punto donde había quedado de encontrarse con un viejo amigo.
Llevaba una pequeña sonrisa en el rostro, impaciente por el reencuentro que logró organizar con ayuda de Andrómeda, ella lo ayudo a ponerse al día luego de reencontrarse con sus hijos, le comentó de la desaparición de repentina del ojo público de Remus luego del encarcelamiento de Sirius, incluso logró facilitarle un traslador a Lupin.
Pronto, luego de una caminata algo ansiosa, vio a un hombre de aspecto sereno sentado en el banco, el mismo hombre cuyo rostro pálido y cabello castaño rojizo reconocería en cualquier parte. Era Remus Lupin.
—¡Remus! –exclamó James, acelerando su paso. Remus se puso de pie, revelando una pequeña sonrisa cansada pero cálida, lágrimas se acumulaban en sus ojos mientras se acercaba a paso apresurado a su viejo amigo.
—James –respondió Remus con su voz tranquila pero levemente quebrada. Se dieron un fuerte abrazo que expresaba años de amistad, años de añoranza, años de cariño. James retrocedió ligeramente para mirar a Remus.
—Mira cómo has cambiado, ya estás viejo. Sigues igual de tranquilo, ¿a qué si? –Remus asintió, con una mirada de nostalgia en sus ojos dorados.
—El tiempo cambia a todos, James, incluso a ti a pesar del estado en el que estabas pero algunos rasgos aún permanecen –sus ojos dorados se posaron en el cabello desordenado de James– pero parece que tú a pesar de todo sigues teniendo problemas con tu cepillo.
—Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad? Pero cuéntame, Rem, ¿cómo ha estado tu vida? ¿Qué has estado haciendo desde... el incidente?,
Remus compartió detalles de su vida después de la fatídica noche del 31 de octubre, su trabajo, que aunque no daba muchos ingresos le ayudaba a sobrevivir, y sus experiencias. James lo escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando y riendo ante anécdotas graciosas. La conversación fluyó con facilidad, como si el tiempo no hubiera pasado desde que compartieron aventuras en el castillo.
Conforme el sol comenzaba a ponerse, James y Remus continuaron compartiendo historias y risas, recordando los tiempos en que eran jóvenes y despreocupados. El reencuentro entre estos amigos perdidos en el tiempo fue un recordatorio de la amistad duradera que compartieron a lo largo de sus años en Hogwarts, James en su corazón añoraba esos años dorados pero la Madre Magia fue gentil con él a pesar de todo.
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Bloom y Harry estaban emocionados, su tía Andy les dijo que hoy su padre saldría de alta, luego de tres meses de recuperación, dijo que su padre los quería llevar de paseo.
—¡Harry, Bloom! ¡Qué felices estoy de verlos de nuevo! –ambos se lanzaron a su padre apenas cruzó el umbral de la puerta, el hombre los recibió gustoso entre sus brazos besando sus frentes.
—¡Papá! ¡Hemos esperado tanto este día! –expresó Harry con emoción.
—Te extrañamos muchísimo en éstos meses –dice la pelirroja oliendo el perfume que su padre traía.
Andy observaba desde lejos con una sonrisa a sus niños, sabía que su tiempo con ellos se acabó, pero estaba orgullosa de los niños que estuvo formando.
Para celebrar su reunión, James decidió llevar a sus hijos a un parque de diversiones, obviamentefue sugerencia de Andy y Ted, le habían dicho que ambos niños deseaban ir hace desde su último cumpleaños, pues le gustaban mucho los juegos de pesca, a Harry porque siempre ganaba y a Bloom porque su hermano siempre le regalaba los peluches que ganaba.
Al llegar Harry y Bloom se divertían bastante, James los seguía alegre mientras ellos corrían por los puestos del lugar. Todo iba bien hasta que Harry chocó con alguien.
—¡Cuidado niño!, ¿no ves que tiraste el helado de mi hijo? –los hermanos se erizaron como gatos al escuchar la voz– ¡Ustedes!, par de fenómenos.
James llegó rápidamente a la escena y su sangre se calentó al oír a una gran morsa tratar de fenómenos a sus hijos.
—¡oye morsa obesa!, ¿Quién te crees para tratar así a mis hijos? –al observar vio a la morsa y una mini morsa junto a él, siendo consolado por una rubia larguirucha. La mujer lo miró y notó como cada músculo de su cuerpo se tensaba.
—Demonio... –una sonrisa se instauró en el rostro del hombre al reconocer la voz.
—oh, miren... es mi adorada cuñada, Petunia Dursley –Petunia rápidamente a su hijo tras ella mientras se endereza.
—Tú... tú estás.... tú estabas.... –las palabras de la mujer no salían mientras se sujetaba a la mano de su marido– y... esos mocosos...
—mocoso es tu hijo, y cómo verás querida, no estoy muerto –Vernon entendía cada vez menos de ese raro intercambio.
—¿Usted dice ser el padre de estos fenómenos?, ¡Já!, entonces debe años de dinero a mi familia, pero eso no es posible porque...
—¡Cállate Vernon! –chilla Petunia horrorizada– es él, de verdad es él...
El hombre se puso pálido como una hoja de papel, mientras lo miraba como si fuera el ser más horrendo del mundo.
—Sé lo que hicieron a mis hijos, y créanme, tomaré represalias contra ustedes... tengo cada informe de los médicos conmigo, así que pueden esperar un abogado pronto.
Bloom estiró a su hermano lejos de los Dursley y tomó la mano de su padre, Harry se aferró a la otra con temor. James sentía enojó al darse cuenta como sus hijos se inhibieron ante la presencia de ésta gente.
—Espero hayan disfrutado su vida como es hasta ahora, porque pagaran por cada moretón, noches de hambre o golpe que hayan recibido mis hijos.
James llevó a sus hijos lejos de esa gente, esperando no volverlos a encontrar.
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Había pasado una hora desde el desafortunado encuentro, James llevó a sus hijos a comer algo para pasar el rato.
—Me dijeron Ted y Andy que les gusta los juegos de pesca –después de un gran rato vio los ojos de sus hijos iluminarse– cuando terminen de comer los llevaré a un puesto dónde vi que tiene peluches del monstruo del lago Ness
Harry, con una sonrisa decidida en el rostro, empezó a comer su comida enérgicamente mientras Bloom comía más tranquila.
—Roja, tendrás ese peluche para tu colección. Voy ganarlo para ti –Harry sonríe a su hermana mientras besa su mejilla. El mayor sonríe ante la tierna escena.
Decidido a hacer feliz a su hermana, Harry se dirigió al puesto una vez terminaron de comer. Después de varios intentos, patitos de hule y espadas de plástico, finalmente logró pescar uno de los peces con mayor puntaje.
—¡Mira, Bloom! ¡Mira, papá! ¡Lo conseguí! –el dependiente del puesto le preguntó cuál peluche quería y Harry lanzó todos los juguetes que no le interesaban a su padre mientras recibía el peluche del monstruo del lago Ness.
Harry entregó el peluche a Bloom, quien lo abrazó entusiasmada.
Así, en ese día a pesar de los desafíos que habían enfrentado en el pasado, esta familia finalmente encontró la felicidad y la unidad que tanto anhelaban, disfrutando del presente y esperando un futuro lleno de amor y aventuras juntos.
Claro que esto no va terminar aquí, es el fin del primer acto. No puedo esperar para publicar el siguiente acto. Primero pasó a limpio las ideas y nos vemos la próxima.
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