
V E I N T I N U E V E | A M I S T A D 🎭
«Milly tenía razón, pero a la vez no quería que la tuviese. Quizás por eso la trataba peor. Y hacía semanas que empezaba a pensar en lo que nos habíamos convertido y en lo que fuimos»
Julianne.
El día había empezado bastante mal para una joven de cabello oscuro y mirada perdida, enfadada con el mundo. Y es que había empezado tan mal, que ni siquiera estaba teniendo un buen día en su ensayo con la obra de teatro de su ex amiga.
Simplemente era de esos días que no quería saber nada de nadie, una joven que callaba más que mostraba. Mucho peor era tener a la que fue su mejor amiga frente a ella cada día desde que había empezado los ensayos para la obra y no poder saber nada más de ella.
Ese era su último año para ambas, en pocos meses acabaría ese curso y cada una tomaría caminos distintos, marcando más la distancia. Si no solucionaban su problema antes, el tiempo las haría separarse más y jamás volverían a verse ni a saber de ellas.
Aquello la hacía pensar mucho sobre las cosas que hicieron para que ambas se separasen, sobre todo Julianne.
Si, era cierto que Milly le había hecho daño, pero ella no se miraba a un espejo para ver el motivo Milly decidió dejar de intentarlo con ella. Y es que Julianne tampoco había sido una buena amiga, ni siquiera se lo mostró en los momentos que más la necesitaba Milly. Julianne simplemente se alejó de ella, sin dar una explicación para ello.
Todo fue un cúmulo de cosas, una serie de errores y cambios que hicieron que ambas se separasen. Una amistad tan bonita y fuerte como la que tenían ambas.
No era una relación de unos pocos años, no... Habían sido muchos años. Años tirados a la basura por no hablar, por no cumplir las promesas, por elegir el camino de la discusión antes que el del diálogo.
Ambas tenían la culpa, quizás una más que otra, pero al fin y al cabo, las 2 habían dejado morir aquella relación.
Julianne no estaba mostrando su gran talento en el teatro, por lo que Milly decidió interrumpirla unos segundos, ya que era su deber junto con su profesora.
—Julianne, ¿podrías trasmitir esa frase con algo más de sentimiento? —susurró con delicadeza.
Odiaba tener que decir eso a los actores, pero si quería dirigir en el futuro obras de teatro, debía tener valor para advertir y hablar con ellos de esa manera.
Julianne la miró y asintió.
—Claro.
Nuevamente, al volver a repetirlo, fue peor como lo dijo. No le salía nada ese día, y todos lo estaban viendo. Por lo que la profesora se lo dijo en voz baja a Milly para que volviese a decírselo.
—Perdón, Julianne. Queremos más sentimiento, ¿podrías volverlo a intentar, por favor?
Ya lo había repetido varias veces y se sentía una estúpida por ello, cansada y enfadada consigo misma por lo que pasó entre ellas, por esa mañana tan desastrosa, por ese día de mierda que llevaba teniendo desde hacía horas. Tal fue así que el más mínimo movimiento, la hizo sacar ese enfado y echárselo encima a Milly, como si ella fuese la culpable de estar así Julianne. Cuando realmente no era así.
—¿Por que no lo intentas tu? Eres la experta en los sentimientos.
Todos allí silbaron por aquella frase de Julianne, y todos empezaron a prepararse para lo peor entre ellas, ya que conocían y muy bien las diferencias que tenían tanto Julianne como Milly.
La joven rubia arrugó su frente sin comprender porque se enfadaba con ella.
—¿Perdón?
Julianne tiró los papeles del guión y bajó del escenario.
—¿Acaso no te gusta como actúo? ¿Como interpreto tu estúpida obra?
Aquello hizo silenciar a Milly, que no podía creerse que eso estuviese pasando nuevamente. Pero la que habló fue la profesora de teatro, quien se levantó de su sitio y se acercó a Julianne para tranquilizarla.
—Julianne, solo te hemos pedido que lo volvieses a intentar, no son formas de hablar con una compañera.
Julianne miró a Milly con una mirada llena de odio y habló mucho más alto de lo normal, consiguiendo que todos observasen la escena deseando ver más. Pero en realidad, lo peor era para aquellas 2 amigas, quienes se estaban haciendo más daño así.
—Ella no es una compañera. Por eso está sola y triste todo el tiempo.
Milly dejó sus cosas y se levantó de su asiento, acercándose a Julianne y bajando la voz para que los alumnos no estuviesen buscando más para chismear entre ellos.
—No es sitio para hablar de esto —murmuró Milly, con la voz empezando a fallarle.
Julianne se acercó a ella, pegando su rostro casi al de la joven rubia y habló un poco más bajo, pero con la mandíbula apretada.
—¿Y cuando es? Porque cuando quiero hablar, tu no quieres.
—¿Ahora me echas la culpa a mí de algo que llevo pidiéndote años?
Están tan pegadas que estuvieron a un movimiento para pegarse.
La profesora se puso en medio de ellas, tratando de intervenir, tratar de entablar una conversación con ellas, pero el estado en el que se encontraba Julianne era bastante complicado tener esa conversación y menos con todos los alumnos que participaban en el teatro mirándolos.
—¡Eres una zorra y roba novios!
El grito de Julianne hizo eco en el teatro, haciendo que todos empezaran a murmurar entre ellos. Pero Milly se enfadó por aquello último, la cual Julianne la estaba señalando por algo que ni siquiera había empezado.
Todos conocían la versión de Julianne, pero la versión de Milly era más amplia y si, ella se echaba la culpa, pero Julianne no contaba toda la historia. Y para conocer una historia, había que conocer todas las versiones, no solo la que más interesaba a una de las partes.
—¡¿Yo?! ¿Y tu? ¿Te has mirado tu? —preguntó cabreada la joven Milly. —La que rompe las putas promesas. La que se olvida de las amigas de un día para otro.
Aquello hizo enojarse más a Julianne, que terminó empujando a Milly, haciendo que se chocase contra la mesa de los directores y la profesora apartó a Julianne varios metros de Milly.
No había profesor que no supiese de las diferencias de ambas. Por eso la profesora de teatro dijo;
—¡Ya está bien! —Miró a ambas y continuó—. Julianne. Milly. No me saquéis más de las casillas. Vais a solucionar vuestro maldito problema ya. Al despacho del director.
🎭
El sonido de timbre hacía eco en la sala de espera que había frente a la puerta del director. Junto a la ventana, se encontraba un secretario no muy amigable tecleando rápidamente en el ordenador mientras mascaba un chicle que ya estaba sin sabor.
De las 4 sillas que había en esa pequeña sala, 2 estaban ocupadas por 2 jóvenes las cuales habían discutido nuevamente por sus propias diferencias.
Aquella espera parecía hacerse larga a medida que más pasaban los minutos y seguramente faltarían a la siguiente clase.
Milly se quejaba del empujón que le había dado Julianne previamente, sobre todo el la pierna que tenía operada tras el accidente, pero trataba de no mostrárselo a Julianne, que estaba sentada frente a ella con la mirada avergonzada, mirando hacia otro lado mientras seguían escuchando el sonido de las teclas y el chicle de aquel secretario de mediada edad.
—No era necesario que me empujases. Ya sé que soy una bruja —susurró Milly, clavando su mirada sobre aquella joven que fue su mejor amiga.
Julianne ni siquiera la miró, ni se disculpó por ese empujón. Habían tenido peleas más fuertes en el pasado, un empujón seguramente no sería demasiado, pero igualmente se sentía avergonzada por haber iniciado aquella pelea sin sentido.
Al ver que aquella joven de cabello negro no le hablaba, decidió continuar;
—Dime una cosa; ¿soy una roba novios? —Julianne la miró mientras esperaba que Milly continuase de hablar—. ¿Recuerdas la promesa que nos hicimos en tu cuarto? Ninguna de las 2 debíamos salir con el mismo chico que nos gustaba a ambas porque nuestra amistad era más importante —susurró con los brazos cruzados mientras que el sonido de aquella tecla continuaba en aquella sala. —Te dije que me gustaba Lewis y tu, a los 4 días, ya estabas morreándote con él frente al teatro, como si lo hicieras adrede para que os viese.
Recordó aquella escena a la perfección y Julianne apretó la mandíbula, tratando de esquivar aquel tema.
—Déjalo ya Milly.
—No, me vas a escuchar —dijo, elevando un poco la voz, cosa que hizo llamar la atención a aquel secretario, ya que dejó de escuchar el ruido que provenía de su puesto de trabajo. —¿No querías hablar? Aquello me dolió, Ann...
—No me llames...
—No me estés interrumpiendo —contestó enfadada tras todos esos años, tras todo lo que había sufrido, tras la pelea sin sentido que habían formado ambas por no hablar las cosas.
Julianne silenció, observándola con los ojos avergonzados.
—Me dolió, pero lo acepté, porque eras mi amiga y si te hacía feliz estar con él... Perfecto.
Julianne miró hacia otro lado.
—Lewis fue un simple escalón que rompió nuestra amistad. El inicio del iceberg... Pero había algo ahí ya desde antes de Lewis, desde aquel verano que volviste de vacaciones con tu madre —susurró, recordando muy bien como sentía aquel vacío con su mejor amiga en esa época. —Estabas más alejada, apenas querías sentarte a mi lado, me dejabas en visto en los mensajes y no contestabas a mis llamadas. Lo que decías que estabas ocupada para mí, terminaba viendo como tus mentiras de que estabas estudiando eran cegadas por tus famosas fotos que subías en tus redes por las fiestas de tus nuevas amigas. —Tragó saliva, recordando aquella época bastante bien y suspiró, tratando de que no volviese a dolerle. —Ver como mi mejor amiga me mentía a la cara, me traicionaba y rompía las promesas... No sabes la de veces que lloré por ti, Ann... Ahora mismo, si dejase a Lewis, no derramaría ni una mísera lágrima de lo que lloré por ti durante meses.
Milly se estaba derrumbando. Lo que creía haber enterrado en su momento, parecía seguir ahí. Era ese problema sin solucionar, aquella raíz de aquella planta que no se había terminado de sacar. Era esa espinita que ambas no se habían sacado.
Tanto Julianne como Milly se sentían así, y no lo habían hablado. Habían dejado que cicatrizara, pero ni siquiera del todo. Ya que esa herida seguía doliendo como la primera vez.
Milly fue sincera del todo con ella cuando le confesó que le gustaba Lewis, le había sido fiel a su mejor amiga siempre, pero Julianne cambió de un mes a otro, rompiendo esas promesas y alejando esa amistad que tuvieron.
Julianne le echó la culpa a Milly por todo, porque se fuese con Lewis, aunque no era por el echo de irse con él, sino por algo más que no contaba. Lo cierto es que habían pasado muchas más cosas en mitad de eso que ninguna de ambas sabían.
Faltaban muchas piezas del puzzle, demasiadas. Pero ambas debían ser adultas, sentarse y hablarlo abiertamente.
Julianne se puso en el lugar de Milly, junto con el día tan malo que tenía, lo infeliz que se estaba sintiendo desde hacía tiempo... Todo lo que echaba de menos a su mejor amiga. Tal fue así que sus lágrimas empezaron a caer como gotas de lluvia.
—Me hiciste daño con tus actos. Y el día que me di cuenta de que habías dejado de ser mi mejor amiga fue doloroso... —concluyó Milly, negando con la cabeza, cruzándose de brazos y mirando hacia otro lado, enfadada.
Ninguna habló en ese momento.
El secretario volvió a masticar tranquilamente su chicle sin sabor y siguió tecleando tras escuchar aquella conversación tan interesante.
La puerta del director se abrió, saliendo un hombre alto, flaco y con un rostro simpático de unos 50 años. Miró a ambas jóvenes, poniéndose las manos en las caderas y dijo;
—Otra vez juntas en mi despacho, jovencitas. —Negó con la cabeza para luego continuar—. Russell. Smith; pasen.
Dejó la puerta abierta y ambas se levantaron de sus asientos para meterse en el despacho de director. Aunque ninguna quiso entrar primero, como si se encontrasen en un duelo entre ambas que ahora empezaba a notarse mucho más que nunca.
Ninguna quería dar el brazo a torcer, ni darle paso a la otra. Aquello enfadó un poco al simpático director que todos adoraban por lo diferente que era comparado a otros directores.
—Es para hoy.
Milly suspiró, entrando primero sin mirar a Julianne, seguido de ella.
Cada una se sentó en cada silla que había frente al escritorio de ese hombre. Mientras Milly miraba los papeles del director, Julianne miraba hacia el suelo, perdida.
El director Santana habló;
—La profesora Ortega ha hablado conmigo sobre vuestras diferencias, al igual que 2 profesores más. —Miró uno de esos papeles donde ambas habían sido expulsadas durante 2 días tras la pelea que tuvieron en medio de pasillo hacía tiempo. —Lleváis así 2 años, desde la monumental discusión y pelea que tuvieron en los pasillos y que muchos alumnos hasta apostaron dinero por ustedes. —Ninguna se miró, ni miró al director, que continuó hablando—. ¿Que ocurre? No habéis solucionado nada como os dije la última vez, aquel día que vinieron llenas de golpes por vuestra pelea.
Ninguna habló.
El director apretó la mandíbula y asintió mientras veía como sus 2 mejores alumnas dejaban que empeore ese problema.
—Una amistad es mucho más fuerte que una relación de pareja. Y cuando se rompe una relación de amistad, duele incluso más que romper sentimentalmente con alguien. —Aquellas palabras hicieron que ambas mirasen a ese hombre con los ojos bastante decaídos. —No os pido que volváis a ser las amigas de antes, pero si sentarse y hablar de vuestros problemas. Ser compañeras.
2 pájaros cantaban en el árbol que el director tenía tras suyo, en aquella hermosa ventana donde entraba toda la luz solar de aquel hermoso día.
El despacho estaba alago desordenado, lleno de archivos y papeles mal colocados, pero las divertidas máscaras de carnaval italiano que tenía el director expuestos en su despacho gracias a los viajes que hacían él y su mujer italiana a Italia, le daban un toque diferente a ese lugar.
Santana negó al ver que ninguna decía nada.
—Mi hija pequeña habla más que ustedes.
Ninguna seguía sin decir nada.
—Tendré que adivinarlo... —murmuró—. Les contaré mi experiencia... A mi me ocurrió lo mismo con mi mejor amigo. Éramos inseparables, pero con 18 años nos enamoramos de la misma chica. —Santana recordó aquella época. —Nos prometimos no salir con esa chica. Pero un día vi como mi mejor amigo se estaba besando con ella en su coche. Después de ahí siempre nos peleábamos, peleas más monumentales que la de ustedes hace 2 años. Me dolió que mi amigo me hiciera eso, así que preferí no volver a dirigirme hacia él. Si uno no le sigue, dos no pelean...
Todos conocían las diferencias entre Julianne y Milly por un chico, pero no conocían toda la historia. El director solo sabía una parte por la pelea de hacía 2 años que tuvieron ambas, pero no era quien para saber toda la historia. Según él, era de ellas 2 sentarse a hablarlo, y nadie tenía porque meter sus narices en esos problemas. Él solo estaba ahí de mediador, para que ambas pudiesen abrir los ojos de lo que había.
Ambas observaron a ese hombre mientras hablaba con la voz de la experiencia.
—Pero un día, en nuestra segundo año de universidad, él tocó mi puerta. —Colocó sus brazos sobre el escritorio y continuó—. Vino llorando hacia mí. Esa chica no solo le había hecho daño emocionalmente, sino que le había sido infiel varias veces con amigos nuevos que él tenía. Nadie le había dicho nada y solo confiaba en una persona.
—En usted —dijo Milly, Julianne miró a la joven unos segundos con aquella mirada cuando echabas de menos a alguien.
Él asintió.
—Estuve mucho tiempo escuchándolo, bien no lo perdoné en ese entonces, pero cuando vi que realmente se arrepentía, volvimos a retomar nuestra amistad.
El director entristeció.
—Tristemente murió en un accidente de moto unas semanas después. —Silenció varios segundos, carraspeando aunque había aprendido con los años a contar esa historia sin soltar ni una sola lágrima. —No les mentiré que por sea estupidez estuvimos mucho tiempo sin dirigirnos la palabra, cuando podíamos seguir aprovechando el tiempo juntos... Pero la vida es así. Al menos lo solucionamos antes y aclaramos todo.
Parece que eso último las impactó tanto que se quedaron mirando una a la otra en aquel despacho.
Julianne se sintió una estúpida y arrugó su frente al recordar el terrible accidente que Milly había tenido hacía 2 años, cuando ya ella se comportaba como una idiota con aquella joven rubia. Podía haber perdido a su amiga en ese hospital y no se atrevió a visitarla porque sabía que había cometido muchos errores con su mejor amiga.
Ya ni sabía mirarla a la cara sin sentirse avergonzada y ahora que lo miraba desde una perspectiva más adulta, comprendía que Milly se enfadase con ella por no estar a su lado cuando más la necesitó. Luego vinieron todos los problemas. Pero Julianne no podría imaginarse vivir esos 2 años sin Milly...
Aquello la impactó tanto, entender eso la hizo derribar aquel muro que había creado, que le costó no soltar ni una sola lágrima.
Milly, en cambio, se puso en el lugar del director y no podría ni imaginarse que a Julianne le ocurriese algo y que no hubiesen estado lo suficientemente juntas como para hablarlo.
El tiempo pasaba, pero ya no volvería. Si no hablaban de todo eso ya, ¿cuando lo harían? ¿Cuando fuese lo suficientemente tarde?
—No les cuesta nada sentarse y hablar. No porque lo diga yo o los profesores, sino por vuestro bien —concluyó—. En el futuro tendréis que hacer cosas peores, como llevaros bien con vuestro jefe, entenderse con vuestro suegro, fingir que no te molestan las bromas de tu cuñado, o tener que aceptar que tu secretario trabaja menos de lo que debería ya que prefiere escuchar conversaciones ajenas...
Ninguna de las 2 habló más, cuando el director terminó con;
—¿Tenéis algo que decir?
Julianne miró hacia Milly y le dijo;
—Siento el número que he montado en el teatro... Y siento decirte que tu obra es estúpida... Comprenderé que busques a otra persona para que me sustituya.
Milly arrugó su frente y negó rápidamente.
—Eres la idónea para ese papel. Y ya está, quizás te agobié, tampoco sé como es tu vida ahora y quizás no has tenido un bien día... A veces nos afecta más los problemas.
—Veis, esa es la relación de la que os hablo —contestó el hombre. —No os tenéis que llevar extremadamente bien como antes, sino saber hablar las cosas y poner los problemas sobre la mesa. El tiempo es oro.
Lo que acababa de decir aquel director las afectó tanto, que no sabían que más decir.
—Podéis volver a clase.
Al igual que antes, ambas tardaron mucho en marcharse de aquel despacho, pero porque entre ambas tenían tantas cosas que decirse, que era difícil empezar.
Juntas, salieron de despacho, escuchando como el director le decía a su secretario que dejase de poner la oreja y trabajase en los documentos, pero ambas tenían tantas cosas que solucionar, que aquello les dio igual.
Una vez fuera de aquella sala, en mitad del pasillo, Julianne rompió el silencio;
—Perdón por el empujón.
Milly negó.
—No pasa nada.
En el ambiente había algo que incomodaba, pero no en el mal sentido. Era esa sensación de cuando llevabas años o mucho tiempo sin hablar con esa persona que te importaba que, cuando la tenías de frente, no sabías que decirle. Y más después de todas las peleas que ambas habían tenido por ello.
—¿Haces algo este viernes por la tarde? —Milly tomó la iniciativa.
Julianne negó.
—¿Quedamos en el restaurante de siempre? —preguntó Milly y pudo ver como los ojos se le iluminaban a su ex amiga, asintiendo.
Julianne se marchó por su lado, mientras que Milly se iba al otro, topándose con Maverick, el cual arrugó su ceja al verla salir del despacho del director.
Preocupado, preguntó;
—¿Pasó algo?
Ella no habló, solo esperó que Julianne se hubiese ido y, sin decir nada, abrazó a Maverick, terminando por derrumbarse en el hombro de él tras todo lo que había ocurrido en esa mañana con aquella joven.
Todos los sentimientos salieron y no le importó lo más mínimo que los amigos de su novio los viesen, aunque nadie caminaba por ese pasillo en ese instante. Ella necesitaba sacarlo todo, aunque no dijera nada.
Y Maverick no le preguntó, ni la estresó. Simplemente dejó que ella llorase en su hombro.
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