1. Lo que (no) somos
Lo que (no) somos
La ventana muestra el sol escondido detrás de las nubes y aunque SeokJin es reticente a creer en el romanticismo, aquel que compara sentimientos y clima, puede estar seguro de que si su humor fuera visible sería como este cielo nublado.
—¿Vas a estar serio todo el rato que esté contigo? —preguntan a su lado, mientras lo abrazaban por la cintura y le dan un apretón juguetón.
SeokJin sabe qué quiere el otro, porque lo conoce demasiado. Puede incluso recordar cómo es que inició esto de aprender del otro hasta detalles mínimos. Sabe, por ejemplo, cuál es la banda que ama: Epik High; que tiene mascota llamada Min Holly y que la extraña mucho; que prefiere el lado izquierdo de la cama antes que el derecho; que el café preferiblemente amargo en las tardes y algo dulce por las mañanas; que si llega y saluda de modo escueto es porque tuvo problemas en el trabajo y que un par de besos en el cuello solucionan su humor. Y, ahora, cuando le da este abrazo, en el cual se hunde en su cuerpo como si quisiera asfixiarlo, es porque está con ánimo de caricias más íntimas.
—Creo que estoy muy a gusto con mi mutismo hoy —contesta SeokJin, acariciando las manos elegantes que lo rodean—. Lo siento.
Su disculpa es inútil, porque volátil como es el otro no hay modo de hacerle entender el por qué verdadero de su seriedad. No es que está de mal humor, es que está herido: triste.
Soltándolo y dejando a SeokJin sintiéndose casi indefenso, el otro se pone en pie y empieza a buscar los zapatos para irse. SeokJin lo observa vestirse, arreglarse como si nada de lo que ocurrió momentos antes hubiera pasado, y luego se levanta para ayudarle a anudar la corbata; una excusa de retenerlo un poco más.
—No entiendo por qué haces esto más difícil —Se queja, pero SeokJin baja los labios y silencia toda protesta, hasta que se separa para dejarlo marchar—. ¿Estarás bien?
—Claro que sí, idiota —Le dice, para retomar la normalidad absurda que comparten—. Ahora vete o se te hará tarde.
Otro beso, ahora más largo, y ya es tiempo de que se vaya.
Cuando SeokJin queda solo se recuesta en la cama y se lamenta no haberle hecho lo que tanto había deseado. Solo que no pudo hacer nada para que su cuerpo quisiera tomarlo sin herirlo un poco. Y aunque hubiera disfrutado hacerle el más mínimo daño, casi nada comparado al que él sufre por oírlo hablar de ella, del bebé que nacerá en meses, tampoco es un monstruo y se aguanta el veneno que amenaza con salir de sus labios.
Decirle también quiso que siempre estará su vida incompleta, insatisfecha en tanto siguiera fingiendo que la ama a ella y no a él. Probablemente, esto le habría costado una buena paliza. Paliza que hubiera recibido gustoso, tal como el cielo sonaba ahora de embravecido por la tormenta, tendría goce en enfurecerlo. Porque SeokJin es un caos en su interior, bullendo enojo por permitir que el otro le afecte tanto.
Pero si se detiene a considerar las ventajas de dejarlo ir para siempre, de no esperarlo cada semana para verlo un par de horas robadas, un nudo se le hace en el estómago. Porque estas migajas lo hacen feliz. Él es feliz de tenerlo consigo el tiempo que se le sea otorgado; patético y débil.
Amando a un hombre que formó a su familia mientras venía a su casa a mentirle y entregarse al sexo más delicioso que pudo probar.
—Te amo como no te imaginas, Min YoonGi —declara al vacío que dejó su ex amigo en el departamento.
Porque antes que ser el amor de su vida, Min YoonGi había sido su amigo. El chico que compartió con él tantos momentos en su adolescencia y adultez temprana que podrían pasarse días recordando las anécdotas. Incluso, muchas antes de que los dos dieran este paso extra, que la amistad les sirvió en bandeja, y comenzaran a salir. No en plan pareja, claro que no. Al principio, porque SeokJin no deseaba comprometerse y, luego, porque YoonGi se enamoró —o eso le dijo a él— de alguien más.
¿Y por qué si amas a otra disfrutas tanto de tenerme? Cuestionaba, con toda razón, SeokJin. Herido. Y tal vez no admitiera nunca que se arrepintió de no haberle confesado la verdad a tiempo; de que también lo amaba y quería ser su pareja. Pero las respuestas que recibía siempre fueron evasivas, o no había, y las que sí escuchó eran hipócritas. YoonGi le juraba que lo amaba pero... Y era ese pero su condena, su mala suerte. La desgracia de llegar tarde al sitio indicado con la persona correcta o esas mierdas que lee en libros.
Años ya pasaron de aquella atropellada decisión de volverse el secreto de YoonGi, de posponer su amistad para transformarse en los amantes egoístas. Porque YoonGi había dejado muy en claro que él no podía ser amigo de SeokJin ni siquiera en tanto este mantenga ciertas actitudes, las cuales eran, nada más y nada menos, que no mentir sobre sus preferencias. No es que SeokJin se paseara con una boa rosada de plumas anunciando su gusto por los hombres y las mujeres, pero salía a boliches exclusivos, tenía amigos reconocidos que se pronunciaron abiertamente gais en televisión y, a la larga, esto lo ponía en la mira. Y SeokJin se mantuvo firme en no ocultarse. No hago nada malo, no hacemos nada malo, le decía siempre, mas YoonGi se rehusaba a ponerse de su lado.
No obstante, en esta fachada puramente heterosexual, SeokJin veía las grietas, los espacios en blanco que no encajaban y se aprovechaba de ello. Se volvía vicio para YoonGi. Para que este lo extrañe y vuelva. Ahora, cada vez menos, aunque no por eso dejar de ser constante.
Lo curioso es que veces había en que SeokJin se rendía de intentar complacerlo y le pedía que no regrese. Solo que no era fuerte en su resolución, ni al asegurar que deseaba que se borrara de su vida. Y Min YoonGi se aprovechaba de ello y aparecía en su departamento con una sonrisa tímida y con ansias de consumirlo. Como si no quisiera aceptar que podía perder ese espacio íntimo donde se desnudaba de sus propios prejuicios y hacían el amor; aunque lo titularon como simple sexo.
Era amor, tal vez. Esto no podrían saberlo mientras ambos estuvieran a escondidas.
Nota:
Tranquilamente podría casarme con Hwasa, solo necesito dinero para ir a conocerla y enamorarnos. Nada más jaja
En fin, solo porque no quisiera que se me tilde nuevamente de traidora, dejaré este adelantazo.
Deposita aquí quejas:
N/E:
Aclaro que bien podría usar comillas españolas para delimitar los pensamientos del personaje, no obstante, mantendré el estilo directo libre.
:)
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