T R E I N T A Y O C H O | S U D A R 🎭
«Era consciente de que, cada vez que la veía brillar, mi sonrisa se incrementaba al igual que mis latidos por ella»
Colson.
Una hermosa joven se observaba al espejo con una hermosa sonrisa de oreja a oreja, mientras veía como le quedaba aquel vestido en su esbelto cuerpo.
Un hermoso vestido de color rojo con estampados de flores decoraban su bello cuerpo, con su cabello pelirrojo cayendo por sus hombros anchos hasta llegar por su espalda. Jamie, con una hermosa sonrisa en su rostro, quería ponerse algo distinto a lo que llevaba poniéndose desde hacía 2 años. Y lo cierto es que ese vestido era de antes de encerrarse ella sola en su piso, y le quedaba tan perfecto como el primer día.
Sin tomar nada necesario, solo sus llaves y su móvil, abrió la puerta con nerviosismo y con ganas y salió de su piso en aquel hermoso día de noviembre. Quería hacer algo que llevaba teniendo en mente desde hacía más tiempo del que se imaginaba.
Eran tan solo la 1 de la tarde y sabía que Colson estaba a punto de salir del trabajo, en aquel local de tatuajes que tanto le había hablado. Por lo que, sin esperar ni un minuto más, ni darle importancia a sus miedos, salió a la calle y caminó unas 2 manzanas del edificio en el que vivían hasta llegar al local de Colson.
Jamie caminó y disfrutó del viaje como nunca, dejando que el bullicio de las personas resonara en sus oídos, habiendo echándolo de menos desde hacía 2 años. El aire que le llenaba en los pulmones y despeinaba su cabello suelto, dejando que su delicada piel sintiera aquel frescor en ella. Sus piernas pararon frente a ese local de tatuajes, viendo el escaparate como era por dentro y que no veía a nadie. Respirando y con muchas ganas de ver a su novio, abrió la puerta, escuchándose la campanita que había sobre la misma y se quedó de pie mirando el hermoso lugar.
Todas las fotos de tatuajes, se imaginaba Jamie que eran tatuajes que Colson había diseñado y hecho, algunas fotos de Colson que él mismo tenía expuestas de algún skater famoso o algún músico de rock que ella desconocía por el momento. Su sonrisa era tan hermosa que Jamie se enamoró más de ese joven que estaba viendo en esas fotos. Las fotos estaban tras el mostrador, expuestas como algo importante. Era un lugar lleno de luces de neón rosas y azules y ella recordó con felicidad que Colson era fan de los colores pastel. Por lo que ese toque que le daba al local de tatuajes era perfecto.
Tan Colson.
Jamie siguió caminando un poco, viendo un sofá frente al mostrador, pegado a la pared, con la imagen de una guitarra eléctrica encima. Las paredes eran de ladrillo y por otro rincón se encontraba el baño, ya que la puerta estaba entreabierta.
A pocos metros se encontraba una habitación que tapaba con cristaleras para separar la sala de espera del lugar donde hacía Colson los tatuajes. Por no hablar de que esos cristales tenían pegatinas para que nadie viera lo que hacía dentro y el cliente tuviese más intimidad.
—Un momento, ya termino aquí —dijo la voz de Colson tras el cuarto, escuchándose el sonido de la maquina de tatuajes.
Jamie mostró su hermosa sonrisa mirando esa puerta cerrada y con su corazón latiendo como nunca antes lo había hecho. Sabía que Colson se lelvaría una sorpresa de verla en su lugar de trabajo, sobre todo por todo lo que habían vivido juntos y por lo que había trabajado Jamie para llegar a caminar sola y fuera de su zona de confort.
Ella, entre nerviosa y deseosa de ver a su novio, se esperó tras ese lugar.
Cuando a los pocos minutos, la puerta se abrió y salió un chico alto, cubierto de tatuajes, con el cabello negro y algo largo. Un nuevo tatuaje llevaba en el cuello y podría ver Jamie desde su zona de lejanía que era una rosa con espinas. Y sabía que era nuevo por lo rojo que tenía la piel y que estaba cubierto la zona con un film para protegerlo de lo reciente que era.
Colson, al salir, estaba hablando con el joven, cuando dejó de hacerlo al visualizar a Jamie y su mirada pasó de sorprendido a orgulloso en pocos segundos.
—Jamie. —Sonrió, sin poder decir nada más, viendo Jamie como los ojos de su novio brillaron al verla.
No supieron cuantos minutos estuvieron mirándose de aquella manera, pero el cliente si lo sabía.
El joven carraspeó, esperando que supiera que él seguía ahí.
—Oh, claro. Dame un minuto —dijo Colson a Jamie la última frase y caminó hacia el mostrador.
El joven le pagó el resto del tatuaje y, mientras Colson estaba haciendo unos apuntes en su libreta, el hombre miró a Jamie de arriba abajo, poniendo un rostro de ligue y haciendo que Jamie elevase la ceja por la mirada de ese hombre, sabiendo muy bien a que se refería. Pero el único chico que quería ella era el que estaba tras el mostrador.
—Aquí tiene el cambio —dijo Colson.
Extendió la mano para darle las monedas, cuando vio que no le respondía porque estaba tan pendiente a Jamie que ni lo estaba escuchando.
Jamie, quien se había girado para seguir mirando aquellas fotos de una en una, dándoles la espalda, estaba inmersa en otras cosas. Pero Colson observaba a ese joven como miraba a su novia y sus ojos estaban directos hacia el trasero de la joven.
Colson salió del mostrador con cara de pocos amigos y se puso delante del joven, dinero en mano, para devolvérselo.
—Muchas gracias, Jules —contestó con una voz demasiado grave.
Jules ni se percató, solo recogió su dinero sin dirigirse a Colson, solo mirando hacia la joven como si hubiese visto una Diosa en ese local. No, a Colson no le estaba gustando nada que mirase de esa manera a su chica.
—¿La conoces? —preguntó con la boca media abierta al verla.
Y ese era el efecto que tenía Jamie con los hombres.
—Si, es mi novia —contestó con un tono oscuro y alto haciendo mirar a Jamie a ambos hombres.
Jules cambió de mirada y dejó de observarla con descaro para pedirle perdón por comérsela con la mirada a su novio.
Se despidió y se marchó mientras Colson seguía mirándolo con cara de pocos amigos incluso tras su marcha a uno de sus mejores clientes.
—Me encanta tu local —dijo Jamie acercándose a él.
Pero él estaba tan enfadado que ni la pudo escuchar. Y Jamie se percató que aquel joven lleno de tatuajes se había puesto celoso.
—Creo que me voy a quitar este vestido sino te importa. Hace calor —lo provocó para ver si reaccionaba.
Pero Colson estaba bastante cabreado por como la estaba mirando su cliente que ni escuchó claro lo que dijo.
—Si, gracias...
Se acercó él a la puerta y la cerró con llave, poniendo el cartel de cerrado y, cuando se giró, vio a Jamie con los brazos cruzados.
Colson arrugó su frente y preguntó;
—¿Que?
Jamie negó, riendo en voz baja.
—Estabas tan inmerso en tus propios celos que no me escuchaste.
Él hizo un gesto con sus labios y empezó a caminar hacia ella.
—No me gusta que miren a mi novia de esa manera y conozco muy bien a Jules para saber lo que estaba pensando de ti.
Ella sonrió y empezó a caminar hacia el lugar.
—Me encanta todo de aquí. Aunque me gusta mucho más su dueño. —Se giró para mirarlo y ponerle aquella mirada de "aquí y ahora".
Colson sonrió y caminó hacia ella.
—Has dado un gran paso viniendo aquí, sola. Estoy orgulloso de ti.
Ella se giró y lo miró.
—En un mes he dado mucho más pasos que en 2 años.
Colson no dejaba de sonreír y mirándola de arriba abajo, observando el hermoso vestido que llevaba. Sin duda, comprendía porque Jules la miraba como lo estaba haciendo. Jamie era una verdadera obra de arte, con sus hermosas y voluminosas caderas y todas las curvas de su cuerpo. Todo en ella era perfecto. Todo, sin dejarse nada atrás y ese vestido era un sueño erótico para Colson.
—Comprendo porque Jules no paraba de mirarte... Eres una Diosa.
Jamie lo observó, sonriendo.
—Si me das 20 minutos de tu día, quiero hacerte un regalo —susurró con la voz ronca Colson.
La ceja de Jamie se elevó, preguntándose que sería.
—¿Cual?
Su sonrisa se ladeó un poco para responderle;
—Hacerte un tatuaje.
Ella arrugó su frente y no estaba segura del todo de esa idea.
—No sé... Nunca me he hecho uno.
—Ya lo sé —aclaró, ya que la había visto completamente desnuda y podía hacer una imagen mental de cada milímetro de su cuerpo.
—No te negaré que siempre me ha intrigado hacerme solo un tatuaje, pero ¿duele mucho?
Colson hizo un gesto con su boca, haciendo que su hoyuelo saliera a la luz, siendo más hermosa todavía para Jamie.
—Depende del sitio. Hay personas que les duele y otras que no. Pero no sería una sección larga, tengo la idea de un tatuaje en mente que no he parado de darle vueltas y que quedaría perfecto en tu piel. Te describiría a la perfección.
Jamie miró hacia el cuarto donde Colson hacía la magia y contestó;
—No tengo dinero ahora.
Colson se acercó.
—Es un regalo, Jamie. Los regalos no se pagan.
La joven pelirroja no podía dejar de sonreír cada vez que estaba al lado de ese hombre.
—Tu eres un regalo.
Él sonrió y la tomó de la mano, entrando juntos en el cuarto, cerrando la puerta.
—Acuéstate en la camilla.
Ella, algo nerviosa, se acostó y miró a Colson como se colocaba unos guantes negros, sentándose en la silla mientras se acercaba a ella y lo guapo que estaba de esa manera y en esa posición.
—¿Quieres que te lo haga? —preguntó Colson.
La joven asintió.
—Si.
—¿Donde? —Al ver que dudaba, él continuó. —No seas mala. Si me dices un sitio bastante íntimo dudo que pueda si quiera terminar la primera línea sin hacértelo.
La sonrisa de Jamie, algo pícara, se hizo evidente frente a su novio.
—Quizás sea la idea.
Colson elevó la ceja y ella suspiró.
—Vaaaale. —Ella se bajó el vestido, haciendo que Colson descubriera que no tenía sujetador y, cuando creyó que iba a enseñar sus hermosos pechos y a punto de tener una erección frente a ella, vio que le señalaba por debajo del hombro. —Aquí.
Colson tuvo que carraspear para no sonar desesperado frente a ella y luego se dirigió hacia ella para empezar. Humedeció la zona, hizo algunas cosas antes de comenzar y luego comenzó el sonido de la máquina de tatuajes.
Se la veía algo tensa y Colson solo le dijo;
—Disfrútalo.
Él empezó con delicadeza, trazando una delgada línea mientras que ella cerraba los ojos algo nerviosa.
—Que no sea muy grande, Colson —advirtió.
—No será grande —prometió él sin dejar de tatuarla.
Él, concertado y ella sin parar de mirar hacia otro lado.
El cuarto era algo más luminoso que la sala de espera, que tenía más luz solar por el escaparate, pero dentro de ese cuarto, que iluminaba la vista a Colson, se veía con decoraciones de neón de los mismos colores que los de fuera.
Estaba bastante bien creado, y tenía incluso más fotos de tatuajes dentro que fuera. Incluso de tatuajes bastante más elaborados y que tenía que tener algunas secciones.
—Tienes un gusto increíble para esto —dijo Jamie algo más calmada.
Él paró para limpiarle la zona con una toalla ta y eso parecía que calmaba el dolor, aunque no demasiado.
—Me ayudaron mis amigos del grupo de música. Espero un día presentártelos.
—Estaré encantada de conocerlos.
Él siguió cuando la miró por unos segundos y la vio tan hermosa como nunca. Y algo en él deseó hablar con ella de una manera más íntima.
Era ella, sabía que era la chica idónea. Se merecía saber más cosas de él, como él sabía de ella.
—Jamie... ¿Recuerdas que te dije que hubo solo una persona en mi vida que me apoyó cuando dije que soy bisexual?
—Si.
Se tomó unos segundos antes de continuar;
—Era mi abuela. Siempre estuvo conmigo. Cuando murió mi madre también estuvo ahí, y me apoyó en todo. Recuerdo que caí en depresión y mi abuela estuvo ahí siempre —susurró mientras seguía tatuándola y ella lo miró con dulzura. —Me incitó a salir, a no quedarme quieto en un sitio, a hacer todo lo que quería.
—¿Y tu padre?
Él negó.
—Nuestra relación no es muy buena... Pero está ahí cuando nos hacemos falta.
Jamie sonrió con delicadeza, pero a la vez triste de pensar en lo que le había dicho de esa persona especial en su vida y que la había perdido. Perder a una persona era duro y más si esa persona era un apoyo fundamental en tu vida.
—Me alegro que tu abuela fuese un pilar muy importante en tu vida.
El sonido de la maquina seguía en marcha. Colson estaba avanzando en el dibujo y Jamie solo quería escucharlo a él, escuchar como se abría ante ella mientras estaban en ese lugar tan íntimo.
—Si... Murió hace unos años... Volví a caer en depresión, pero recordaba lo que ella me decía y salía, trataba de seguir con mi vida y aceptar su muerte. No fue fácil, pero el tiempo te enseña todo.
—Lo siento mucho, Colson.
Él negó con la cabeza, recordando las palabras de su abuela que le decía que algún día encontraría a esa persona que estuviese ahí, y que lo aceptaría tal cual era. Y Colson no paraba de pensar en Jamie.
—Gracias por contármelo... Por abrirte a mí —susurró Jamie.
Él paró unos segundos para mirarla.
—Gracias a ti por estar a mi lado.
Siguió y la piel de ella ya la tenía bastante roja, ya que Colson estaba trabajando en esa misma zona y Jamie estaba deseando terminar.
Él, que ya había hecho muchos tatuajes en su vida y conocía todos los rostros de sus clientes, nuevos, experimentados, dudosos y miedosos, sabía que Jamie ya estaba deseando que terminase la sección.
Por ello le dijo;
—Ya falta poco.
Jamie rió, tratando de no moverse para nada.
—Ojalá pudiera ver que me estás tatuando.
—Paciencia... Te va a encantar.
Cuando a los pocos minutos acabó, le limpió la zona y le entregó un espejo de mano para que se lo viese.
—Ya puedes vértelo.
Ella tomó con rapidez el espejo para verse su primer tatuaje y él se levantó para tomar una crema y el film para su novia. Jamie, al vérselo, se quedó con una inmensa sonrisa en su rostro. Tanto que Colson sonrió de verla tan feliz ese día, sintiéndose orgulloso por ella.
El tatuaje eran unos pájaros saliendo de una jaula abierta y que, debajo, ponía "libertad". Ella, tan feliz con su primer tatuaje, por ese hermoso y bello regalo de Colson, lo miró con los ojos a punto de salirle lágrimas.
—Gracias... —Su voz estaba entrecortada.
Él se acercó a ella para besarla y luego, comenzó a ponerle la crema sobre la piel de ella irritada, calmándola tras la sección de tatuaje. Las miradas de ambos se notaban a lo lejos lo enamorados que estaban. Al poco de terminar, Colson le colocó la protección para tapárselo con film.
—Te dejarás esto puesto unas horas. Tu piel está algo irritada y es para evitar riesgo de infección hasta que se que vaya esas horas de riesgo. Después puedes mostrarlo al mundo todo lo que quieras.
—Gracias.
—Ya lo has dicho. —Él, al ver que ella empezaba a bajarse de la camilla, preguntó—. ¿Necesitas ayuda?
—Puedo yo.
Pero él la sujetó, ignorándola, tomando las caderas de ella y ayudándola a bajarse del lugar. Se miraron de esa manera, tocándose como solo ellos deseaban, cuando acabaron en una oleada de besos en ese sitio.
Sin esperar más, después de toda la tensión que llevaba Colson por verla con aquel vestido, sus grandes manos empezaron a bajar para tocarla debajo del vestido, descubriendo que no llevaba ropa interior, tocando sus largos dedos las redondas nalgas de la joven.
—¿Solo llevas el vestido puesto? —preguntó el joven.
—Me es más rápido quitármelo por si tengo que tirarme a mi novio en su local —aclaró Jamie, sonriente.
Le entregó un condón que llevaba escondido a saber donde y ambos comenzaron en aquel lugar lo que no se esperaban hacer en ese día en ese sitio.
Él sonrió, conociendo más a la verdadera Jamie, dejándose ver mientras su novio solo deseaba conocerla más a ella misma. Y Jamie lo empujó al sofá que había al lado de la camilla, colocándose encima, volviendo a besarse de aquella manera. Colson empezó a agarrarla de su culo, apretujándolo y metiendo sus manos debajo de su vestido, aprovechando que no tenía ropa interior puesta, haciéndola gemir por cada toque.
Ambos estaban bastante encendidos en ese lugar y las ganas que se tenía eran más que obvias. Jamie, aprovechando que Colson tenía una tienda de campaña montada en sus pantalones, empezó a restregar su desnudez en esa tienda de campaña, no ayudando a Colson controlarse por cada movimiento de ella.
—Si fueses un yogur, te chuparía hasta la tapa —murmuró ella, haciendo reír a Colson, quien la animaba a moverse más rápido.
Pero ella paró, se bajó de su regazo y empezó a arrodillarse frente a él, quitándole toda la ropa, empezando por su camiseta, para acabar con sus pantalones y su ropa interior, dejando al descubierto aquella enorme tienda de campaña expuesta. Jamie, relamiéndose los labios mientras se colocaba entre las piernas de él, hizo entender a Colson sus intenciones ocultas.
No cabía destacar que Colson estaba más que excitado de verla de rodillas frente a él.
Colson, sin dejar de mirarla, observó como Jamie se acercaba a su miembro duro y, sin más demora, comenzó a rozar su lengua en la punta, haciendo que Colson se mordiese el labio por aquella escena.
Tan solo estaba lamiendo la punta de su miembro y ya Colson estaba empezando a gemir de verla de aquella manera.
Pero aquello solo fue la punta del iceberg. Cuando Jamie comenzó a meter la polla de Colson en su boca, fue peor para el joven. Jamie, que estaba centrada en su labor, empezó a chupar con gusto el aparato duro de Colson, empezando a moverse de arriba abajo, moviéndose con destreza.
El sonido que ella hacía era peor para el joven, que sus gemidos progresaban, poniendo sus manos agarradas una en el sofá y la otra en el cabello suelto y pelirrojo de ella.
El sabor salado de él empezaba a degustarla en la boca de ella
—Jamie... —murmuró él, escapando un suspiro de su boca y ella siguió con su labor.
Seguía con aquellos movimientos, pasando su lengua en aquella piel dura y suave a la vez, saboreando el sabor de Colson, lo salado de aquella zona cuadno algunas gotas escapaban de él. Jamie disfrutando d ello que escuchaban sus oídos.
Colson seguía sintiendo ese placer, el sentimiento de los labios de ella ahí abajo, como su lengua se movía con maestría y como le cabía casi todo en su boca y como él se sentía en el jodido cielo. Le era imposible concentrarse en otra cosa y es lo volvía loco.
Y mientras Jamie se movía cada vez más rápido y en ese mismo instante ella sintió como la polla de él latía, sabiendo que estaba a punto de correrse en su boca y continuó. Colson escapó un gruñido de su garganta, corriéndose en ella y relajándose al mismo tiempo.
—Me toca —contestó Colson, tomándola de las manos y acostándola en el sofá, abriéndola de piernas, metiendo uno de sus dedos dentro de ella y lo húmeda que estaba, mientras sus labios relamían los pechos redondos de la joven.
Jamie empezó a gemir mientras Colson no dejaba de hacer magia con sus dedos, mordiendo con delicadeza el pezón de ella y haciendo una conexión perfecta, tratando de hacerla gemir cada vez más.
Su boca bajó por su ombligo, bajando más por su estómago hasta llegar a la intimidad de ella, húmeda y deseosa de que la lengua de él le hiciera maravillas.
Y vaya si se lo haría.
Su lengua empezó a danzar en el clítoris de ella, mientras sus manos subían hacia los pechos de la joven, estrujándolos con ganas.
Su boca la abrió bastante, metiendo su lengua en ella, empezando a hacer un baile en la intimidad de la joven, saboreándola por completo, mirándola de reojo desde su posición, esperando que ella lo observase. Y vaya si lo hizo.
Jamie lanzo un fuerte sonido cuando él alcanzó el punto perfecto dentro de ella, pero él quería más, quería que ella se corriese en la boca de él y fuese suya en ese momento. Como él ya era suyo y solo suyo de esa joven.
—Colson... —murmuró su nombre.
Colson se ponía caliente de tan solo escucharla gemir y sus grandes manos no paraban de juguetear con los pezones de ella, pellizcándolos y haciendo que ella sintiese una conexión perfecta con su intimidad.
Su lengua no dejaba de moverse, succionando mientras que la saboreaba como nunca. Cuando empezó a sentir que sus piernas que estaban alrededor de su cabeza empezaban a temblar, sabiendo lo que se venía.
—Córrete para mí, Jamie.
Volvió a hacer unos movimientos perfectos sobre la intimidad de ella, hasta que la joven terminó corriéndose en la boca de su chico, sin dejarse nada atrás.
La muchacha tuvo que necesitar unos segundos antes de decir algo, pero las palabras no le salían. Había sido un orgasmo más que increíble, que la había dejado sudando en ese sitio. Y sabía que Colson tendría que hacer una limpieza para que los clientes no oliesen el olor a sexo que estaba teniendo ese lugar.
Colson, que estaba de rodillas frente a ella, la miró con unos ojos brillosos, listo para más acción y dijo;
—Date la vuelta.
Jamie se mordió el labio inferior e hizo caso de lo que le decía su novio. Se giró, dejando su trasero a la vista de él y el joven la puso a 4, colocando sus piernas entre las suyas, impidiéndola que se moviese. Se colocó el condón y empezó a meter su miembro dentro de ella.
—Colson... —gimió de una manera que hizo endurecer más a Colson.
Y este empezó a moverse ágilmente, clavando sus dedos en las caderas de la joven mientras entraba y salía de ella con aquella rápidez, deseando más y más de esa joven. Jamie tuvo que agarrar un cojín para tratar de no volverse loca por los movimientos de su chico, hasta que él la abrió más de las piernas, haciendo que la joven se despeinase más y más por cada embestida de Colson.
Ambos, sudorosos y agotados, sus gritos eran más que obvios y gracias a las paredes amortiguaban algo hacia fuera del local, pero no demasiado. Colson solo le bastó una embestidas más hasta que ambos terminaron explotando de placer, llegando al clímax y derrumbándose el uno con el otro.
Ahora, más relajados, con los ojos brillantes e intensos tras el sexo, Colson dijo, abrazando a Jamie;
—Jamás pensé que cuando me mudase a esta nueva ciudad, me enamoraría de mi vecina. Menos creí que mi vecina sería una Diosa y que tuviese un flechazo por ella desde la primera vez.
Jamie se relamió los labios, mirando los de su chico ahora hinchados por los besos de ella y por el arreglo que le había hecho entre las piernas de la joven. Acarició el cabello rubio y pasó su mano sobre la mejilla roja de Colson, acariciándolo con dulzura, viendo como él cerraba los ojos al sentir esa sensación.
—No te mentiré, al principio no quería nada con nadie. Pero parecías alérgico a las camisas y eso me hacía despistarme... —bromeó, haciendo sonreír a su novio. —Luego empezaste a entrar en mi vida, y me empecé a enamorar de ti... Amo como eres, tu manera de ser, tu sonrisa, como arrugas la frente por alguna tontería y como te preocupas por los demás... Todo.
Él la acarició, colocando varios mechones de pelo tras su oreja y no paró de sonreír.
—Tu mirada.
Jamie arrugó su frente por lo que él acababa de decir. Y preguntó;
—¿Que le pasa?
Se tomó unos segundos, tratando de recobrar el aliento, para hablar con claridad;
—La primera vez que te vi, estaba apagada... Ahora brilla más que todas las constelaciones juntas. Eres tan única, que tus imperfecciones te hacen ser más perfecta de lo que ya eres. —Y entonces, supo que estaba más que preparado para decírselo—. Ojalá supieras cuanto te amo, porque ni yo sé explicarlo.
Jamie lo besó por eso último, feliz y se quedaron un largo rato ahí, acostado en ese sofá, abrazados mientras que las horas pasaban más rápido de lo normal.
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