Jisung se sentó junto a la ventana de su habitación, observando cómo la lluvia comenzaba a deslizarse por el cristal. El sonido constante de las gotas le recordaba las palabras de Minho: “No es mejor para mí.” Cada vez que las repetía en su mente, algo en su pecho se apretaba más fuerte.

“¿Por qué no puedo simplemente hablar con él?” pensó mientras sus dedos trazaban figuras abstractas en el vidrio empañado.

El problema no era Minho. Nunca lo había sido. El problema era él mismo y la forma en que su mente le jugaba en contra. Cada vez que Minho se acercaba demasiado, cada vez que lo miraba con esa intensidad que le hacía sentir que era el centro del universo, su cerebro le gritaba que todo era temporal. Que algún día, esa mirada se desvanecería, como todo lo bueno en su vida.

—No soy suficiente para él. Nunca lo fui. —murmuró, como si decirlo en voz alta pudiera hacerlo menos doloroso.

Cerró los ojos y se recostó contra la pared, permitiendo que los recuerdos lo invadieran. Los días en los que Minho lo llamaba “Hannie” con esa sonrisa traviesa. Las noches en las que se quedaban hablando hasta que el sol comenzaba a asomarse. Las veces en las que Minho lo había abrazado tan fuerte que parecía que nunca iba a soltarlo.

“Pero todo eso podría cambiar.”

Ese pensamiento siempre estaba allí, como un invitado no deseado. “Si me alejo ahora, tal vez duela menos después.”

Pero cada día que pasaba sin Minho se sentía como si estuviera perdiendo una parte de sí mismo.

Minho estaba sentado en su cama, sosteniendo una de las fotos que había tomado de Jisung meses atrás. En la imagen, Jisung estaba riendo, su cabeza inclinada hacia atrás y el sol iluminando su rostro. Era una de esas fotos que Minho nunca había subido a sus redes ni mostrado a nadie. Era solo para él, un recordatorio de lo que sentía cada vez que estaba con Jisung.

“¿Cómo puedo hacerle entender que es único para mí?” pensó, pasando un dedo por el borde de la foto.

Minho siempre había sido directo con sus sentimientos, pero con Jisung las cosas eran diferentes. Había algo en él que lo hacía querer ser más cuidadoso, como si temiera que cualquier movimiento en falso pudiera romper lo que tenían.

Pero ahora, parecía que ya lo había roto de alguna manera.

La noche avanzaba lentamente, y aunque estaban en lugares distintos, Jisung y Minho compartían el mismo peso en el pecho, la misma sensación de vacío.

Jisung miró su teléfono, el chat con Minho todavía abierto en la pantalla. Quería escribirle, quería decirle que lo extrañaba, pero no sabía cómo hacerlo sin exponerse demasiado.

Minho, por su parte, estaba sentado frente a su escritorio, escribiendo y borrando el mismo mensaje una y otra vez. Quería encontrar las palabras perfectas, algo que pudiera cerrar la distancia entre ellos, pero cada intento le parecía insuficiente.

Ambos querían lo mismo. Ambos temían lo mismo.

Y, sin embargo, ninguno se atrevía a dar el primer paso.