
V E I N T I C U A T R O | C O N F E S I O N E S 🎭
«Me gustaba ver esta Jamie. Y quería conocerla aún mucho más»
Colson.
Aquel lunes había pasado algo lento para Jamie, quien había estado cuidando a su hermana Milly. Esta última ya se iba encontrando mejor de la gripe, pero se había quedado resguardándose en su cuarto para evitar empeorar con el tiempo tan frío de ya aquel invierno.
El tiempo, lluvioso y con fuerte viento, hacía prever que la semana no iba a salir demasiado el sol, como ya acostumbraba en aquel lugar cuando llegaba el invierno.
La joven pelirroja no había dejado de pensar en aquel beso con Colson y todavía se preguntaba porqué pensaba tanto en él, si no era —ni mucho menos—, su primer chico. Jamie siempre había tenido fama de "chica fácil", aunque a ella le daba igual la fama que tuviese, su objetivo en la vida era disfrutarla y trabajar para conseguir lo que uno deseaba. Si la criticaban por hacer lo mismo que hacían muchos hombres, es que el cerebro del ser humano todavía le faltaba bastante madurez y abrirse bastante para ello.
Jamie siempre disfrutaba y lo demás lo dejaba aparte, los problemas, los idiotas. Era la chica mala de allí y, aunque la nombrasen de aquella manera y todos babeasen por ella, Jamie siempre había sido ella misma, sin fingir ser alguien que no era. La reputación eran palabras de los demás, y la única que sabía como era, era sí misma.
Aquello tan simple, aquellas cosas que en su día ignoraba, empezaron a pasarle factura ese fin de semana. La debilidad, los años encerrada en ese piso sin tener contacto con las personas de fuera, siendo esclava de su mente y la pérdida de su madre... Aquello, todo junto, le hizo preocuparse por su pasado. Solo por una vez en su vida.
La llegada de Colson había sacudido todo ese pasado y la hacía replantearse muchas preguntas. ¿Y si él veía mal su pasado? ¿Y si Colson no le gustaban las chicas así? Parecía las preguntas más estúpidas del mundo, y más viniendo de alguien a quien no le importaba todo eso. Pero cuando pasaban una muy mala época, evitabas cualquier contacto visual y roces por años, más una muy mala experiencia, todas esas dudas entraban en tu mente como un tren que entraba en bucle una y otra vez.
De la euforia de la otra noche, a las dudas, los miedos y el temor de lo que él pensara, la sacudió por completo.
La joven pelirroja entró al cuarto de su hermana, la cual se veía mejor y estaba leyendo otro libro nuevo.
El movimiento la hizo girar su cabeza de su lectura y ver a su hermana a escasos metros de ella.
Su cara de preocupación lo decía todo.
—Me besé con Colson el sábado —respondió sin lubricante.
Su hermana, que todavía estaba inmersa en su lectura, la observó con los ojos demasiado expresivos y parpadeó demasiadas veces, tratando de tragar aquella información extra que le acababa de dar.
Pero eso no fue todo, porque Jamie le puso la guinda al pastel concluyendo;
—En la escalera de incendios.
Milly parpadeó demasiadas veces, tanto que tenía suficiente lágrima en el ojo para que no se le secase y, cuando pasaron unos largos minutos, sacudió la cabeza.
—Sabes que hay maneras de decirlo más tranquilamente, ¿no?
Jamie movió los hombros y esperó una respuesta de su hermana.
Milly sonrió.
—¡Me alegro mucho por ti!
Jamie no se veía tan eufórica como su hermana pequeña.
—¿Crees que estoy haciendo bien en besarme con nuestro vecino? ¿Y si tenemos problemas o meto la pata?
La joven, que había dejado su novela a un lado, arrugó su frente para preguntar;
—¿Porque te preocupas por cosas que no han pasado? Jamie, hacía tiempo que no te veía sonriendo, que no veía brillo en tus ojos o ilusión en tu rostro. Y encima has conseguido salir aunque sea a la escalera de incendios... Estas dando pasos hacia adelante.
—¿Pero y si hago las cosas mal con él? ¿Que pasa si le hago daño por la persona que me he convertido? —Silenció unos segundos, antes de volver a hacer otra pregunta. —¿O se echa atrás por la que fui?
Aquello último la hizo dudar más a Milly por lo que estaba viendo en su hermana, todo lo contrario a lo que era. Se la veía insegura y dudosa del pasado que tuvo, cuando no había hecho nada malo, solo disfrutar.
—No vas a cometer ningún error —contestó. —Mira, puedo comprender que te aterre todo esto, es nuevo para ti tras 2 años encerrada aquí... Colson es un joven estupendo, tu eres increíble... Con él o sin él, vas a salir de este bache. Pero a veces necesitamos un empujón hacia la dirección correcta. No te puedo decir que es lo que ocurrirá entre ustedes, pero lo importante aquí es que te ames tu primero, salgas adelante y hagas con tu vida lo que tu quieras. Y tu pasado... Nunca has hecho nada malo, si no lo acepta, el problema lo tiene él, no tu.
Jamie sonrió por todo lo que acababa de decir su hermana.
—Estás madurando.
Milly elevó la ceja divertida.
—Quizás sea más madura que tu.
Aquello no le hizo tanta gracia a Jamie.
—¿Perdona?
Milly volvió a tomar su libro, retomándolo por donde lo había dejado y, sin mirarla, sugirió;
—Yo que tu iría a visitarlo ahora.
—¿A Colson?
Levantó la mirada con una sonrisa que contagió a Jamie.
—Su piso no está tan lejos, así vas ganando confianza en ti misma y, así se van conociendo más.
Jamie sonrió por ello y, sin decir nada más, asintió, dejando a su hermana con la lectura aquella tarde.
🎭
Un hombre rubio, lleno de tatuajes hasta en el cuello y con piercings hasta en sitios que cualquiera podría desconocer, acababa de terminar su trabajo en el local de tatuajes y que esa tarde decidió quedarse a descansar y tocar la guitarra para, quizás, sacar un nuevo tema.
Estaba trabajando en uno nuevo para su grupo y que esperaba tenerlo terminado pronto. Pero habían frases que no podía encajar y creía que tendría que revisarlo desde el principio para cambiarlo.
Se había puesto su pijama, que consistía en unos pantalones de deporte anchos que le caían por las caderas y un suéter de manga corta de un color más claro.
Fue a tomar su guitarra, cuando su móvil sonó por onceava vez en ese día. Suspirando con cansancio, miró su móvil esperando no encontrarse ese dichoso nombre, pero ahí estaba, aquel nombre que había estado evitando tanto tiempo. Apretó la mandíbula enfadado y dejó el móvil con enfado sobre una mesa tras apagarlo para no tener que escucharlo más.
Ya no se llevaban nada bien entre ellos y Colson solo necesitaba que lo dejase en paz de una vez.
Fue ahí cuando tocaron su timbre y, dejando todo lo que estaba haciendo, se levantó para mirar quien era. Al abrir, se sorprendió al encontrarse con su vecina Jamie, algo nerviosa por salir de su piso, pero más fuerte que el otro día.
Sonrió como nunca Colson al verla.
—Has dado varios pasos fuera de tu piso... Estoy orgulloso de ti.
Se quedaron en silencio. Ella no sabía que decir, por lo que se tomó su tiempo para contestar;
—Esperaba a que me invitases a entrar.
Aquello si que fue una sorpresa.
De todas las cosas que ella podría haber dicho, que esa fuese la frase lo hizo feliz en ese momento. Lo hizo olvidarse de aquellas llamadas sin sentido, del enfado que llevaba ese día, de lo frustrado que se sentía. No sabía que tenía esa joven, pero adoraba lo que sentía cada vez que estaba a su lado.
—Por supuesto.
Se apartó a un lado, dejándola entrar en su territorio.
Hasta ahora era él el único que había entrado al piso de la otra persona. Y ahora podía decirse que ya estaban en igualdad de condiciones cuando Jamie pisó un suelo distinto a su piso, alejándose de su cárcel personal, abriéndose camino a algo nuevo, a experiencias nuevas.
Mentiría si ella no se sentía nerviosa tras haberse pegado 2 años encerrada en su piso por la agorafobia.
La emergencia del otro día, el beso en la escalera de incendios, eran pasos dados por alguien externo a ella. Alguien que le había estado dando apoyo. Pero ahora era ella la que tomaba la iniciativa, la que estaba dando pasos hacia adelante sin la ayuda de nadie. Aquel empujón que le estaba dando Colson para ayudarla, estaba siendo de mucha ayuda en poder hacer que Jamie tuviese una vida normal, sin miedos, sin complicaciones.
Pero todo ello se fue evadiendo cuando observó el piso de Colson y lo distinto que era a lo que ella creía que encontraría.
—¿Esperabas otra cosa distinta?
Jamie sonrió al mirarlo.
—Me sorprende ver que predomina los colores pastel.
—Soy fan de colores así... —contestó con los brazos cruzados mientras Jamie lo observaba—. Estuve unos años llevando el pelo rosa.
Jamie deseó verlo a él con el pelo rosa.
Siguió sonriendo como nunca.
—No sé como agradecerte todo lo que has estado haciendo por mi —susurró, sin saber por donde empezar.
—Ni me lo tienes que agradecer, Jamie.
La joven miró hacia el suelo, preguntándose si había cometido un error al ir a su piso, al hablar con él. No, no debía haber ido según ella.
Era como cuando tomabas la decisión de hace runa cosa y, cuando estabas ya allí, a punto de hacerlo, te entraban las dudas. Así se sentía Jamie en ese preciso instante.
Colson lo notó. Notó que ella le ocurría algo, y se acercó a ella, pero a su vez dándole espacio.
—¿Que ocurre?
No era ni siquiera necesario decírselo, pero Jamie se sentiría más tranquila si lo hacía. La inseguridad que ella misma se había creado recluida en su piso fue suficiente para hacer una Jamie diferente.
¿Podía volver la antigua Jamie pero más madura? Todo dependía de ella y de su valentía para superar sus miedos. De nadie más.
—Antes de encerrarme en mi piso, tenía fama de mujer fácil.
La joven empezó a tocarse el pelo demasiadas veces, como una forma de calmar su ansiedad, mezclado con mirar hacia otro lado.
Tenía miedo de lo que él, Colson, podría pensar de ella.
"¿Qué importaba?" —Se preguntaría la antigua Jamie.
"Importaba" —contestaba la Jamie actual.
Colson arrugó su frente por lo que ella acababa de decir;
—¿Y eso te importaba?
—No... Pero me importa porque no quiero hacerte daño.
No sabía encontrar las palabras exactas y quizás esas no eran las más idóneas. Pero Colson respondió;
—¿A que te refieres? —Al ver que no hubo respuesta de ella, siguió. —Mira, Jamie, si te crees que me importa lo que hacías en privado con tu vida... Es que no me conoces.
Jamie no era capaz de responder. Se había quedado en silencio, sin encontrar ni una sola palabra.
Había cambiado y mucho y Colson quería conocerla, tanto su antigua yo, como la actual. Y extendería siempre su mano esperando a que ella se la aceptase. La época que fuera.
Él siguió hablando al ver que ella no era capaz de decir absolutamente nada.
—Es normal que pienses eso. Has tenido una época débil, encerrada en un sitio, sin hablar con nadie externo. Eso te hace cambiar tu personalidad, tu actitud hacia los demás y tus miedos se agravan... Pero cuando vuelvas a tomar confianza, eso cambia.
—Tienes mucha experiencia en ello. —Logró responder.
Y ahora era Colson quien tenía algo que decirle a ella.
Apretó su mandíbula y la observó. Se sentiría mal si ella no lo aceptase.
Había conocido a alguien con quien sentía algo, cosa que hacía años que no sentía. Se sentía de una forma que le encantaba y volvía a tener ilusión por alguien después de su antigua relación. Si ella no lo aceptaba con todo, con lo que era, con lo que sentía, sería doloroso, pero ahí si que no podría estar a su lado.
Jamás le costaba decirlo, pero en ese momento, quizás por ella y por lo que sentía por esa joven, temía que no lo aceptase con todo.
—Si. He tenido bastante experiencia a mis 27 años de edad, tanto cosas buenas como malas. —La miró, apretando su mandíbula mientras que ella lo observaba desde esa cercanía. Y Colson se abrió a ella. —He tenido varias parejas, solo una fue estable. Salí con hombres y mujeres.
Colson lo dijo todo en pocas palabras y no se arrepentiría jamás. Amó toda su vida, aunque pasó momentos malos como la depresión que vivió o la muerte de un familiar muy importante en su vida. Lo demás, sus relaciones, las cosas que le gustaban, los chicos y las chicas... Lo había vivido al máximo y amaba ser la persona que era, la persona que se había convertido.
No fue fácil aceptarse en su pasado por otros jóvenes que se reían de él, pero cuando aquel familiar tan importante le abrió los ojos, demostrándole que era tan increíble y que amase lo que amase, debía ser feliz, que nadie debía juzgarlo por eso, lo demás le dio igual y se aceptó tal cual era.
Si Jamie no lo aceptaba, por mucho que le doliese, no iba a estar con alguien que no lo aceptaba del todo. Y, en parte, temió que ella no formase parte de su vida. No soportaría que ella lo mirase de manera diferente. Ella no.
Pero no fue así, porque para ella fue como si nada, pero lo fue todo, porque ver que él se empezaba a abrir con ella, al igual que ella lo hacía con él, la hacía sentir especial.
Colson, al ver que ella tenía una expresión de felicidad por contar con ella, preguntó temeroso;
—¿Te supone algún problema?
Jamie arrugó su frente mirándolo con extrañeza.
¿De verdad le estaba preguntando eso?
Negó varias veces sin retirar su vista de los hermosos ojos de ese joven y fue ella la que preguntó;
—¿De verdad me preguntas eso? Estoy más que agradecida porque hayas confiado en mí.
Colson dejó de apretar su mandíbula más tranquilo, suspirando y casi mostrando todos sus dientes, para contestar;
—Hay mujeres heterosexuales que no quieren ningún tipo de relación íntima con un bisexual.
Jamie dio un paso más hacia él, decidida, tomándolo de la mano y contestó;
—Yo no soy esa mujer.
Colson sonrió, aprovechando para retirarle un mechón de cabello tras su oreja y decirle;
—Ni yo ese hombre que juzga a una mujer por su pasado, cuando los hombres lo hacen siempre y nadie les juzga.
Y Jamie lo besó, sin esperar más.
Lo quería todo de él, sin dejarse nada fuera. Habían pasado 2 años desde que había tenido relaciones, y pocos días desde que alguien la había besado. Colson era ese chico perfecto que ella deseaba estar y Colson necesitaba tenerla a su merced. Daba igual lo demás, pasaba a segundo plano.
Colson se sentía feliz porque la chica con la que empezaba a sentir cosas no lo juzgaba. Aquello le hizo sentir cada vez más cosas por ella.
El tiempo pasó desapercibido, y ellos solo tenían puesto sus ojos entre ambos.
Colson la tomó de las caderas, tocándola por zonas que ella hacía años que no la tocaban y que deseó sentir más por él. Colson caminó hacia el lugar más cercano donde podrían estar cómodos y el sofá era sitio más viable.
El cuerpo de Jamie chocó contra el suave sofá rojo que poseía Colson y este se colocó encima de ella, sin dejar de besarla.
Jamie sentía la dureza de él, que la hacía mojarse de tan solo notar su tamaño. Y, sin vergüenza alguna, empezó a restregarse a pesar de que había varias barreras que les impedían estar unidos.
Colson metió una de sus manos debajo de la camiseta de ella, descubriendo que no llevaba sujetador y jugueteando con ella mientras su otra mano se ocupaba de bajar demasiado, hasta meterse dentro del pantalón de Jamie y hacerle un buen juego de dedos en su intimidad.
Jamie gimió como hacía tiempo que no lo hacía mientras Colson dejaba de besarla para observarla como disfrutaba, mordiéndose el labio por las reacciones de ella y por esos pequeños gritos que salían de lo más hondo de su garganta a modo de gemidos.
Aquello lo volvió loco por escucharla y desear mucho más de ella.
Jamie, decidida a acabar con aquella tortura, metió sus manos bajo el suéter de Colson para quitárselo, obligándolo a quitar sus manos de su desnudez y aunque lo consiguió, Colson se prometió hacerle muchas más cosas y verla como se derrite por su toque, mientras él la mira.
La ropa empezó a sobrar, acabando cada prenda en el suelo y solo quedando ellos con ropa interior, pero no importaba, porque las ganas que se tenían se hacía notar en ese pequeño sofá.
—Joder... —susurró Colson al sentir la desnudez de los pechos de ella bajo su torso.
Se dejó tocar por las manos de ella en el trasero de él, sin quitar aquella prenda que a ambos les molestaba. Y, sin aguantar más, Colson empezó a restregarse su miembro sobre el sexo de ella, gimiendo ambos por las cosas que estaban haciendo en ese sofá rojo.
Ambos querían más, mucho más. Por lo que Colson la tomó, sentándose en el sofá y dejando que ella se sentase sobre su miembro erecto, oculto tras aquella ropa interior.
Jamie retomó el trabajo de Colson, moviendo las caderas de tal manera que hizo temblar al cuerpo sudoroso del joven rubio que suspiraba de tan solo verla en acción, como se movía y como su desnudez lo hacía ponerse más duro por ella.
Hasta que ambos terminaron corriéndose a pesar de la ropa interior, corriéndose y cayendo uno sobre el otro.
Agotados, tratando de recuperar la respiración, Colson dijo;
—Si esto solo es una muestra de lo que me espera contigo... No espero el momento para hacerlo —dijo él, feliz y pleno.
Y ella rio mientras descansaban juntos en el sofá.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro