4. •Suavidad•
Era suave. Tan suave que juraría estoy tocando las nubes mismas. Doy un paso al frente y palpo de cerca la incógnita que me intriga, mi ceja se alza y doy por perdido el tacto cuando la suavidad a la que me había acostumbrado desaparece y con ello mi vista. Todo está oscuro de repente y el lugar donde me encontraba se ha convertido ahora en... ¿Una jaula? No entiendo nada hasta que mis manos se aferran a la misma suavidad de antes pero en lugar de ser esponjoso se ha vuelto lisa, tersa... caliente y... ¿Pesada?
-¿Hum?... Hmn. - despierto sobando mi cabeza con una mano y ahogo un grito cuando bajo mis manos hacia lo que está sobre mí, palpando dos veces la superficie de algo redondo y desnudo en mis manos.
-...
Parpadeo y entonces...
-¡AAAAAAAAAAAH!
-¡AAAAAAAAAAAH! Digo, ¡MEOWWWW!
Que sea un sueño, que sea un sueño, que sea un sueño Diosito.
-¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?! ¡¿QUIÉN ERES?! -Yo tocaba su trasero, tocaba su trasero y no es lo peor -Y ¿PORQUÉ ESTÁS DESNUDO? -miro en direccion abajo. - MÁS IMPORTANTE ¡¿QUÉ HACES ENCIMA MÍO?!
Habia un jodido hombre desnudo en mi casa, desnudo y en mi cama, desnudo y encima de mí. Y no precisamente para follar.
Oh no Seokjin, no fue otro de sus regalos, ¿No?
-Fue Seokjin, ¿No? ¿Él te envió? ¡¿Eres un gigoló?! - señalé aturdido, tratando de quitarlo de encima, pero vaya maldita sorpresa; es más pesado de lo que parece y no parece importarle el hecho de que mis manos sigan tocando su redondo trasero porque solo se queda allí, mirándome fjamente con unos familiares ojos azules. Sus pupilas están dilatadas al punto de ser solo cuencas zafiro y llegué a pensar es un íncubo por su afilada mirada sobre mi cuerpo.
Agh, ¿Que diablos?
- Vamos, subnormal quítate de encima. -dije indignado.
Empujé su cuerpo de un tirón y él cayó al suelo con un sonidito de dolor.
-¡Auch! ¡Oye pedazo de vela! Ten mas cuidado, no soy de goma -. se quejó sobandose el trasero, luego lanzó una mirada inquisidora y después se levantó cruzando los brazos. -Además, deberías disculparte, estabas a punto de violarme y no pareció importarte. -hizo un mohín. Lo ví descaradamente por un segundo y he visto mal, pues cuando bajé a sus piernas dos cosas finas esponjosas y largas colgaban desde la parte de atrás de su trasero desapareciendo allí. Me congelé.
-E-eso de allí.. c-có...¿Cómo?... -formé un gran "O" con mi boca cuando batió lo que parecían unas orejas sobre su cabellera violeta, del mismo color pero más claras, con expresión desinteresada sonrió de lado y logré divisar dos afilados y pequeños colmillos en cada extremo de su linda boca añadiendo a eso tres delgados bigotes en cada pómulo que se asemejaban a un tatuaje.
Ante la vista presentada me mareé y sí, no me van a creer de nuevo pero me desmayé. El grandioso y valiente Agust D, ha caído.
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