4. Tom
Capítulo 4
Cuando busque BTS en youtube, aparecieron un montón de videos. Busque entre algunos y le di clic a un video que tenía por título "We are Bulletproof". Nunca en mi vida había visto algo más impresionante que aquello. ¡Y la coreografía! ¡Por dios! Yo no podría aprender aquellos pasos ni aunque me los mostrasen más de un millón de veces.
Jin era quien tenía labios gruesos, Suga era el que tenía una cara redonda a mi parecer y sus ojos ligeramente más pequeños, J-Hope es quien tiene su rostro un poco alargado, Rap Monster es el moreno, Jimin es el que parece un gato pervertido y V es quien pareciera tener cara de un león bebe. Este último era sumamente tierno.
Vi unos cuantos programas subtitulados en el que ellos aparecían. Ver a Suga vestido de camarera y a Rapmon disfrazado de Sailor Moon fue lo que hizo que riera durante toda la mañana. Y no puedo dejar pasar el beso de V con J-Hope. ¡Por dios! Fue muy graciosos ver sus rostros. Ver a Taehyunn vestido de hada fue lo más raro y tierno que he visto en mi vida.
Vi varios programas más hasta las 4 de la tarde, que es a la hora que mi hermana menor entro a la habitación.
-¿De qué te ríes tanto? -Pregunta desde el umbral de la puerta mientras roda los ojos. Podría tener 9 años, pero los niños de ahora tenían un ego que volaba por los cielos. -Pareces una foca con retraso.-Dice riendo.
-No estoy haciendo nada Alice. -Baje la pantalla del computador y me pare de la cama. -Empezaré a ordenar.
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Luego de haber ordenado por 45 minutos, me dirigí a mi habitación para descansar algunos minutos. Tenía hambre y quería comer dulces, pero no tengo ahora mismo en mi casa, así que decidí salir a comprar.
Salí de casa no sin antes avisarle a Alice que saldría de casa a comprar. Camine unas 19 cuadras más o menos hasta llegar al centro de la ciudad. Vivía "cerca" del centro, por lo que podría ir a pie a la escuela ya que cerca de allí se encuentra, pero llegaba más rápido en bus.
Podría haber ido al negocio que está cerca de mi casa, pero también necesitaba comprar lápices de colores, borradores y sacapuntas. Pierdo rápidamente mis cosas y no duraban demasiado tiempo. Luego de algunos minutos llegué al centro de la ciudad. Vivía relativamente cerca, así que no me preocupé demasiado. Iba en la calle principal cuando choco con alguien.
-Eh... Lo siento, no me fije bien. -Levanté la mirada y noté que era una chica mayor que yo, más de 15 años tal vez. Su cabello rubio estaba amarrado en una trenza muy bien hecha y sus ojos verdes me aniquilaban.
-Ay por dios... -Murmuro. -Fíjate por donde vas, niña estúpida.-Su voz estaba bañada en desprecio. -Hiciste derramar mi café y... ¡Arruinaste mi vestido! -Ahí caí en cuenta del vaso en su mano con unas cuantas gotas cayendo de él. El líquido estaba impregnado en su vestido, haciendo que el color rosa claro se volviera más oscuro, casi café, y de las lentejuelas de este cayeran unas pequeñas gotas.
-Lo lamento, pero no tiene el derecho de llamarme "estúpida "... -Iba a seguir hablando pero me interrumpió.
-A ver niñata, yo te diré como se me dé la gana, ahora debes pagarme la tintorería... ¡Vamos! ¡Ahora!-Exclamo al ver que no moví ningún musculo de mi cuerpo.
-Ya, déjala Emma... - Un chico castaño la sujeta de la mano para pasar de mi e irse de allí, claro que ella se quedó plantada en su lugar mientras me miraba con su ceño fruncido.
-¿Tienes dinero?-Me preguntó-gruño la tal" Emma". Asentí. -Dámelo...
-No-Reí. -Lo necesito para otros fines. Que tu amigo lo pague.-Me encojo de hombros y me doy la vuelta para seguir con mi camino, pero un golpe en mi cabeza hace que me detenga abruptamente y me dé la vuelta. Ahora era más baja, por lo que bajo mi mirada a sus pies y veo que solo tiene un tacón. Veo a un lado y veo uno de los tacones tirados en el suelo.
-¿Quién te crees...?-La interrumpo.
-Primero que nada, usted no tiene el derecho de haberme lanzado su calzado, princesa.-Digo sarcásticamente para hacer una reverencia en forma de burla.
-Tu es...-El chico a su lado la interrumpe.
-Lamento todo esto, de verdad. -El chico se dirige a mí con una mirada de disculpa. -Esta algo alterada...-La chica lo interrumpe.
-¿Cómo que alterada? ¡Defiéndeme! Esa mocosa destruyó mi vestido. -Hace una rabieta y pisa el suelo con fuerza una y otra vez. Se detiene y me mira con el ceño fruncido.-Tu, estúpida...-Se acerca a mí, haciendo que abra mis ojos pero justo el chico se interpone poniéndose delante de mí.
-Emma...Ya basta.-Dice cansado. Si fuera hombre y tuviera a una chica así como novia, no la soportaría y terminaría matándola para tirarla en algún río.
-¡Tom! -Dice alterada. -Deberías defenderme a mí en vez de a esa mocosa. -Me apunta mirándolo a él. -¿Sabes? ¡Terminamos! Hay mejores hombres que tú y que sí, tienen dinero. -Se da la vuelta para irse furiosa de allí bajo la mirada de todos los espectadores.
Wow.
-Lo lamento... ella no es... -Trato de disculparse el llamado Tom por ella.
-Descuida no es tu culpa, a decir verdad, tu novia me recordó a la vieja de los gatos de Los Simpsons. -Estaba casi igual de loca que el personaje.
-Si... -Soltó una risa incomoda.
-Bueno, adiós. -Me di media vuelta para seguir mi camino pero este me detuvo.
-¿Te puedo ofrecer algo para que puedas dejar pasar este mal rato? -Ofreció. Bueno...
-Dulces. -Dije rápidamente. Si hay una cosa a la cual no me puedo negar, son los dulces.
-Bien, vamos. -Sonrió. El chico no era feo, debía medir unos 20 centímetros más que yo, por lo que debería medir cerca de 1.70 o más. Su cabello castaño tenia pocos rulos que se formaban más en la parte de al frente de su cabello y tenía una linda sonrisa, sin mencionar sus ojos miel.
Me dijo que la chica se llamaba Emma Wilson y que pertenecía a una de las familias más ricas de la ciudad. Tal vez si debí haber pagado la tintorería. Me dijo que era su novia, pero su relación se estaba volviendo monótona ya que casi nunca salían, a menos que ella quiera ir al centro comercial a comprar ropa, como él decía.
Hablamos sobre nuestras vidas hasta que llegamos a una de las dulcerías más grandes del país, Jelley's Candies, por lo tanto, una de las más caras. Esta tienda tenía una gran variedad de dulces y eran montones las repisas que contenían frascos llenos de dulces. No me importaría tener que inyectarme insulina todos los días si viviera aquí.
-No... -Lo detuve. Él, que iba un poco más adelante que yo, se detuvo y me miro. -Esto es... muy caro. Apenas me alcanza para un chicle si compro aquí.
-¡Vamos! Yo pago, no tengo problema. -No quería abusar.
-Cuando me dijiste eso, pensé que iríamos a algún negocio a comprar unos dulces cualquiera no...esto. -Apunte la entrada de la tienda.
-No te quejes y vamos. -Me tomo de la muñeca y me arrastro a la entrada del lugar. Entramos y demasiados colores me marearon.
Me arrastró por toda la tienda mientras el sacaba variados dulces de los estantes y los guardaba todos juntos en una bolsa blanca. Lleno dos bolsas grandes, como las de supermercado, con dulces y luego fue a pagar, todo esto me arrastraba a pesar de mis quejas contra la compra.
Salimos de la tienda y me entrego ambas bolsas.
-No lo aceptaré. -Le tendí las bolsas. El negó con la cabeza mientras rodaba los ojos.
Estuvimos discutiendo por diez minutos hasta que me harté.
-¡Bien!¡Los aceptaré! -Me di por vencida.-Pero tu llévate una bolsa o si no quedare en un coma diabético.-Le tendí una bolsa y él sonrió aceptando.
Algo vibra en mi bolsillo del pantalón. Saco mi teléfono y era una llamada de mi papá. Miro la hora.
Oh dios.
Son exactamente las 6:48. Respondo la llamada bajo la atenta mirada de Tom.
-¿Hola? -Pregunto nerviosa, temiendo lo peor.
-Hija, te llamaba para decirte que hoy llegare a casa a las 7:45 más o menos. Tengo que cubrir el turno de un compañero. -Uff...
-Oh, claro. De acuerdo, le avisaré a Alice. Adiós. -Y sin esperar más, corto la llamada. Doy un suspiro de alivio.
-¿Qué pasa? -Pregunta Tom.
-Nada, me tengo que ir. Gracias por los dulces, adiós. -Y sin esperar respuesta salgo corriendo de allí como alma que lleva el diablo. Tenía suerte de que mi padre no hubiera llegado aún a casa.
Llegué a la parada de autobuses justo cuando uno de ellos se iba. No puede ser. Maldita sea. Golpeo el suelo con mi pie enojada. Tenía que llegar a casa pronto y el bus que me deja a 3 cuadras de ella pasa cada 20 minutos. No podía ir caminando por que ya estaba oscureciendo y las calles son muy vacías a esta hora, las únicas en las que transita gente son cuatro de ellas y es porque están en el centro.
Me senté a esperar cuando siento que alguien se sienta a la mi lado. No me preocupé y seguí esperando a que el bus pasara. Me di cuenta de que la persona estaba muy cerca, así que me aleje un poco.
-No soy tan feo como para que te alejes de mí. -Dijo en modo de protesta la persona. Lo voltee a ver y era Tom.
-Lo lamento, pero admítelo, estas bien feo. -Le dije en modo de burla. Este se hizo el indignado y volteó el rostro.
-Y yo que pensaba llevarte a casa. -Abrí mis ojos como platos.
-¡Llévame! Por favor-Le rogué. Era un "desconocido", pero necesitaba urgentemente llegar a casa. Tenía exactamente 25 minutos para llegar a casa. Él se negó pero después de unas cuantas súplicas, aceptó.
-Vamos... -Me guío hasta las afueras de un edificio que estaba a dos cuadras y de un anclaje de bicicletas saco una bicicleta azul. Esta tenía dos "tubos" por así decirlo, saliendo por ambos lados de la bicicleta en la rueda trasera.
-Sube. -Me indicó poner los pies en ese tipo de tubos y luego pedalea. Era rápido. Había una calle que era en bajada para luego doblar y entrar a la calle en donde vivía.
Está de más decir que casi me muero de un ataque al corazón cuando se tiró por aquella bajada y sin frenar. Era algo - muy- empinada. Luego doblo y llegamos a mi casa.
-Gracias. -Miro la hora y eran las 7:36, en unos cuantos minutos mi padre llegaría a casa. Me bajo de la bicicleta y camino hasta la entrada de mi casa.
-¡Espera! -Deja la bicicleta tirada en la acera y corre hasta donde yo estaba. -Ahora somos amigos ¿no? -Pregunta. Lo observo y asiento con mi cabeza. -Bien, entonces dame tu número de celular, así seguimos en contacto. -Sonríe.
Le dicto mi número y luego se va en su bicicleta.
Entro a mi casa y cierro la puerta detrás de mí. Lo primero que escucho es la voz de mi hermana llamándome.
-¿Quién era él y porqué llegas a esta hora, si saliste hace más de 1 hora? -Pregunta ella desde el sillón. Su cabello castaño está recogido en un tomate mientras sus ojos me observan acusatoriamente.
-Un amigo. Ocurrió un problema, eso es todo. Por cierto, papá llegara... -El sonido de un motor llega hasta mis oídos y después una puerta cerrando se escucha. -Ahora.
Salgo de la puerta y me siento en el sillón. Oculto la bolsa detrás del sillón por lo que no se puede ver de ninguna perspectiva. Ella me mira curiosa y le hago un ademán de "después te cuento". La puerta se abre y por ella entra mi papá. Lo saludamos y luego él va a su habitación a descansar.
-Vamos... -Le digo a Alice mientras subo con la bolsa en mis manos. Entro a mi habitación y Alice cierra la puerta antes de tirarse a mi cama.
-¿Qué es? -Pregunta mirando la bolsa con curiosidad.
-Dulces. -Le respondo mientras me acerco a la cama sentada en la silla con rueditas de mi escritorio. Abro la bolsa que tenía el logo de "Jelley's Candies", que era un pajarito multicolor. Apenas escucha esa palabra, se acerca rápidamente a la bolsa para abrirla.
-¿Como los compraste? No tienes dinero... - Se llevó los dulces a la boca y sonrió. Se los quite y los guarde en la bolsa.
-Come de a poco, y bueno... Es una recompensa... -Después no pregunto nada más y siguió comiendo.
Tal vez entraríamos en un coma diabético de tantos dulces. Te odio, Tom.
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