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Único

No le gustaba para nada ese semblante triste que se cargaba. Raras eran las ocasiones en que Alegría veía turbado su buen humor, pues no cualquier cosa lograba arrebatarle la inquebrantable sonrisa que sostenía en su cara.

Sin embargo, todo el cuartel tuvo que presenciar uno de esos momentos inéditos cuando el preciado acordeón de la emoción amarilla se vio estropeado en un arranque de alborozo provocado por la canción favorita de Riley. Alegría había tocado el instrumento con mucha fuerza, hasta romperlo de tal manera que ni siquiera Ansiedad pudo hallar una manera de repararlo.

¿Y quién era el más afectado en toda esa situación? Sorpresivamente, Alegría no estaba envuelta en una nube negra. Por el contrario, su compañero Furia, parecía ser la víctima en cuestión, pues se lo estaba tomando muy personal.

Odiaba ver a su líder triste, con el brillo apagado y sus ojos entrecerrados. Alegría decía estar bien y alegaba que pronto hallaría una solución, pero el más bajo del grupo sabía que ella mentía, podía verlo en esa mirada cuya luz se veía opacada.

Nunca había sido el más inteligente, ni el más reflexivo, pero quizá el ver a su emoción favorita en tal aprieto le hizo conectar las ideas en su pensamiento. Corrió hacia la pequeña pieza que tenía por habitación y revolvió entre las sábanas buscando algo; al no encontrarlo, refunfuñó y no le quedó más opción que alzar la voz.

— ¡Oh, Bolsi! — Canturreó, sin obtener respuesta alguna. Resopló iracundo — ¡Mira bolsa inútil, si no vienes ahora mismo te juro que te voy a...!

— No explotes, amigo. Ya estoy aquí. ¡Cielos! Eres mil veces peor que Bloofy — Se quejó la cangurera, mientras flotaba en su dirección.

— Eso no me importa, quiero que me hagas un favor.

— ¿Ahora qué necesitas? Para tu información, ya no te daré más dinamita. Eres el menos adecuado para utilizarla.

— No es eso, más bien tengo una pregunta para ti. Tú puedes hacer aparecer cualquier cosa, ¿verdad?

— Corrección, casi cualquier cosa. Te recuerdo que soy de un programa para niños.

— Claro, supongo que la dinamita está permitida — Soltó con ironía la emoción roja.

— Es el estilo de las caricaturas clásicas, pero en fin. Sí, en teoría puedo aparecer muchas cosas.

— Me alegra oír eso, porque necesito algo. Y esta vez no se trata de explosivos.

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Alegría caminaba por el cuartel, observando los recuerdos de Riley a través del día. Todo había salido espléndido, a excepción del pequeño incidente con su instrumento.

Suspiró con pesar — Ya veré que puedo hacer — Dijo a sí misma para consolarse.

— Oye, Alegría — La llamó una voz conocida, ella giró la cabeza y luego dirigió su mirada al suelo, encontrándose con su compañero rojo.

— ¡Hola, Furia! ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? Riley ya casi se queda dormida.

— Realmente no necesito nada, es solo que te noto algo decaída. ¿Realmente te gustaba tanto ese instrumento escandaloso?

— ¡Pero claro que sí! Lo extraño mucho, ahora no podré acompañar las canciones favoritas de Riley, pero no dejaré que eso me impida disfrutar de Danza y Resplandor  — Dijo esto último con determinación, lo que le hizo soltar a Furia un suspiro en su interior. ¿Qué podía decir? Alegría nunca perdía su chispa.

— Tal vez puedas seguir disfrutándolas como antes — Le dijo, lo que dejó a la peliazul intrigada —. Yo.... No quería que te sintieras mal, porque eso haría triste a Riley y...

— ¡Ya, ya, ya! — Intervino Bolsi desde abajo —. Ve al grano, gruñón.

— ¡Tú guarda silencio! — Exclamó él, luego inhaló hondo y soltó el aire, tratando de calmarse —. Lo que intento decir es que, tenía la intención de hacer algo por ti. Sé que siempre me quejo de lo ruidosa que eres, pero no puedo cambiar eso, y no deseo hacer eso. Aunque no lo parezca te... estimo mucho Alegría. Así que pensé en darte yo mismo un regalo.

— ¿Un regalo? — Inquirió emocionada. La bolsa los miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué la estimas? ¿darle un regalo tú mismo? ¡Te estás llevando todo el crédito! — Volvió a interrumpir Bolsi —. Además,¿por qué no le dices de una buena vez que-?

Bolsi no pudo seguir hablando, pues Furia tiró de su cierre para callarlo al instante. Luego, con los nervios que le quedaron tras casi ser descubierto, Furia resolvió en darle sin más rodeos el instrumento a Alegría.

Ella no pudo contenerse. Gritó y dio grandes carcajadas al momento de abrazar a su nuevo acordeón. Se puso a tocarlo en seguida, y con júbilo, bailó dando saltitos por todo el cuartel.

— Esto es genial, Furia. ¡Gracias, gracias, gracias! — Exclamó eufórica, mientras el más bajito la miraba enternecido.

— De nada. Fue un placer, Alegría. Ahora iré a ponerme un tapón para los oídos.

Mentira. No iba a hacer tal cosa, tan solo quería descansar en su habitación y procesar ese manojo de emociones que le dejó haber hecho tal gesto. Pero no sería lo único en lo que tendría que pensar esa noche.

— ¡Oye, Furia! — El de ojos rojizos, quien ya iba en dirección a su cuarto, se giró para mirarla. No tuvo ni un segundo de ventaja cuando la más alta lo tomó entre sus brazos y lo hizo girar en el aire, para luego culminar su muestra de afecto dándole un suave y -quizá un poco largo- beso en su mejilla.

Él se quedó sin palabras, ella lo miró con una sonrisa embobada.

— Yo también te quiero, Furia.

Y luego se fue a tocar su acordeón, dejando al pequeño malhumorado con un montón de preguntas sin resolver, una sensación de calor que nada tenía que ver con su mal humor, y una bolsa parlante que lo seguiría atosigando hasta que él decidiera decirle la verdad a Alegría.

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Simplemente la idea de Furia regalándole a Alegría algo que Bolsi le dio se me hizo muy canon jajaja.

Espero les haya gustado, tengo mas historias de esta pareja en mi perfil <3

Los quiero mucho, ¡hasta la próxima!

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