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Una llamada extraña

12 octubre 2019

Otra vez un mensaje anónimo, tal vez este algo paranoica, pero no me agrada en nada este tipo de "detalles", primero un ramo de rosas, muy bellas no lo negaré y ahora un mensaje, con remitente privado, Mariana dijo que era un admirador, pero ¿cómo van a tener acceso a mis datos privados? Soy muy rigurosa con no publicarlos y evito que alguien tenga acceso a ellos de manera fácil.

Siento un leve dolor de cabeza, si pienso mucho en ello no podré conciliar el sueño, ahora solo quiero darme un buen baño y dormir un poco, mañana me centraré en ese asunto si tengo las suficientes energías como para levantarme, hablar con mi tia, ver a la cara a Claudia y esperar alguna respuesta de Mariana. Nunca se me pasó por la cabeza que un viaje de regreso a casa me traería tantos percances en muy poco tiempo.

Apenas toque la almohada quede profundamente dormida, no quería levantarme, pero tenía que reunirme de nuevo con Claudia para definir la nueva colección, no podía demorar aquello es muy importante para la empresa. Durante el desayuno todo es más silencioso, afortunadamente John, el novio de mi tía y salvador de anoche, se había marchado temprano, solo estábamos nosotras dos.

—No quiero presionarte, pero al menos debo saber que pasó contigo ayer, creo que no debo recordarte cómo llegaste —deja los platos a un lado para mirarme y de seguro no aceptaría una evasiva.

Mastico como puedo y trato de mantener la aparente tranquilidad que tenemos.

—Hubo una discusión en el bar al cual acudimos y desafortunadamente estuvimos involucradas —la miro y de seguro no da crédito a lo que escucha, al ver que desea hablar continuo—, no era algo que quisiera, eso está muy claro, es algo que nos tomó por sorpresa.

—¿Quieres que acepte lo que me has dicho? —afirmo con la cabeza—. Estaban en un bar tomando muy felices y de la nada te encuentras en una pelea, donde terminas despeinada como si te hubieran tirado al piso y quien sabe que paso después... ¿Crees que eso se escucha muy creíble o está claro para que pueda entenderlo?

Escucharlo de esa manera suena surrealista, pero pasó, se que faltan más detalles que no necesitan ser dichos con toda claridad, sin embargo no deseo decir más.

>>Sabes —mi tía habla más tranquila, pero su semblante es más serio—, no quiero presionarte a que me digas que paso exactamente, estás recién llegada y esta no es la forma más adecuada para recibirte, solo espero que lo ocurrido no te afecte ahora que muchas personas te reconocen.

De nuevo escucho palabras que hacen referencia a mi trabajo, soy una figura pública y estaré más propensa a ser víctima de escándalos y noticias amarillistas, eso lo sé, pero necesito salir y vivir como alguien normal...

Minutos después se da por terminada nuestra conversación, ninguna de las dos queríamos decir cosas por las cuales más adelante nos podíamos arrepentir; subo a mi cuarto y me arreglo con rapidez, había decidido que hoy visitaría a los chicos de diseño, en especial con Agnes, la chica responsable del departamento creativo. Unos vaqueros y un jersey blanco acompañados de un stiletto del mismo color son las prendas que llevaré hoy; me despido y salgo de casa, busco un taxi y de nuevo me dirijo a la empresa aunque esta vez no quería ver a Claudia.

Salí de la casa de mi tía en la mañana, antes que el reloj marcara las 9 am, pero los trancones en la ciudad hacen intransitable las vías y arribo a mi destino dos horas después. Al llegar logro ver la presencia de las clientas y es reconfortable saber que el número aumenta cada vez más, me dirijo rápidamente a las escaleras que me llevan al sótano, pero antes me encuentro con Agnes, lleva en sus manos algunos folders y parece no notar mi presencia.

—Espero que no te moleste, vengo a quitarte unos minutos de tu tiempo.

Se detiene al escucharme y sonríe con timidez al verme, puedo ver que se encuentra algo cansada, las ojeras comienzan a ser muy notorias en su rostro.

—No sabía que estabas acá —aún puedo notar su acento francés en sus palabras.

—Llegué el día de ayer —le notifico— y hoy decidí venir para poder hablar contigo.

Su rostro cambia de inmediato, parece estar algo nerviosa, aunque sigue sonriendo ya no lo hace con la misma fuerza de antes, siento que se encuentra incómoda. Caminamos hacia su oficina, la única ubicada en la segunda planta y cuando nos sentamos, Agnes parece derrotada, tomamos asiento y espero unos minutos para que ella decida hablar.

—Creo que todos estamos agotados —comenta y su voz se escucha sin energía—. Hacemos todo lo posible para estar a la vanguardia, cada día me es casi imposible poder tratar con Claudia, ella es nuestra directora de productos y parece que lo que estamos elaborando es de su completo desagrado.

Confío en Agnes, estudio en una de las mejores escuelas de diseño en Francia y al llegar a Colombia se enfocó en realizar una especialización en administración de empresas, llegó a nuestra empresa con cuatro años de experiencia en agencias anteriores; no hay mujer más apta para este puesto que ella y ahora siento mucho que la relación profesional con Claudia esté empeorando.

—Si estoy contigo no es para reprochar tu trabajo, sé que lo estás haciendo muy bien, pero después de todo no puedo pasar por alto las palabras de Claudia —trato de ser razonable y no realizar algún tipo de preferencias—, quiero ver los dos puntos de la balanza.

—Entiendo claramente lo que dices —Se levanta y hago lo mismo, deja los folders a un lado de su escritorio y me mira—. Será mejor que revisemos el trabajo de confección.

Asiento a sus palabras, salimos de la oficina y nos dirigimos hacia el sótano, un espacio especialmente adecuado para la instalación de maquinaria textil y orfebrería.

—Hace una semana se realizó la compra de 4 calibradores digitales, dos de ellos se necesitaban y los otros dos para reemplazar dos daños ocasionados por los manipuladores —me informa con la voz más calmada que antes—, se realizó la revisión técnica de las máquinas automáticas de corte y dentro de dos meses se realizará una capacitación para nuestros diseñadores sobre las manipulaciones de las telas ecológicas frente al impacto del medio ambiente.

Me toma más de cinco minutos procesar toda la información, he estado un poco alejada de las acciones que realizan en la empresa, mi agente contable me informa sobre los gastos y ganancias mensualmente, el balance en los libros financieros y me representa en las reuniones a las cuales no puedo asistir.

—Tenemos que darte las gracias —continúa y la miró mientras caminamos—, al promocionar las prendas en tus redes sociales, eres nuestra modelo insignia y promotora en ventas.

—El tipo de telas que se está manejando son magníficas, además Julia es la voz principal en el área de ventas y compras, es una mujer que está muy atenta a las tendencias en el mercado, como tú —le señalo y Agnes sonríe tímidamente.

Terminamos de hablar y por fin puedo ver una sonrisa real en su rostro, Agnes tiende a infravalorarse de manera rápida cuando recibe algunos comentarios negativos, pero ella es una mujer con gran talento, hemos podido asistir a conferencias sobre la moda en París y relacionarnos con proveedores de ese país. En fin, Agnes es nuestra perla en bruto.

Ver el área de confección es agradable, siento que vuelvo a mis estudios universitarios, todo es movimiento y la atmósfera de trabajo es muy tranquila, incluso puedo escuchar algo de música en el lugar.

—Creo que Beethoven es la mejor apuesta a la hora de concentrarnos.

Una voz masculina, algo joven se une a nosotras, pone sus manos sobre mis hombros y se recuesta sobre mi espalda, trato de moverlo entre risas a lo que responde con un abrazo que me reconforta.

>>Pensé que nunca volverías a mi morada mágica —comenta Joaquín, uno de los diseñadores destacados en la empresa y a nivel nacional.

—Como puedo olvidar a mi compañero de aventuras y confidente de universidad —digo aún entre sus brazos, puedo oler su colonia y recuerdo que es nuestra favorita—. Al parecer recuerdas que me fascina tu olor ¿cierto?

—Por supuesto, siempre que lo aplico sobre mi pecho me acuerdo de ti —comenta orgulloso.

Los dos nos alejamos un poco y él se burla al ver mi rostro ruborizado, me separo del todo y logró ver a Agnes dirigirnos una mirada llena de picardía. Afortunadamente se conoce en amplitud la inclinación sexual de mi amigo y las mujeres solo estamos para ser sus amigas si son de su completo agrado o ser las bandidas de otras, una forma decente de referirse a las destructoras de hogares.

—Pronto saldremos a la hora de almuerzo, así que te pido me acompañes rápidamente para que hables con los chicos de diseño y confección —Joaquín me toma de la mano y me lleva a hablar con el problema de Claudia.

Respiro profundamente mientras escucho a Joaquín hablar sobre sus últimos trabajos, lo puedo oír muy emocionado y cree profundamente en el talento de las personas que laboran en esta empresa. Llegamos a una pequeña sala donde están reunidas cinco personas, me encuentro un poco sorprendida, al parecer ellos sabían de mi llegada y organizaron una pequeña reunión. El recibimiento es efusivo y me agrada mucho, sonrío y les devuelvo el abrazo a cada uno.

—No sabía que tenían conocimiento de mi estancia en el lugar —comento al verme libre de sus demostraciones de afecto.

—Claudia habló conmigo ayer —me informa Joaquín— me comentó de tu viaje a la capital y que se reunieron en la tarde.

—Ha estado algo disgustada —toma la palabra Elsa, la más joven del grupo— y siente que somos nosotros los culpables de sus malas inversiones.

—¿A qué te refieres? —sus últimas palabras me descolocan por completo.

Elsa recibe malas miradas por parte de sus compañeros, al parecer aquello era un secreto en la empresa, pero se olvidaron de algo.

—Como todos ustedes saben —les informo un poco más seria— yo hago parte de la gerencia del lugar, aunque no tenga el título como tal, soy dueña de esta empresa al igual que Claudia y Julia, si hay algo que deba saber lo tienen que decir.

Nadie se atreve a hablar, así que decido tomar a uno de los chicos como mi diana de disparo.

—Benjamín —cambio mi tono de voz y él me mira de inmediato— eres unos de los diseñadores con mayor tiempo aquí, nos conocemos desde la universidad y prometimos sacar adelante esta idea de trabajo, no necesitas ser el dueño de esto —señalo el lugar—, pero estamos comprometidos con los demás trabajadores y si hay un mal movimiento ¿qué crees que pueda pasar?

Dejo mi pregunta en el aire y miro a todas las personas que se encuentran en la sala, espero unos cuantos minutos, hago el ademán de irme, pero una mano toma mi muñeca.

—Se ha escuchado por los pasillos que Claudia había invertido algunos millones en una colección extranjera, esta llegó en mal estado al país, incluso tuvo problemas en aduanas, ya que todo parecía que era un ingreso algo fraudulento —quien habla es Patricia, la otra chica del grupo.

—Al parecer Claudia invirtió parte de su capital para evitar algún desequilibrio en el bolsillo de la empresa y que ustedes no lo notaran —continuó Benjamín y todo lo que escucho es difícil de creer en el momento.

Miro el lugar, trato de repasar en mi mente todo lo que he escuchado y aunque me duela admitirlo sé que Claudia haría eso, ahora creo entender su actitud conmigo, al parecer su fracaso la ha llevado a pensar que todo el mundo es el culpable menos ella.

—Me siento más cómoda al saber algunos detalles que ocurren dentro de la empresa y creo que no se me deben seguir ocultando —miro a los presentes—. Me gustaría que me mostraran los diseños de la próxima temporada, tengo entendido que ya se encuentran prácticamente listos, aunque escuché que han tenido problemas por dichos trabajos.

En menos de un minuto los chicos salen y me quedo con Joaquín por otros tantos, a su llegada me muestran los bosquejos de varios diseños, Patricia trae consigo algunas muestras de tela y de varios insumos que fueron utilizados. Recuerdo los diseños enviados a mi correo mientras estaba en Estados Unidos y al tenerlos en mis manos son mejor que las imágenes, me gusta lo que veo, aunque solo hay pequeños detalles a mejorar, pero cosas realmente pequeñas.

La reunión se extiende hasta la hora de descanso y no encuentro ninguna falla que deba corregirse, como lo ha hecho notar Claudia.

—¿Qué te pareció el trabajo? —pregunta Joaquín mientras salimos del área de confecciones.

—Desde este momento doy mi visto bueno para que las prendas sean elaboradas —menciono de manera neutral y clara.

—Claudia no opina lo mismo —se escucha un poco triste.

—Somos tres en la cabeza de la empresa, Julia ya dio su opinión al respecto y los apoya, por mi parte haré lo mismo; somos dos en contra de una y eso se hará —comento firmemente.

Si Claudia llegó a hacer movimientos sobre la empresa sin mi consentimiento o el de Julia nosotras también podemos hacerlo, en una decisión que no afecta los intereses de nuestros trabajadores, inversionistas y compradores.

—Te invito a comer —Joaquín habla de improviso haciendo que la tensión de hace minutos desaparezca.

Sonrió ante la invitación de mi amigo y sin dudarlo me aferro a su brazo y dejó que él me guíe.

—No sabes lo mucho que te extrañaba —comenta Joa—, creo que no me basta el solo verte en la pantalla algunas veces, ya necesitaba abrazarte.

Y lo hace, siento que Joa es muy emotivo y sensible, pocas personas lo aprecian como él es y duele, su familia aún no consiente el hecho de ser homosexual, ser el "marica" de su familia; él seguirá siendo el mejor hombre que he conocido y con su talento podrá callar algunas bocas.

El sitio al cual Joaquín acostumbra a comer queda cerca de la empresa, es algo pequeño, sencillo, pero sobre todo acogedor. Al llegar pedimos nuestros platos en una mesa alejada de la entrada, la música es suave dando al lugar un cálido ambiente, como el hogar.

—Pensé que estar en New York o Miami acabarían con tus malos gustos, pero nada cambia —levanta una ceja y finge estar decepcionado al verme.

Sonrió algo apenada aunque sé que no debería estarlo y más cuando estoy disfrutando de una pequeña bandeja estilo paisa y tengo mi boca llena de comida. Me mira un poco asqueado, pero al final sonríe.

—Disculpe usted caballero —me burlo de él en cada palabra— si mis gustos os ofende, pero... no me importa.

Reímos al mismo tiempo, de nuestras frases bobas y así terminamos poco a poco nuestros platos. Al salir del lugar sentí el calor de la tarde en mi rostro, afortunadamente no era fuerte o de lo contrario en pocos minutos estaría más roja de lo habitual; mientras caminábamos tomados de la mano me sentí tranquila y es como si todo lo que había ocurrido días antes hubiese desaparecido. Si Joaquín viera en las mujeres un atractivo sexual de seguro yo en alguna parte de nuestras vidas hubiera sido su novia o porque no, lo sería en este momento.

—¿En qué piensas? —pregunta mientras toma un cabello de mi rostro y lo ubica detrás de mi oreja.

—En mi vida, a veces es muy patética.

—No diga eso —dice casi en un regaño y nos detenemos—. Tienes una vida que muchas mujeres envidiarían, además eres joven como para reprocharte a ti misma.

Suspiro resignada, él tiene razón en alguna parte, sé que mi carrera es de envidiar —en algunos casos— pero eso no implica que toda mi vida sea perfecta, un ejemplo es mi vida sentimental, un caos por completo. Tiro de la mano de Joaquín para seguir caminando, estar en medio de la acera y que muchas personas nos miren mal está dejando de agradarme, afortunadamente él no se resiste y podemos seguir caminando, esta vez en silencio.

Cuando nos encontramos en la entrada de "El Dorado" detengo mis pasos, siento que no tengo nada más que hacer allí.

—Me tengo que ir, mañana me iré a casa así que debo arreglar de nuevo las maletas —había pensado en el viaje y es mejor realizarlo sin más demoras.

Mis palabras sorprenden a mi amigo, abre su boca varias veces, pero de allí no salen palabras.

>>Espero regresar pronto, cuando las aguas estén más calmadas, pensé que darme estas vacaciones me darían una gran felicidad y me doy cuenta de que en realidad no es muy grande, solo tú eres mi excepción.

—No sé por qué tienes que ser tan dramática —comenta serio.

Ruedo mis ojos ante su comentario, pero me brinda un fuerte abrazo. Al separarnos llevo en mi rostro una sonrisa, él igual.

—Espero que me llames cuando llegues, de lo contrario estaré dejando mis mensajes en tu correo de voz cada minuto —pensaría que está bromeando, pero no es así, él me llamara.

Nos abrazamos por unos segundos, toma un mechón de mi cabello y lo lleva detrás de mi oreja, besa mi frente y nos despedimos, veo que entra al pequeño edificio, las puertas de vidrio dejan ver su silueta mientras camina, cuando lo pierdo de vista me marcho del lugar. Caminar por las calles de la capital nunca me pareció tan tranquilo, es como si estuviera viendo todo por primera vez, sorprendiéndome por las cosas más sencillas y repetitivas; el barrio de Santa Bárbara en acogedor, con varios edificios residenciales, áreas verdes —aunque a mi parecer son muy pequeñas— y cerca del gran centro comercial Unicentro. Cuando Claudia me comentó del sitio y las buenas recomendaciones para iniciar allí con nuestra idea de negocio me gustó y hoy en día sé que esa idea fue la mejor. Tomo un taxi y me dirijo de vuelta a casa de mi tía, durante el camino pienso en mamá y lo difícil que puede ser hablar con ella, a mi mente vienen los recuerdos de la pelea en la que me vi involucrada por Claudia, de cierta forma sé que ella no tiene la culpa, pero no debió involucrarse de esa manera con esas personas; salgo de mis pensamientos cuando siento el auto detenerse así que miro al taxista quien me observa tranquilo.

—Disculpe señorita, hace cinco minutos llegamos a la dirección que me dio, le estaba hablando, pero no me escuchaba.

Sonrío apenada ante la escena, pago lo requerido y salgo del vehículo, busco las llaves y entro a casa, como la había dicho mi tía, ella no se encuentra en casa y todo está muy arreglado y ordenado, de seguro a mi salida hizo aseo así que procuro no tocar nada de no ser necesario. Subo a mi habitación, busco las maletas y reviso que todo se encuentre allí, no quiero saber que deje algo en New York después de preparar mis maletas con días de anticipación, odio esa parte de mí.

Miro la hora, pronto serán las tres de la tarde y no he llamado a casa de mis padres, la que se va a liar de seguro, respiro varias veces y antes de dar al botón de llamar me acobardo, de seguro papá será más calmado al hablarme y me entenderá de seguro, pero la mujer que tengo de mamá no lo hará. Recuerdo los días de la madre donde mis llamadas eran enviadas al buzón de voz y la única forma para hablar con ella era llamando a mi papá, pero siempre terminábamos en discusiones donde me reclamaba el hecho de no estar con ella en casa y que el enviar regalos no servirían para llenar el espacio de hija, de su única hija. Finalmente y después de tanto quemar mi cabeza con antiguos pensamientos llamo a papá quien contesta al primer tono.

—Hola papá ¿cómo estás? —de seguro me escuchó emocionada y sí, lo estoy solo por poder hablar con él.

Mi pequeña niña, gracias a Dios que llamas, nos tenías muy preocupados ¿por qué no llamabas? —su voz aunque se escucha fuerte y algo rasposa no expresa algún tipo de regaño y eso me agrada de él.

—Papá en serio te pido disculpas, las últimas semanas estuve demasiado ocupada con el cierre de contratos.

Tan solo con escucharlo me reprocho mi actuar, sé que los trabajos quitan mucho de mi tiempo libre, pero nada de eso debe significar el olvido de hablar con mi familia.

Lo importante es que estamos hablando ahora ¿cómo estás? Espero que te estés cuidando como es debido y no permitas que ninguna persona te trate mal, ya sabes que si alguien te hace daño aquí esta tu casa donde te esperaremos con las puertas abiertas y ¿dónde estás? Ya sabes que te debes abrigar si hace mucho frío, eres algo sensible con los cambios de temperatura —finaliza puntualizando aquello último.

Sonrío a más no poder, amo a mi padre y su manera de cuidarme, para él siempre seré su pequeña niña que debe ser cuidada de todo y de todos.

—No debes preocuparte tanto —le informo calmadamente— sabes que siempre me cuido —antes mis palabras escucho un bufido de su parte—. Tranquilo superpapá hago mi mayor esfuerzo por no morir...

¡Por Dios hija no digas eso! —se alarma.

—Disculpa —trato de reírme— me dejé llevar; ahora respondiendo a tu segunda pregunta, me encuentro en casa de tía Karen desde ayer y me preparo para salir e ir con ustedes.

Mientras hablo con mi padre busco mi laptop, busco un servicio de buses para comprar el boleto de viaje y al mirar la hora y fecha de salida lo compro sin pensarlo. Ahora solo me queda hablar con mi tía sobre esto; espero las palabras de mi papá, pero no escucho nada, miro la pantalla de mi celular y corroboro que la llamada sigue marcando, esto me está extrañando.

—¿Papá sigues ahí? —pregunto con cautela.

Comienzo a asustarme ¿y si le dio un paro cardiaco? No, no eso es imposible, mi dramatismo no está ayudando mucho y mis nervios me son ahora un fastidio; un ruido extraño me sobresalta y me aferro con mayor fuerza al celular para escuchar mejor.

—¿Papá, eres tú? —balbuceo un poco nerviosa.

Perdóname mi niña te tengo que dejar —informa con voz fuerte y distante—, hablamos más tarde.

—Pero papá ¿qué está pasan...?

Antes de que pueda terminar de hablar la llamada se ha terminado y miró confusa la pantalla del móvil. ¿Qué habrá pasado en casa para que se comportara así? Y ¿qué estuvo haciendo mientras me dejó en silencio? Grito frustrada ante eso y antes que me queme la cabeza por crear escenarios imaginarios en mi cabeza me tiro a la cama, miro el techo blanco y noto que en este hay algunas estrellas pegadas, se ven algo gastadas, pero están allí ¿aún brillan en la noche? Pienso en Melissa y su viaje por el viejo continente, de seguro estará disfrutando de los cielos despejados, la gran multitud de personas caminando por calles angostas sin preocuparse en absoluto de sí sus pasos son lentos, pero si tiene la oportunidad y es lo que más disfruta, el ver el cielo lleno de estrellas por las noches y hasta llegar la madrugada. Busco mi móvil, tecleo su contacto y le envío un mensaje.

No sé por qué te escribo a esta hora... 

en realidad no sé qué hora tienes.

Miro el mensaje varias veces, en realidad no tiene ningún sentido, pero al estar próxima a borrarlo, la palabra escribiendo bajo su nombre me detiene.

Melissa:

Pensé que estabas enfadada conmigo...
Aunque ya eso da igual, somos personas maduras y respetamos
nuestras diferencias.

Por favor no envíes esos mensajes filosóficos, me marean.

Melissa:

Jajajaj sabía que te incomodaría.

Me río con su comentario, siento que no Mel no puedo estar siempre enojada, además necesito hablar con ella.

Melissa:

Ahora sí, dejando nuestras bobadas.
¿Cómo estás?

Tengo la mente hecha un caos,
hable con papá y siento que
me evadió antes de despedirnos.

Melissa:

En este momento me gustaría estar contigo y ayudarte,
trata de pensar en positivo; dentro de poco volveré a mi rutina :)

Leo las últimas palabras varias veces antes de dar por seguro lo que ella misma acaba de enviar, estoy emocionada y doy vueltas en la cama.

¿Entonces tus vacaciones ya
se terminaron?

Melissa:

Algo así, ya no tengo nada que hacer aquí, en la clínica me necesitan.

Tu papá es un genio, tener
su propia clínica y que tú logres
trabajar con él es lo máximo.

Melissa:

Tiene sus puntos positivos
al igual que los negativos,
pero es muy agradable cuento
con su apoyo y consejos,
tanto en mi vida laboral como personal.

Bueno antes que nada, debes estar tranquila cuando
estés frente a tus padres y habla calmadamente.

Calmadamente no es una palabra que exista en el diccionario de mi casa, claro, yo lo intento y el estrés ganado a contenerme es excesivo, pero mi madre no me ayuda con eso, en la casa la única que puede tener la razón en todas las discusiones es ella, ya que al final todos los intentos de diálogos tranquilos terminan en discusiones.

No te prometo nada y lo sabes;
cuando esté con ellos te
escribo para informarte de todo y apenas tengas claro

el día de tu llegada me informas.

Melissa:

Así será señorita temperamental, ahora debes ir a descansar.

Miro la hora y pronto serán las seis de la tarde, no entiendo que estuve haciendo las últimas horas. Suspiro, paso las manos por mi cara y me estiro como gato sobre la tela del edredón, escucho un sonido procedente de la entrada y me levanto de un salto.

—Hija, ya llegamos.

El grito de mi tía me llena de tranquilidad, bajo las escaleras y la encuentro con varias bolsas en sus manos. Corro a su lado a ayudarla y la acompaño a la cocina, uno a unos desempaco las compras, algunas tortillas, carne molida, diferentes verduras y algo de queso.

—Acaso asaltaste el súper —bromeo ante la escena.

—Por poco —la voz de John me asusta, no me había percatado de su presencia y de lo cerca que estaba de nosotras.

—Esta será nuestra noche de tacos, sospeche que era nuestro último día juntas así que debemos aprovecharlo —me mira cariñosamente por unos segundos y la abrazó con todas mis fuerzas.

—Ustedes cocinan —miro a mi tía y a John—, yo no soy una experta en el tema.

—Eso lo sé de sobra cariño —se hace detrás de mí y me empuja hasta la salida— acaso se te olvidó que por poco incendias mi casa.

—¡Oye! —grito fingiendo molestia—. Solo tenía siete, no puedo creer que aún no lo hayas superado.

—Hay recuerdos que perduran toda la vida, tenías siete, pero me traumaste... —finge pensar colocando su mano bajo su mentón—. Aún me pregunto ¿cómo has hecho para sobrevivir sola en el exterior?

Y antes que pueda replicar y defenderme, me deja con la boca abierta viendo como se marcha hacia la cocina riendo fuertemente de mis desdichas culinarias; recuerdo ese momento, tenía mi recién llegada Barbie chef con su frase "Tú puedes ser lo que quieras", pero ese día descubrí que ese sueño era peligroso para mi familia y después de un regaño de mi madre, descarté esa profesión y regale a esa muñeca.

Espero algún día congeniar perfectamente con la cocina y no morir en el intento.


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