Octavo Asalto8️⃣
—¿Qué te ocurre?
Mi hermana se acerca mí, y antes de pedirme el favor ya me ha colocado a mi sobrino en las manos para buscar un pañal limpio. ¡Por dios, que estamos a punto de sentarnos a cenar!
A la cena de Nochebuena en casa de mis padres no podían faltar mi hermana ni el cagón de mi sobrino de diez meses, que para eso viven en el piso de arriba —es todo cuanto pueden pagar ella y su marido con el sueldo de camareros en el bar familiar—. Bueno, no podían faltar ni ella, ni el niño, ni el mueble de su padre, que no es capaz de dejar el mando a distancia para hacerse cargo de su propio hijo.
Una reunión familiar a la que temer, como cada noche que cenamos juntos cuando cierran el bar. ¿Nochebuena, noche de paz?, eso está por verse.
—¿Por qué crees que me pasa algo? —pregunto sin dejar de mirar al niño al que todavía sostengo por debajo de sus bracitos. Cuanto más alejado lo tenga de mi traje mejor, no sé en qué momento rebosará una de sus plastas.
—Coño, Hugo, trátalo con cariño, que no es un muñeco —dice ella mientras rescata a su hijo de mis manazas.
—Porque llevas las palabras "sexo frustrado" escritas en la frente, cuñadito.
Miro a mi cuñado, ¿él no estaba viendo la tele?, ¿me observaba en silencio mientras pensaba en Paola y sus ardientes besos? Me cabrea ser tan transparente, ¿sabrá también que me gusta demasiado? Vaya con el mueble, y encima no ha apartado la vista de la caja tonta para psicoanalizarme.
—Deja de pinchar a mi hermano.
—Deja tú de comportarte como tu madre, que Hugo tiene ya treinta y cuatro tacos -le contesta él echándole cojones.
Ups, lleva con ella más de ocho años, tendría que haberse callado porque sabe que soy su ojito derecho y que se pondrá de mi lado. En cuestión de tías mi hermana siempre me defiende desde que Ana me dejó en la facultad.
—¿Qué pasa? —interviene mi padre que entra al salón.
—El niño, que la ha cagado otra vez —repite mi cuñado. Y el niño no es mi sobrino, claro.
—Yo no la he... —Va, ¿para qué discutir con ellos? No entenderán que me tenga así una sola mujer, siempre he sido un picaflor para ellos desde que mi única novia me dejó.
—Pero, ¿qué ha hecho ahora mi niño?
La que faltaba en el salón, mi madre. Alguien tendría que decirle que nadie se comerá el pavo que deja encima de la mesa con la cantidad de comida que ya hay, pero al parecer 'Hugo y si vida sexual, que Ana traumatizó" es mejor tema de conversación.
—Que yo no he hecho nada, joder. —Y solo me falta gritar para hacerme entender.
—Eso es lo que te pasa, que de joder, nada.
Mi cuñado se ríe de mí como si no fuese capaz de mandarlo a la mierda, ya me está tocando los cojones.
—Una mujer, cariño, siempre lo es tratándose de tu hijo.
Mi padre se sienta al lado de su yerno. Perfecto para enfrentarme a ambos del mismo bando. Se toman un botellín sin perderme de vista, a punto de reírse otra vez de mí.
—La habrá dejado tirada como siempre hace, no tiene remedio. —Y de nuevo el mueble habla mientras cambia el canal de televisión.
—Mi hermano no es un cabrón. No trata así a las mujeres.
En esta casa solo ella conoce mi verdad, solo que ahora se equivoca, no es de una rica caprichosa de la que tengo que deshacerme. Es que no sé cómo acercarme a la única que hasta ahora me ha rechazado.
—El amor que le tienes te ciega, pero sí que lo es, mi vida.
Y entonces mi cuñado desata todo un debate sobre mi vida sexual antes de cenar, sobre la de veces que evité cualquier tipo de compromiso desde Ana, mi novia forrada de la facultad que me dejó cuando descubrió que tenía una beca de estudios en vez de dinero para comprar la matrícula, o lo peor de todo, sobre la manera en la que puedo pillar una ETS si no dejo que mi polla permanezca encerrada en los pantalones. Con esto último me acuerdo de anoche, cuando Paola se deshizo de aquella pelirroja, y sonrío.
Ojalá pueda verla pronto.
Entro a mi dormitorio en casa de mis padres. Dejo la maleta en la cama y bajo a la cocina. Aprovechando que Heller y mi madre todavía estarán arreglándose para ir a la embajada, me decido por tomar algo, en este tipo de cenas diplomáticas la gente aprovecha para hablar con Paola von Baverburg, la duquesa heredera, y dejan sin comer a Paola Neumann, la deportista que quema calorías.
—Si me guardas el secreto, te acompaño.
Mi padre entra a la cocina ya vestido con sus mejores galas, cuando yo hurgo en la nevera. Otro que aprovecha para saltarse las reglas de mi madre y de mi hermana: no podemos estar en la cocina con el servicio que tenemos.
Me río al verle colocar su chaqueta en el respaldo de una silla y abrir él solito el botellín de cerveza que le doy. ¡Si mi madre nos viera, le daba el patatús! ¡Con tanto empleado sin hacer su trabajo con nosotros!
—Claro. Por nada del mundo queremos que ingresen hoy mamá por un ataque de histeria.
Papá se ríe al tiempo que se sienta a mi lado.
—¿Qué te inquieta, hija?
—¿Por qué lo dices?
—Nunca pasas por casa para la cena de nochebuena, nos vemos directamente en la embajada, Schatz —dice mientras levanta su botellín para hacerlo chocar con el mío.
Me gusta que me llame Schatz aunque ya no vivamos en Alemania. Uno mi botellín al de mi padre y le digo la verdad:
—Un tío, papá.
—¿Y vienes buscando el consejo de tu padre o el del Duque?
—Cualquiera me vale, ese capullo se me ha metido en el cerebro y soy incapaz de sacarlo.
Él pone cara de dolor, seguro que me ha imaginado haciéndome un trasplante de cerebro yo misma para conseguirlo.
—Lo lamento mucho, Schatz, y eso que a veces demuestras no tener demasiado seso. Y no hablo de los hombres ahora.
Esa regañina sin maldad es por mi propio bien, un nuevo intento de mi padre de hacerme entrar en razón para que me deje ayudar por él y su dinero.
—No insistas, no me desharé del gimnasio.
—Pero yo puedo darte el dinero del préstamo que debes.
—No, gracias, es algo que tengo que hacer sola. Cuando juré que no tocaría un solo euro vuestro lo dije en serio y con todas las consecuencias. Nadie se acercará a mí, jamás, por dinero.
—¿Ves? Cabezota como tú sola. No todos los hombres son como Jürgen, tienes que abrir un poco la mente y relajarte.
—Pero a todos les gusta el dinero fácil y la vida resuelta.
—Puede ser, pero también los hay honestos, trabajadores y orgullosos. Solo tienes que actuar como Paola y lo encontrarás.
—¿Tú crees?
—Por supuesto. Y ahora dime, ¿en qué puede aconsejarte tu padre?
Me levanto de la silla y lo abrazo muy fuerte mientras dejo un beso en su prominente calva y tiro de los pelos de su perilla.
—Ya lo has hecho, papá.
—Vaya, así que esto se me da bien. —Él corresponde a mi abrazo devolviéndome el beso en la cara-. Siempre temí no poder hablar con vosotras llegado el momento de los chicos.
Me río a carcajadas.
—¡Papá! —grito fingiendo vergüenza—, tengo treinta y dos años, ¡por dios!, eso de los chicos ya lo aprendí en el internado suizo.
—¿Sí? Pues tendré que hablar con Heller antes de que crezca demasiado.
—¡Papá! —Me río a carcajadas con él. Ambos sabemos que Heller se muere por Viktor.
Antes de que vuelva a decirme lo tonta que soy por rechazar su ayuda, su móvil suena. Y el hombre serio, diplomático y "alemán" deja atrás su lado paternal. No sin antes guiñarme un ojo para salir a hablar en privado
—Rudolf, viejo amigo, esperaba tu llamada... —oigo que dice en alemán mientras cierra la puerta.
Rudolf Wegener. No quiero saber los negocios que se traen esta vez mi padre y el padre de Jürgen, nuestra ruptura nunca fue impedimento para que ellos siguieran siendo socios y grandes amigos. Sé de sobra que podría destruir esa amistad si cuento el verdadero motivo por el que me vi obligada a anular la boda, pero eso sería poner en evidencia a mi padre con Rudolf porque fue él quien pagó a Jürgen para que desapareciera de mi vida. Por otro lado, conociendo al bueno de Rudolf, se le caería la cara de vergüenza con la institución del ducado, y por consiguiente con mi padre.
Así que me callo una vez más.
Cuando mi padre se va, tiro los restos de nuestra travesura al cubo de basura y voy hacia el salón con Viktor, a esperar a mi madre y a Heller.
Nada más entrar, yo también recibo un mensaje al móvil.
Es una foto de un enorme pavo navideño rodeado de varios platos a rebosar de comida.
Lo siguiente en entrar, es un mensaje escrito. Como es de Hugo, me aparto de Viktor para no sentirme incómoda.
➡️Mi madre aún no termina de poner platos en la mesa.
➡️¿Crees que podré con todo?
Sonrío al ver los mensajes. Se ha acordado de mí y nuestra conversación de anoche.
Depende🤔... dónde piensas meterlo❓️➡️
➡️¿Te vale aquí?
Y el cabrón me envía una foto de sus abdominales. Mi locura.
Recojo el guante que lanza y le devuelvo un selfie para que vea el vestido ceñido que llevo hoy, que no crea que cenaré en chándal. Viktor tose de manera poco disimulada cuando me ve. Que no se preocupe, me queda claro que mi cara no puede salir en las fotos que puedan filtrarse a la prensa ahora que iré a la embajada, eso sería ponernos a todos en peligro.
Menos mal que no estoy invitada a cenar contigo➡️
Yo tampoco tendría dónde meter todo eso➡️
Lo siguiente que veo es una retahíla de emojis que van desde el que tiene los ojos saltones hasta acabar con el que le explota la cabeza. Entremedio se puede ver el de la lengua fuera, el que está sudando y el mono que se tapa los ojos.
Sonrío cuando él sigue escribiendo.
➡️Aún puedo irrumpir en tu casa y cometer un secuestro.
Yo también le pongo el emoji de la risa
Y qué te lo impide❓️ sabrás defenderte en un juzgado si te pillan, no❓️➡️
➡️¿Me estás tentando?
Lo consigo❓️➡️
➡️Mucho.
Lástima que tengamos otros compromisos más familiares y menos sexis, verdad❓️➡️
➡️Acabas de dejarme K.O
De nuevo río con él y le mando infinidad de risas.
Qué poco aguante tienes➡️
Deberías dar clases de defensa personal, Casanova➡️
Aumentaría tus reflejos➡️
➡️Tal vez lo haga, conozco un gimnasio, ¿sabes?
➡️Lo dirige una tía muy guapa que me pone cachondo con ese pijama blanco de taekwondo.
Más cachondo que este vestido❓️➡️
Y de nuevo es otro selfie de mi ropa. Y de nuevo Viktor tose.
➡️Más.
➡️¿Esta semana puedo apuntarme al gimnasio?
Cuando quieras➡️
Heller irrumpe en el salón. Lo sé porque Viktor ha emitido un "joder" menos disimulado que su tos. Levanto la vista del móvil y ahí está mi hermana, preciosa, capaz de hacer que Viktor se arrodille ante ella.
Te dejo, Casanova, me esperan para cenar➡️
➡️Si en algún momento necesitas quitarte ese vestido para seguir comiendo, no dejes de contármelo por fotos.
Te quedarás con las ganas, Casanova➡️
➡️Eso lo sé yo.
De nuevo río con él, de nuevo más lágrimas de la risa con el emoji.
Donde se ponga un dobok, ancho y fácil de quitar, verdad❓️➡️
➡️¿Un qué?
Definitivamente, necesitas clases, Casanovas➡️
Nos vemos➡️
Apago el móvil puesto que me esperan para marcharnos. Me da a mí que Hugo no será el único que se quedará con "ganas" esta noche, y no hablo de Heller o el propio Viktor que no se atreve a mirarla cuando me acompaña a la salida. Hablo de mí, que no puedo eludir este compromiso de la institución para ir a buscar a Hugo y comérmelo enterito.
HAGAN SUS APUESTAS⬇️
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