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V E I N T I T R É S | P R E O C U P A D O 🎭

«Yo solo quería verla bien, sana. No me iría tranquilo esa noche sabiendo cómo se encontraba»

Maverick.

Un joven rubio ayudó a sentarse a una muchacha que no se encontraba bien. Milly, que llevaba sintiendo malestar desde el día anterior, se dejó ayudar por aquel joven atractivo que supuestamente estaba enfadado con ella por lo que había hecho.

Maverick, quien le abrochó el cinturón, segundos antes le había desabrochado la chaqueta para que la fiebre que ella tenía fuese bajando. Y verla temblando, enferma como se veía y sin decir nada, aquello angustió a Maverick.

Tras saber donde vivía, se puso en marcha con su viejo coche hacia la calle de ella, que no estaba tan lejos de su casa.

El viaje hacia aquel sitio fue largo para ambos. Él necesitaba llamar a un médico para que fuese a la casa de ella y la atendiese, mientras que Milly tenía un dolor de cabeza en el que solo quería dormir y no pensar en nada más.

Cuando llegaron, Maverick la tomó entre sus brazos, haciendo que ella se sintiese arropada por ese joven y caminó hacia el piso de ella, subiendo por el ascensor.

Milly, que odiaba los ascensores, ni se había percatado que Maverick se había subido con ella debido a la fiebre. Y comenzó a decir cosas incoherentes.

—Me gusta mucho sentir tus brazos en mi cuerpo...

La joven colocó su mejilla sobre el hombro del rubio, cosas que a Maverick le hizo sonreír fugazmente por la frase que acababa de comentar.

—Estás delirando.

Al llegar al piso de ella, tocó la puerta como pudo, haciendo que una joven pelirroja, segundos después, le abriese la puerta.

Jamie, que tenía una sonrisa de oreja a oreja, se le borró en seguida al ver a un desconocido frente a ella con su hermana entre sus brazos. Tan rápido como los vio, su preocupación fue más que evidente.

—Milly... ¿Que ha pasado?

—Tiene fiebre. Conozco un médico que viene a domicilio y acabo de llamarlo para venga ya. ¿Donde está su cuarto? —comentó el joven, sin darle tiempo a presentarse.

Jamie, sin decir nada más, lo dejó pasar para dejarle guiar hacia el cuarto de ella. El cual, Maverick entró para colocarla sobre su cama, quitándole el cabello de su rostro con delicadeza y quedándose un buen rato así, sin poder alejarse de ella.

La muchacha se le veía sudorosa, costándole respirar y demasiado cansada como para hablar.

Jamie empezó a ponerle paños de agua fría en la frente de ella para bajarle la fiebre, hasta que el médico llegase.

Al poco, un hombre de unos 50 años llegó con su maletín y atendió a Milly, quien estaba teniendo gripe. Necesitaba bajar esa fiebre y bastante reposo hasta que la gripe fuese disminuyendo. En una semana podría recuperarse y de igual manera le recetó algunas medicinas para dicha gripe.

Cuando el médico se marchó, Maverick le costó bastante irse del lado de Milly. Estaba tan pendiente a ella que ni se había fijado como era el cuarto de esa muchacha. En ese momento solo le importaba esa chica. Pero sabía que estaba sobrando en ese piso y que la hermana de ella no lo conocía de nada. Al menos, se imaginaba que era su hermana por el gran parecido que guardaban ambas, con la diferencia del color de cabello.

Maverick se alejó unos segundos de Milly y se acercó a la joven pelirroja que observaba la receta médica como si un calvario fuere. Claro que él no sabía que Milly era la única que salía de esa casa y que Jamie no era capaz de pisar la calle sin darle un ataque de pánico.

Por eso, sin pensárselo y sin saber nada de lo que sufría la hermana de Milly, susurró para que Milly pudiera descansar;

—Puedo ir a la farmacia que hay cerca y comprárselo.

Jamie lo observó unos segundos y sonrió por ello.

—Te lo agradezco mucho.

El joven giró su cabeza para observar una vez más a Milly y se presentó;

—Soy Maverick.

Jamie, que era mucho más lista de lo que se podían imaginar, ya se imaginaba que tenía que ser aquel chico del que su hermana había estado hablando.

Por ello dijo;

—Jamie. —Miró a ese joven que se le veía preocupado por su hermana y continuó. — No sabía tu nombre pero mi hermana me ha hablado de ti.

Maverick arrugó su frente por lo que acababa de decir ella.

—¿De verdad? —Silenció unos segundos para luego seguir. —Pensé que no era nadie en su vida.

Jamie quiso tirar la primera piedra para que ambos pudiesen tener un pequeño acercamiento. Para que las cosas fuesen un paso hacia adelante. Aprovechando que su hermana no la escuchaba, habló;

—Mi hermana no ha pasado una buena época y sale con un hombre que no la quiere. —Miró a Maverick que la miraba con un rostro inexpresivo, sino fuera por la arruga que se le estaba creando en su entrecejo por la angustia que tenía por esa muchacha rubia—.  Cuando alguien no quiere quitarse la venda, no ve la amplitud del terreno. No ha parado de estar preocupada por si te ha hecho daño.

Él asintió, sin querer decir mucho.

—Ya...

Jamie sonrió levemente para luego decirle;

—Gracias por traerla.

Maverick tomó una pequeña hoja y un bolígrafo que tenía en su chaqueta y empezó a apuntar algo en él. Cuando acabó, se lo entregó a Jamie.

—Si necesita cualquier cosa, este es mi teléfono. A la hora que sea.

Jamie asintió, abriéndole la puerta a ese joven para que saliera, pero Maverick volvió a mirar hacia el cuarto de Milly, no queriendo alejarse de ella, pero luego cambió de opinión despidiéndose de Jamie.

La joven pelirroja, al cerrar la puerta, se le dibujó una sonrisa pícara que su hermana conocía bastante bien. Por eso, cuando Jamie llegó a su cuarto, Milly abrió los ojos y arrugó su frente.

—Siempre tienes esa sonrisa cuando algo te llama la atención...

Jamie se sentó a un lado de la cama y sonrió de esa manera.

—Es muy guapo, pero que muy guapo. Ese es el joven, ¿verdad?

Milly no dijo nada, simplemente silenció varios segundos antes de decir siquiera algo. La fiebre estaba bajando, pero el malestar que tenía seguía ahí. Por eso, al mirar a su hermana con los ojos rojizos por la gripe, murmuró;

—Me odia.

Jamie negó con la cabeza sin borrar esa sonrisa.

—Si, claro... Por eso te trajo aquí vestido de mecánico. Me imagino que salía de trabajar y te vio, ¿no? —bromeó.

Milly dejó de mirarla para susurrar;

—Dejó lo que estaba haciendo para traerme aquí.

Su hermana no pudo evitar soltar un suspiro dulce de su garganta, mientras miraba a su hermana y deseaba zarandearla para que despertase de esa pesadilla de novio que tenía. Maverick se veía todo lo contrario a Lewis y ella ni siquiera se percataba de ello.

Jamie no era de las que les gustaba tener novio en la adolescencia, sino de conocer gente, conocer chicos y experimentar con ellos. Quizás con el tiempo terminaría teniendo algo serio con alguno, pero la adolescencia consideraba que era una época para experimentar, para conocerse y no probar solo con uno. Comprendía que Milly era diferente a ella, pero a veces valía más estar sola y conocer esos chicos, que salir con solo uno de ellos que te hacían infeliz.

—Odiarte no es la palabra, Milly.

—¿Y cual es?

La joven pelirroja apretó sus labios.

—Enfadado, decepcionado... Es diferente. Odiar una persona es algo muy distinto.

—Pues eso... No me va a perdonar en la vida. —La joven tosió hacia otro lado notando la garganta rasposa y adolorida.

Su hermana le colocó la manta por debajo de sus caderas y el paño húmero se lo dobló para que esa fiebre bajase y acarició la mano de ella con dulzura.

—Recupérate y ya pensarás en eso otro día. Te haré la cena, una sopa caliente te vendrá muy bien.

Milly, agradeciéndole, entornó los ojos al ver a su hermana de una manera diferente.

—¿Por qué sonríes tanto? —Milly preguntó, mientras que su hermana silenció, sonriendo aún más. —Oh... Ya entiendo. Cierto vecino te ha dibujado esa sonrisa.

Jamie no le dijo nada, por lo que se alejó de ella para meterse en la cocina y hacerle la cena a su hermana.

Después de todo, cuando ya vio que Milly se encontraba mejor y la fiebre había disminuido, se metió en su cuarto, aunque sabía que no iba a dormir si su hermana estaba así y tomó una libreta grande donde solía dibujar rostros.

Con un rostro que no podía evitar dejar de sonreír, tomó su lápiz y empezó a trazar círculos, empezando a hacerle forma y sombras hasta que poco a poco, fue dándole forma. No supo cuanto tiempo se pegó sentada en su cama, con la luz de su lámpara de noche encendida y la luz de la luna que iluminaba todo su cuarto.

Observó unos segundos la ventana, donde se encontraba la escalera de incendios y pensó en Colson y ese tórrido beso que habían compartido esa misma tarde.

Sonrió como nunca y luego observó el dibujo que había hecho del rostro de Colson y que tan realista había dejado. Dejando que la madrugada la bañase, se sumergió en otro dibujo de Colson, sintiendo que las cosas, poco a poco, iban cambiando.

🎭

El cabello rubio de Maverick estaba algo revuelto esa misma mañana, aunque no era diferente a los días anteriores, pero si estaba un poco más largo que hacía unas semanas.

Esa mañana, salió de su piso con varias cosas en una bolsa.

Estuvo toda la noche sin poder dormir, pensando en esa joven, no dejando que el sueño lo abrazara. Estuvo tan preocupado que solo estuvo pendiente al móvil por si la hermana de Milly lo llamaba.

Aquella noche le dio mucho tiempo a pensar en todo, sobre todo, el primer día que la vio. Tampoco ayudaba ese beso que habían compartido en el teatro o aquella misma noche, cuando lo hicieron en su cama.

Estaba enfadado con Milly por haberlo dejado solo esa noche, por compartir algo entre ellos y luego marcharse sin decir nada. Maverick era un chico que había estado con varias mujeres, en eso Milly tenía razón, pero él quería amar a alguien, enamorarse de alguien y, aunque no se había enamorado nunca de una mujer, le decepcionaba que todas lo viesen como un simple juguete.

Si bien tenía sus grandes diferencias con Milly, no soportaba al novio que ella tenía... Sentía algo y creyó que Milly era distinta.

Cuando vio que ella no estaba, todo se desmoronó. Pero al pasar los días, verla arrepentida de haberse marchado de su lado, que quería disculparse con él... Aquello le hacía ver que quizás Milly podría ser algo más, que ella le daba igual todo lo demás y que se fijaba en el joven que había dentro de Maverick, en su manera de ser y no en su físico.

Aquello le hacía agitar bruscamente su corazón cada vez que su mente lo pensaba, pero no quería hacerse ninguna ilusión.

Se sentía un egoísta por desear la ruptura de esa pareja entre Milly y Lewis, pero por otra sabía que ella podría tener un problema serio si seguía con ese novio que tenía.

Maverick se sentía un simple marginado del que nadie quería interesarse y ver que Milly se interesaba por él... Una relación entre ambos no se vería bien nunca, por mucho que Maverick lo deseara. La gente no lo vería bien.

Llegó al piso de ella, mucho más humilde que el suyo y tocó la puerta, la cual abrió la hermana de esta con una sonrisa.

El joven se sorprendió lo parecidas que eran, aunque Jamie se veían más adulta y con una mirada apagada, aunque esto último también lo compartía con Milly. Se preguntó que qué es lo que habría pasado para que estuviesen así... De aquella época que Milly estuvo sin ir a clase. Quizás eran ideas suyas, quizás simplemente no era de su incumbencia, pero esa mirada apagada era la misma que la tuvo su madre cuando salió de aquella relación violenta que tuvo con su padre, lo que tuvo que aprender a vivir, lo que le costó continuar después de años de violencia.

Maverick le daba miedo que Milly le ocurriese lo mismo si seguía con Lewis.

—Maverick, entra.

Al ver la invitación de Jamie, él no se movió ya que no tenía el valor ese día de ver a Milly.

—Solo vengo para que le des esto a Milly...

Jamie lo ignoró, agarrándolo de la mano y metiéndolo en su piso.

—Entra, ella seguro que está desando verte.

Asombrado por lo lanzada que era Jamie, lo contrario a su hermana, entró algo avergonzado y caminó hacia el cuarto de Milly, mientras Jamie les daba algo de intimidad.

El joven respiró hondo y luego lo soltó para ver a Milly, la cual estaba acostada en su cama leyendo un libro.

Milly, al notar el movimiento de alguien, dejó de leer y observó a ese joven. Se quedó quieta, sin poder decir nada mientras ese joven la observaba desde la puerta de su cuarto.

¿Que podía decirle al hombre con el que había tenido su primera vez, con el que le había sido infiel a su novio y con el que lo había dejado plantado en su cama?

Un simple "hola" era muy simple.

No dijo nada.

Maverick dejó la bolsa sobre una mesa y dio 2 pasos más hacia ella, pero dando un buen espacio entre ambos.

—¿Como te encuentras?

Milly no se veía bien, con el cabello alborotado, las mejillas rojas, la nariz más roja todavía y los ojos algo llorosos por la gripe. No ayudaba el pijama de barbie que llevaba puesto y menos que ese chico la viese de "esa" manera.

No, no ayudaba que también fuese el chico con el que había perdido la virginidad y del que no paraba de pensar.

Peinándose delicadamente para que él no la viese tan desastrosa, hizo que le dijera;

—He estado mejor.

Maverick sonrió un poco al verla como se estaba arreglando, pero lejos de que tuviese gripe y que él estaba preocupado por ella, la veía bastante bella tal cual era, sin maquillaje, sin estar peinada y con ese simple pijama. Sonrió y de que manera lo hizo.

Pero Milly ni se percató de ello ya que estaba ocupada en hacerse una coleta para no verse tan mal.

—Quizás la lluvia del otro día te hizo esto —murmuró.

Silenció y más silencio.

Milly lo miró y no supo que decirle.

—Te traje un zumo de fresa. Es bastante bueno y te vendrá bien... También te traje unas medicinas —murmuró.

Ella se fue a levantar de la cama para ver el contenido de la bolsa tras escuchar lo que le había traído, pero él la frenó rápidamente.

—Quédate donde estás. No hagas esfuerzos.

Milly lo observó y sonrió delicadamente por la preocupación de él, pero le quitó hierro al asunto.

—Tengo gripe, no neumonía, Mav —dijo con la voz algo ronca de la gripe, pero a la vez con un tono dulce al decir su nombre, el cual enamoró a Maverick por ello.

Trató de no mostrar su sonrisa frente a ella y lo consiguió.

—Te gusta llamarme así...

Ella trató de no acercarse a él para no pegarle la gripe, y se quedó sentada en su cama, mirándolo algo tímida.

—Si quieres no lo hago.

Él silenció unos segundos y dejó de mirarla para observar el cuarto de ella. Quizás algo rosa para su gusto, pero el color de la pared, vainilla, bastante cálido y una pared llena de fotos impresas, le daban un toque humano que su cuarto no tenía.

Y respondió en voz baja.

—Me gusta que me llames así.

Milly, sorprendida por lo que acababa de decir él, apretó la mandíbula mientras trataba de ocultar su pijama frente a él.

—Gracias por lo de anoche... No quería darte molestias...

Él la miró.

Deseó decirle que no era ninguna molestia, pero no quería hablar demasiado y las palabras no salían ese día. No sabía que le estaba pasando, pero el enfado cada vez iba disminuyendo y empezaba a quedar un sentimiento desconocido para él. Aun así, necesitaba que los días pasaran y asentar sus pensamientos sobre ella.

—Mañana tómatelo libre y pasado. Si recaes de una gripe es horrible. Descansa estos días. Seguro que alguien puede enviarte los deberes.

Lo cierto es que no tenía a nadie para ello.

—Si... Preguntaré por el grupo —mintió, ya que no se fiaba de nadie en el grupo por cosas del pasado.

Sería la popular para Maverick, pero había ganado bastante mala popularidad a raíz de lo que había sucedido con su ex amiga.

Pero él, quien empezaba a conocerla, por su tono de voz, notó que le estaba mintiendo. No dijo nada al respecto porque no tenía el día para el don de la palabra.

—Me tengo que ir.

Milly no dijo nada y lo dejó marchar. Lo que para la joven, que creía que él no quería ya saber nada de ella, para él parecía costarle bastante alejarse de esa muchacha. Apenas le costó dar 2 pasos hacia fuera del cuarto de la joven. Quería hacer un pequeño acercamiento, pero necesitaba aclarar sus pensamientos, alejarse y no pensar en nada más.

Estaba más tranquilo de verla mejor que la noche anterior, pero estaría atento a su móvil si pasase algo. Por lo que, tras largos minutos, logró marcharse, despidiéndose de ambas hermanas.

Pero su intranquilidad y el sentimiento que empezaba a salir a flote, más que evitar pensar, le iban a hacer pensar más en esa joven rubia.

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