15. ¿Es (in)correcto?
¿Es (in)correcto?
SeokJin recordaba vagamente el rostro del chico que acompañaba a HoSeok, pero una vez lo tuvo cerca supo quién era:
—Eres el chico rosa —exclama contento de reconocerlo y el muchachito le devuelve la sonrisa, aunque ya no era rosado, ahora su cabello es castaño oscuro—. ¿JiMin, cierto?
Park JiMin, el camarero que había visto en otros tantos eventos, incluso aquella vez que se topó con YoonGi y su esposa, ahora trae nuevo look.
—Me aburrió el rosa —explica JiMin al ver a SeokJin notar su cabello oscurecido—. Supongo que entiendes. Te luce mucho el cabello rubio.
Era verdad y SeokJin alardeó con una pose cuidada de modelo. Logró así captar la atención de varios asistentes de la reunión. Se sentía incluso capaz de joderle la cabeza a quien quisiera solo remojando sus voluptuosos labios con un gesto atrevido. Es que eso lo entretuvo rato antes. Tanto actuó toda la velada que se felicitó por no demostrar lo pésimo que la estaba pasado.
Seokjin recorrió el sitio buscando a HoSeok y sonrió al verlo conversar con algunas personas importantes del medio artístico. No vendría a interrumpirlos.
—Ciertamente me da gusto volverte a ver —dice SeokJin, tranquilo.
Remueve la copa del jugo que bebe —debía conducir a casa— y espera a que el otro hable.
—A mí igual —recalca entonces JiMin—: Y solo.
La mueca de SeokJin es fugaz, pero JiMin logra verla a tiempo, aunque reserva sus comentarios. De seguro, piensa SeokJin, había visto a YoonGi marcharse hace casi una hora, luego de que discutieron.
SeokJin no era paciencia últimamente, lo admite. Aunque no era su culpa que los dos se evadieran.
—¿Debes... quedarte toda la noche? —pregunta SeokJin al castañito frente a él.
No se detuvo a considerar ni meditar qué haría.
La culpa, ahora sí toda suya y la misma que ha sentido desde que YoonGi se le confesó en su auto hace meses, lo atacó. No obstante, bebió un trago de jugo para aplacarla. Deseó que fuera algo más fuerte, que quemara hasta disolver el nudo en su garganta.
—Eh... Mi turno termina en una hora, no pedí quedarme tiempo extra esta noche —JiMin levanta tímidamente los hombros.
—Perfecto.
Deslumbrante, así es la sonrisa que JiMin le dedica antes de volver a trabajar. SeokJin suspira contrariado. Aguanta la respiración y exhala para darse ánimos...
No. Nada de qué arrepentirse. Con goce retorcido, apaga el teléfono sin chequear la cantidad de mensajes que tiene.
No le debes nada, le había repetido HoSeok al ver a YoonGi irse pisoteando enojado. Y su amigo podía ser metiche, burlista, pero esto no le quitaba razón.
Sin embargo, la sensación de que le estaba fallando a YoonGi persistía.
Porque el otro había dado un gran paso, ¿no? ¿Qué tan jodido sería que SeokJin haya decidido darse su espacio para pensar? ¿Qué tan responsable era SeokJin de lo que ocurrió en el ilusoriamente feliz matrimonio?
¿Cuánto más iba a soportar lo que le hacía YoonGi, que ni eligiendolo parecía satisfecho?
—Hola de nuevo —saludó JiMin entrando al coche de SeokJin—. Perdón si te hice esperar, recibí un sermón de HoSeok acerca de no dejar que arruines la velada portándote con escrúpulos.
De nuevo, el metiche de HoSeok al que no le faltaba razón.
—Es un desgraciado, pero un gran amigo.
Arrancó el coche y sin tocar temas serios conversaron de todo un poco.
—Imaginé que sería de otro modo —JiMin comenta cuando llegan hasta una tienda 24 horas—. ¿Qué hacemos aquí?
—Quiero dulces —explica SeokJin sin sentir vergüenza ante la risita del chico—. Ya vuelvo.
Corrió a comprar gominolas, y sí, también compró condones.
Cuando regresa al coche, JiMin estaba tarareando, cantando bajito una canción que sonaba en la radio. Jamás creyó SeokJin que encontraría encanto en We don't talk anymore hasta antes de oír a su acompañante.
—Tienes talento —alaba sincero, JiMin atina a mostrarse un tanto tímido, pero pronto pierde esta sensación al ver qué trae SeokJin—. Uh, ¿muy desubicado?
—Inteligente, diría —JiMin le roba de las manos la bolsa de ositos dulces y se mete uno a la boca—. ¿Tu departamento o el mío?
SeokJin descarta enseguida el suyo, porque... sí, mejor ir a otra parte.
O mejor, hacer lo que se supone que se espera que haga; volver junto a YoonGi a disculparse ya ni sabe bién por qué. Pero estaba más allá de echarse atrás.
Cuando JiMin le indicó por dónde ir, fueron charlando sobre banalidades. Sí, era obvio lo que ocurriría. Y no había prisas. De hecho, SeokJin se sentía extrañamente relajado.
JiMin era divertido, se reía de sus bromas. Tenía un hábito recurrente de peinarse los cabellos hacia atrás, despejando así la frente y ocasionando que SeokJin se pierda en el gesto, encantado. No pretendía ser erótico, supuso, aunque encontraba cada acción del castañito terriblemente interesante.
Tiempo de ser sincero: qué atractivo es Park JiMin.
Su manera de moverse, cuando se deslizó del asiento mostrando qué tan bien estaba bendecido por detrás, su sonrisa constante y los ojitos siendo media lunitas hechizantes. Jodida y bendita sea cualquier coincidencia que hizo que Kim SeokJin se tope con Park JiMin.
La primera vez que Seokjin lo vio estuvo demasiado molesto como para apreciar correctamente los rasgos del chico. Más allá de esa apetecible boca, tenía ante sí un hombre hermoso. Sensual en la medida justa. Tal como si con solo pensar en él del modo en que lo hace Seokjin fuera prohibido. A un paso de corromper la inocencia, la ternura de la juventud.
Y JiMin es quien se encarga de desmentir tal cosa. Mostrando una sonrisa a tono con las circunstancias.
Al diablo cualquier reserva.
Entró al departamento del chico; dueño de sus actos y en sus cinco sentidos. Sin poder culpar, como haría cualquiera, al alcohol porque se mantuvo sobrio toda la velada. Dispuesto a hacerse cargo de las consecuencias. Bah, ni pensando en ellas para no estropear la atmósfera que se creó.
¿Y YoonGi? le preguntó JiMin, antes de avanzar por completo. Aunque el momento era inadecuado, tal vez. Sobre todo si se tenía en cuenta que SeokJin se encontraba encima de él y acaba de darle un beso húmedo y bruto. Mucho tardó Seokjin en concentrarse en las palabras del camarero, porque los labios rellenitos de JiMin estaban brillantes y sabían tan deliciosos.
—No somos nada —soltó, y era cierto.
No explicaciones. No fidelidad. No reproches.
¿Y la culpa? Seguía allí no por acostarse con alguien más, sino por la falta de sinceridad.
—Perfecto —contestó JiMin, espantando el sombrío estado de Seokjin y atrayéndolo para devorarlo.
Pero no sería esta noche que Seokjin se detuviera a pensar en lo que sucedería a futuro. Esta sería su noche libre, su noche alejado del drama absurdo en el que él solito se hundió al amar a un hombre casado y que ahora... simplemente no entiende.
Nota:
Por alguna razón, wattpad me funcionaba mal así que espero que los dos capítulitos de hoy se lean correctamente.
Pd: SeokJin rubio debería ser declarado patrimonio universal de lo hermoso. Creo que si le pedís un favor a una de sus fotos de rubio te concede el deseo, hace milagros.
Y no exagero, solo amo fuerte a mi bias ¿cuál hay?
Pd2: Y si empiezo a hablar de Mochi castañito... no la corto más.
Pd3: Me sigue dando risa decir condones cuando yo les digo forros. Pero forros no queda lindo en el escrito jaja
Pd4: Quise mostrar a Jin malote porque hasta ahora la tendencia es culpar a Yoonie y che, que Jin no es un santo.
Por lo que, el espacio de quejas queda a disposición:
Bye :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro