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T R E I N T A Y T R E S | R O M P E R 🎭

«Odié verla de aquella manera, tan asustada, como esperando cualquier cosa mala. Mientras pudiera, yo no dejaría que ella le ocurriese absolutamente nada»

Maverick.

Las relaciones son muy complicadas. Más de lo que podrían imaginarse.

Las diferencias de ambos, las personalidades, los problemas, el día a día y la monotonía... Todo era un cúmulo de cosas y caos que haría que una relación, si no era bien llevaba y ambos no daban el 50/50, podría acabar con dicha relación.

En el caso de Lewis y Milly todo eso y peor era lo que hacía que Milly estuviese dando vueltas en su cuarto, móvil en mano, deseando llamarlo para poder hablar de su relación.

Lewis era de esos hombres que no debían estar con nadie. No sabía como tratar a una pareja, menos como debía apoyarla. Era un manipulador y lo hacía a la perfección. Más de alguna vez hizo creer a Milly que la culpa de todas las discusiones eran de ella, cuando realmente la culpa no era de ella.

Las cosas pasaban y las discusiones eran parte de la vida. Nadie debía echarle la culpa a la otra persona.

La joven, que no paraba de darle vueltas y vueltas al asunto, miró su móvil y observó la hora. O ya o nunca. Quizás no lo iba a dejar por teléfono, pero le haría saber que tendrían una conversación pendiente en cuanto él llegase de Europa.

Y sin esperar ni un minuto más, lo llamó por videollamada.

Al poco, él respondió.

La diferencia horaria era más que obvia. En lo que Milly se encontraba en una mañana increíble, Lewis estaba viviendo la noche Europea en una fiesta bastante grande con amigos.

Fue tal la diferencia que la música apenas la dejaba oír bien, y por la cantidad de mujeres y hombres que habían en esa fiesta, sabía que cosas buenas no iban a pasar. Para Lewis parecía divertirse más que con su novia y se le veía bastante despeinado y juró ver sus labios hinchados. No quiso saber que significaba, aunque Milly en el fondo ya lo sospechaba.

—Milly, ¿como estás? Aun sigo esperando que me respondas los mensajes y las llamadas. Ya sabes que odio que me ignores —dijo Lewis alzando la voz y marchándose a una habitación, opacando la música entre esas paredes.

No supo exactamente que ocurrió. Si ver a su novio lo bien que se lo pasaba, si anteriormente había estado aprovechando el tiempo a solas con una mujer o es que la distancia la ayudaba. Quizás una mezcla de todas esas cosas. Pero su voz tembló como nunca y eso hizo sospechar a Lewis.

—He estado ocupada con los estudios y el teatro. ¿Como estás?

La sonrisa de él se borró al notar la voz tan falsa que había escuchado de la boca de su novia. Él no dijo nada de aquello, pero parecía enfadado y distante de un segundo a otro.

En el vídeo, ella vio como Lewis dejaba un vaso en la mesa de noche, jurando que esa casa era la de su padre y, por unos segundos, juró ver el envoltorio de un condón. Pero no lo supo con exactitud, ya que cambió la posición rápidamente.

—Podría estar mejor —contestó.

Ella arrugó su frente, sin creerse ni una sola palabra de lo que le decía ese joven que estaba al otro lado del charco.

Pero Lewis la conocía y odiaba ver como arrugaba su entrecejo.

—¿Quieres decirme algo? —preguntó, sabiendo la conversación que habría, ya que uno de sus amigos ya se lo había contado lo de Milly y el otro joven.

—Si, pero me gustaría hablar contigo cuando vengas —contestó ella, sin dar una respuesta clara.

Lo último que quería era hacer aquello por videollamada. A ella no le gustaría que la dejasen lejos de su casa, separada de su pareja y menos de esa manera. Pero Lewis ya sabía por donde quería ir Milly.

Y por ello, su mirada se tornó oscura y contestó;

—¿Para dejarme cara a cara? —cuestionó, dejando sorprendida a Milly tras la pantalla—. No. No voy a permitir que esta hermosa relación se termine.

Milly arrugó tanto su frente, que sentía un dolor en el ceño. Aquello no le gustó nada de Lewis.

Ni siquiera le había dicho nada de esa relación y ya Lewis lo sabía. Empezó a imaginarse que alguno de sus estúpidos amigos debió haberla visto con Maverick la última vez y se lo contó a ese joven que supuestamente era su novio.

Pero lo que menos le gustó escuchar era como él decía que no iba a romper la relación, cuando no era cosa suya, sino de 2 personas. Como si él fuese el dueño de aquella pareja y no era así. Si una de los 2 no quería continuar, la relación ya acababa. Debían estar de acuerdo mutuamente para seguir juntos y Lewis ya estaba mostrando su poder frente a Milly.

—Yo no he dicho eso —contestó, esperando una respuesta de él.

—¿Te crees que no sé lo de tu aventura con ese gilipollas de Maverick?

Ella silenció y empezó a temblar por el tono de Lewis.

—Puedo olvidar esto, que me has engañado. Nadie tiene porque saberlo. No querrás que la gente hable mal de ti, ¿verdad? —Susurró elevando la ceja con una mirada que mostraba todo lo contrario.

Decía eso, pero ella sabía que desde que lo tuviese frente a ella, él mostraría su verdadero carácter, como las otras veces.

—Lewis.

—¿Me vas a dejar por teléfono? Eres muy cruel, ¿lo sabes?

Milly sabía lo que él le estaba haciendo y era hacerla sentir culpable, para que recapacitara de esa idea. Pero ella tenía su idea clara.

—No... No era eso, Lewis.

—Tenemos una conversación pendiente. No te vas a escapar de esa conversación que tenemos pendiente —contestó Lewis con un tono bastante brusco.

Y Milly sabía lo que significaba esas amenazas.

Pero ella no quería saber más nada de él, por ello hizo algo que quizás no fue la cosa más adecuada.

—No.

El tono brusco de Milly hizo enfadar más a Lewis, viendo que no era esa chica que esperaba que fuese; sumisa y callada.

—¿No que?

—No tenemos ninguna conversación pendiente. Ya sabemos que es lo que vas a hacerme cuando estemos a solas. Y contigo no quiero volver a estar a solas.

Lewis arrugó su frente y negó con la cabeza.

—Fueron solo 2 ocasiones y te pedí perdón, cuando eras tu la culpable.

—Eso es lo que quieres hacerme sentir. Pero yo no tengo culpa de que seas un maltratador.

—¿Que?

Milly se tomó unos segundos para responder;

—Esta relación se ha acabado.

Lewis apretó su móvil con demasiada fuerza que casi podría estamparlo contra la primera pared que encontrase.

—No. Milly ni se te ocurra.

Jamie apareció y le quitó el teléfono a su hermana, para apoderarse ella de la pantalla.

—No vuelvas a llamar más a mi hermana y menos a hablar con ella en privado. No quiero ni verte cerca de ella.

—Es mi novia, ¿quien mierda te crees para eso?

Jamie negó con un gesto de mano y aclaró;

—Era tu novia.

Y lo colgó. Bloqueó luego su número y le devolvió el móvil a Milly.

—Hay que tomar medidas, Milly. Y debes tener más cuidado a partir de ahora. Si seguías con él iba a ser peor.

—¿Y si me hace daño después?

Su hermana mayor negó sin dejar de mirarla a los ojos.

—No lo permitiré.

Silenció, hasta que Jamie volvió a hablar;

—Vuelvo ahora, ¿vale? Voy a recoger las cartas.

Milly sonrió, pero no del todo y dejó el móvil lejos de ella, como si esperase que la llamase desde otro número.

Jamie bajó y estaba nerviosa tras la conversación con aquel joven, fue tanto el enfado que tenía que en lo que bajó a buscar las cartas del edificio, ni siquiera tuvo un solo problema con su agorafobia, ni menos con su ansiedad.

Era como si su mente estuviese tan distraída en lo que acababa de hacer que en las preocupaciones que tenía desde hacía 2 años.

Pero en lo que ella recogía las cartas, un Colson poco descansado bajó del ascensor para ir a su lugar de trabajo en el local de tatuajes, viendo a Jamie en ese lugar.

Hubo un silencio bastante grande entre ambos amantes que se encontraron en ese sitio tan pequeño. Y Jamie solo deseaba marcharse de allí.

Tardaron minutos largos antes de que alguno de los 2 dijese algo. Y ese fue Colson.

—Jamie.

Ella lo miró unos segundos, pero luego dejó de hacerlo para terminar de recoger sus cartas.

Colson, dándole todo el espacio del mundo, empezó a hablar;

—Cometí un error en dejar entrar a esa chica, pero no es mi novia, ni lo será. Necesitaba ayuda y fui un estúpido en dejarla entrar.

La joven pelirroja sacudió su cabeza, sonriendo de una manera bastante extraña, lo cual sabía Colson que no era una sonrisa feliz, sino de decepción.

—No es eso, Colson... Me dolió. Tu sabes mejor que nadie lo difícil que me es confiar en la gente —susurró, mirándolo a los ojos. —Apenas conozco cosas de ti. Si, me has contado ciertas cosas, pero si esa chica dijo eso, es que ya la conocías.

—Déjame explicártelo.

Ella negó con la cabeza.

—Ahora tengo mejores cosas que hacer...

Ella fue ha hacerse un hueco para salir de ese sitio tan diminuto, donde la simple esencia de Colson la ponía nerviosa, pero chocó contra el duro pecho de él, volviendo a mirarlo a los ojos de aquella manera.

Y de que manera.

Las chispas saltaban, alejando todas las diferencias que estaban teniendo entre ambos en esos momentos. La cercanía no ayudaba para nada entre esos 2 amantes que estaban pasando momentos por separado. Y se notó aquellos días de separación, ya que sus cuerpos deseaban pegarse nuevamente, olvidando aquel malentendido, dejando que se hundieran cuerpo a cuerpo y daba igual el sitio.

Colson se tranquilizó al ver que ella siguió sintiendo eso por él, lo mismo que él sentía por ella cada vez que estaba cerca de esa joven.

Pero Jamie se percató y se marchó corriendo de su lado, subiendo las escaleras como podía, a pesar de que sus piernas temblaban de tan solo pensar en ese hombre que era su vecino.

🎭

Tener la constante sensación que la gente te miraba era desagradable, más cuando sabías que habías hecho algo, ya fuese bueno o malo y la gente lo descubriese.

Por ello Milly, un día después de dejar a Lewis por videollamada, se encontraba en constante alerta, con el móvil en mano por si tenía que llamar a su hermana o cualquier cosa. Sentía que todo el mundo la miraba y la juzgaba, sobre todo, evitaba pasar alrededor de los amigos de Lewis para evitar problemas o cualquier otra cosa.

Temía lo que vendría en cuanto Lewis pisara el lugar, o si quiera de pensar que quizás ya había cogido un avión para volver y encararse con ella, agarrarla del antebrazo y alejarla de todos, o montar una oscura escena en ese pasillo.

Estaba tan asustada que empezaba a arrepentirse de lo que había hecho y se pensó seriamente en llamarlo y pedirle perdón por lo del día anterior. Pero nuevamente, era el miedo quien hablaba con ella.

Debía ser fuerte si quería ser feliz y no tener a una pareja tóxica y que te hiciera daño.

Caminó sola hacia el teatro, viendo que no había nadie y se sentó en aquella mesa que solía sentarse ella.

Miró varias veces esperando que no hubiese nadie y se encerró en su mundo, escribiendo su nueva obra de teatro, cuando a los pocos minutos, alguien tocó su hombro, asustándola por completo, pegando un fuerte grito y llorando como nunca, alejándose de esa persona por temor a que fuese Lewis.

Pero cuando se giró, se encontró con un Maverick que borró su sonrisa al instante de verla de aquella manera. Su mirada, ahora llena de preocupación, dijo rápidamente;

—Milly, soy yo. Lo... Lo siento —contestó, preocupado por lo que podría haberle pasado.

Milly, quien se había levantado de la silla, negó y, carraspeando para tratar de calmarse, murmuró con la voz temblorosa;

—No... Yo, eh... No... No tengo el día.

Maverick se acercó lentamente a ella, para preguntarle sin tocarla;

—¿Lewis te ha hecho algo?

Se le veía preocupado y Milly no quería que él se preocupase por ella.

Ella negó.

Maverick vio que Milly tenía una botella de agua suya en la mesa. La tomó entre sus manos, abriéndosela para luego entregársela para que bebiera un poco y se tranquilizara.

Vio como ella bebía nerviosa, tratando de no temblar demasiado, pero se notaba bastante y no ayudaba a Maverick, que solo pensaba en lo que podría llegar a hacerle Lewis.

—¿Mejor?

Ella asintió, pero no estaba mejor.

—Solo fue un momento —mintió, sin decirle nada de lo que estaba haciendo. —¿Que haces aquí?

—Quería verte. Sé que a esta hora sueles estar aquí.

Ella no habló.

Maverick apretó la mandíbula, esperando que ella no estuviese pasándole nada malo, pero no confiaba en su palabra, y sabía que algo estaba ocurriendo.

—Quería preguntarte si quieres venir conmigo esta noche a cenar en el restaurante del otro día. El que tanto te gusta.

Ella lo miró y no quería pisar ese restaurante por precaución por el momento.

—Esta noche no, Maverick.

Él asintió y deseó preguntarle si había pasado algo con su Lewis, pero no quería agobiarla. Quería que ella confiase en él, por ello le dio todo el espacio que necesitaba.

—Claro. Milly si necesitas algo, ya sabes mi número y sabes donde vivo.

Se acercó a ella y, esperando que ella le diese permiso, tomó un trozo de cabello rubio entre sus dedos y se lo colocó tras la oreja de la joven, analizando los hermosos ojos de ella. Milly no sonrió, pero deseó decírselo a Maverick, pero no quería preocuparlo.

No quería ser un incordio para él, no después de todo lo que habían vivido entre ambos en esas pocas semanas.

Fue ahí cuando apareció Julianne y Milly no se apartó de Maverick, ni él de ella. Estaban tan juntos que cualquiera podría pensar que eran novios y, por primera vez, ninguno se apartó. Cosa que a Julianne le sacó una pequeña sonrisa al verlos juntos.

—¿Quieres...? —preguntó Maverick, refiriéndose a que la dejase sola con Julianne, y ella asintió.

Se despidieron, dejando Maverick solas a ambas jóvenes.

—Jamás he visto sonreír a ese chico. Y tu lo has conseguido —murmuró Julianne, dispuesta a hablar con Milly sobre aquel malentendido.

Milly sonrió.

—Hoy no había ensayo, ¿necesitas algo?

Julianne negó con la cabeza.

—Tengo hora libre y pensaba en terminar ese trabajo que nos dijo la profesora, pero juntas. ¿Puedo sentarme contigo? —cuestionó la joven Julianne, esperando confirmación de ella.

Y Milly asintió con una sonrisa, sentándose juntas como en los viejos tiempos, aunque aún con una conversación pendiente.

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